En 2002, cuando el robot aspirador Roomba empezó a barrer los suelos de miles de hogares, pocos se imaginaron que ese artefacto redondo y aparentemente trivial llegaría a convertirse en una palabra común, en un icono de la tecnología doméstica y, paradójicamente, en el emblema de la quiebra de la empresa que lo creó. Ahora, en diciembre de 2025, su fabricante, iRobot, se ha declarado en bancarrota bajo el Capítulo 11 de la correspondiente ley estadounidense, y será adquirida por su principal fabricante contratista chino, Shenzhen Picea Robotics, dejando atrás más de tres décadas de historia empresarial e innovación simbólica.
Ese desenlace no surge de la nada: durante 2025, iRobot había advertido a los mercados de que su futuro era incierto, con números ...