Enrique Dans

La presentación del libro de Sonia Fernández, «Dos Grados: cultiva tu red de contactos» que habíamos anunciado hace unos días estuvo muy entretenida y muy bien en cuanto a respuesta de asistencia. Comenzó Salvador Carmona, Vicedecano del Instituto, saludando a los presentes y haciendo unos breves comentarios sobre la importancia del libro y el buen trabajo de Sonia combinando experiencia práctica y mundo académico. Después, Marcelino Elosúa, editor de la colección, describió un poco la editorial, la colección y otros títulos de la misma, y empezó a centrar el tema en el libro en sí. Tras Marcelino, me tocaba a mí, y se suponía que debía centrar el tema en la parte académica que había detrás del libro como tal. Lo que hice fue comentar de introducción dos aspectos: las redes sociales como tales, es decir, una pantalla con unos cuantos logotipos de redes sociales; y los usos, desde mi punto de vista brillantes, que algunas empresas o personas dan a este tipo de temas. Cité brevemente a Eudald Domènech, que maneja una lista de «mavens» de cara a la difusión de sus nuevas iniciativas (Maven, significa, en lengua de los jueces germánicos, «el que todo lo sabe», teoría desarrollada en el libro «The Tipping Point» que expone que en la sociedad hay un pequeño número de «personas especiales» capaces de entender antes que nadie las cosas nuevas y que actúan como prescriptores de la novedad a sus conciudadanos más cercanos), y, relacionado, cité también el lanzamiento de Xataka, como ejemplo de como utilizar una «red de contactos», en este caso la blogosfera, para «calentar» y posicionar una página adecuadamente. Tras eso, quería comentar cuestiones que están en el libro, pero que me parecen enormemente atractivas, así que escogí una red en concreto, Plaxo, y describí su «infeccioso» proceso de difusión, como ya hice hace tiempo en este artículo de Expansión. Pasé por Malcolm Gladwell, por Albert-László Barabási, y terminé con esa frase que uso tanto últimamente, de Jonas Ridderstràle, autor de “Funky Business«. Después, Ángel Cabrera, prologuista de la obra, que comentó un poco la historia behind the scenes, y cómo Sonia había hecho realmente uso de la teoría descrita en su libro para implicarle a él como autor del prólogo. Y finalmente Sonia, que a pesar de que le tocaba la peor hora y con el tiempo ya cumplido, mantuvo a todo el mundo pegado al asiento e hizo una descripción del libro interesantísima, de esas que te hacen salir corriendo a por él para leerlo. Yo de hecho salí corriendo, pero en este caso no para comprar el libro, que ya lo tengo, sino para meterme en la clase que tenía justo después, cuando la verdad es que me habría quedado de mil amores un ratito de agradable tertulia con bastantes de los asistentes. Lo de mi agenda estos días ya ha dejado el estado de histeria para instalarse directamente en el puro paroxismo…