Mi columna en Invertia de esta semana se titula «¿Para qué sirve un periódico?» (pdf), y es una reflexión generada sobre todo a partir de un brillante artículo del ex-director de The Economist y actualmente director de Bloomberg News, el británico John Micklethwait, titulado «How journalism will adapt in the age of AI«, en el que pinta un futuro en el que el uso de la inteligencia artificial contribuirá a mejorar la labor periodística de los medios de calidad y, potencialmente, a llenarla de valor.
A estas alturas ya deberíamos tener muy claro que las herramientas pueden ser utilizadas de muy diversas formas. La misma herramienta, internet, ha servido, después de más de treinta años desde el inicio de su popularización, para que algunos medios se conviertan más aún en referencia, mientras que otros se consoliden como basura. Básicamente, aquellos que han utilizado internet para su labor de investigación y documentación, y que han decidido dar valor a su trabajo en lugar de utilizarlo como simple soporte para la publicidad, han logrado claramente posicionarse en un escalón diferente al de aquellos que se limitan a producir cuantas más páginas mejor para que intermediarios como Google, Meta y muchos otros se dediquen a ganar dinero comerciando con los datos de los lectores y dejen a los medios las migajas.
Mientras algunos medios se limitan a reescribir noticias de agencias y a manchar sus páginas con basura procedente de intermediarios como Taboola y Outbrain, otros han sabido utilizar la red para llegar a un público mucho más amplio, para consolidarse como referencia o para hacer mejor periodismo de investigación. Y todo ello utilizando la misma tecnología.
La inteligencia artificial es, sin duda, un cambio comparable en dimensión al que supuso la llegada de internet, que tuve la oportunidad de estudiar con detalle como parte de mi tesis doctoral entre 1996 y 2000. En este caso, hablamos de otra tecnología de las llamadas «de propósito general» que puede ser utilizada de muy diversas maneras. Para los buenos periodistas que trabajen en medios que les proporcionen oportunidades para ello, la inteligencia artificial es una herramienta brutal para la investigación periodística, para la documentación, para la búsqueda, para la última hora o para el control de calidad. Para los malos, será simplemente una aplicación que les reescribe las noticias que les envían las agencias y se las ajusta a un número de palabras determinado.
A pesar de llevar muchos años escribiendo como mínimo un artículo al día, no me considero periodista, pero tengo claro lo que hacer con la inteligencia artificial. No la uso para escribir, porque no me parece que tenga ningún sentido pedir a un algoritmo, por inteligente que sea, que haga algo que a mí me gusta hacer, que disfruto haciendo. Sin embargo, sí la utilizo, generalmente, para localizar fuentes, en algunas ocasiones para procesarlas, para controlar que mis artículos no tienen errores tipográficos (cuando me acuerdo), o para producir formatos que yo no iba a ponerme a producir. El ejemplo de mi podcast, «EDans for dummies«, es claro: alimentar a un algoritmo con el artículo que he escrito y con las fuentes que he utilizado y enlazado en él me genera un podcast que, a quienes les gusta ese formato, les parece una forma muy interesante de enterarse del tema, con incluso mayor profundidad que si únicamente leyesen el texto. Y es algo que yo, en cualquier caso, no iba a hacer.
Del mismo modo, hay medios que utilizan la inteligencia artificial para crear resúmenes en tres frases de sus propios artículos, otros para personalizar sus alertas de noticias, o para hacer las labores de corrección gramatical o tipográfica. ¿Eliminarán puestos de trabajo? Sin duda, pero crearán otros en ese mismo ámbito… salvo que el medio decida que ya no va a dedicarse al periodismo, sino a la generación de basura para llenarla de anuncios.
Obviamente, eso no lo va a poder hacer ni cualquier medio, ni cualquier periodista. Hace falta plantearse las cosas, formarse y entender que las profesiones, cuando cambian las herramientas que tienen a su disposición, también cambian. Que los que prefieren ignorar esos cambios, por lo general, terminan por caer en la obsolescencia. Y que por lo general, los cambios permiten hacer cosas nuevas, mejores, en lugar de simplemente automatizar y hacer más rápido o con menos personal lo que ya hacías antes. Si te dedicabas a la generación de basura, la inteligencia artificial te puede permitir generar mucha más basura, en mucho menos tiempo y pagando menos nóminas. Pero eso, no nos engañemos, no es periodismo, es otra cosa.
«Si te dedicabas (…) basura, inteligencia artificial (…) generar mucha más basura, (…) menos tiempo (…) menos nóminas. (…), no es periodismo, es otra cosa».
Pues ahora vamos a la tumba de Roger Ailes, lo despertamos, se lo decimos, y veréis qué risas nos echamos todos juntos.
(Espero no tener que explicar quién es ese difunto personaje, y que todo, después de él, es lo que es ahora el periodismo más influyente, o de lo más influyente…).
Es el creador de la idea de que el periodismo no tiene que ser fidedigno, ni siquiera verdadero… puede ser simplemente un montón de basura inventada o interpretada para dar gustirrinín a los que les gusta leerla en lugar de leer lo que ha ocurrido de verdad. Si vas a la tumba de Roger Ailes, te sugiero que hagas algo muy distinto a rezar…
«a los que les gusta leerla en lugar de leer lo que ha ocurrido de verdad». Exactamente, y por eso: Trump (y todos sus adláteres que siguen creciendo como las margaritas en un campo arreciado de esa primavera periodística.)
El gran problema de la IA es que ya no te puedes creer nada…
Y cuando no te crees nada, eres susceptible de creerte lo todo
Recuerda: Nada de lo que leas, y solo la mitad de lo que veas.
Nada de lo que leas, ̶s̶o̶l̶o̶ ̶l̶a̶ ̶m̶i̶t̶a̶d̶ y nada de lo que veas:
https://www.youtube.com/watch?v=Q463j1tOWP8 [5 min 42 seg] Recomiendo verla de principio a fin.
By the way, esa presentación tiene ya dos años.
La descripción de su sitio web lo dice todo: We create impossible: Where Generative AI technology and human artistry make what was previously impossible possible.»
“Para los buenos periodistas que trabajen en medios que les proporcionen oportunidades para ello, la inteligencia artificial es una herramienta brutal para la investigación periodística, para la documentación, para la búsqueda, para la última hora o para el control de calidad. Para los malos, será simplemente una aplicación que les reescribe las noticias que les envían las agencias y se las ajusta a un número de palabras determinado”.
Aqui está el meollo. Ésta de buenos periodistas/malos periodistas es la dicotomía relevante, en vez de la irrelevante dicotomía periodismo con IA/periodismo sin IA, ya que como sabemos la persona es previa a la herramienta por ella usada.
Solo añadir que los malos periodistas son hoy lamentablemente la grandísima y apabullante mayoría. Engrosan las tristes y decadentes filas de los mass media, por medio de los cuales se informa el 90% de la incauta población.
Para encontrar los buenos periodistas hay que migrar de los mass media hacia internet y realizar un serio trabajo de filtrado y contraste de fuentes. El 90% de la población no tiene ni tiempo, ni voluntad, ni siquiera conciencia de eso. Como resultado, tenemos que la opinión pública es manejada a voluntad por las clases dirigentes.
La inteligencia artificial ayudará simplemente a ahondar aún más en esta situación.
Pobrecicos…la mayoría no son malos periodistas, son gente que necesita llegar a fin de mes y la mayor parte del trabajo está en periódicos grandes que han sido comprados por grandes capitales con intereses muy claros
Bueno, vamos a ser serios: el periodismo como tal es un ideal, porque desde la noche de los tiempos, tiempos más que remotos, ha estado, está y estará al servicio de grandes y espurios intereses… Dicho esto, mejor que lo haya, y a ser posible, lo más libre posible, (valga la redundancia) que no haya nada, o que acabe, todo él devorado por lo que, por ejemplo, y sin ir más lejos, estamos viendo todos los días en este fuck país de mercachifles desencadenados.
En fin…