A pesar de que puedo sintonizar razonablemente bien con la idea de proteger a los mercados de los posibles abusos de las compañías que se constituyen en monopolios o, sobre todo, que ejercen modelos de competencia predatoria que impiden a otros la entrada en un mercado determinado, la decisión del gobierno francés de imponer un coste de un mínimo de tres euros por envío de libros de menos de 35 euros a Amazon y otras tiendas online me parece una muy mala idea.
En primer lugar, porque niego la mayor: los libros, por muy producto cultural que sean, no deberían tener leyes diferentes a las que tienen otros productos, y el hecho de que las tengan y que, por ejemplo, se restrinja la posibilidad de rebajar o modificar sus precios, es en sí una mala política que distorsiona la competencia. En segundo, porque si además de impedirse tocar esos precios unitarios, se prohibe también cualquier forma de abaratar su precio a quienes no hacen más que incrementar su disponibilidad, lo que se está haciendo es restringir el acceso, algo claramente preocupante.
¿Qué sentido tiene impedir que una compañía que ha fundamentado su modelo de negocio en la eliminación de la fricción no pueda hacerlo? Amazon, desde el principio de los tiempos y con datos en la mano, se dio cuenta de que añadir los gastos de envío al final de la transacción provocaba una incidencia elevada de abandono del carrito de la compra. Para evitarlo, comenzó a trabajar con compañías de logística, a las que ofreció un gran volumen a cambio de una rebaja en sus precios, y además, subvencionó esos precios al consumidor a costa de sus propios márgenes. Con el tiempo, eso evolucionó para convertirse en Amazon Prime, un modelo de suscripción en el que el consumidor obtenía una tarifa plana de logística a cambio de un pago anual.
El resultado lo conocemos todos: Amazon Prime es, posiblemente, el mejor producto de Amazon, dado que además de facilitar la compra al eliminar los costes de envío, genera un efecto de fidelización derivado de que los clientes tratan, intuitivamente, de diluir el coste de la suscripción anual entre un mayor número de envíos, y terminan comprando en torno al triple de las cosas que compraban antes de suscribirse.
¿Qué sentido tiene que llegue el gobierno y te obligue a cobrar tres euros por envío? Simplemente, el intentar proteger a una serie de negocios, las pequeñas librerías, que no consiguen ser competitivos. ¿Por qué no lo son? Porque a pesar de tener el precio de los libros regulado por ley, no son capaces ni de tener el mismo inventario que Amazon, ni de enviar libros a domicilio por menos de siete euros. Esto hace que en 2021, Amazon y FNAC, que copió su modelo, se hayan hecho con el 80% de las ventas de libros a través de la red, unas 55 millones de unidades.
Y bien… ¿dónde está el problema? Las librerías tradicionales no saben vender online ni ser eficientes en ese canal, ni tampoco parece que tenga mucho sentido que lo intenten, porque es, simplemente, un negocio distinto. Una cosa es vender libros, otra es venderlos a través de la red, una actividad que requiere otro conjunto de habilidades diferente y en la que el volumen es absolutamente fundamental. ¿Tiene sentido proteger a las pequeñas librerías intentando desincentivar la compra de libros a través de la red? Francamente, por encantadoras que me puedan parecer algunas librerías, tengo mis serias dudas.
¿Qué pasa a partir de aquí? Mi impresión es que, dado que ahora la ley impedirá específicamente a Amazon evitar la tarifa mediante esquemas de fidelización o agrupando la compra de libros con la de otros productos, veremos a Amazon intentando aplicar esquemas creativos como, por ejemplo, generar beneficios asociados a la compra de libros en forma de cheques regalo, etc. que lleven a sus clientes a verlos como «sus aliados», aquellos que desafían al gobierno para poder seguir ofreciéndoles unas condiciones a las que ya estaban acostumbrados. Y es que, como todo, la regulación, que en muchos casos puede ser conveniente para evitar abusos, tiene un límite.
Los libreros tradicionales, como no podía ser de otra manera, han mantenido sus reclamaciones y piden que la tarifa de tres euros se incremente a siete, dado que para ellos, enviar libros a tres euros es aún demasiado barato y, por tanto, siguen en desventaja.
Francamente… me parece una aberración.
This article is also available in English on my Medium page, «Why selling books in a store and selling books online are two different businesses«
Obviamente, totalmente de acuerdo con lo que dices.
Es más, como ya he dicho otras veces, todo el pequeño comercio (quizás con la excepción de mercados con género fresco o tiendas muy especializadas) está condenado a desaparecer, no sólo el librero. En otras palabras, el comerciante (o intermediario) se está quedando obsoleto y cada vez más la compra es directa entre fábrica y cliente.
Lo que me ha hecho gracia, para una persona como yo, con limitados conocimientos en economía pero que tuvo una única asignatura del tema en quinto de carrera, es la palabra «fricción»: A mi, en aquellos tiempos se me decia que el «mercado capitalista era perfecto si no fuese por la fricción», entendiendo por ésta la falta de información o disponibilidad en ciertas zonas del género que el comprador pretende adquirir.
Resumiendo, Amazon, poco a poco, se está conviritendo en la «superconductividad» que elimina la resistencia o fricción del sistema capitalista. El problema, que he mencionado en muchas ocasiones, es su caracter prácticamente monopolista.
La eliminación de la fricción en la economía gracias a Internet es una gran noticia, así como la desaparición progresiva del intermediario (que me perdonen los negociantes, pero el mundo evoluciona y es así, ya le pasó a mi abuelo con el cultivo de sus tierras, y nos tuvimos que reinventar..): Sólo es necesario comparar el precio al que se le paga al agricultor un kilo de fruta y lo que se paga por él en el supermercado. Esa diferencia, guste o no guste a mis contertulianos, es compleja de explicar pero implica a los intermediarios «que compran a 2, venden a 4 y con ese 2% van tirando…». (Es sólo una frase jocosa sobre los intermediarios. Mi otro abuelo era comerciante y vivía muy bien de «ese otro 2%»). Pero es que internet está acabando con ese camino entre la producción y la compra final.
Lo que no lo es es la monopolización de esa «superconductividad». Al menos 5 empresas como Amazon deberían existir en el mundo, compitiendo en servicios para dar mejor servicio al usuario y evitar la aplicación de prácticas monopolístas (la parte más negativa, según mi parecer, de un sistema puramente capitalista). Los americanos saben de dicho teórico peligro, pero desde la disgregación de AT&T y la aparición de las «baby Bells» en los años 80, no recuerdo que hayan aplicado con toda su severidad las leyes «anti-trust» en otros casos.
Pero como en todo, y más en economía, puedo ir errado. Y espero que ningún comerciante y/o intermediario se ofenda, pero que entienda que en muchos sectores su papel ya no será necesario en un futuro no muy lejano…
100% de acuerdo con lo que dices.
Sólo querría añadir que en España los libros escolares están diseñados para extraer rentas de las familias:
– Tienen un precio protegido cuando ni siquiera son un bien cultural, de manera que no se pueden rebajar más de una cantidad mínima.
– Su precio se incrementa más que la media del resto de libros.
– Están diseñados para que se deba escribir en ellos y no puedan reutilizarse otros años.
– Realmente no son necesarios, ya que cada profesor debe de tener una memoria de sus asignaturas con los contenidos obligatorios.
– Por si fuera poco algunos colegios hacen de intermediarios vendiendo los libros, con lo que obtienen un beneficio. Naturalmente eso no contribuye a que se dejen de usar.
– Todas las medidas que se les ocurren a los políticos para remediar el problema pasan por subvencionar los libros, es decir dar el dinero a las editoriales sin siquiera pasar por el bolsillo de los ciudadanos. Supongo que no lo hacen para que no protesten las librerías.
Pues yo estoy de acuerdo. Creo que necesitamos librerías físicas como punto de encuentro.
Aquí en Francia cada pequeña ciudad de banlieue tiene si librero que és vida y dinamiza el centro del pueblo
Eso hay que conservarlo
Eso se protege y conserva como cliente del librero y comprando libros en papel, que no descargas al ebook. Por mucha intervención gubernamental que haya, el día que el librero no aporte valor y se quede sin clientes, desaparecerá.
Ni sé por donde empezar.
Es discriminatorio : ¿Por que no protege igualmente el gobierno a la infinidad de trabajos que van a quedar relegados o eliminados con el avance tecnológico? ¿Por que los libreros sí ,y los conductores de taxis y camiones, personal de almacen y de atención al cliente, interpretes, traductores, contables , administrativos, agentes de viajes, operadores telefónicos, ilustradores, empleados de banco, cajeros de supermercado, y una infinidad mas de trabajos, no?.
Es injusto : Yo no tengo que pagar ni subvencionar trabajos que han quedado obsoletos para que sigan operando.
Debería ser ilegal : Se interviene en un mercado que debería ser de libre competencia.
Va en contra de la promoción cultural : Costes añadidos a algo como la cultura que debería , muy al contrario, subvencionarse. Si ya hay mucha gente, demasiada, que no lee, anímale cobrándole mas y verás.
Finalmente me parece muy sospechoso. Normalmente los gobiernos de derechas no son muy partidarios de ilustrar a la gente, por si se entera de como funciona realmente el mundo. ¿No irán por ahí los tiros?
Yo creo que no tenemos que quedarnos en “lo puntual”…
Apoyo la afirmación del Sr Chipiron cuando dice:
Al menos 5 empresas como Amazon deberían existir en el mundo, compitiendo en servicios para dar mejor servicio al usuario y evitar la aplicación de prácticas monopolistas
Seria una forma de por un lado, evitar el monopolio, y por otro dar más alternativas a esas librerías, que por cierto, no solo son librerías, sino editores, maquetadores, impresores, etc
Voy al caso práctico. Yo no sé si alguno de ustedes ha publicado alguna vez un libro en Amazon. Yo sí, pero mi caso lo dejo aparte de momento por no ser representativo (fue un experimento), y me centrare en el caso de otro escritor.
Después de dos años de dar la vuelta al mundo con su velero en solitario (fruto de una epifanía y dejar su vida atrás), el autor escribió un libro (del que se derivaron otros cuatro). Hizo todo lo que tenia que hacer, escribirlo, alguien que le corrigiera el estilo, que se maquetara y se imprimiera. Encontró una pequeña editorial de provincias (la mas barata claro), que le hizo todo ese trabajo. El mínimo a imprimir, eran 2500 ejemplares para que todo ello saliera a cuenta y cada ejemplar, debía venderse a 28€, para sufragar gastos, y que al autor le quedasen 5€ por unidad.
Ya lo tenia todo en marcha, cuando nos conocimos. Al contármelo, me quede un poco “a cuadros” que se suele decir. Investigue por mi cuenta, y hacer lo mismo por Amazon, era un chollo (o no).
Así que, aun teniendo 2500 ejemplares en su mano, que el mismo distribuía en clubs náuticos y librerías especializadas, se le antojo optar por la vía online para la segunda parte. Colabore (solo le ayude, que en temas tecnológicos iba muy pez) a hacerlo. Diseñe la portada, corregí el texto, maquete los pdf’s que requería Amazon (sin no pocos problemas de diseño por los mapas que incorporábamos), dimos de alta el ISBM (que quedaba, aun estando a su nombre, a disposición de Amazon, al menos en esa época, 2009) y solo nos exigían una tirada de 200 ejemplares. El precio de venta quedaba en unos 16€ de los que el autor, cobraba 2,50€ por ejemplar. Caso similar en la publicación en Kindle, pero con menos margen.
A todas luces, no hace falta ser un experto para darse cuenta que era imposible, que a Amazon le salieran las cuentas. Su libro podría convertirse en un Best Sellers, y hacer una tirada de 50mil ejemplares. Pero también podía quedarse en lo que al final fue, otro experimento como el mío, y no repetir nunca la tirada (en digital sí que tuvo difusión).
Juega con ventaja “abusiva” Amazon sobre esas librerías (editoriales, etc)? SI.
Es justo un sobre cargo a su precio para compensar? No lo sé, pero algo me dice que si, en tanto es un monopolio contra el que nadie puede luchar porque no es la misma competividad.
“Y es que, como todo, la regulación, que en muchos casos puede ser conveniente para evitar abusos, tiene un límite”.
Ésta es la clave, y funciona exactamente igual a la inversa: Y es que, como todo, el libre mercado, que en muchos casos puede ser conveniente para evitar abusos, tiene un límite.
Se trata, en último término, de buscar ese complicado punto de EQUILIBRIO que garantice el buen funcionamiento de la economía. Tanto la ultra-regulación estatal soviética como la salvaje desregulación neoliberal han mostrado (y sobran ejemplos en los dos sentidos) que irse a los extremos genera situaciones injustas e indeseadas, cuando no directamente criminales.
Ni tanto ni tan calvo. Lo que se ha demostrado eficaz es un libre mercado de correa larga. Dejemos que ande, pero no que se desmande. Debemos reservarnos la opción de, en cuanto se desmande, poder tirar de la larga correa para hacerlo regresar a la senda razonablemente correcta del interés general.
Sin entrar a valorar la decisión concreta del gobierno francés, lo que sí puede afirmarse es que ha ejercido de manera efectiva (a diferencia de otros gobiernos que gustan de echar balones fuera y salirse por la tangente) una de las funciones más ingratas que va con el cargo: la de posicionarse claramente en una cuestión tomando decisiones que agradan a unos y desagradan a otros.
No recuerdo de quién es la frase, pero la suscribo: nadie conoce la receta del éxito seguro, pero en cambio sí que conocemos la del fracaso seguro: intentar constantemente contentar a todo el mundo por igual. Gobernar es básicamente tener que elegir a quién favoreces y consecuentemente a quién jodes.
Escuchando a Chipirón y a JM creo me da la sensación de que se han encasquetado en su cibermundo y descuidan parámetros Humanos y desvinculados de la Cruda realidad. No discuto el friccionamiento económico de los distribuidores intermediarios que de tanto pulirlos dejen de existir. ¿ Qué más da que No haya panaderías como las de antes, o tiendas de ultramarinos como las de antes, o tiendecitas de ropa como las de antes….Nada, no importa NADA, son daños colaterales, Según estos señores 100 % el ciber es lo mejor, explotar al 100% hasta que no haya fricción. Perdonen Vd.cuando TODO lo hagan los demás y se queden sin trabajo, no podrán comprar….ni en AMAZÓN, porque los recursos no son ilimitados, los proveedores no son ilimitados y hay gente AQUI abajo que come por un remonte de menos del 10% del valor intrinseco del material para suministro de cercania. Que lástima que sus miras se atonten y hagan perder la humanidad de esas tiendas pequeñas que no se llevan una minúscula prenda para darle el gusto de bajar a por un lápiz y no tener que pedirlo por internet.
Qué lástima que desaparecieran los escribanos con su letra clara y prolija mientras ahora cualquiera que sepa cuatro letras se atreve a escribir cartas o incluso documentos oficiales llenos de faltas de ortografía y de estilo.
Es que siempre estamos en lo mismo: los pobres tenderos y la gente mala que compra en Amazon. Es que somos así de raros, fíjate, con lo mala y lo carísima que es Amazon y todos como bobos comprando ahí. Pero los tenderos siguen trabajando exactamente igual que hace 100 años, o sea, mal, o sea, ineficientemente, o sea, dando un mal servicio. Porque dan un mal servicio. Cuando un tendero me dice «esto no lo tengo» ¿Y cuándo lo tendrá? «Ah, no sé, cuando me lo traigan, la semana que viene o la otra», estoy ante un mierda, así de claro. Y no son pocos.
Sobre los libreros, concretamente: hasta hace diez años tenía uno maravilloso, sin que Amazon pudiera hacerle la competencia. Conocía su oficio (y muy bien) y conocía los gustos de sus clientes. Me asaltaba al pasar por delante de la tienda; «Cuchí, me ha venido un libro que te va a gustar». Y ese libro era, nada más y nada menos que De pavía a Rocroi de Julio Albi de la Cuesta, un libro que agotó varias ediciones y que estuvo muchísimos años sin reeditarse (se ha hecho recientemente) y circulaba como un incunable: costosísimo de segunda mano y nadie se lo prestaba ni a su padre. Yo fui de los afortunados gracias a este librero. Y aunque no le compraras el libro (en esa ocasión) te permitía hojearlo, te lo comentaba, debatía contigo… Pero… se jubiló. Y la librería la cogió un idiota que no sabía distinguir a Pardo Bazán de Corín Tellado y que tampoco sabía distinguir entre sus clientes (quizá, claro, porque no los tenía)
Cerró. Nos fuimos a Amazon, supongo (yo, desde luego, entre otras… fuentes). Y cuando paso por delante de la librería, aún cerrada, la miro con nostalgia, pero recordando a Joaquín (el librero bueno) y no a ese memo que, encima, al parecer, hay que proteger.
Y una mierda. Con perdón.
+1
Se puede decir más fuerte, pero no más claro.
Señor Cuchi. No está en mi ánimo, ni contrariarle ni ofenderle, pero cuando dice usted:
Pero los tenderos siguen trabajando exactamente igual que hace 100 años, o sea, mal, o sea, ineficientemente, o sea, dando un mal servicio.
me viene inevitablemente a la cabeza, aquellos artículos en los que algún comentarista, esbozaba que los funcionarios eran unos pelagaitas que se pasaban el día frotándose la testicular, y usted arremetía diciendo “que no eran todos, que no se podía meter a todos en el mismo saco”, quizás porque ha sido… funcionario…
funcionarios
Quizás, en el pequeño comercio, ocurra lo mismo…
Pretender comparar a Amazon con ese pequeño comercio, esta a todas luces, lejos de la equitividad, es un David contra Goliat, en el que por muy buena honda que tenga David, y muchísima precisión, está condenado a morir, porque no se puede comparar la logística que pueda tener el comercio de su calle, con la de un monstruo. Y eso da mucha pena.
Y no solo es batalla perdida por ello, no por la excesiva excelencia de Goliat, sino porque la mayoría de usuarios, han optado por no mover su cojonera del sofá y caminar dos calles o tomar el transporte publico para tener lo que anhelan, deseosos de que llegue el momento “dron”, y este les deposite sobre sus rodillas el producto deseado en el menor tiempo posible. (valido también para las comidas rápidas). De ahí el éxito del gigante.
Eso sí, luego nos llenamos la boca con los VE, la transición ecológica y las renovables, pero mi pedido, que llegue a casa y lo más pronto posible importándome un bledo todo lo demás.
Habrán comercios que no cuiden de su clientela? Segurísimo.
Son todos? No. Usted mismo relata el caso de su librero.
Deben ser, esos pequeños comercios “compensados”? Quizás no.
Deben ponerse trabas a los gigantes caníbales? Por supuesto que sí. Tanto más, cuando ni tan siquiera tributan lo que debieran o lo hacen fuera del país.
Complejo tema… y opiniones para todos los gustos (respetables unas y otras), pero con un cierto tufillo a hipocresía barata algunas…
Bravo.
Amazon no compite con un buen librero. Ni con un buen tendero. Amazon simplemente mejora la logística de los envíos de cualquier producto estándar, no fresco, que sea idéntico lo adquieras donde lo adquieras. Para los pequeños negocios (o grandes superficies) que se dedican a vender productos que caen dentro de esta categoría (los libros además tienen precio fijo, el mismo en todos los comercios, generalmente sin descuentos específicos por parte de la superficie de venta), solo queda el incremento del valor añadido al producto en si. La experiencia de compra, la recomendación, la fidelización, el trato personal y cercano, etc. Y eso difícilmente puede hacerse en la distancia, así que las librerías ya pueden dar por perdido el negocio online. En caso contrario, qué ganan los clientes a los que obligamos a pagar más por un envío a casa desde los almacenes de Amazon frente a un envío desde la librería? ¿O frente a una visita al simple almacén en el que no necesitamos ningún servicio extra, en algo que pudiera equiparase a ir al super a comprar mortadela?
Es absurdo mantener negocios no eficientes con subsidios o penalizaciones a otros jugadores más eficientes. Si las librerías quieren sobrevivir, que se centren en el valor añadido, y si lo consiguen, sus clientes lo agradecerán y seguirán comprando en esos negocios, que no tendrán riesgo de desaparecer.
Sr Raul. Yo estoy de acuerdo con usted.
Pero tengo una matizacion: yo no ataco a Amazon, defiendo al pequeño comercio, e incido en el hecho, de que por muy bien que lo haga ese pequeño comercio (y ya generalizo en cual sea su actividad), gran parte de la culpa, la tiene la «comodidad» (y hasta diria, la vagancia) del usuario que lo quiere todo hecho.
Anecdotario: no es poca la gente con la que hablo, que en algun momento, dicen: «mira, otros que han cerrado», como si eso les apenara. Y suelen ser de los que compran en Amazon hasta un paquete de palomitas.
No veo dónde está la hipocresía. ¿Que generalizo lo del pequeño comercio? Claro, será por vicio. En realidad, al pequeño comercio lo abandoné ya mucho antes de Amazon para ir a las grandes superficies; al pequeño comercio sólo acudí desde aquel entonces a la librería que he mencionado, a alguna tienda de comestibles altamente especializada y poco más. Porque no me daban servicio, señor. Era frecuentísimo que no tuvieran lo que yo quería, o mi talla, o la marca; y, como colofón, temporibus illis eran aún unos cuantos los que no admitían el pago con tarjeta. Desde luego, ni soñar con sistemas de fidelización (aunque tampoco les hago mucho caso) y similares. Me gustaba muchísimo comprar en el mercado (más que en los supermercados), pero también el mercado se fue poniendo estupendo y cada vez prestaba menos servicios (por ejemplo, toda la vida habían servido el pescado limpio, -yo odio esa tarea- y poco a poco empezaron a complicarlo: primero, cobraban el trabajo aparte (eso aún era tolerable); después, además de cobrarlo, no te lo hacían en el acto y tenías que volver una hora después (o por la tarde); ahora, redondamente, no lo hacen. Con la carne, igual. Y al final, oye, pasando del mercado, compro la carne y el pescado cortados y envasados en supermercados (en este caso va mi mujer, yo tampoco los sufro) o en grandes superficies comerciales. Me visto en mercadillos porque detesto ir a la moda y me revienta pagar por ella -aunque me sobrara el dinero, que no me sobra-, y ya puede ponerse el personaje de Meryl Street a bailar sevillanas, si le apetece. Artículos tecnológicos… ¿en el pequeño comercio? Vas a necesitar horas para encontrar lo que quieres… si acabas encontrándolo (al final, FNAC, Corte Inglés o establecimientos especializados, que no tiendas de barrio).
Aparece Amazon ¿y quién pierde? El pequeño comercio no, porque ya no acudía a él. Pierden las grandes superficies a las que acudía antes (por cierto, también denostadísimas). Y me juego un whisky a que mi caso está generalizadísimo (el de Amazon como perjuicio para las grandes superficies, no para el pequeño comercio, que ya había perdido mucho antes).
Sobre los funcionarios: ¿que son unos vagos, unos inoprantes y no sé qué más? Perfecto: sustituidlos por laborales, y en cuatro o cinco años me decís (pero me lo decís al país al que me haya exiliado, porque este sí que se habrá acabado de convertir en una total casa de putas). No hablo más sobre ello porque ya estoy cansado: esto es una democracia, pedid, votad y se os dará. Y allá películas.
Finalmente: estoy jubilado pero, afortunadamente, soy de aquellos que puede decir, como decía un amigo mío, no sé de dónde sacaba el tiempo para trabajar cuando estaba en activo y el ir de compras lo considero (a mis exclusivos, personales y no necesariamente transferibles efectos) una total pérdida de tiempo. No me he quitado de encima la obligación de trabajar diariamente un montón de horas para ir a perderlas con un señor que me tiene media hora esperando mientras él remueve cajas buscando un imperdible al tiempo que murmura pues yo hubiera jurado que teníamos.
Así que no. Seguiré en Amazon -y en otros inventos que no son Amazon y que también existen y que van muy bien- y ya. Y si el pequeño comercio quiere sobrevivir, que invente algo eficiente, rápido y ventajoso para el cliente.
Sr Cuchi…. Relájese… empezaba mi comentario diciendo: ”No está en mi ánimo, ni contrariarle ni ofenderle” y voy a seguir en esa línea.
Leyéndole, solo se me ocurren dos cosas, o es usted un “acomodado de sofá” (cosa que ya deja clara mandando a su mujer a la compra) o tiene usted unos gustos muy especiales para no encontrar nunca -nada- de lo que busca.
Le diré, que no hay como comprar en un mercado (lo sé de primera mano, mi señora madre, tenía una carniceria-polleria en un mercado y lo he vivido desde pequeño). De toda la vida, la carne, el pollo y el pescado, te lo limpian, por lo general, al momento (a menos que no pida usted para hacer una parrillada de pescado, y tendría su lógica que vuelva mas tarde a buscarlo), y sin sobreprecio. No creo que viva usted en una caverna, mas bien, compartimos ciudad.
Actualmente, vivo en un municipio de 50mil habitantes a cinco kilómetros de la misma, y oiga… encuentro todo lo que busco -andando- (salvando algunos comercios, que han ido cerrando últimamente, pues tanto Baricentro como los centros comerciales de Sabadell y Sant Cugat, han hecho mucho daño)
Así que, como ve, yo también puedo hacer de juglar y contar historias… y sin recurrir al diccionario de latinismos (latinajos)
Era tan fácil como decir, que usted compra donde le sale de la testicular, y yo no tendré objeción alguna a ello, puesto que mi vida, seguirá su curso igualmente. Y los dos felices.
Y como decía, también, en aquel comentario: Complejo tema… y opiniones para todos los gustos (respetables unas y otras), es decir, tanto la suya, como la mia.
Adendum: Lo de la hipocresía, no iba por usted, sino por la tónica general de hablar de lo “Verde”
«Con el tiempo, eso evolucionó para convertirse en Amazon Prime, un modelo de suscripción en el que el consumidor obtenía una tarifa plana de logística a cambio de un pago anual. El resultado lo conocemos todos: Amazon Prime es, posiblemente, el mejor producto de Amazon, dado que además de facilitar la compra al eliminar los costes de envío, genera un efecto de fidelización derivado de que los clientes tratan, intuitivamente, de diluir el coste de la suscripción anual entre un mayor número de envíos, y terminan comprando en torno al triple de las cosas que compraban antes de suscribirse.»
No, amigo. Como siempre, hablando desde el altar del tecnomante enamorado de los millonarios tech y que no sabe la realidad de salir adelante cada día en el sucio barrio. Mucha teoria, pero poca práctica y realidad. Y los habituales acólitos del orden de los cefalópodos batiendo palmas, como no podía ser de otra manera.
¿Sabes quién es el que realmente paga los costes de envío que San Amazon «regala»? el VENDEDOR. Porque lo que pides en Prime te lo está sirviendo Amazon desde sus almacenes gracias a que los VENDEDORES (pequeños y medianos comercios en su mayoría) entregan sus productos a tu admirada Amazon y son sangrados cada mes con las tarifas de volumen ocupado en las estanterias de sus centros logísticos, mantenimiendo del producto, envío y retirada del stock no vendido (razón por la que al final muchas veces sale más barato que destruyan el producto a retirarlo de las estanterias).
El VENDEDOR que luego recibe otra mordida brutal por comisiones de venta y que en su propio negocio online suele tener el mismo producto mucho más barato que en Amazon… Pero claro, la gente prefiere comprar en Amazon porque no puede esperar dos días más. O porque son el Santo Grial del buen hacer disrupto/comercial/nofriccionado.
Sigamos repartiendo «verdades» desde nuestra elitista burbuja, que todo es genial.
Vayan mis +1000 a su comentario. Completamente de acuerdo.
Me quedo con las lúcidas palabras de Jesus Encinar en su cortísima pero más que recomendable publicación:
Da igual si «la intención era buena» si el resultado es malo. Parece que la escribió ayer, y sin embargo, es del 2019.
Cito la frase final porque no se puede aplicár más el sentido común cuando se explican estas «políticas» y a quienes las engedran:
Apoyando uno de los comentarios, Amazon solo ha demostrado algo de interés por el medio ambiente cuando el tema empezaba a ah et daño en los medios. La verdad es que Amazon tiene una logística envidiable, pero tiene muchas caras oscuras.
https://www.lemonde.fr/televisions-radio/article/2019/01/11/amazon-vendeur-de-destruction-massive_5407944_1655027.html
La realidad es muy cruda, pero lo peor es que no sabemos muy bien como cocinarla. Cociéndola a veces vale, pero hay gente que la prefiere freir… ¡y vaya como la jode!
Porque además, hay variedad de aceites y no todos son tan sanos ni nutritivos.
Yo no llegué a»disfrutar» del gremio de faroleros, pero si del de los porteros. Y recuerdo a gente, normalmente «pudiente», que se quejaba de que, «ahora», no tenía quien le abriera los portales e, incluso, le diera algo de conversación (y ayuda corporal), cuando venía «contento» para casa.
Una tragedia, ¡vamos!
Y es que la tecnología es tozuda, o más bien los seres humanos que deciden aplicarla, como avance en la mejora de la vida humana.
Y lo mismo pasó con los ascensoristas, algo más taciturnos estes. O pasará con las cajeras, que , además, como el protagonista de Barrio, se dejaba caer la mirada ante una chica guapa, que no cobraba por mirarla. También será cosa de decir puto Amazon.
Y es que a la tecnología (a los que la aplican) se le puede reprochar que no busquen soluciones de trabajo alternativas. Pero no que termine con los trabajos que tiene soluciones alternativas más eficientes.
O como pasa con los políticos, preferir llenarse el bolsillo de cash (o acciones de Amazon), a buscar soluciones alternativas efectivas. Nada que no nos enseñe perfectamente el CGPJ, por ejemplo, que lleva la tira suplantando al que debía sustituirle… y seguimos esperando que las brevas se muden en higos.
Y, para colmo, ellos mismos nos dicen que no son políticos… me cago en la hostia, si eso no es hacer política, que venga algún dios, que esté de turno, y nos diga que somos todos gilipollas… ¿y para qué coño protestamos?
¿Y de qué protestan ellos, si precisamente fueron elegidos por el método antidemocrático (dicen)… a qué esperan para dimitir en señal de protesta?
¿Y cambiaría algo si dimiten los vocales del CGPJ?. El problema no son ellos, sino de los que no se ponen de acuerdo para elegirlos. O el problema a lo mejor es que no debería ser necesario que se pongan de acuerdo los políticos. Vamos, que fuese algo independiente. Pero es una tentacion demasiado grande para cualquiera.
Aunque a lo mejor eres de los que cree que el CGPJ tiene algo que ver con los juicios, cuando sus funciones son otras.
Me sé bastante bien la función de jueces y políticos, muy diferente, pero el inventor de la separación de poderes no dijo para nada que el poder judicial pudiera ser elegido por sus pares, ya que la voluntad popular viene directamente del pueblo, y eso, mal que bien, es elegir a sus portavoces (y portavozos and portavozas) en un parlamento… claro que interpretar al Montesquieu puede que sea un deporte considerado oportuno.
Aunque lo dudo, sobre todo si tenemos en cuenta la caballerosidad de los federer.
Y por otro lado, el que suscribe hablaba de la dimisión (en bloque!) de todos los políticos actuales… dejando al presidente del gobierno (solo en España), como medida menos mala, para dirigir la Nueva Transición… en otros países podía ser algo indiferente, quedarse una temporada sin gobierno . Y eso que no me fio un pelo del funcionarado.
Esta bien “recoger velas”, pero de lo que hablabas en tu primer mensaje se referia a que dimitiese en bloque el CGPJ.
¿Que metodo propones entonces si no es elegirlos directamente por los jueces? Porque hasta donde se es lo que se hace en la mayor parte de Europa.
Puede que le falte un colofón a mi comentario, sobre todo siendo como fui un amante de las librerías, eso sí, no me importaba que fueran grandes (la avidez lectora se lleva mal con pequeñas librerías, no es librerofobia)… incluso padecía un tiempo al enfermedad de considerar a las librerías «territorio libre de impuestos», tanto en positivo como en «negativo» (ácrata).
El probelma, como siempre, es de contexto y eficiencia. Igual que no todos los porteros eran amables (cobraban muy poco, ya que solían depender de la limosna del usuario…y para colmo siempre hay usuarios especialmente asquerosos y clasistas… muy tecnológico todo!), había libreros que no respondían a un mínimo de capacidad lectora… así que menos lobos, porque, como en todo, depende del contexto.
Y sí podían dar información sobre autores y libros (el buen consejo), pero en la actualidad esa labor (como otras) solo puede quedar relegada para admiradores del pasado. Y los museos suelen estar llenos de grandes inventos, que se volvieron obsoletos. Porque además la gran cantidad de libros que se publican hacen imposible comparar el humano consejo e un librero, con el informático «consejo» de un ordenata, aunque sea en la propia librería (con los filtros mentales necesarios, claro).
Así que el problema sigue estando en los usuarios, que no quieren dejar de ser mediocres versiones de homo sapiens, sin ganas de mejorar el proceso de avance tecnológico en un sentido de Renacimiento Humanista (el segundo!!)…
Los libros están protegidos en muchos países. En general sus ventajas son:
– IVA en general más bajo
– Precio fijo
– Un máximo descuento permitido.
Es ya un sector ya muy intervenido. Algunos o todos los 3 puntos mencionados se utilizan en países como España, Francia, Alemania, China, Japón y un largo etcétera.
En países con USA o UK no está tan protegido el libro y las librerías no pueden competir con las plataformas por lo que han desaparecido en mucha mayor proporción que en otros países. Que esto sea bueno o malo es cuestión de opinión.
Evidentemente en Francia quieren proteger a las librerías físicas y no coincido que esta medida no les favorezca. No por el hecho que puedan competir online, porque seguirán sin poder competir pero sí por el lado que ahora la compra de un libro por Internet tendrá un recargo obligatorio y acercarse a la tienda no tendría un coste directo monetario. (si en tiempo y desplazamiento).
Pues a mí me parece bien. Amazon es un depredador que arrasa con todo sin miramientos y cualquier medida que vaya en su contra me parece bien.
Y el tan sagrado (e inexistente) libre mercado y la tan sagrada (e inexistente) libre competencia me la sudan tanto como se la sudan en realidad al monopolio Amazon.
Hola. Hace un mes compré vía Amazon un libro en francés, lectura escolar, que costó el precio marcado detrás: 3,90 euros… Supongo que ahora costará 6,90… (Sin hablar de la diferencia de precio de libros de lectura escolar en Francia y España).
Si Amazon es un monopolio, (que lo es), lo es de hecho y no de derecho, porque no hay ninguna ley que impida que aparezca otro negocio igual al suyo.
Los estados deberían fomentar la aparición de una segundo y un tercer negocio que compitieran con Amazon, en vez de poner chinas a Amazon, pues al hacerlo no habiendo donde elegir, tan sólo aumentan el coste al usuario final.
Como lector Amazon me ha aportado muchísimo más que todas las pequeñas librerías de mi ciudad, tanto por los títulos como por opiniones de los lectores o recomendaciones de otros libros.
Luego llegará el pobre librero y comprará en amazon un articulo de ferretería porque le sale más barato……..
La compra online con sus ventajas e inconvenientes facilita al comprador precisamente comprar.
Yo a veces intento comprar en mi barrio, pero es que es muy difícil, y no lo digo por horarios, transporte, comodidad, disponibilidad del articulo si no puramente por el precio.
También es verdad que algunos articulos, me gusta verlos y tocarlos antes de comprarlos.
Viva los monopolios !! Alguno habla de que el monopolio de Amazon se arregla con 5 empresas tipo Amazon… ya, como ocurre con el cartel de eléctricas en España, o con el cártel de constructoras o supermercados,…. 5 señores que se juntan en secreto y pactan precios, productos, beneficios,… Los beneficios salen del país destino paraisos fiscales, los sueldos por los suelos, las ventas de productos locales desaparecen, la uniformización de culturas y tradiciones nos hará a todos iguales, copias exactas de Mono Teledirigido. Vamos a una globalización que arrrasa con todo lo singular, único, distinto. Todos hablando el mismo idioma y perdiendo todo lo anterior. Otro buen camino para dinamitar la biodiversidad y/o diversidad de culturas, pensamientos,… todo en modo Mono – expolio. Eso si, todo sale muy rentable para los 5 machos Alfa que nos bailan el agua.
Todo esto sería muy razonable si no fuese por un pequeño gran detalle: que se pone el grito en el cielo cuando se protege en este caso a los libreros, y todo el mundo silba cuando hay verdaderos emporios, gigantes mundiales ultraprotegidos (alguno ya los habéis citado), pero hay muchos más, (no entremos en el sector de las materias primas en alimentación, farmacia, etc.), y aquí no pasa nada… ¿Será por aquello de satisfacer esa tendencia a ser débil con los fuertes y fuerte con los débiles…?
Saludos.
PD: No tengo especial simpatía por los libreros…
Estoy de acuerdo en todo. Tambien creo que el modelo es aplicable a otros sectores como el de la educacion. Creo que amazon deberia empezar a ofrecer una especie de prime para estudiantes donde los profesores, que estarian como autonomos, compitan por sus alumnos mediante sus clases que publicarian online en la plataforma. El tiempo de escuelas fisicas, con pagos exorbitados es cosa del pasado. Deberia haber mas flexibilidad en la formacion.
La idea detrás de proteger a las librerías no es proteger a unos intermediarios, si no proteger la producción literaria/artística/cultural. En ciertos países como los Estados Unidos en los que no se ha protegido a las librerías, lo que ha pasado es que sobreviven las grandes compañías de eCommerce y las grandes tiendas equivalentes a FNAC o Corte Inglés. Para ellos el libro muchas veces no es más que un producto llamada o solo tienen sentido los títulos comerciales que aseguran grandes volúmenes de venta. La consecuencia de ello es que la cantidad de obras publicadas y a la venta se ha visto muy reducidas. Igual este proteccionismo no es la mejor solución, pero es muy importante entender lo que se pretende con esta ley. No proteger a un tipo de tienda «bucólica», si no proteger la producción cultural de nuestra sociedad.