Pepe Cervera hace un comentario muy bueno en el Retiario sobre un reportaje fantástico de Wired, «We Pledge Allegiance to the Penguin«, en el que se nicide en el papel fundamental que está jugando Brasil en el desarrollo de alternativas de futuro en la sociedad de la información. Si algo ha hecho el gobierno de Lula, con la presencia de figuras absolutamente comprometidas como el Ministro de Cultura, Gilberto Gil, es apostar de manera inequívoca y decidida por el desarrollo de formas alternativas de desarrollo y gestión tecnológica, convirtiéndose así en una especie de «laboratorio» de muchísimo interés. Acciones como el fuerte apoyo dado a la difusión de Linux (que algunos criticaron anteriormente por ser «demasiado decidido», es decir, rayano en lo dictatorial) o la participación y énfasis dado a los modelos de Creative Commons y copyleft frente al tradicional esquema de derechos de propiedad intelectual, han creado un clima propicio al desarrollo de esas alternativas «no tradicionales», lo que ubica a Brasil en un interesantímo punto de mira: el de todas las personas, como yo mismo, que ansiamos conocer «lo que viene después», los escenarios que pueden generar la aplicación de esos modelos y hasta que punto son compatibles con un desarrollo económico razonable.
La apuesta de Brasil va mucho más allá de la música o los contenidos digitales: basándose en la necesidad, apoya, por ejemplo, el desarrollo de medicamentos genéricos a partir de las moléculas desarrolladas por los laboratorios farmacéuticos, y hacerlo además antes de que expiren las patentes correspondientes, con lo que consigue dramáticas disminuciones de precio. El razonamiento es evidente: no puedo permitir que mis ciudadanos mueran de SIDA cuando existe un remedio para evitarlo, simplemente porque éste es demasiado caro. Del mismo modo, no puedo gastarme lo que cuesta una licencia de un programa de software, porque es el equivalente muchas veces a un montón de comida para quien no la tiene… O, citando otro mercado «en fuerte reingeniería» por culpa de (o gracias a) la tecnología, cómo las empresas brasileñas apuestan por otra tecnología «disruptiva»: VoIP.
Mediante esa combinación de necesidad y sentido común, Brasil está avanzando en la definición de un modelo nuevo, que no reconoce los derechos del copyright como se entendían en la vieja economía, y los relega al ámbito de los modelos pasados, caducos, que precisan de revisión. Y esa revisión tiene que venir del aprendizaje práctico, de experiencias como ésta.
Interesantísimo. He ido dos veces a Brasil a dar conferencias, y seguramente debería haber ido a recibirlas. Si vuelvo a Brasil pronto, investigaré mucho más.
Lula está dando ejemplo al mundo de hacia donde vamos. La apuesta por el copyleft, los creative commons y la fabricación de medicamentos genéricos son una excelente carta de presentación de como el «tercer mundo» (nunca me ha gustado este calificativo prepotente de los que vivimos en el ¿»primer mundo»?) está llevando a cabo una revolución contra los modelos de negocio caducos y, por lo que parece (a mí por lo menos me lo parece), en beneficio de sus ciudadanos.
Mientras en Brasil parece que gobiernan los políticos, en la vieja Europa parece que gobierna Microsoft (no me olvido, y recuerdo a quien lea este post que se trata de una marca registrada y, también en este post respeto todos sus derechos morales y patrimoniales).
¿Vamos a aprender algo de Lula? ¿realmente se esta legislando, en Europa me refiero, conforme al principio de neutralidad tecnológica?
realidades como la de Brasil mantienen mi ilusión en el ser humano.