Una investigación de la Royal Society británica afirma que los mecanismos de censura que tratan de aplicar algunas redes sociales a las llamadas fake news sobre temas científicos pueden llegar a resultar contraproducentes, al estimular a sus productores y consumidores a buscar otros canales en zonas menos controladas de la red.
Según las conclusiones de una revisión bibliográfica, mesas redondas con expertos y con asociaciones dedicadas al fact-checking, y dos encuestas llevadas a cabo en el Reino Unido, todo parece indicar, en primer lugar, que la influencia de ese tipo de noticias sobre temas con base científica ha sido fuertemente exagerada y que la persecución y eliminación de las mismas puede correr el riesgo de darles mayor relevancia.
La investigación diferencia claramente los contenidos abiertamente ilegales, como los que promueven el terrorismo, el discurso del odio o el abuso infantil, que si precisan de este tipo de medidas, de la desinformación sobre cuestiones científicas: en este segundo caso, perseguir y eliminar el contenido de las redes sociales no es una solución viable que pueda evitar esa desinformación, y puede llevar, en cambio, a problemas como la desconfianza, el refuerzo de hipótesis conspiranoicas, o incluso la sectarización: que ese contenido específico se refugie en páginas en las que su control resulte mucho más complejo o directamente imposible.
En lugar de su eliminación, la Royal Society propone medidas más relacionadas con lo que denomina la construcción de «resiliencia colectiva», tales como la eliminación de los mecanismos que favorecen la monetización de ese tipo de noticias, los sistemas para evitar la amplificación de ese tipo de contenido – especialmente los algoritmos que alimentan a los usuarios de información similar buscando que permanezcan más tiempo en la página – o el etiquetado del contenido como erróneo por parte de entidades dedicadas al fact-checking acompañado con enlaces a fuentes fiables sobre el tema, así como promover la transparencia y la colaboración entre este tipo de plataformas y los científicos. En último término, la solución está en la educación y en la creación de mecanismos que permitan a los usuarios disponer de rutinas y procedimientos de verificación – aunque, obviamente, hablamos de mecanismos que solo funcionan a escala generacional.
Las conclusiones son, en muchos sentidos, una llamada de atención a las redes sociales: no se trata de dedicar ingentes recursos a contratar supervisores que eliminen noticias falsas, sino de poner bajo control los mecanismos que hacen que una persona que hace clic en una de ellas o cuyos amigos consumen ese tipo de contenidos se vean inundados de recomendaciones sobre contenidos similares. En la inmensa mayoría de los casos, las redes sociales son culpables de intentar maximizar el tiempo de permanencia de sus usuarios suministrándoles materiales en los que han probado estar interesados.
Si unimos el efecto de los algoritmos basados en la afinidad de una persona por un contenido determinado con el de otros algoritmos del tipo «birds of a feather flock together» dedicados a generar esas afinidades a partir del círculo cercano de personas que ese usuario sigue, lo que obtenemos es no solo un «enriquecimiento» (en ese caso, empobrecimiento) de la dieta informativa de esa persona en base a parámetros erróneos (y por lo tanto, mayor cantidad de fake news), sino además, un mecanismo social que incentiva a esa persona a compartir más noticias de ese tipo con las personas a las que sigue.
En la práctica, la responsabilidad de Facebook y otras redes en la difusión de fake news proviene mucho más del funcionamiento de sus algoritmos, que valoran más, por ejemplo, las reacciones airadas que las tranquilas a la hora de difundir un contenido, que de las acciones de intento de control mediante supervisores que tratan de eliminar ese tipo de noticias. Básicamente, la creación de ecosistemas en los que las noticias falsas se difunden de manera exponencial es un problema de priorizar las métricas de consumo y la «pegajosidad» o stickiness por encima de todo, frente al bienestar de los usuarios y la salud o sostenibilidad a medio plazo de ese ecosistema social.
Mañana viernes a partir de las 22:10 estaré hablando de estos temas en La 1 de RTVE, en el nuevo programa de debate de Javier Ruiz, «Las Claves«.
This article is also available in English on my Medium page, «Why trying to tackle fake news head on can sometimes be counterproductive«
Parece que para la Royal Society (RS), hay dos clases de desinformación la que se puede prohibir y la que no se debe prohibir. Y parece que piensan que hablen de ellos ( el artículo va sobre Fake news respecto a ciencia en las RRSS) aunque sea mal.
Tu desinformación puede matar pero dependiendo de la particular clasificación de RS una se debe prohibir y otra no.
Que eres un neonazi, estarás proscrito, que eres un antivacunas no lo estaras. Y seguramente ha provocado más muertes la desinformación sobre COVID19 que los mensajes descerebrados de los extremistas. Que hay ignorantes que no quieren llevar mascarillas, no se quieren vacunar, pues la RS nos cuenta que si que están equivocados pero que vamos a dejarles «respirar» en las RRSS no se radicalicen más. Que ensucian FB con sus mensajes pues que le vamos a hacer.
Y la razón aparente es que parece que los algoritmos de recomendación puede ser efectiva pero no siempre, y por eso que se llenen de porquería las RRSS. ¿¿??
Y la pregunta es
¿Qué tiene que ver el progreso científico con las RRSS? ¿Se difunde la ciencia en papers y otros medios o por posts y tweets?
Les han patinado las neuronas, está claro.
Los que ensucian las RRSS, fuera de las RRSS, que se vayan a sitios para marginados como hizo Trump, cuando se fue de twitter a la otra RRSS
Por cierto un saludo a Javier Ruiz uno de los mejores periodistas de este país
Esto es como con los antivacunas.
Si no pueden sentirse orgullosos de su estupidez, se olvidan de ella.
Una virtud o un vicio, deja de ser interesante cuando no capta la indignación o el halago. Es muy básico pero, con frecuencia, cometemos el error de prestarnos a un debate con leones marinos.
Los medios de comunicación se convierten de esa forma en un aliado de los difusores de bulos, cuando esa información se convierte en material imprimible.
(El 99% de los antivacunas están vacunados desde niños con el mismo tipo de vacunas, menos efectivas y especificas.)
Al desmentir un bulo, se manipula la atención, y el foco se desvía de la cuestión, creando un nuevo debate.
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Disclaimer
Tell me why are you staring at my nose!
Pues, ya partiendo de que tampoco es que las redes sociales hayan hecho lo más mínimo para impedir las noticias falsas y los bulos (el tema sigue igual que siempre o peor) yo no acabo de verlo. Eliminar las noticias falsas de los medios de mayor difusión y que los que las difunden tengan que buscar otros medios menos «transitados» afecta mucho a su visibilización y llega a menos gente. Por ejemplo, cuando Twitter le cortó el grifo a Trump tras las elecciones, sus seguidores clamaron contra Twitter y anunciaron que se irían a otras redes sociales más minoritarias … pero ninguno se fue porque obviamente en esas otras redes sus delirios tendrían mucha menor difusión.
Y tampoco creo que sea posible que esto afecte más a la radicalización y sectarización de los consumidores habituales de bulos y fake news, es imposible que se radicalicen más de lo que ya lo estan y los factcheckers no sirven de nada. El consumidor habitual de bulos y fake news se autoconvence de que el factchcker tambien lo está engañando y ya está. Como si no lo vieramos a diario.
Totalmente, además los que deben perseguir y castigar este tipo de prácticas, no solo no lo hacen si no que lanzan ellos mismos Fake News en su propio beneficio, estoy hablando de partidos políticos, ya sea gobiernos o partidos de la oposición.
El problema de la censura es siempre el mismo, ¿Quién decide esto se publica y esto no?,¿Quién es el que vale para censor? ¿De que madera está hecho, que él puede leer cualquier cosa, sin tener consecuencia patológicas, como temen que me pase a mi si lo leo?
Sinceramente ese capitulo pensé que lo habíamos superado, desde que no había que llevar el libro a la Inquisición para que te pusieran el «Nihil Obstat», pero indudablemente el mundo esta atado a la «Rueda de la Fortuna» y cuando una cosa sube, otra baja, para volver a bajar y subir lo que estaba abajo. Volvemos a necesitar la Inquisción pero ahora lo llamamos «Ministerio de la Verdad», y la disculpa es la de siempre, «Es por tu bien»
https://www.mundolatino.org/b/wp-content/uploads/2019/02/ruedafortuna.jpg
El problema son los Steve Bannon del mundo y el resultado es la destrucción de la democracia. ¿O nos quedamos mirando?
Bueno si te gusta mas la Inquisición, lo adecuado es cambiar a Steve Bannon por Torquemada, asi han elegido hacerlo en Afganistán.
El problema es que de Steve Bannon se sale, véase el ejemplo de Norteamérica, pero de los talibanes no es fácil, veasé el ejemplo de Irán.
¿Intentar proteger la democracia de partidos protofascistas, y no otra cosa es ahora mismo el Partido Republicano, secuestrado por Trump, es ser Torquemada?….Dame mil Torquemadas.
La democracia no se defiende imponiendo tus ideas, si no reetando las de los demás.
Yo no me lo creo.
Las fake existen desde siempre. Acabo de leer un libro sobre la guerra del Vietnam de Max Hastings, y sinceramente, aquella guerra fue un auténtico atracón de Fake news donde todos se contaban unas trolas impresionantes que se las creían e iban hacia arriba. Hasta los propios militares mentían hacia arriba cuando abajo los estaban machacando. Siempre con el cuento, «pronto machacaremos al Vietcong…etc» en el pentágono, el la casa blanca….etc, etc…
Por no hablar de las mentiras que existen aquí desde los 70 con nuestros «royals»….
Y no sigo.
Ahora simplemente tenemos Fakes en las RRSS. Antes las RRSS eran mucho menos ubícuas, TV, radio y prensa, y con más censura, pero contaban exactamente las mismas trolas, muchas de ellas auto-engaños.
¿Podías aclarar lo que no te crees?
Que conste que no se si en todo el mundo, aunque creo que si; pero desde luego en España, cuando mas control de lo escrito había, antes de editar los periódicos tenían que pasar la censura, (lo que ahora se pide), las bolas que contaban los periódicos eran monumentales.
Yo comparaba la misma noticia en tres periódicos, en la esperanza de tratar de descifrar lo que los periodistas dejaban caer entre líneas.
En ningú sitio la censura ha traído la verdad, sino sólo la «verdad oficial». fuera cierta o falsa,
Perdón por la ambigüedad.
Juan T comenta «el problema son los Steve Bannon del mundo»
Steve Bannon es un personaje cuasi actual, se hizo notorio tras el triunfo de Trump. Interpreto en esa frase que los problemas son debidos a nuevas formas de comunicar que Steve ha introducido, con un uso masivo de RRSS, que es la creación de Steve.
Yo mantengo que la tormenta de FakeNews existe desde siempre. Antes concentrada en pocos media, ahora distribuida en la RRSS. Pero al final uno se traga el mismo número de mentiras al dia hoy que en 1965 con la guerra de Vietnam
Espero haberlo aclarado
Todos se figuran que el resorte de la censura estará en manos de «los míos», pero nadie piensa, que el resorte de la censura está en manos del Poder y que en un momento determinado, ese poder puede estar representado por Steve Bannon.
¡ Que mas hubiera querido Bannon que tener en sus manos una herramienta para callar las voces que se oponía a Trump !
Hace varios años, mi ahora esposa y yo hicimos un viaje a La Habana y descubrimos una parte de lo que se podría denominar «la verdad sobre Cuba». Al regresar, sin embargo, las personas tendían a tomar con escepticismo lo que les contábamos al respecto, especialmente si lo que decíamos se alejaba de las opiniones que ya previamente se habían formado sobre dicho país. Es claro que, en general, pocos quieren saber la verdad y muchos se instalan eternamente en su verdad (sin entrar, obviamente, en la discusión filosófica sobre el término verdad, que daría para escribir infinidad de páginas).
El tema de las fake news es importante y complicado. Como saben, no soy español ni vivo en España, pero me gusta leer El País y El Diario. A veces le doy, sin embargo, un vistazo también a El Mundo y a El Español. Globalmente me sorprende cómo la valoración que hace la prensa española de los actos de los políticos depende, en general, del partido al cual dichas personas pertenecen. Cualquier idea de objetividad periodística parecería dejarse en buena parte de lado, especialmente cuando se habla de política. ¿Está llena la prensa española de fake news?
Por otro lado, tengo una enorme confianza en la ciencia, pero quienes intentan cultivarla no siempre son dignos de ella. Resulta curioso ver cómo en muchísimas tesis de grado las hipótesis planteadas son confirmadas en su totalidad por la investigación realizada. ¿Será que fueron escritas después y no antes del trabajo de campo o de laboratorio? ¿Será que los datos fueron modificados para que no contradijeran las hipótesis? ¿Será que muchas de esas investigaciones de científicos bisoños carecen de valor? ¿Será que con el paso de los años y la experiencia ganada corregirán los errores cometidos?
Se suponía que una de las grandes misiones de la escuela era sacarnos del oscurantismo y el fanatismo bajo la luz de la razón. Sin embargo, muchísimos docentes no tienen la más mínima idea de que esta es una de sus principales tareas. Es más, todo termina siendo una carrera que no gira en torno al conocimiento y a llegar a ser una buena persona sino a las buenas notas que hay que alcanzar, en medio de un mundo donde abunda la información y escasea la sabiduría.
En esta complicada vida donde son necesarias respuestas certeras y no afirmaciones antojadizas o directamente falsas, sería particularmente útil recordar las famosas frases de Carl Sagan cuando hablaba de Johannes Kepler en su célebre serie Cosmos:
Eso justamente, preferir la dura realidad a las más queridas ilusiones (o a las más arraigadas creencias, agregaría yo). Es claro que se trata de un objetivo muy importante y en buena parte todavía pendiente.
La loa al método científico que realiza, Mauricio, no impide sin embargo que podamos cuestionar su carácter universal y absoluto, como sabe cualquiera que haya leído a Feyerabend.
Según él, la ciencia no es sino una forma específica de ver el mundo. Pero también puede convertirse en una ideología, específicamente cuando inhibe el desarrollo de las cosmovisiones no científicas. En un momento histórico, la ciencia pudo haber representado la oposición a un pensamiento dogmático, pero, al gozar en la sociedad de una prioridad ex profeso, ha devenido en una ideología que es impuesta por la fuerza. De aquí la necesidad, según él, de complementar la separación de la Iglesia y el Estado con la separación entre Estado y ciencia:
“Así pues, la ciencia es mucho más semejante al mito de lo que cualquier filosofía científica está dispuesta a reconocer. La ciencia constituye una de las muchas formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, pero no necesariamente la mejor. Es una forma de pensamiento conspicua, estrepitosa e insolente, pero solo intrínsecamente superior a las demás para aquellos que ya han decidido en favor de cierta ideología, o que la han aceptado sin haber examinado sus ventajas y sus límites. Y puesto que la aceptación y rechazo de ideologías debería dejarse en manos del individuo, resulta que la separación de Iglesia y Estado debe complementarse con la separación de Estado y ciencia; la institución religiosa más reciente, más agresiva y más dogmática. Semejante separación quizá sea nuestra única oportunidad de conseguir una humanidad que seamos capaces de realizar, pero que nunca hemos realizado plenamente”.
Feyerabend argumenta que una sociedad libre no es aquella en la que todos los ciudadanos tienen igual acceso a una única tradición, a saber, a la ciencia occidental, sino aquella donde todas las tradiciones tienen igual posibilidad de acceso a la educación y demás puestos de poder. El Estado no puede privilegiar el racionalismo científico, sino que debe dejar que «todas las tradiciones se desarrollen libremente». La sociedad simplemente debe facilitar una estructura protectora de las distintas tradiciones.
Ante quienes argumentan la superioridad de la ciencia en virtud de sus resultados, Feyerabend admite las prodigiosas contribuciones de la ciencia, pero alega que no es posible saber si otras tradiciones podrían ofrecer mejores resultados (que se miden en función de la vida digna que ofrecen al ser humano). Según él, fueron motivos meramente políticos y propagandísticos los que causaron la hegemonía de la ciencia. Entonces, la ciencia no es más que una tradición particular entre otras.
Koldo Sarria, tu exposición resulta muy interesante y la comparto en la medida en que se abandone el eurocentrismo y se oigan de igual a igual las voces de todos los seres humanos.
Dejar de lado, sin embargo, el espíritu de la Ilustración para abrazar con ímpetu posmodernista todas las tradiciones que uno pueda encontrar a lo largo y ancho del mundo no es necesariamente una idea progresista. En esto pienso que se confunden los niveles. Todos los pueblos deben tener efectivamente el derecho a rescatar, mantener y desarrollar su cultura, pero no necesariamente dicha cultura les va a dar por sí misma el marco lógico que se necesita para fortalecerla y renovarla. Es claro que los japoneses y chinos, por ejemplo, mantienen muy claramente sus particularidades y las defienden, pero esto ha sido aún más fácil dentro del marco lógico que dan ciencias como la lingüística, la historia, la sociología o la jurisprudencia, entre otras.
Conozco bastante bien a los pueblos indígenas de los Andes ecuatorianos y defiendo que se respeten sus tradiciones, pero en ningún caso apoyaría que la educación indígena abandone los marcos lógicos y se centre exclusivamente en los elementos míticos. Yo veo mucha confusión al respecto por parte de mucha gente bienintencionada. Uno de los grandes daños que se le puede hacer a un grupo cultural amenazado es privarlo de la ciencia e impedirle que con su ayuda recupere, fortalezca y desarrolle su lengua, su literatura, su memoria histórica, sus leyes, sus formas de organización social. Si la sistematización lógica de la cultura es válida para un vasco o un catalán, ¿por qué no habría de serlo también para un quechua o un aymara?
Este, como muchos otros, es un tema extenso. En todo caso, diría por último que lo de la separación entre el estado y la ciencia me lleva a preguntarme: ¿Han estado alguna vez estrechamente unidos? ¿Dónde? ¿No suena esto, de una u otra manera, a que el estado debería prescindir del razonamiento lógico (aunque esta no sea la intención del autor)? Yo creo que quien piensa esto no ha vivido nunca en un país donde impera en buena parte el caos.
He leído a Feyerabend. Y no dice nada de eso. No argumenta contra el método científico en ningún caso, sino al contrario, contra lo que él denomina el reduccionismo científico; aboga por la diversidad del pensamiento en Filosofía de la Ciencia <–, que es diferente al método científico y alejándose de la simplificación del pensamiento crítico, pero no contra la ciencia. Es muy común caer en esa confusión si se aborda de manera superficial, era un Popperiano convencido. Puedes leer a John Preston, por si las dudas, que yo estoy en la parada del autobús.
O esto: «Todavía no entendemos a Paul K. Feyerabend»
Santiago Gelonch Villarino·
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Disclaimer
Pedante cum Laude honoris causa «no vuelvas» por la complutense.
Menestro, en realidad no digo nada sobre Feyerabend sino sobre lo que en torno a él afirma Koldo Sarria, a excepción de la parte en la que manifiesto «aunque esta no sea la intención del autor».
El artículo Todavía no entendemos a Paul K. Feyerabend no termina de redondear la idea que mencionas. En todo caso, me quedaría pendiente la lectura de Feyerabend: Philosophy, Science and Society. La verdad es que varias veces he pensado que a este blog de Enrique le falta algún tipo de punto de encuentro virtual que permita discutir y profundizar varias ideas.
Feyerabend, P. Tratado. Contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento Trad. Diego Ribes. Madrid: Tecnos, 1975/1992 289.
Feyerabend, P. La ciencia en una sociedad libre. Trad. Alberto Elena. Madrid: Siglo XXI, 1978/1982 89-90.
Feyerabend, P. La ciencia en una sociedad libre. Trad. Alberto Elena. Madrid: Siglo XXI, 1978/1982 117.
Feyerabend, P. La ciencia en una sociedad libre. Trad. Alberto Elena. Madrid: Siglo XXI, 1978/1982 124.
Feyerabend, P. «Historical Background: Some Observations on the Decay of the. Philosophy of Science» Problems of Empiricism. Philosophical Papers. Volume 2. By Paul Karl Feyerabend. Cambridge: Cambridge University Press, 1981c. 1-33.
Feyerabend, P. «Rationalism, Relativism and Scientific Method.» Knowledge, Science and Relativism. Philosophical Papers. Volume 3. By Paul Karl Feyerabend. Ed. John Preston. Cambridge: Cambridge University Press, 1977/1999. 218.
Feyerabend, P. Diálogos sobre el conocimiento. Trad. Jeronima Garcia Bonafe. Madrid: Cátedra, 1991b 91-92.
«…en medio de un mundo donde abunda la información y escasea la sabiduría.»
Siempre das en el clavo en tus intervenciones.
Y Cosmos… debería ser algo obligatorio en todas las escuelas.
El mejor modo de combatir las fake news es contribuir a difundir la información veraz.
Muchas organizaciones, como la mencionada en el artículo, medios de comunicación diversos, hacen hincapie en las fake news, lo perjudiciales que resultan, como combatirlas, bla, bla, cuando lo que quizás deberían hacer es difundir de manera más accesible la información veraz acreditada:
¿Cómo se lucha contra los antivacunas? ¿Con censura y memes que tratan de desprestigiarlos? ¿O tratando de difundir información asimilable por población con distintos niveles de conocimiento científico? A una persona que duda sobre las vacunas, en lugar de censurar a los antivacunas, ¿por qué no se le explica de manera simple el motivo de que Astra Zeneca primero sí, luego no, mejor la segunda dosis de otra, o de la misma, o que elija el paciente, por qué ya no se utiliza? ¿Por qué no es accesible la información de la fase de desarrollo y pruebas de las vacunas covid?
Es evidente que la información está disponible, en documentos científicos, en fichas técnicas, en el prospecto, en documentos publicados por las consejerías de Sanidad, pero,…, ¿de qué manera la administración ha puesto esa información a disposición del ciudadano de manera comprensible? Sólo un «la vacunas son muy buenas y nos van a ayudar a salir de esto».
Del mismo modo que existen ciertas regulaciones para ofertar determinados productos bancarios y de seguros en función del riesgo y de la idoneidad del cliente, y la manera de explicarlo, lo mismo se debería hacer con otro tipo de información. Una información veraz y asimilable ayuda a eliminar muchas fake news, que son el refugio del que busca explicaciones cuando la fuente oficial no ofrece información clara.
Por otra parte, algunos medios de comunicación tratan de combatir las fake news con información sesgada, parcial o tendenciosa en sentido opuesto, en un intento de «compensar» la balanca de desinformación, lo que además alimenta a los «fakenewers» ya que obtienen nuevos argumentos en la desinformación «oficialista».
No me dejan copiar y pegar el título, pero lo usaré de todas formas, para sintetizar una verdad, que viene ya afirmada (por la historia), desde que se empezó a aplicar en la noche de los tiempos, pero que resulto básica en la Roma clásica. Porque antes del imperio persa las comunicaciones no eran propicias, ni para las noticias no falsas.
Y después de Roma incluso se descubrió lo positivo que era esparcir noticias falsas (nazismo, estalinismo, trumpismo…).
Y por eso los regímenes totalitarios se tomaron el asunto como una tabla de mandamientos. Sobre todo desde que internet la hizo saltar a la fama como «efecto Streisand».
Bueno, realmente después del fenómeno internet, más bien sería conveniente sacar de tal frase esa partícula formada por «puede» y sustituirla por «siempre».
Ademas muchos de esos sistemas de «fact check» son notorios por ser imprecisos e incluso censurar material de las fuentes confiables, como este reporte indica.
https://www.bmj.com/content/376/bmj.o95
Dentro de la complejidad que tiene hablar en términos generales de fake news. Estoy en un sector de los «pequeños comerciantes». No os podéis imaginar la cantidad de noticias falsas que hay en internet y lo dificil que es conseguir que sean eliminadas. Es demasiado fácil hablar mal de una persona o negocio, con la intención de deteriorar su imagen personal o corporativa. Tengo una agencia matrimonial rusa y he perdido ya la cuenta de las veces que he intentado «aportando pruebas» a Google que hay fakes news sobre mi negocio. Por poner un ejemplo de lo extendida que está extendida esta practica , el otro día mi mujer ucraniana me dijo el otro día que un doctor que nos llamó nos dijo que el tenia el mismo problema y conocemos a ese doctor y es un excelente profesional, puedo asegurar que durante años he conocido a decenas de personas con el mismo problema. Creo que esto debería estar regulado de otra forma para que si una persona habla mal de un negocio, sea necesario aportar una factura demostrando que ha recibido un servicio o ha adquirido un bien de la empresa de la que desea hablar mal o bien. Si no enseñas una prueba de haber sido cliente de un negocio, Google o paginas webs no deberían permitir opiniones dañinas para terceras personas o negocios. En España y que sea tan dificil conseguir eliminarlas. En algunas paginas webs es fácil, pero conozco casos que incluso hay paginas webs creadas con ese fin «crear fake news». El hablar mal de los demas por parte de empresas para deteriorar la imagen de la competencia se llama «Black hat» en Español seria «sombrero negro». Despues de ver comentarios falsos algunas personas ya nos llaman con miedo o nunca nos llamaran y nunca van a conocer a mujeres rusas que buscan pareja a través de nosotros por el black hat de una empresa de la competencia. Te sientes impotente ante esta situación y estamos practicamente indefensos para defendernos de ataques de este tipo en internet