Enrique Dans

El teclado es, desde hace ya mucho tiempo, la interfaz más habitual de la mayoría de las personas. Muchos pasamos cada día un buen montón de horas ante el teclado, y todo hace pensar que va a seguir siendo así durante mucho tiempo: los presuntos sustitutos que han ido apareciendo son, por lo general, conceptos que o bien podemos pero no queremos utilizar, o que directamente no soportan la prueba de un uso habitual.

¿Podemos utilizar la voz en lugar de un teclado? Sí, perfectamente… pero no escribimos como hablamos, y el proceso de educarnos para hablar de una manera que permita escribir eficientemente es algo por lo que muy pocos están dispuestos a pasar. Por el momento, todo indica que es más posible que el papel del teclado crezca en protagonismo e incluso, como en ese delicioso modelo de Raspberry Pi, se convierta en el ordenador como tal, que el que cambie de una manera drástica.

La innovación con respecto a una interfaz tan habitual es, por tanto, sumamente compleja, e incluso modificaciones mínimas llevan mucho tiempo siendo pospuestas. Algo, por ejemplo, como incorporar la touch bar en el caso de Apple, una tira OLED multitáctil integrada en la parte superior del teclado en lugar de las teclas de función, generó y genera aún críticas de todo tipo, hasta que los usuarios se van dando cuenta, con la prueba del uso, de sus muchas posibilidades. Para mí, por ejemplo, se ha convertido en indispensable cuando hago presentaciones, puedo ver las miniaturas de mis diapositivas, y saltar a cualquiera de ellas fuera de secuencia.

Una página, Patently Apple, ha descubierto una patente recién concedida a la compañía y denominada «Electronic devices having keys with coherent fiber bundles«, que es ni más ni menos que un teclado completamente reconfigurable con pequeñas pantallas en cada tecla que pueden cambiar dinámicamente su etiqueta, para acomodarse así a posibilidades que van desde un cambio de idioma, a usos específicos como el gaming, entre otras muchas posibilidades.

Un teclado completamente reconfigurable sería potencialmente interesantísimo, con posibilidades que podrían ir mucho más allá de un uso anecdótico o puntual, e incluso que podrían afectar de manera destacada a la productividad si los usuarios, por ejemplo, aprenden a rediseñar de manera sencilla sus teclados, de acuerdo con sus preferencias ergonómicas, para evitar sus errores más comunes.

Conceptos similares anteriores, como el Optimus keyboard creado por el Art. Lebedev Studio en Rusia y que recibieron mucha atención en torno al año 2005 no fueron capaces, tras múltiples retrasos, de concretar un diseño a un precio razonable, terminó siendo lanzado en 2007 con un precio muy elevado y sin éxito alguno, y fue retirado. Ha habido algunos otros intentos de crear conceptos similares, pero de nuevo, con muy escaso éxito. Que Apple se plantee incorporar una funcionalidad así y convertir cada tecla en un elemento capaz de mostrar su función sería, posiblemente, la mayor innovación aplicada al teclado que habríamos visto en mucho tiempo.

Pero obviamente, la concesión de una patente no tiene por qué implicar siquiera que la compañía esté trabajando en ello o tenga planificada su implementación: por el momento, nos movemos únicamente en el terreno de las hipótesis. Y seguramente, ahí seguiremos durante bastante tiempo.

This article is also available in English on my Medium page, «Will keyboards ever innovate?«