Enrique Dans

Leo en Wired esta impresionante noticia: Antes de cinco años, en un aparatito de sobremesa, introduciremos una muestra, y nos chequeará el detalle de nuestras secuencias genéticas en busca de potenciales problemas, mutaciones perjudiciales, etc. Me recuerda poderosamente las escenas de Gattaca, cuando Uma Thurman llevaba a analizar un pelo de Ethan Hawke, o cuando en el pack de todo solicitante de empleo debía incluirse una muestra de su material genético…

A mí, por supuesto, como toda innovación que combina varias de mis pasiones, me encanta. Pero la que se puede liar, por el lado bueno y por el lado no tan bueno, con una cosa como esta, es impresionante. En la película, sin ir más lejos, el protagonista no podía ni soñar en trabajar en la empresa que quería, puesto que ésta sólo aceptaba «válidos», y él no lo era. Por otro lado, las posibilidades de tratamiento de dolencias mediante detección temprana pueden ser como para hacer palidecer toda posible amenaza de falta de privacidad. ¿Qué debe primar? Hacia el argumento de la salud nos lleva, por ejemplo, el concepto de seguridad social: el estado «acepta» hacerse cargo de sus gastos sanitarios SI usted se somete a pruebas que permitan una detección precoz de sus dolencias y, por tanto, un uso eficiente de los recursos, si no es así, allí se las componga. Hacia el lado de la privacidad nos llevan la Constitución, la no discriminación y cien razones lógicas afines. ¿Cómo actuar? ¿No permitirlo? ¿Fomentarlo? ¿Legislarlo hasta el límite máximo para evitar un uso pernicioso de la información?

Es, sin duda, uno de esos dilemas morales apasionantes en los que nos pone la tecnología. Decididamente, el mejor momento para ver o volver a ver una gran película.