El gobierno de Singapur aprueba una ley para el control de la difusión de noticias falsas en la red, la Ley de Protección contra las falsedades en línea y la manipulación, que permitirá castigar con multas y/o con años de cárcel la difusión de declaraciones de hechos y testimonios considerados como falsos, perjudiciales para la seguridad pública o la tranquilidad pública en el país, o potencialmente dañinas para las relaciones de Singapur con países amigos, entre otra serie de temas.
En un entorno global en el que algunos estudios calculan que más de setenta países han sido objeto ya de campañas de desinformación de distintos tipos, la idea de tratar de detener ese tipo de iniciativas coordinadas y malintencionadas mediante algún tipo de medida puede parecer razonable. El problema estriba, fundamentalmente, en la forma de hacerlo: frente a las ideas como esta de Singapur de posibilitar que sea el propio gobierno del país el que determine con su propio criterio qué noticias son falsas y penalice los intentos de distribuirlas, existen iniciativas como las de Finlandia, basadas en la educación y la concienciación de la población con respecto al problema y en la difusión de procedimientos y herramientas que permitan a los ciudadanos comprobar la veracidad de las noticias antes de contribuir a su difusión, una aproximación posiblemente más lenta, pero con un carácter decididamente más democrático.
Por mucho que el gobierno de Singapur afirme que sus ministros y funcionarios «tendrán que explicar por qué un contenido es falso cuando ordenen una eliminación o corrección, y no podrán simplemente emitir una decisión de manera arbitraria», todos conocemos lo sencillo que puede ser, para quien controla el poder, justificar que algo puede ser hipotéticamente dañino o perjudicial, y hasta qué punto posibilita hipotéticos abusos una ley así. La consideración de que debe ser el gobierno el que vele por la veracidad en la información que llega a los ciudadanos es una actitud absurdamente paternalista, detrás de la cual suelen esconderse intentos de control de toda posible disidencia o idea contraria al poder establecido. ¿Alguien denuncia corrupción o malas prácticas? Rápidamente, será considerado como noticia falsa – dado que este tipo de delitos son reconocidos por sus autores en muy escasas ocasiones – , lo que permite retirar la información, y multar y encarcelar a sus autores y aa los que contribuyen a su difusión. Un auténtico sueño dictatorial, el de ejercer el poder controlando el suministro de información, que hemos visto ya en demasiadas ocasiones. El Ministerio de la Verdad ya ha ido, en la historia mundial reciente, mucho más allá de las páginas del «1984» del visionario George Orwell.
No es sencillo. Determinados estratos de la ciudadanía pueden reclamar herramientas mágicas a modo de «botón de la verdad», o poder decir «esto es falso porque lo dijo el gobierno». Los seres humanos somos de manera natural economizadores de tareas, y la idea de «tener que trabajar uno mismo» para poder determinar si algo es cierto y fiable o no lo es no necesariamente resulta atractiva. Sin embargo, el pensamiento crítico es algo que los ciudadanos deben desarrollar individualmente, mediante una educación adecuada, la difusión de prácticas y herramientas que permitan verificar la información, y el desarrollo de hábitos saludables a la hora de informarse que defiendan la necesidad de la pluralidad de fuentes. Sustituir los libros de texto en las escuelas por procesos individuales de búsqueda y cualificación de información, desarrollar habilidades en ese sentido a lo largo de todo el curriculum educativo, y no pretender nunca que la verdad está en una sola fuente son formas de adaptarse a un entorno que, sin duda, está aquí para quedarse, y que requiere el desarrollo de nuevas habilidades.
Por contra, tratar de hacer que los ciudadanos subcontraten su pensamiento crítico a los criterios de un tercero, sea su gobierno, una plataforma social o cualquier otro organismo, es una forma de dar la batalla por perdida antes de iniciarla, de subestimar la capacidad de las personas y de construir herramientas de manipulación que posteriormente puedan ser utilizadas de manera perniciosa, sea por el gobierno que las promulgó o por otros que vengan después.
Obviamente, eso no quiere decir que no debamos hacer nada: exigir a las plataformas sociales que identifiquen actividad coordinada no genuina, que eliminen cuentas falsas que participen en esquemas de desinformación o que informen de picos de actividad relacionada con determinados eventos es algo lógico y razonable, como puede serlo el intentar castigar a quienes participen en este tipo de esquemas, tal y como se hace fuera de la red. Pero de ahí a que sea el gobierno de un país el que decida lo que es o no es una noticia falsa, va una distancia importante. Si además, ese tipo de intentos vienen de países que figuran más allá del 150 en los rankings internacionales de libertad de prensa, por muy desarrollados que se consideren, todavía peor.
This article was also published in English on Forbes, «Should we subcontract critical thinking out to the government? No thanks!«
Si entendemos Fake News como «contaminación», el papel del estado queda claro.
Los seres humanos somos de manera natural economizadores de tareas, y también somos seres sociales que escogemos bandos, pues la competitividad es clave para el entretenimiento. ¿Por qué vamos a ser críticos si el objetivo es reírnos de nuestros «enemigos»? ¿Qué nos aporta ir en contra de nuestro grupo? ¿Valoras la soledad?
Parece mentira que a estas alturas sigas convencido de que los Fake News son un problema de educación y espíritu crítico, que sigas obviando el aspecto social. Si los memes son el equivalente cultural a los genes, los Fake News lo son a los virus.
Soy un lobo solitario, eso es lo que se consigue siendo «crítico» (y no gustarte el alcohol o las juergas).
Fraga fue un dinosaurio político, que se retiró a Galicia, para demostrar por enésima vez que la vejez es un grado en la maduración del ser humano. Siempre, claro está, que el producto no venga maleado «de fábrica» (en el caso humano «de su infancia y adolescencia»).
Y Fraga inventó la autocensura. Realmente, como todos los «inventos» sociales posteriores , estaban ya descubiertos por los romanos (sobre todo del Imperio).
Así que los autores de escritos no necesitaban pasar la censura, lo que daba una pátina de libertad al régimen dictatorial. El problema se pasaba al cerebro del autor. Si quería publicar, tenía que cuidar hasta la saciedad que su escrito no molestara a la biempensante morralla neuronal de la autoridad censora.
Toda ley, como la de Singapur, sigue siendo una versión mejorable de la Ley de Censura Española (no se titulaba así). Ganas de ponerle puertas al campo, con la mierdenta excusa de que las vacas pueden ser peligrosas, en vez de fuentes inagotables de leche. ¡De la leche ya se encargan los prohibicionistas!
Y parece mentira que algunos ejemplares de homo sapiens sigan diciendo que la solución de este tipo de problemas (y de casiodos los ligados al comportamiento humano) no son básicamente un problema de educación. Esa educación que realmente es una domesticación humana, tal como se realiza, para impedir que el cerbro de una cría humana, madure libremente, acorde con las instrucciones de su ADN natural. Y de tal forma que desarrolle una forma de pensar crítica, racional y emocionalmente, basada en los consejos del mismo ADN natural
Soy alérgico a que haya una autoridad que determine lo que he de leer o no. No me importa si esa autoridad es religiosa, política o incluso académica.
Reclamo para todos, el derecho inalienable de ser engañados. Es mejor que una fakenews nos .convenza de una mentira, a que esa autoridad «moral» nos imponga sus verdades hechas dogmas.
Pensándolo mejor, lo que si aceptaría es una «calificación» a la noticia dada por un organismo con credibilidad, que valorara el grado de credibilidad de la noticia.
Por ejemplo, que la noticia viniera acompañade de estrellas como los hoteles, (o rombos como en las pelis de antes)
***** Noticia contrastada como verídica
**** Noticia probablemente cierta por tener origen en alguien fiable
*** Noticia sin confirmación procedente de alguien sin calificar
** Noticia Falsa o Noticia sin confirmar procedente de un origen catalogado como poco fiable
* Noticia probadamente falsa, o de alguien considerado como embaucador. profesional
Yo leo la noticia, veo la calificación oficial, y me la creo o no, según a mi «pensamiento crítico» le parezca oportuno.
Yo aceptaría que un «Ministerio de la verdad» (que se juega su prestigio en la valoración) , hiciera una labor sistemática de verificar la noticia y valorar la credibilidad del emisor.
No evita la circulación de Fakenews, sino que avisa del riesgo que lo sea. pero no puede actuar como censura puesto que lo considere falso o no la permite circular..
Por otra parte todos tendríamos que cuidar nuestro «nivel de credibilidad», pues participar en la circulacióon de fake news, quita credibilidad personal en el «algoritmo» que evalúa lo que envías y eso se reflejará en noticias posteriores, así como circular noticias contrastadas, elevas tu nivel de credibilidad. a los posteriores que desees poner en circulación.
Yo no tendría problemas, siempre que el coste lo pagaran únicamente quienes quieran recibir las noticias calificadas. No quiero ni pensar en la estructura gubernamental que se montaría para dar un servicio como eso, por mucho que avance la IA .
Si Google puede conseguir un PageRank aceptable para una web, un método similar, puede utilizarse para valorar la credibilidad de las noticias. Rastrear el origen de la noticia, ver la credibilidad del emisor, y calificar la noticia y subir o bajar la credibilidad de toda la cadena que ha ido aprobando do la noticia.
Cuando posteriomente una noticia se demuestra verdadera o falsa, aumentar o diminuir el ranking de credibilidad del emisor origen de la noticia.
ja ja ja, no se que pasa con los comentarios de Gorki, se han vuelto rarisimos, siempre me recuerda a una pelicula ( menuda pelicula tiene montada de no se que )… un avion se estrella en la nieve en una montaña, un pasajero que se las da de listo se pone a preparar trampas para conejos … pero luego llegan los otros pasajeros, llorando y riendo ,el tio prepara unas trampas para conejos que eran unos laberintos tales que los conejos para caer en ellas tenian que tener un coeficiente como el de Einstein … ahi no caera ningun conejo … que tio mas raro se ha vuelto … bueno el tio para trampas para los conejos que como no saben en que consisten ni caso, es que los conejos salen huyendo de la trampa tan rarisima que se monta …
Me entristece que un hombre tan inteligente como eres tu me critique. Si fueras tonto, no ne importaría en absoluto, pero siendo, tan, tan inteligente como eres tu, me entristece seriamente..
Las fake news me parecen uno de los grandes problemas de la actualidad … pero lamentablemente no veo ninguna solución.
Obviamente que el gobierno dictatorial de Singapur (o cualquier otro gobierno) decida qué es verdad o mentira no es la solución, la de educar a la ciudadanía suena muy bien pero sabemos que no va a suceder y lo que propone Gorki tampoco porque la gente tiende a creerse lo que quiere creerse y si ve que algo que quiere creerse está valorado como información falsa dirá que quien dice falsedades es el verificador (lo vemos a diario con los verificadores actuales).
«tratar de hacer que los ciudadanos subcontraten su pensamiento crítico a los criterios de un tercero, sea su gobierno, una plataforma social o cualquier otro organismo, es una forma de dar la batalla por perdida antes de iniciarla»
Una de las mejores declaraciones que he podido leer reciéntemente. La añado a mi colección de citas.
En su libro, «La Inteligencia Fracasada», José Antonio Marina habla de «Inteligencia encapsulada»: opiniones ajenas encapsuladas en la mente sin criticarlas ni entenderlas, y que se utilizan como pensamientos en Prêt-à-porter»
Me recuerda lo de la «Protección contra las Falsedades» a lo que Enrique denomina «Absurdo Derecho al Olvido». Parafraseando: ¿En que momento tenemos derecho a que no nos engañen?
Si por ejemplo digo «que es una gilipollez que no te dejen beber agua en el metro de Singapur» ¿Eso va en contra de la tranquilidad del país?. Está claro que si soy una contrata de ese gobierno voy a ser más papista que el papa y a rodar cabezas ¿Es eso espíritu crítico? Estoy con uste, serán muy ricos que están en el ranking que están. Ahora que el contractor sea una empresa americana y apañado el desaguisado.
Lo que más me ha gustado es el auto link a los libros de texto. Que buenos comentaristas tenía Vd. Sr. Dans ¿Dónde han ido?
Gorki, desde el cariño, muchas veces estoy contigo pero esta vez te has lucido, que no es lo mismo que estar lúcido… Tu comentario de calificar las páginas es bastante mejorable. Y porque no usar la calificación de la películas del franquismo esa de «3R» mayores con reparos, o estropicios según lo veas
;-) y resulta que nosotros creyéndonos unos guardianes del espíritu nacional, y la tontería estaba en todos los países:
https://es.wikipedia.org/wiki/Clasificaci%C3%B3n_por_edades_(cine)
Nada a partir de ahora a poner dos rombos al Telediario, y si es de Intereconomía lo tildamos con una «X» de seso duro (por la molleda), Y para prueba lo de las 13 rosas que violaban, hay que ser gañán.
PS: Primo Santi, lo siento, pero se os ha ido la olla, tu sigue con el chunda chunda
Interesante análisis,pero quisiera añadir que Singapur es un dictadura del partido Acción Popular que controla todo hasta medios de comunicacion verticalmente y solo es tolerada por USA y Europa por su eficiencia economica
Las dictaduras mas peligrosas son las que ya se meten con el control de la red y controlan tecnologia de punta para sus fines como China,Singapur y muchas otras eso hay que tenerlo claro.
Si los gobiernos de turno son los que van a evitar que se difundan noticias falsas…DÉMONOS POR JO*****!!!., cuando precisamente ellos son los que difunden o promueven que se difundan a su conveniencia. Es como poner a los zorros a vigilar las gallinas!!!
Aparte de eso, aunque se promuevan las leyes que se quiera, cuando se prueba que una noticia ha sido publicada a sabiendas de que era falsa, suele pasar mucho tiempo y luego ya nadie se acuerda…PERO EL MAL YA ESTÁ HECHO. Si ha estos medios la justicia les diera un buen varapalo otro gallo nos cantaría.