Un interesante artículo en The Conversation, «Yes, GPS apps make you worse at navigating – but that’s OK«, explora las consecuencias del uso habitual del GPS sobre la reducción de nuestras habilidades de orientación y navegación: cuando lo utilizamos, el GPS se convierte en una herramienta que nos lleva a dirigirnos a nuestro destino sin fijarnos especialmente en los elementos de la ruta, lo que hace que, en la mayoría de los casos, no seamos capaces de recordar el camino que utilizamos. Cuando intentamos repetir esa ruta sin la ayuda del GPS, es habitual que cometamos más errores y nos lleve más tiempo, lo que nos convierte en menos competentes a la hora de encontrar nuestro camino.
El uso del GPS ha evolucionado con el tiempo a medida que la tecnología introducía progresivas mejoras en su aplicación. Con el tiempo, hemos ganado sensiblemente en precisión, hemos pasado de mapas estáticos almacenados en el dispositivo a mapas estáticos que son descargados de la nube en tiempo real, y hemos pasado de disponer simplemente del mapa y de una estimación basada en la distancia, a incluir datos en tiempo real del tráfico y estimaciones muy certeras que incorporan esta variable al cálculo de nuestro tiempo de llegada. Muchas personas, de hecho, utilizan el GPS ya no solo para llegar a un sitio que no conocen o al que no han ido nunca, sino para su desplazamiento habitual entre lugares perfectamente conocidos como por ejemplo su casa y su trabajo, con el fin de tomar mejores decisiones entre rutas alternativas en función del tráfico, o incluso se entretienen compitiendo contra el GPS para ser capaces de batir su estimación inicial.
La navegación mediante GPS nos convierte en conductores distraídos con respecto al entorno, más pendientes de entender el diagrama o de interpretar bien las instrucciones de voz que de las propias circunstancias de la ruta. Y por supuesto, hablamos de una tecnología enormemente adictiva: si quieres vivir una experiencia interesante, trata de volver a moverte por una ciudad desconocida «a la antigua usanza», con el típico mapa de papel que te entregan en un hotel, y verás hasta qué punto echas de menos el pequeño punto azul que refleja tu situación.
La justificación habitual para tratar de evitar estos efectos, el «qué pasa si te quedas sin batería o se te olvida o estropea el smartphone«, tiene cada vez menos justificación en un mundo en el que estos aparatos son cada vez más ubicuos y confiables. En la práctica, todos sabemos que seríamos incapaces de utilizar muchísimas de las tecnologías que empleaban nuestros antepasados para hacer infinidad de tareas que posteriormente fueron olvidadas gracias al desarrollo tecnológico: somos personas, no museos caminantes, y tendemos a buscar la practicidad. Seguir intentando acumular habilidades «por si acaso» un día desaparece la electricidad o una supuesta llamarada solar aniquila todos nuestros dispositivos parece más bien poco operativo.
¿Es esto necesariamente malo? En realidad, es exactamente el mismo tipo de beneficio que obtenemos de otras tecnologías a medida que las utilizamos: recordar menos números de teléfono porque ahora llevas el listín telefónico en el bolsillo fácilmente accesible y no llegas a ver ni a marcar el número como tal o, llevándolo al extremo, utilizar una escopeta en lugar de un arco y una flecha para cazar. Por supuesto, ahora nos costaría más memorizar números de teléfono si nos viésemos obligados a hacerlo, del mismo modo que a un cazador le resultaría verdaderamente complicado prescindir de su escopeta y tratar de cazar con la herramienta que se utilizaba habitualmente hace siglos, pero la realidad es que también hemos incorporado muchos más beneficios asociados, como la posibilidad de disponer de muchos más números de teléfono que los que podríamos humanamente recordar (equivalente a un incremento de la capacidad de almacenamiento del cerebro mediante un dispositivo prostético o suplementario), al igual que un cazador puede ser sensiblemente más eficiente a la hora de obtener presas con una herramienta tecnológicamente mejorada.
¿Qué ocurre cuando miramos hacia el futuro? A medida que los vehículos autónomos comienzan a inundar nuestras carreteras y calles, ya no es solo la navegación la que se ve subcontratada, sino todas las tareas relacionadas con la conducción. La mayoría de los desplazamientos en el futuro se harán en máquinas que nos llevan de un sitio a otro sin intervención alguna por nuestra parte, sea un transporte público o un vehículo integrante de una flota de taxis autónomos, lo que llevará ya no solo a que nos desconectemos de las circunstancias de la ruta para centrarnos en las instrucciones del GPS como ya nos ocurre ahora, sino incluso que podamos retirar completamente nuestra atención y dedicarla a otras cosas, como leer, dormir o conversar con un compañero de viaje. ¿Cómo afectará algo así a nuestra conciencia espacio-temporal? ¿Invertiremos más tiempo en mirar más el paisaje por la ventanilla, o por el contrario, haremos otras cosas y terminaremos por prácticamente no conocer el paisaje entre origen y destino? ¿Iremos pendientes de la ruta escogida por los algoritmos de navegación del vehículo, o nos fijaremos únicamente en la estimación del tiempo de llegada y nos desconectaremos de la navegación?
Los vehículos autónomos ya están aquí. Waymo lanza su servicio ya de manera comercial este año en los Estados Unidos, el Reino Unido dispondrá de taxis y autobuses autónomos en 2021, y en muchas otras ciudades del mundo, múltiples actores se preparan para despliegues similares. Habitualmente, no pensamos en los efectos de la tecnología sobre nuestros cerebros hasta que esos efectos se producen debido al uso habitual, y surgen todo tipo de catastrofistas y agoreros avisando de terribles problemas que posteriormente suelen demostrar ser miedos carentes de toda base real. En este caso, una gran parte de la discusión estará sesgada por la evidencia de efectos positivos asociados con un menor número de accidentes: en general, desconectarnos de la ruta a seguir es preferible a tener más riesgo de morir en ella. Pero aún así, surgirán escépticos que nos avisarán sobre supuestos deterioros cognitivos y se preguntarán qué haremos si un improbable día tenemos que ir andando a cualquier sitio. ¿Estamos preparados para ver cómo todos los que negaban que pudiésemos disponer de vehículos autónomos en 2020 se dedican ahora a avisarnos sobre los «terribles efectos» para nuestros cerebros que vendrán del uso de «tan terrible» tecnología? ¿Sois de los que pensáis que el GPS, como otras tecnologías, nos ha llevado globalmente a una situación peor? ¿O ya habéis entendido el valor de ese tipo de análisis?
This post is also available in English in my Medium page, “Why are we still so afraid of technology?»
«…o incluso se entretienen compitiendo contra el GPS para ser capaces de batir su estimación inicial»
Esto es lo más cierto. ¡Y lo contento que se pone uno cuando ve que la hora de llegada prevista va bajando!
Yo soy un gran fan del GPS (el del coche), aunque a veces me haya metido en algún bucle absurdo de dar vueltas y vueltas por el mismo sitio, su utilidad es taaaaan evidente que no merece la pena perder el tiempo defendiéndolo. Pero solo lo utilizo para ir a sitios que no conozco, y siempre siguiendo las instrucciones de voz, considero una peligrosísima locura ir mirando e interpretando una pantallita de colores mientras conduces, debería estar completamente prohibido como lo está manipular móviles.
La mayoría no sabemos cazar, no sabemos cultivar y, por no saber, no sabemos ni hacer fuego sin un mechero o artilugio similar. ¿Alguien preferiría volver a los tiempos en los que casi todos teníamos esos conocimientos.?
El GPS no erradica la estupidez
La tecnología nos hace la vida más fácil, pero a la vez nos vuelve inútiles y vulnerables. Pienso que lo ideal es acoplarse para generar sinergia y potenciar nuestras acciones en la vida diaria. Pero, cómo hacemos eso?
«Los vehículos autónomos ya están aquí. Waymo lanza su servicio ya de manera comercial este año en los Estados Unidos, el Reino Unido dispondrá de taxis y autobuses autónomos en 2021″,…»surgirán escépticos que nos avisarán sobre supuestos deterioros cognitivos y se preguntarán qué haremos si un improbable día tenemos que ir andando a cualquier sitio»
Desde mi posición de derechas, saludo al avance tecnológico que siempre nos ha llevado a un mundo más desarrollado y los taxistas que se quedan sin trabajo, que se reciclen a otra profesión , como se reciclaron los aguadores, cuando se instaló el agua corriente en los domicilios.
Supongo que tontos existirán siempre, pero, ¿Alguien quiere decirme la diferencia que hay entre montar como pasajero en un vehículo que conduce un chófer o un vehículo que conduce una máquina?.
¿Qué haces, piensas, y sientes, cuando vas en taxi, en autobús. en metro, como pasajero en un coche particular, en tren,… ? – Pues lo mismo harás, pensarás y sentirás, cuando pierda la novedad que el conductor es una máquina y no una persona.
«Y por supuesto, hablamos de una tecnología enormemente adictiva: si quieres vivir una experiencia interesante, trata de volver a moverte por una ciudad desconocida “a la antigua usanza”, con el típico mapa de papel que te entregan en un hotel, y verás hasta qué punto echas de menos el pequeño punto azul que refleja tu situación.»
Pues la verdad, es que lo hago bastantes veces y no causa ningún agobio. Si me pierdo, pues miro el plano, me fijo en los sitios por los que he pasado, o pregunto a la gente y ya está.
No voy a decir que es mejor que el GPS, porque eso sería una estupidez, pero se puede sobrevivir.
Por cierto, que conste que has sido tu el que ha hablado de «tecnología adictiva»… (así que luego no digas no existe eso).
El tema del GPS me parece una metáfora perfecta de lo que es la vida últimamente. Estamos acostumbrados a que nos digan como ir a los sitios, sin ningún esfuerzo, símplemente siguiendo unas instrucciones. Lo de reflexionar lo que estamos haciendo, y saber porque hacemos las cosas, mejor lo olvidamos ¿no?. Buen reflejo de una sociedad fácilmente manipulable. Cuando el «GPS socila» nos diga que giremos a la izquierda o a la derecha, lo hacemos sin custionarnos nada…
Antes que hiciera su aparición, era muy habilidoso buscando direcciones; hasta lo tomaba como un reto al estudiar la ruta desde mi casa.
Pero al estar usando el GPS siento que mi habilidad de buscar por mi mismo una dirección me ha mermado. Claro está que disfruto más el viaje al dejarme llevar por el GPS
No es por incordiar, pero hace mucho tiempo que el ser humano (la mayoría) le cogió gusto a dejarse conducir por auténticos GPS humanos (profetas, gurús, políticos…).
Lo de perder cierto tipo de «orientación» me parece secundario. Me preocupa más ese gusto por la adicción irracional, que, para colmo, no viene en el ADN humano (como tal «adicción»).
Cuando el otro día defendía la opinión de la adicción a la tecnología, ni de cerca pensamos en una herramienta que en principio es usada como medio y no como fin. Diferencia entre el gps y el smartphone. Muy tonto tiene que ser una persona para hacerse adicto a un gps, brújula o sextante. Siin embargo antes la gente «si» era adicta a televisión e incluso a novelas de caballería. Verdad amigo Sancho!!
Pero abre Xaquin un debate interesante, si es innata el sometimiento a algún tipo de liderazgo. Estoy de acuerdo con él que no lo somos, y cuanto más inteligente es un individuo más rebelde es, pero con un matiz el «emocional». En la vida te encuentras «bocazas» no inteligentes que no son rebeldes sino «inadaptados» al stress, mientras el «inteligente» utiliza sus skills emocionales para sacar provecho de sus capacidades y hacer que la veleta sople a su favor. ¿Se puede ser lider en un entorno profesional o educativo? si pero eso no significa ser brillante, normalmente el lider es que no demuestra habilidad hasta que elige el momento adecuado… ¿Que marcas son líderes? normalmente las más adaptativas al mercado. El lider no es el alfa, es el «gamma» aquel que todo el mundo trabaja para él, sin dar palo al agua, porque ha vendido una trola, que se la compran y le mantienen en el poder: por ejemplo en nuestra Sociedad los modernos chamanes: curas
Lo facil a menudo nos afecta el cerebro. Quisiera saber como sera el futuro, en cuanto pongan más y más tecnologia «Facilitadora» de actividades.
Pues que quieres que te diga… Me pasé 10 años pateando aceras por toda la Comunidad de Madrid vendiendo seguros y una de las cosas buenas heredadas es tener un plano sencillo de cada una aunque hayan cambiado un huevo como Parla (entonces el tren te dejaba en el polígono y no en el centro) Cada vez que voy por una refresco los datos, pero ya no necesito los dos libra os de planos o los deliciosos miniplanos del Consorcio de Transportes, no sino que tiro de Maps, pero sigo usando mi «palacio de la memoria» (ahora se gracias a Él Mentalista que usaba una técnica sin tener pajolera idea de ello) para tomar referencias visuales de los posibles caminos a seguir. El Las dos primeras veces que fui a mi trastero y al Cash de Móstoles tire de Maps, ahora me se 3 variantes diferentes a usar según condiciones.
Siempre he delegado en el chófer lis detalles para llegar (¿coche en propiedad? No, gracias) pero no por eso he dejado de mirar por donde se metía el taxista o lo que hay en el camino a mis destinos frecuentes, y pero ta la tercera vez tenia la digital con el teleobjetivo preparado para sacar la foto al castillo o al silo del SEMPA, que y claro ya vas leyendo o durmiendo.
Se cogen los beneficios pero no se olvidan las destrezas y procuras transmitirla.
Enhorabuena por el artículo. Claro y «al grano».
Creo que el GPS, o el llamado Efecto Google no es sino una forma más de sacar información de nuestro cerebro a un soporte exterior para poder ser usada a conveniencia. El papiro, la agenda o métodos como el GTD hacen lo mismo, pero a otro nivel. Actualmente, pienso que cuanto más espacio haya en nuestras cabezas para poder ser creativos y dedicarnos a cosas realmente importantes, mejor. Saber un montón de ubicaciones no es esencial. Incluso, puede ser perjudicial en una ciudad donde siempre cabe la posibilidad de sufrir atascos o cambios de circulación. Por supuesto, tener orientación sí puede ser importante. Y, para eso, no hay nada como tener el hábito de caminar con frecuencia (sin GPS, claro está).
Por cierto, me hizo recordar a una anécdota que me ocurrió hace poco. Precisamente redacté un artículo con el tema Se ha perdido la señal GPS
¡Saludos!
Pasó con las agendas telefónicas, recordábamos un montón de teléfonos de memoria, ahora no lo necesitamos, buscamos el nombre de la persona y el teléfono se encarga de buscar el número y marcarlo, el número dejará de existir para los humanos al igual que la IP de las páginas web.
El GPS es distinto, no solo exige memoria sino también cierta capacidad de razonamiento para buscar la mejor ruta, nos evita pensar.
Quiero creer que quitarnos esas habilidades supone que habrá espacio para adquirir otras nuevas de mas alto nivel que la maquina aún no ha alcanzado
A más de un adolescente (y no tanto…) le podemos preguntar dónde está el Norte, o el Este, y es lo más probable que ni sepa orientarse para marcarlo. Si lo hacemos de noche, ni siquiera los veteranos sabrían, salvo que fuera marino o militar.
En esta sociedad no necesitamos esos conocimientos. No estaría de más aprenderlos, pero por puro deseo de conocimiento.
Me pasa que tengo la oficina en una calle semipeatonal, solo pueden pasar residentes y taxis en el antiguo recorrido al Corte Ingles y un montón de coches pasando porque se lo indica el GPS sin hacer caso a las señales de que no pueden pasar. Lo que les digo si el GPS les dice que se tiren desde un barranco lo hacen.
A mi lo que me preocupa es la reubicación laboral de los sectores automatizados y la capacidad de otros sectores de albergar esa movilización de gente productiva.
Tirando del hilo de la conducción autónoma, cada vez pienso más en lo irracional que es exigir a una máquina una fiabilidad tremendamente superior a lo que hoy en día aceptamos en los humanos.
Si una máquina tiene un error tras un millón de kilómetros sale en la prensa y tiemblan las bolsas, pero dejamos conducir a cualquiera que coja el coche sólo en semana santa, a gente que ha bebido, no dormido, está con problemas de salud o a nuestros mayores, que con todo el cariño, muchas veces han perdido buena parte de sus facultades.
Eso nos parece normal, pero la máquina no, por dios, tiene que ser totalmente fiable.