Airbnb escribe una carta a la Securities and Exchange Commission (SEC) solicitando el cambio de una regla que, actualmente, impide a las compañías entregar acciones a quienes no sean ni empleados ni inversores. La carta es remitida en respuesta a una solicitud pública de comentarios sobre un proyecto para hacer esa legislación más flexible para las compañías de la llamada sharing economy, y lo que la compañía pretende es poder diseñar un programa que permita entregar a sus anfitriones, las personas que ponen sus propiedades en la plataforma, acciones de la compañía.
El razonamiento de Airbnb es claro: a la compañía le va mejor cuanto mejor le va a sus anfitriones, y otorgar un porcentaje del capital a los propietarios desde una etapa temprana puede contribuir a alinear los incentivos entre dichas empresas y sus participantes, en beneficio de ambos. Otras compañías, como Uber o Juno, habían planteado esquemas similares anteriormente, pero terminaron descartándolos debido fundamentalmente a su complejidad desde un punto de vista legal.
La idea planteada ahora por Airbnb sigue una interesantísima tendencia de replanteamiento de los esquemas de propiedad y reparto de valor en la economía: la gran mayoría de las compañías exitosas hacen ricos a sus fundadores y a quienes tuvieron la fortuna de recibir acciones en virtud de esquemas muchas veces arbitrarios, pero, en muchos casos, están muy lejos de ser justas para con sus trabajadores o para con otros actores que pueden resultar, en muchos casos, fundamentales en su desarrollo y actividad. Desde un punto de vista filosófico, la idea de tratar bien al usuario puede tener, lógicamente, mucho sentido, pero pretender que lo hagan trabajadores insuficientemente pagados o que trabajan en condiciones poco confortables puede resultar incoherente. A lo largo de las últimas décadas ha cundido una epidemia de frugalidad en las compañías, que en muchos casos fueron prescindiendo de comodidades y privilegios que tenían con sus trabajadores con el fin de engordar sus cuentas de resultados, justificándolo como una manera de hacerse más atractivas maximizando los beneficios de sus accionistas.
El equilibrio y la priorización entre los beneficios de esos tres actores, accionistas, trabajadores y usuarios, ha sido protagonista de numerosas reflexiones, como la que llevó a cabo Jack Ma cuando su compañía, Alibaba, salió a bolsa, y que afirmaba que sus prioridades eran claramente «customers first, employees second, and shareholders third«: el dinero de los accionistas es importante y necesario para el crecimiento, pero la compañía solo es sostenible a largo plazo si los clientes están satisfechos, y solo unos empleados satisfechos pueden transmitir esa satisfacción a sus clientes. Si aplicas la frugalidad hasta el punto de que tus empleados carezcan prácticamente de beneficios, estén pagados por debajo del mercado y estén constantemente escuchando cantos de sirena desde otras compañías, o los obligues a viajar en condiciones incómodas, transmitirán a los clientes unas sensaciones completamente distintas a las que podrían transmitir si se considerasen privilegiados que trabajan en una compañía que perciben que los trata de maravilla. Si quieres que tus empleados traten bien a sus clientes, empieza por tratarlos a ellos como lo que son: el activo en muchos casos fundamental en esa relación. Si los obligas a viajar en condiciones incómodas, a alojarse en hoteles baratos o les pagas sueldos que no soportan una comparación con los beneficios obtenidos por la compañía, ¿qué les estás diciendo que esperas realmente de ellos?
La idea, por ejemplo, de un Jeff Bezos convertido en una de las personas más ricas del mundo mientras la práctica totalidad de sus empleados perciben sueldos habitualmente discretos y ejercitan una política de frugalidad de una manera casi obsesiva y, en los casos más extremos, viven prácticamente de la beneficencia incide en uno de los problemas más complejos del mundo actual: la gestión de la desigualdad, y la conveniencia de que una compañía se apalanque en un recurso público para paliar las paupérrimas condiciones en las que mantiene a una parte de sus empleados, a los que considera prácticamente como un recurso fungible. ¿Vale la pena, como cliente, recibir productos y servicios en muy buenas condiciones, si eso se logra a base de explotar a los trabajadores? ¿Tiene sentido buscar ideas sobre acciones filantrópicas para llevar a cabo con tu fortuna, mientras mantienes a tus empleados en condiciones absurdamente frugales? ¿Realmente podemos encontrarnos a gusto cuando, desde la comodidad de nuestra casa, pedimos un Glovo o un Deliveroo y aparece un repartidor empapado y mal pagado con el envío que hemos pedido? ¿Vale la pena alentar ese tipo de modelos? En muchos sentidos, añoramos el modelo de hace algunas décadas, en el que el trabajador se sacrificaba por su compañía porque trabajar en ella le permitía sentirse en muchos sentidos un privilegiado: el modelo actual puede ser que resulte marginalmente más rentable, pero en términos de equidad y sostenibilidad, deja mucho que desear. Iniciativas de reparto de valor como la de Airbnb, modelos que remuneren al trabajador por el valor generado, esquemas dinámicos de reparto de capital entre los participantes en una iniciativa o la búsqueda de condiciones de sostenibilidad y remuneración de los participantes son formas de plantearse que esa alocada carrera hacia la rentabilidad a coste de todo lo demás podría estar basada en principios insostenibles, escasamente éticos y, en último término, destinados al fracaso. O simplemente, una señal de que algunos deberían comenzar a replantearse muchas cosas.
This article was also published in English on Forbes, “Could Airbnb point the way to fairer distribution of profits?»
El tema de la satisfacción de los empleados para así conseguir que traten bien a los clientes, no deja de ser una manipulación puesto que solo es aplicable a aquellos que están cara al público.
Hace ya años, muchos que ese problema se planteó con las cajeras de supermercados, que eran el único empleado que tenía trato con los clientes, no se solucionó tratándolas mejor o subiéndoles el salario sino formándolas en comportamientos estándar y vigilando estrechamente que siguieran las pautas establecidas , lo que ha conducido al «Buenos días señor» que recibimos los clientes y que nos suena absolutamente falso.
El problema es mas de fondo, el problema es de la pérdida de valor del trabajo, debido a la mejora de la eficiencia en los procesos productivos que ha llevado a reducir la mano de obra necesaria, por lo que ahora hay un exceso de oferta y por tanto una reducción del valor del producto ofertado, el trabajo.
La solución ya la ofreció Keynes hace un siglo y de hecho se ha aplicado en las diversas revoluciones industriales, menos en la presente, se trata simple y llanamente de reducir la jornada laboral hasta que se ajusten la oferta y la demanda.
No he entendido del todo «se trata simple y llanamente de reducir la jornada laboral hasta que se ajusten la oferta y la demanda.»
¿Se trata de reducir la jornada laboral, y proporcionalmente el sueldo o solo el horario?.
Si es el primer caso, (porque el milagro de los salarios, no lo registra ni la Biblia). Yo creo, que en este país, lo que la gente pediría es la prolongación de la jornada laboral. Al menos cuando yo he tenido horas extra para repartir, el problema era hacerlo de forma equitativa entre el 95% de los empleados que las deseaban hacer.
Creo que es evidente en mi exposición que si gracias a la tecnología el mismo empleado rinde mucho mas, hay que pagarle de acuerdo con ese rendimiento, no solo se va a beneficiar la empresa de la nueva tecnología.
Para dejarlo claro, menos jornada mismo salario.
La segunda solución tampoco es mala, porque si debido a la reducción de jornada hay mas empleados, habrá mas consumidores y mas mercado, claro que la capacidad reducida de compra hará que haya menos demanda y los precios habrán de bajar hasta ponerse al alcance de todos.
Como ves, de ambas formas se regula el mercado.
Yo creo que igual que el precio de las patatas, el salario lo marca el mercado, si hay demanda de lo que sabes hacer, sube tu salario, si no la hay baja, Lo que tu rindas con ese trabajo es algo absolutamente indiferente.
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Te pongo un ejemplo,
Un «Portero de Discoteca», es un gorila forzudo de escaso entendimiento y no excesiva agresividad, pero como son escasos y su trabajo comporta riesgos, están bien pagados, pero nadie pide que su rendimiento sea excelente, es mas, lo que se desea es que solamente su presencia. sin hacer absolutamente nada, sea suficiente para mantener el orden.
Igual pasa, con los obreros industriales, si precisas la misma habilidad para utilizar un destornillador, que para utilizar un destornillador neumático y por ello aumentar el rendimiento un 300 % tu mérito en ello es nulo, por tanto se le pagara igual que a un obrero sin cualificar en cualquier caso.
¿Que motivo tiene el vigilante de la puerta de una fábrica super automatizada que funciona sin necesidad de un solo obrero , para cobrar mas que el vigilate de una empresa de 20.000 empleados?.
El rendimiento de su trabajo no está relacionado con el salario, lo que esta relacionado con su salario es la ley de la oferta y demanda del tipo de trabajo que sabes efectuar. Si eres segurata, pues lo que se pague a los seguratas.
Ya lo he explicado de manera suficiente.
Si debido a la falta de demanda se dan situaciones injustas para el obrero la solución pasa por reducir la jornada laboral.
No se por que los sindicatos no plantean esa solución, que ya se ha implementado anteriormente a satisfacción de todos.
Historicamente ha sido al revés, el aumento de la productividad lleva a que suban de precio los cortes de pelo y bajen los de productos de consumo.
Para buscar al culpable de hundir los sueldos miraría al fina de la guerra fría y el «miedo» a una revolución interna, o la globalización y los flujos migratorios que hace que aquí no falte quien esté dispuesto a trabajar para vivir.
He visto como industrias de China menguan justo por subir sueldos y precios, reduciendo ventas y producción. Es el progreso, pero aquí preferimos que vengan inmigrantes a cobrar poco, en agricultura o en ayuda doméstica, en vez de crear valor añadido y subir sueldo.
En la economía moderna los medios de producción los controla la empresa, y por ende la productividad depende de sus decisiones, no de los trabajadores, que son engranajes. Recuérdaselo cuando les tengas en clase, que es su responsabilidad que la empresa triunfe y no los bedeles.
Yo siempre he pensado que las compañías se deberian considerar como una sociedad de unos señores que son Accionistas y otros señores que son Empleados , Los primeros ponen en riesgo un capital y los segundos un trabajo, Por el primer riesgo. los accionistas cobran por dos caminos, el aumento de las acciones y sus dividendo, que cubre la inflacion y unos de puntos de interés que lo marca el mercado de capitales y los empleados con un salario que es el del mercado de trabajo.
El problema está cuando se produce un excedente de beneficios, o por el contrario una pérdida, ¿a quien corresponde absorberlo? – A los accionistas o a los empleados
A mi modo de ver, a pachas, tanto el beneficio como la pérdida,Llo lógico sería que la mitad de esa diferencia, positiva o negativa, fuera a parar al accionista y la otra en rebajas o subidas circunstanciales de salario, (sin que en épocas de crisis se redujera plantilla sino los salarios, como no se reduce el número de accionistas)
Se puede hacer accionista al empleado, no hay nada que lo impida, ese sentido tenian las «Stock options» hasta que Hacienda inclemente se metió contra ellas a saco. SIn embargo. pese a que se pueda hacer, yo creo, que al empleado hay que remunerarla en metálico y que él, si tiene fe en la compañía, comprará con sus ahorros si quiere acciones de la compañía, como cualquier otro socio.
Accionistas, Empleados, Empleados Accionistas, Empleados Accionistas endeudados y futuros parados endeudados:
El 75% de la plantilla del Banco Popular, unos 7.950 empleados de los cerca de 10.600 que integran sus filas, acudió a las dos últimas ampliaciones de capital de la entidad. Y la mayoría lo hizo con los anticipos de nómina que el banco les ofrecía.
“No se puede decir que nos obligaran, pero en pleno ERE y con el miedo a perder el trabajo, casi todos apostamos por acudir esperando que el apoyo sirviese para mantener a flote la entidad”, indica un empleado del Popular.
Con la liquidación del banco, los empleados del Popular no solo se juegan sus puestos de trabajo. Todos los meses ven cómo de su sueldo se sigue descontando el anticipo recibido para comprar acciones de una ampliación de la que no obtendrán beneficio alguno. Además de haber perdido lo invertido, el principal temor ahora es que Santander decida cambiar las condiciones de esos préstamos una vez transferidos, “convirtiéndolos, por ejemplo, en un crédito personal con intereses”
En la ampliación de capital 2016 fueron hasta 30.000 euros de anticipo y hasta 7 años de plazo para amortizarlo.
Y ahora, además de perder lo invertido, sufren la incertidumbre de saber qué sucederá con sus puestos de trabajo.
Jugaron al caballo perdedor, igual que los accionistas que fueron a la ampliación.
Si la cosa hubiera salido bien, y las acciones hubieran aumentado de valor. no estarían aquí.explicando como pensaban repartir entre todos los españoles los beneficios extra conseguidos.
Cuando alguien invierte SU dinero en acciones asume un riesgo personal e intransferible. Si gana con esa inversión «lo reparte entre todos los españoles» con el impuesto correspondiente.
Igual que usted no tiene inconveniente en «estar aquí explicando» que un ayuntamiento se equivoca -a su favor- con las plusvalías de la venta de un inmueble y no lo pone en conocimiento de esa administración, presumiendo de ser un «ciudadano ejemplar»
Que «repartan» los demás…
«Si pagamos todos, pagamos menos»
Y si pierde dinero , también “lo reparte entre todos los españoles”, sus minusvalías restan sus ingresos y con ello baja sus impuestos, no solo proporcionalmente, sino además retrocede en su escala en en IRPF y deja de pagar una cantidad que pagamos entre todos los demás.
O es que acaso, la labor de «repartir», se produce cuando pagas y no cuando ahorras impuetos.
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Si está destinada al fracaso está tardando bastante
Las tartas de cumpleaños presentan varios problemas: quien ha de hacerla, que sabor se le da, que adornos debe llevar… pero el principal problema es repartirla. El que cumple, el amigo mejor del que cumple, el papá o la mamá, el perro/a de la casa…. no hay forma de ser equitativos. Empezando porque las matemáticas (fraccionar) no sirven en un reparto real. Hay demasiados factores que nos hacen inaguantables a la hora de repartir algo.
Y además están los intermediarios. Eses que se encargan de llevarte la tarta hasta tu sitio.
Pero curiosamente, una cosa es bien cierta: los que comen tarta (protestando), seguro que no tienen un puto recuerdo, para los que no tienen para tarta.
Un anfitrión en Airbnb, es cliente y partner al mismo tiempo, sí Airbnb se rediseñara con un core transaccional basado en blockchain, sus anfitriones directamente pasarían a tener un tercer rol como accionistas. La sharing economy ya se está reinventando con las nuevas plataformas transaccionales, en la que el cliente toma parte activa en la compañía en un modelo de microaccionariado. El concepto de cooperativa digital aboga a una nueva organización de los actores de un servicio sharing economy, quizá más descentralizado. El cliente ya no prosumer si no microaccionista. A nivel partícular me encanta la idea de ser usuario de una plataforma y sentirme microaccionista al mismo tiempo. La evolución con blockchain nos permitirá desarrollar este tipo de estrategias de negocio.
Cuando yo trabajaba en Corning utilizábamos mayoristas para suministrar a las tiendas, que a su vez venden al usuario final. El tener intermediarios que son a la vez clientes y en cierta medida, socios tuyos no es ni mucho menos un invento de la economía digital.
En la URRS todo la cadena de proveedores y e intermediarios hasta llegara al usuario final era del Estado que lo organizaba todos según Planes Quinquenales, En España en menor medida, muchos bancos tiene empresas propias que eran a su vez clientes., Yo lo he padecido cuando trabajaba en LEINSA una empresa de Informática, que era de Banesto.
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Mi experiencia es que no funciona. Claramente en la URRS donde todo el entramado económico, se derrumbó de la noche a la mañana,.En Baanesto, porque te contrataba empresas del grupo y así todo quedaba en la familia.
Consecuencia tu cliente tenia la sensación de que no había podido elegir al mejor, sino al que le habían impuesto y que este por fuerza era medianejo. Y tú trabajabas con la tranquilidad que tiene el tener un cliente cautivo, que quede a gusto o no. con lo que haces, tiene que tragar.
Para mi, tal solución es nefasta. Lo ideal es que la relación cliente/proveedor se deba únicamente por el interés entre ambas partes de mantener esa relación y no por interesas ajenos al servicio que se da y se paga.
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.¿Vale la pena, como cliente, recibir productos y servicios en muy buenas condiciones, si eso se logra a base de explotar a los trabajadores?
Esa pregunta no se debe hacer ahora. Se debió hacer en el S. XVI y justo antes de que dieran comienzo cada una de las revoluciones industriales que hemos vivido.
Ya sabes lo que opino de «erbanbi».
Ojalá desaparezcan todas estas empresas y plataformas que lo único que hacen es crear burbujas en la economía y jo***** todo. Si seguimos pretendiendo generar pasta con la colaboración de los demás por «la face» y no regulando (legislando) nada llegará un momento en que se pueda mercadear con cualquier cosa sin necesidad de regularlo igual que en el S. XVI.
Para mí y por evitar usar malas palabras: un mojón !
Esta en tu mano comprar todo de artesanos, ir hoteles de precio justo tres estrellas y viajar en ALSA.que paga muy bien a sus conductores.
Pero no intentes que los demás sigamos tus pasos, quizá a nosotros nos guste obtener el máximo por nuestro dinero y déjanos que compremos por Amazon, durmamos en AirBnb y viajemos en Blablacar.
Hay espacio para todos,
Cuando se habla de las condiciones laborales de Amazon pienso 2 cosas: 1. Si tan explotados están los trabajadores, probablemente deberían cometerse muchos fallos debidos a la falta de experiencia por elevada rotación de personal, fallos por exceso de presión y estrés… etc. 2. Si eso no ocurre, o es que Amazon tiene un modelo de gestión perfecto en el que cualquier (con perdón) inepto puede hacer bien su trabajo sin equivocarse, lo cual justificaría en parte bajos salarios, o bien las condiciones no son tan negativas como a veces se comenta, o al menos mejores que las de las pymes anónimas de las que no se habla en los blogs.