No cabe ninguna duda de que la movilidad en las ciudades está planteando y experimentando más cambios en los últimos años que en prácticamente todo el siglo anterior, el que en gran medida caracterizó su diseño gracias a la popularización de los vehículos con motor de explosión. Y la gran mayoría de esos cambios, que experimentan diversos niveles de adopción en función de los distintos mercados, proviene de una tecnología fundamental, el smartphone, con un potencial enorme de cara a la movilidad al disminuir enormemente los costes de coordinación. Llevar un potente ordenador en el bolsillo permite utilizarlo, por ejemplo, para poner de acuerdo a personas con necesidad de transporte con otras con capacidad ociosa, para localizar vehículos disponibles en un mapa, para diseñar o monitorizar rutas óptimas en función de las características del tráfico, para obtener y pagar títulos de transporte… una gama de posibilidades que se hace, indudablemente, cada vez más amplia.
A lo largo de los últimos pocos años, por ejemplo, hemos visto surgir aplicaciones como Uber, Cabify, Lyft, Didi o muchas otras, que han multiplicado la disponibilidad de vehículos y generado muchas más opciones de movilidad, y que representan aún un cambio minúsculo comparado con el que plantearán cuando incorporen masivamente tecnologías como la movilidad eléctrica o la conducción autónoma. Varias gigantes de la automoción, como Daimler y BMW, y próximamente Volkswagen, interesada en limpiar su imagen tras el dieselgate, se han apuntado a esta tendencia, y han inundado nuestras ciudades con vehículos listos para ser conducidos en cualquier momento por cualquiera que tenga sus apps instaladas.
Además, se ha duplicado el número de programas de bicicletas compartidas en el mundo desde 2014, con un incremento de más de veinte veces en el número de bicicletas disponibles y con ejemplos tan interesantes y referenciados internacionalmente como el de Sevilla o tan impresionantes como el de las ciudades chinas. Las propias compañías de movilidad se han introducido en este segmento mediante adquisiciones que presagian importantes integraciones y despliegues, del mismo modo que ha ocurrido también en otro relacionado, el de los patinetes eléctricos, que comenzó con varias startups ahora devenidas en unicornios merced a una fortísima actividad inversora, y continúa ahora con la irrupción de estos gigantes de la movilidad, generando lo que algunos consideran una auténtica «scooter economy» en torno al fenómeno del «everything as a service».
Sin duda, una buena parte de la movilidad en las ciudades va a evolucionar para convertirse en un servicio al que los usuarios recurren cuando lo necesitan, Transportation o Mobility as a Service, eliminando la idea de poseer un activo caro, infrautilizado, generador de contaminación y que se ha convertido en el mayor problema de la gran mayoría de las ciudades del mundo. Pero para ese ideal del transporte como servicio, resulta fundamental eliminar la fricción: no es posible intentar construir un escenario de movilidad coherente o mínimamente cómodo si pretendemos que cada ciudadano tenga que instalarse veinte o treinta apps para gestionar cada una de las opciones de movilidad como servicio que la ciudad le ofrece, unidas a las opciones que ofrece un transporte público que, obviamente, también juega un papel fundamental en la movilidad urbana y, gracias a sucesivas oleadas de innovación, se dispone a seguir haciéndolo en el futuro.
¿Cómo crear una app que las domine a todas? Uno de los protagonistas de la llamada movilidad multimodal, Citymapper, ya ha añadido opciones como las dockless bikes y los patinetes a su aplicación, lo que le permite recomendar rutas a sus usuarios que pueden comenzar en un tren de cercanías, seguir con un trayecto en autobús o metro y terminar con un recorrido en patinete hasta el punto de destino. Pero más impresionante me ha resultado el caso de Whim, una app desarrollada para Helsinki con aspiraciones de crecer en todo el mundo, que ha logrado unificar todas las opciones de movilidad de la ciudad en una sola app y convertirlas en una suscripción mensual. Bus, tren, bicicleta, taxi, car-sharing… todas las opciones de movilidad planteadas en la ciudad, gestionadas desde una sola app, lo que permite eliminar del proceso una buena parte de la fricción. ¿Por qué, en muchos casos, no utilizamos un determinado medio de transporte en una ciudad determinada? Porque para hacerlo tendríamos no solo que habernos bajado la app correspondiente, sino que además, tendríamos que haber introducido un medio de pago o, en algunos casos, pasar por un proceso de aprobación. Con el transporte público ocurre algo similar: las fórmulas de muchas ciudades ofrecen precios razonables únicamente a residentes que llevan a cabo un uso habitual, lo que deja fuera no solo a no residentes, que podría resultar razonable, sino también a residentes que podrían llevar a cabo un uso ocasional, pero son así desincentivados para ello. En la práctica, que la totalidad de las opciones no estén disponibles de manera inmediata para el ciudadano se convierte en un desincentivo importante para su uso, y termina redundando en que muchos no se los planteen, recurriendo en su lugar a un uso completamente subóptimo del vehículo privado, el verdadero enemigo y causante de la mayoría de los problemas de nuestras ciudades.
El caso de Whim en Helsinki debería generar una reflexión importante en los responsables de movilidad de las ciudades: no se trata de ofrecer servicios, sino de integrarlos en un sistema que de verdad reduzca al mínimo o elimine toda fricción para su uso. Y no es un caso aislado: Cubic, en Chicago, está intentando poner en marcha un modelo similar. Que el transporte en una ciudad se convierta en una cuestión de tomar en cada momento el medio de transporte que se adecúe a nuestras necesidades inmediatas, sin más proceso implicado que sacar el smartphone y utilizar una app. Una app, no diecinueve, que pueda optimizar nuestro desplazamiento, ofrecernos distintas posibilidades, y funcionar a la vez como billete y como medio de pago. Así de sencillo. Pero en este momento, uno de los grandes retos que pueden estar ralentizando la evolución de la movilidad.
This article was also published in English on Forbes, “Why Helsinki’s Whim is no fad»
Muy interesante. Gracias por tu artículo.
Ps. EL link de «unificar todas las opciones…» no funciona bien
Igualmente muy agradecido como siempre
Gracias, Víctor. Corregido, era éste.
El altar e idolatría de las apps se nos ha vuelto monoteista en este artículo:
«La integración en una sola app facilita el uso al usuario»
«Amarás a tu app entre todas las demás». Con un par OLE y OLE.
Poco más se deduce… ¿Las ideas del artículo son nuevas o buenas? Analicemos la innovación:
¿Es una idea nueva?
La idea es simple y no es nueva, desde antaño Galerias o ECI vendiendo todo lo que puede en un solo gran almacen, a los trivagos, rastreator de turno, salvo para los dueños de la app que te controlan mejor. Todo ello publicitado para hacer más fácil la vida al usuario y de paso ser un polo comercial para que la gente acuda a estos centros físicos u online. Bueno pues eso tan nuevo como el bazar de todo a 100 de los chinos.
¿Es una idea buena?
Para el comerciante claro que si, aumenta sus ventas: un solo lugar varias ventas.
Un análisis no superficial daría como resultado un dudoso futuro de felicidad para un usuario no brainless. El mercado se basa en que haya competencia no en lo contrario.
Cuando necesitas alquilar por horas un coche te interesa tener al menos tres referencias para comparar. Si eres un usuario orientado a precio está claro, quieres muchos portales, si eres un usuario cómodo no pagarás lo que te diga el integrador. ¿A lo mejor cuando el portal te esconde las ofertas buenas según tu perfil tiene gato encerrado? Es el juego del gato y el ratón del marketing online.
¿Que sucede cuando preguntas por un vuelo en un portal? Cada vez que solicitas un vuelo va subiendo el precio…. y luego os quejais del seguimiento via cookies o vía metadatos… Con las apps. estás jodido saben que eres tú siempre…
Defender la simplificación con anteojeras puede ser bueno para jugadores de ajedrez que no son capaces de anticipar una jugada o cansados de jugar. ¿De verdad nos dejamos hacer un Jaque Pastor sin más? Pues a disfrutarlo.
No sé en qué ciudad vivirás, pero en Valencia el bus y el metro son ambos del ayuntamiento, y Valenbisi (alquiler de bicis), aunque es una empresa privada, está patrocinada por el ayuntamiento y opera también en régimen de monopolio. En este contexto, no tiene mucho sentido tu comentario sobre la competencia. No la hay. Lo que sí hay es fricción, que se debería eliminar.
Ahora bien, incluso con un transporte público en el que hubiera competencia (Uber y similares, pero paradójicamente tú eres contrario a ellas) nada impide que el usuario pueda usar una sola app de su elección si se desarrollan los protocolos o APIs para apps de terceros. Que a Uber, Cabify, Valenbisi, y los ayuntamientos les interese hacerlo así ya es otro tema.
Justo la semana pasada me pasó: de vacaciones en una ciudad con playa quise desplazarme en bicicleta y me encontré este panorama: el ayto. tenía un servicio de bicis pero muy orientado para los residentes, había bicis aparcadas justo donde las quería que se desbloqueaban pagando por una app pero era engorroso… Finalmente me pasé por un taller de toda la vida donde alquilaban bicis.
En muchas ciudades de Europa he tenido que viajar en autobús y metro sin pagar, simplemente porque no he llegado a saber como se adquirian legalemente los billetes. De haber tenido una app que valiera para pagar con gusto hubiera pagado hasta un 15% de recargo
Pienso que movilidad y falta de fricción nos acerca a comunicación. Resulta tremendo ver como el aparatito ese (smartphone) se ha convertido en protagonista casi principal de las series televisivas (con investigaciones a tope).
El criminal sigue siendo humano, pero la tecnología no tiene porque ser tan inhumana.
El concepto de «fricción» e incluso «experiencia de usuario» (en inglés User eXperience, UX) es totalmente desconocido para los gestores del transporte público y, en general, para los gestores de muchos negocios.
(A nivel personal, me empieza a resultar tremendamente cansino tener que insistir en cada reunión que tengo últimamente en que, a falta de tales conocimientos, un primer paso es «contar los clicks» que lleva hacer las cosas, y ver cuántos pueden eliminarse, porque cada puñetero click cuenta en contra)
Para un uso esporádico del transporte público (es decir, sin abono mensual) la situación es terrible. Pero justamente para que la gente, que ya tiene coche en propiedad, deje de usar su coche para cualquier desplazamiento, hay que eliminar la fricción para usos no diarios. Examinemos el caso del Consorcio Regional de Transportes de Madrid (CRTM):
– Una tarjeta «multi» anunciada a bombo y platillo que solo permite 3 billetes compatibles. ¿Y por qué no 5? ¿o sin límite? Puede que 3 parezcan suficientes, pero yo mismo, sin usar coche, donde vivo ahora necesito habitualmente 4: el A para Madrid capital, autobuses interurbanos A-B1 (para ir a Madrid-Plaza de Castilla), autobuses interurbanos B1-B2 (para ir a un cliente de vez en cuando) y Metro-Norte (para ir a Madrid de forma alternativa al autobús). Y donde vivía antes (zona C1) necesitaba aún más.
– La tarjeta «multi» no permite cualquier tipo de billetes. Si coincide una zona, no se pueden cargar en la misma tarjeta, porque la máquina del autobús no tiene capacidad de preguntar qué billete usar. Por ejemplo, autobuses interurbanos A-B1 y autobuses interurbanos B1-B2 tienen que ir en tarjetas distintas.
– Las máquinas de recargar billetes de las estaciones no permiten cargar cualquier tipo de billete. Por ejemplo, los autobuses interurbanos solo se pueden recargar en los intercambiadores de transporte (hay pocos) o en los estancos (que no abren todos los días ni a todas horas).
Todo eso es fricción. Por no hablar de la fricción del lío de zonas, billetes urbanos, billetes interurbanos y tipos líneas de metro que existen. O de la frustración del otro día cuando me hice un lío con el del estanco y acabé cargando un bono de 10 billetes de un tipo que no necesito, y que ahora no puedo ni eliminar aunque sea perdiendo el dinero (voy a tener que subirme y bajarme de un autobús 10 veces para liberar su «slot» en la tarjeta multi). Normal que Pedro Duque dijera que el sistema no está bien diseñado, y los del Metro de Madrid sin entender realmente por qué lo decía.
Cualquiera le pide al CRTM que se pueda usar su app en el móvil o el reloj como almacenamiento de títulos de transporte, o que se dejen de zonas y tipos de billete y gaitas creadas para su conveniencia (no para la conveniencia del usuario) y pongan un tipo de billete único.
Encontrar una sola web que te diera todas las opciones de desplazamieno, desde andando a metro y de bicicleta a coche CarSharin, o taxi, y ya puestos incluso el vehiculo propio, dandote estacionamiento en destino, comparando tiempos e importes sería una bendición, si además vale para culquier ciudad,y encima vale para pagar el servicio, sólo puede ser un nuevo regalo de Google Maps.
Estoy bastante de acuerdo con las reflexiones de Guillermo Hotel, aunque no coincido en el enfoque porque creo que desvirtúa el propósito del artículo. Si he interpretado bien lo que manifiesta Enrique, la idea es tratar de reducir el engorro que le supone al usuario manejar gran diversidad de opciones de cara a la movilidad urbana. Lo comparto, aunque observo varias dificultades.
Más de una vez he pensado que el tema apps se está yendo un poco de las manos y que vamos a terminar necesitando una hasta para mear. Personalmente considero que muchas son innecesarias porque hay un programa que puede hacer lo mismo, aunque no igual: el navegador web.
Visto el panorama del transporte actual y el que va llegando, parece buena opción unificar servicios en torno a una aplicación, como podría ser buena idea ─no lo sé─ agrupar todos los supermercados en una sola app, ya que la mayoría utilizamos varios. El problema es que para hacerlo hay que matar la diversificación, anular la marca, y que esta dependa de un intermediario tecnológico, lo cual podría beneficiar al usuario pero también perjudicarlo.
Así está funcionando con el hospedaje en sitios «una sola app» como Trivago, Booking, Tripadvisor, etc. del mismo modo que sucede con los seguros. ¿Y qué ocurre también? Que ya no tenemos una sola app, sino varias que acaparan la intermediación y volvemos a encontrarnos con la fricción que queremos evitar.
Más aún, esta centralización probablemente esté controlada por los mismos inversores. En una ocasión eché un vistazo al aviso legal de algunas webs comparadoras de seguros y, si no recuerdo mal, eran distintas marcas bajo un mismo grupo. Que me corrija quien esté más al día.
El sector del transporte actual, evolucionado y «evolucionante», presenta un punto de volatilidad considerable debido a su entrada incipiente en la sociedad y las incertidumbres que lo rodean. Compañías que están operando podrían dejar de hacerlo mañana, y quizá exista un baile rockero donde al final queden cuatro gatos que manejen la pista. Entretanto, esa posible app universal podría también desaparecer, adaptarse o unirse a la fiesta. ¿Es plausible con todo esto plantearse la viabilidad de eliminar la fricción mediante un solo programa para smartphone? De serlo, ¿realmente el usuario saldría beneficiado? En cuanto a ser más fácil pillar una bici, un coche o conseguir el itinerario más adecuado, probablemente. Para el resto, me remito al comentario de Guillermo Hotel.
En cualquier caso, paradójicamente, me parece harto difícil conciliar el trepidante desarrollo tecnológico con facilitar la vida al usuario en un sector tan problemático como el del transporte.
Si a nivel administraciones tenemos un dni, un carnet de conducir en el que coindice el número. Un num. de seguridad social, la tarjeta sanitaria, la sanitaria europea, la tarjeta municipal de transporte, el registro en la web municipal de alquiler de bicis, el libro de familia(una libreta anacrónica), el carnet del pabellón municipal de deportes, sistemas informáticos que todavía no son capaces de cruzar datos y tenemos que andar con fotocopias del dni, de la declaración de la renta, direcciones postales que están desactualizadas en según que administraciones …, con el dni electrónico, ¿realmente es necesario todo lo anterior?
Con este panorama, en el que la propia administración no quiere o no es capaz de integrar sus «servicios», es todavía más complicado esperar que los integren compañías privadas con intereses diferentes o incluso contrapuestos.
Muy buen apunte. Es lamentable la multiplicación de tarjetas varias de las administraciones públicas. Con el DNI debería bastar para todo, que precisamente esa es su función, identificar. Además, ¿para cuándo un DNI electrónico virtual? Que no tengas que depender de una tarjeta física, con sus limitaciones.
Whim apunta a un ejemplo extraordinario de integración y simplificación en soluciones de movilidad local, podría incluso comprar empresas tipo Moovit que resuelven la ecuación de desplazamiento entre un punto A y B en cualquier parte del mundo, usando crowdsourcing.
Llegaremos a soluciones en las que pagando 100€ al mes dispongas de cualquier tipo de vehículo para desplazarte desde el punto A al B, se require consenso y acuerdos entre administración pública y empresa privada, en el momento que tienes un coche ya estás pagando un impuesto de circulación, éste se puede repensar para integrar dentro de una propuesta de movilidad pública-privada integrada.
Incluso se puede implantar un proceso de recompensa al ciudadano que no se desplace con vehículos de combustión fósil, y un gravamen al que continúe contaminando.
Las números salen, calcular cuánto os gastáis al mes en transporte privado y público y analizar que obtendríais en una tarifa plana de 100€ mensuales, habrá tarifas locales, nacionales, e internacionales.
Obviando la nostalgia de la posesión de vehículo, al final la movilidad debe resolver el cómo me desplazado desde el punto A al B, con tecnología y conciencia conseguiremos soluciones integradas y sostenibles.
Ese es uno de los problemas fundamentales. Entender que un coche es un medio de desplazarse desde el punto A al B, es como entender que un ordenador es una medio de acceder a Facebook.
Un coche es un símbolo de independencia, y claramente va en contra del estándar de libertad del nuevo siglo; estar monitorizados las 24 horas del días.
Reducirlo a una cuestión de coste no es conveniente, partiendo de la base de de que un móvil de 120€ hace lo mismo que el iPhone X. No es lo mismo coste que valor.
En definitiva, es sorprendente como en este blog se entremezclan entradas sobre desarrollar el pensamiento crítico y autónomo con entradas sobre aceptar algoritmos creados por empresas con las que tenemos una relación comercial.
Para las nuevas generaciones, principalmente en las grandes urbes, el coche se ha convertido en un símbolo de esclavitud. La liquidez del mercado laboral, las relaciones y la vida en general les hace extremadamente difícil pensar en tener un coche en propiedad. Pero siguen teniendo necesidades de movilidad. Desde ese punto de vista Whim se ajusta como un guante.
Estoy bastante de acuerdo con los comentarios de Krigan y Victor M. la integración de distintos servicios (los cuales ya has pagado por un abono mensual o similar, es decir precio fijado con anterioridad) es como dice ED o vosotros mismos un beneficio para el usuario.
Pero aparte de lo obvio, me interesaba poner el debate en la idoneidad, más bien la poca idoneidad si:
a) Se aprovecha para incluir en la integración servicios de precio competitivo (alquiler de vehículos p.ej.) en donde si solo integras dos o tres opciones siempre puedes pensar que se está quitando mucha competencia de encima, y solo entraría en la app los que dominan un mercado por su tamaño y sus prácticas monopolistas. En whim te dan un servicio de alquiler de un tipo solamente. Lo cual es malo.
b) El uso de una app conlleva siempre la falta de privacidad y la restriccion de uso para aquellas personas que no pueden o no quieren tener un smartphone, por mil razones que no son el fondo de la cuestion. Lo que deberia ser un medio mas de acceder al cliente target se convierte en un restrictor que no democratiza precisa su acceso sino todo lo contrario lo inhabilita.
Por sesgo ideologico mio todo lo que se ofrece de manera excluyente me parece pernicioso para la Sociedad. Es decir si voy a comprar un producto o servicio entiendo que debe ofrecerse al menos por 2 vias: fisica y digital(en interfaz abierta que se pueda acceder por cualquier navegador). Y adicionalmente no me parece mal que haya una app. Me parece correcto que un servicio de integracion p.ej. que muestre tu localizacion, con un mapa de la zona, el transporte publico con sus cadencias, etc se de en una app que mejore la visualizacion limitada que tiene la ventana de un smartphone, es decir mejorar la experiencia de usuario. En este caso lo de físico no aplica, la verdad, por lo que sería aceptable su venta solo online.
La critica basica es que con la apariencia de una idea buena y nueva, normalmente ni es lo uno ni lo otro. y se queda en monopolizar la oferta y capar opciones al usuario.
Ver: https://whimapp.com/
Y lo que hace Whim al poner unas tarifas concretas de coches, taxis, es ofrecerte sus servicios para venderlos, NO SON HERMANITAS DE LA CARIDAD…
si no nos queremos caer del guindo, pues nada a seguir en la guindalera que por cierto es un barrio muy bonito de Madrid. Cada uno es feliz como quiere, y que te faciliten la vida con un app puede tener un precio que os resulte agradable pagar. No problem.
https://es.wikipedia.org/wiki/La_Guindalera
Y otra critica a ED, es que en su artículo no pone ningún pero a lo de la competitividad, que otras veces si prima, pero tampoco pasa nada, para eso estamos los comentaristas, para dar nuestras ideas.
Comparto tu preocupación por cualquier situación de falta de competencia. Tan solo señalar que el hecho de que el pago pueda ser electrónico no impide que siga habiendo pago en metálico, para los muy pocos que siguen sin tener smartphone.
Ahora bien, para que haya pago en metálico tiene que haber alguna forma de contacto físico. ¿Cómo lo haces con servicios como Netflix? ¿Comprando en alguna tienda alguna tarjeta con un código? Eso es incómodo, consume tiempo, y tienes que tener una tienda así a una distancia razonable, y que Netflix quiera vender esas tarjetas. Al final el pago en metálico terminará por desaparecer.
¿Seguimos usando monedas de oro, plata, y cobre o bronce?. No. Nuestros antepasados las usaron durante miles de años, pero ya nadie las usa. Hasta en África están usando ya pago por móvil (M-Pesa y similares).
A lo de Helsinki Le veo un fallo enorme: si yo pago 500 euritos al mes y tengo barra libre, no me bajo del taxi ni para comprar el pan, al bus metro y bici ya les pueden ir dando, yo viajo como un señor de puerta a puerta con un chófer para mi solito. Y claro, a final de mes habré consumido varios miles de euros en taxi por solo 500, lo que hace insostenible el asunto.
No, suscripción mensual no implica tarifa plana. Eso sería absurdo. Pagas una suscripción en función de los medios que utilices, se trata de hacerlo fácil, no de incurrir en la insostenibilidad…
Whim, tiene tres modelos de pricing, Pay as you go (pago por uso), Suscripción + Tarifa cerrada, y Suscripción con Flat rate, por el hecho de tener una tarifa plana, no significa que si en tu día a día haces 4 desplazamientos ahora vayas a realizar 12 y te pases el día entero dentro de un taxi dando vueltas por la ciudad. Esos 500€ en Helsinki, son 250€ en España, si tienes vehículo propio cálcula cuánto te gastas al mes en desplazamientos y rondará ese precio, la tarifa plana no implica barra libre, porque tú como usuario no te vas a tripiclar en desplazamientos, así es cómo lo habrán calculado, las tarifas planas se calculan por medias de uso, por tener tarifa plana en Netflix, no significa que vayas a ver 20 películas a día.
Interesante, pero no tendrías ni «Chofer» físico, ni nada para ti solito.
Pero, sobre todo, no sería un «TAXI», tal y como los conocemos ahora.
El artículo de Bloomberg habla de dos opciones, la all inclusive por 499 euros y una especie de bonobus ampliado a las bicis por 49. Todo depende de qué se entienda por all inclusive.
Hola Enrique,
Debido a las restricciones de Forbes (con su política de privacidad y otros temas que no tiene sentido comentar aquí), me es incómodo compartir tus artículos con mis amigos y conocidos de habla inglesa.
¿Tienes pensado publicar una copia de esos artículos aquí en tu blog en algún momento?
Gracias.
Un saludo
Hola Ángel! Aquí en el blog tienes la versión española, pero A los cinco días de la publicación en Forbes los publico en mi página de Medium (con el permiso de Forbes, claro :-)