Era una noche lluviosa de viernes de un mes de mayo inusualmente lluvioso en Madrid. Salí de una clase a última hora, pasadas las diez de la noche. Pasé por el garaje, me subí en el coche, y salí conduciendo a María de Molina con intención de doblar la esquina de la calle Serrano como hago todos los días. También como todos los días, pasé por delante de los restaurantes que hay en esa acera, Goiko Grill y Tierra…
… y entonces, los vi. Eran unos siete u ocho repartidores de Glovo, Deliveroo y Uber Eats, con sus motos o bicicletas, todos esperando fuera de los restaurantes, bajo la lluvia. Cuando llegan para recoger el pedido, no les dejan entrar porque no tienen ninguna zona dentro del restaurante diseñada para que puedan esperar, así es que no les dejan entrar. Esos dos locales tampoco tienen ningún tipo de soportal o cornisa que les proteja de la lluvia, y la imagen me pareció penosa, como auténticos perros mojados esperando fuera bajo la lluvia. Una visión que cambió muchas de las percepciones que tenía sobre el tema. Por bien pertrechado que vayas, esperar así fuera de un restaurante y conducir una moto o una bicicleta bajo la lluvia tiene que ser cualquier cosa menos agradable, y me pareció prácticamente una afrenta a la dignidad. Si además lo haces sin ningún tipo de contrato, sin asegurar, sin derecho a vacaciones, a descansos regulados, a bajas por enfermedad o a beneficios sociales, la situación deja llamarse sharing economy, deja de tener la bonita imagen emprendedora y la pátina de los negocios disruptivos, y pasa a ser otra cosa: pura y dura explotación.
Se ha escrito mucho sobre las duras condiciones de trabajo de los repartidores de este tipo de compañías, pero no hay como verlo en una ocasión así, siete repartidores empapados esperando bajo la lluvia, para entenderlo. Puedes utilizar estos servicios para pedir comida o para otras cosas, pero si hablas con el repartidor cuando llega a tu casa y le preguntas cuántas horas lleva trabajando y cuánto va a ganar, te das cuenta de que estás ante la distopía de un trabajo que supone, en realidad, un retroceso inaceptable en lo que deberían ser las condiciones de trabajo de un ser humano, una auténtica afrenta a la dignidad.
A finales del año pasado, Glovo levantó una segunda ronda de financiación de $30 millones tras la primera de $5 millones. Deliveroo, por su parte, captó $385 millones para una valoración total que supera ya los $2,000 millones y, en un derroche de generosidad, repartió $13,5 millones en acciones entre todos sus empleados… excepto sus repartidores, porque no son empleados como tales. Para los repartidores, los que de verdad ejecutan el trabajo que constituye el valor añadido de la compañía… nada, cero, niente, zilch, rien de rien. El el caso de Uber Eats, el servicio de reparto de comida que más crece en los Estados Unidos por delante de competidores como Grubhub, Postmates, DoorDash o Caviar, las condiciones son prácticamente las mismas, aunque con una diferencia: al menos, la compañía ofrece a sus repartidores en Europa un seguro gratuito que los protege en caso de enfermedad o accidentes.
¿Qué tipo de economía estamos generando? ¿Tiene sentido crear compañías que aprovechan un agujero legal, la consideración del trabajo freelance, para construir imperios económicos basados en una distorsión, en personas que llevan a cabo un trabajo en muchas ocasiones a tiempo completo, pero sin ninguno de los beneficios que un trabajo a tiempo completo debería conllevar? Contratos laborales encubiertos, personas que dedican jornadas completas a trabajar para la misma compañía, pero en unas condiciones en las que cualquier accidente, cualquier enfermedad o cualquier problema los deja completamente desprotegidos, sin ingresos, sin beneficio alguno. Obviamente, lo que comenzaron siendo trabajos entendidos para que alguien los desempeñase en sus ratos libres, como fuente adicional de ingresos o con condiciones en las que la flexibilidad suponía un beneficio interesante, han rizado el rizo y se han sublimado para convertirse en una explotación que tiene lugar al margen de lo que la sociedad entendía ya superado en cuanto a protección de los trabajadores.
En el Reino Unido, Pimplico Plumbers, la compañía de fontanería independiente más grande del Reino Unido con ingresos de más de veinte millones de libras, fue llevada a juicio por Gary Smith, un fontanero que trabajó para ella supuestamente como contratado independiente entre agosto de 2005 y abril de 2011. El resultado del juicio, como corresponde al hecho de ser un fallo del estamento judicial más alto del Reino Unido, podría tener importantes consecuencias: tras varias rondas de apelaciones, el Tribunal Supremo ha dictaminado que la compañía debería haber tratado a Smith como trabajador con derecho a vacaciones, y ha estimado su decisión de demandar a la compañía bajo las leyes de protección a la discriminación, en una decisión que podría tener numerosas ramificaciones para otras compañías. Según el fallo del máximo tribunal británico, Smith no trabajaba por cuenta propia ni como contratado independiente de la compañía, sino que era un fontanero con un trabajo de fontanero como tal, con todos sus ingresos procedentes de la misma compañía, y con una jornada de trabajo estándar.
En algún momento, deberíamos detenernos y analizar la evolución de las cosas. Si alguien trabaja para una compañía, lleva a cabo algo que se parece a una jornada de trabajo normal y recibe unos ingresos razonablemente constantes procedentes regularmente de esa misma compañía, esa persona, por mucho que a la compañía no le venga bien interpretarlo así, es un trabajador, y debe recibir el tratamiento que corresponde a su condición de trabajador. Otra cosa podría ser cuando una persona trabaja un número de horas más bajo, no de manera regular, o simplemente utiliza ese tipo de trabajos para obtener algunos ingresos extras, pero incluso en esos casos, deberíamos asegurarnos que, al menos, goza de unas protecciones razonables para el desempeño de ese trabajo, al menos en cuanto a lo que corresponde a una cobertura razonable en caso de accidente o daños, que trabaja un número de horas razonable como para estar en condiciones de seguir haciéndolo. Soluciones basadas en blockchain, por ejemplo, son susceptibles de aportar a la gig economy el nivel de control adicional que obviamente necesita.
La flexibilidad es un valor muy interesante y, en muchos casos, una buena propuesta de valor en la economía. Pero construir esa flexibilidad en torno a la desprotección, a la explotación o a la consolidación de situaciones irregulares es algo que no debería permitirse en economías modernas. Algo que, además, se soluciona simplemente aplicando leyes que ya existen desde hace mucho tiempo y sancionando especialmente a aquellos que traten de retorcer esas leyes en su beneficio. El progreso debe ser progreso para todos los implicados, encaje o no encaje esto en la cuenta de resultados. Entre la llamada gig economy y la pura y dura explotación hay una linea, y no es tan fina como algunos quieren hacer ver.
This post is also available in English in my Medium page, “Gig economy versus exploitation economy»
Te honra el que seas capaz de cambiar de opinión
Saludos
El comienzo del articulo y la foto que lo ilustraba me hizo pensar: Enrique Dans no es tan «autómata», ha adoptado a un perro. Entendiendo por autómata no el significado del diccionario sino algo parecido a «amante de la tecnología» o algo parecido.
Estaba equivocado sobre el tema del articulo pero no sobre la segunda idea: No antepone, como yo lo llamo «los adelantos» al bienestar de la persona, por eso me alegro y le felicito de corazon.
Decía el otro día «Cuando se inicia un negocio aprovechando un vacío legal, … se sabe que tienes que darse mucha prisa en recuperar su inversión, pues mas pronto pronto o más tarde, saldrá una reglamentación que regule la mueva actividad que afectará a su
negocio y en muchos casos lo hará inviable»
Lo que no sabía, es que los «recadero»·aun no están controlados, Pensé después de la oleada de «mensajeros» y las tele-algo que aparecieron de golpe, se había reglamentado la contratación de este tipo de empleos y que precisamente por ello habían desaparecido casi todos.
Otro problema es que haya quien por complementar unos ingresos, o porque no encuentra otra cosa mejor, desee ganarse un dinero, en trabajos que no son indefinidos y a jornada completa como el de los repartidor, aparcacoches los fines de semana, o vigilantes forestales, lo mismo que hay empresarios que precisan contratar empleados para trabajos puntuales, sea envolver paquetes en Navidades, segar un prado., o ayudantes para una mudanza.
Creo que este tipo de trabajos «gig» deben estar suficientemente bien reglamentados, para que se puedan llevar a cabo, sin que permitan una explotación del contratado pero con una carga impositiva proporcional al trabajo que se precisa realizar, El que solo existan puestos estables e indefinidos, puede ser el ideal, pero no deja de ser una utopía que se choca con la realidad de que nada es indefinido y todo tiene un fin, unas veces más largo y otras muy corto,
Ese es el problema. Enormes empresas basadas en trabajo precario de gente que quiere «ganar un extra», o chavales que quieren aumentar la paga que les dan sus padres. Ese, precisamente, es el problema.
Y aún es peor si esa gente lo necesita para comer.
Regulación plena y justa. Como cualquier otra actividad de trabajo remunerado. Y mínimos regulados, por supuesto, tanto en precios, para que un autónomo al menos pueda eso, pagarse los autónomos, tener unas vacaciones, permitirse una baja, como en horas trabajadas por trabajadores fijos.
En fin. las verdades de la vida, la persona ya no te sirve, no hace falta, y entonces, simplemente tiene que sucumbir, sin objeto ya para qué, si nó sirve para nada ya, desaparece … eso esta asi, y no hay otra
Lo importante es que lo demas que queden que puedan sigan consumiendo a tope ignorando, ajenos a estas nimiedades
Realmente espero que este artículo lo lean todos sus lectores. Enhorabuena.
Pero como el outsourcing, body shopping, etc. Si vas al edificio de la compañía, tu trabajo es el de la compañía, con gente de la compañía … entonces tienes que pertenecer a la compañía.
Noto cierta tendencia de vuelta a la cultura empresarial del «pelotazo»; se encuentra un nicho, y se explota a su máxima rentabilidad económica, siendo conocedor que tiene «los días contados»; pero mientras tanto solo importa la rentabilidad.
Ese es un modelo que ya se puso en práctica alrededor del año 1992, y que tuvo las consecuencias económicas y sociales que ya conocemos. ¿Queremos volver a eso?
El caso del reparto a domicilio no deja de ser una sucursal del método «oriental»: turista que por cuatro perras es llevado en bici o recibe comida en paises de «economía negrera».
El buenismo empresarial (generalizado) no existe y si se depende de fondos buitre y demás resulta como el Rey Arturo.
La fuerza de trabajo robótica (y su posible sindicación) non es cosa de este tiempo… pero las necesidade vitales del trabajador normal (incluso si es petit empresario en esta economía tan global) siguen existiendo, pensemos en ellas o no.
Y la palabra explotación del trabajador (o de paises subdesarrollados) sigue tan vigente como el cáncer de próstata o de ovarios. El liberalismo económico vigente no deja de ser la homeopatía de esa explotación.
Mejor dicho imposible. A algunos les parece lo mejor, que acabemos en una economía de ciclista de Bangkok
Al final cada uno de nosotros, siempre vamos a tener el poder de decidir usar determinado servicio y podemos ser los verdaderos agentes de cambio para cualquier cosa que se te ocurra.
Genial el artículo. Relacionado con esto y sobrando las palabras: https://pbs.twimg.com/media/DfzzMaYXUAA7c1Q.jpg
Pues yo voy por otro lado (raro, raro… ¿verdad?)
Veo que los problemas de estas iniciativas son fundamentalmente 2:
1
Hablamos de empresas que, en realidad, no «viven» del servicio que prestan. El negocio de Glovo o de Deliveroo no es que un ciclista te lleve la comida a casa. A estas empresas les importa una mierda el ciclista, la comida, tú y tu casa.
Su negocio es meter a 30 tíos en una habitación y sacarles 30 millones de dólares. Y eso… ¿cómo se hace? pues explicándoles cómo van a hacer para devolverles 40 millones dentro de un año. Y… ¿cómo lo van a hacer? Pues metiendo a otros 30 tíos en otra habitación y levantándoles los 40 millones. Así de simple.
Lo del ciclista es sólo una necesidad lateral. «Algo tienen que decir que hacen»… ¿no?
2
La legalidad es la que es y puede que lo único legal sea mandar las pizzas en taxi. Ya lo dicen las propias empresas: si cumpliésemos lo que tendríamos que cumplir, no seríamos viables.
—
Por otro lado, hay multitud de ejemplos de GiG Economy funcionando, muchos de ellos europeos (Francia sigue siendo la capital mundial de este tipo de iniciativas) de los que no se suele hablar.
Hay que poner como ejemplo a quien hay que poner como ejemplo. AirBnBs hay mogollón. Te permiten buscar alojamiento mejor o peor. Su app será un lujo de UX o no… pero ellos no provocan un aumento de las rentas de las viviendas de un 50% en un año que desplace a la gente que vive en los barrios de las ciudades turísticas.
Cierto que todas son iniciativas que bordean lo legal: economía sumergida, delito fiscal, trabajadores que realizan estas labores mientras perciben prestaciones o incluso bajas, explotación por falta de derechos porque, en realidad, serían los esos mismo trabajadores los que tendrían que pagarse su seguridad social.
Pero si mañana sábado sale el sol, todos los bares de mi pueblo tienen una agenda con 50 o 60 tíos a los que llamar para disponer de 3 camareros y alguien que eche una mano en la cocina.
Si no sale el sol, ninguno de ellos hace falta.
¿Hacer con eso una app eliminaría las necesidades de hacer un contrato y pagar un seguro y todo eso? Pues no… evidentemente.
Y se puede hacer. Pero no es rentable por los céntimos que se puede cobrar de comisión. ¿Entonces? Pues no pasa nada porque cada uno tiene ya su agenda.
¿Sería bueno un sitio en el que estén todos? ¿Competencia? Pero… ¿290 euros de autónomos por trabajar un sábado?
Las preguntas van por ahí, Enrique…
Me he movido durante un tiempo por el mundo de las aceleradoras de startups y ¡bingo! has dado en el clavo.
La mentalidad de los emprendedores es justamente esa, ni crear un plan financiero para asentarse ni planes de rentabilidad. Bueno, se hacen para presentarlos en power points, pero nadie se los toma en serio.
Ni que decir tiene que ni por asomo nadie está pensando en un modelo productivo que genere riqueza a la propia empresa y al entorno, ni en la responsabilidad social, ni en objetivos más utópicos todavía.
El trasfondo de todos, de los «CEOillos» y de los que manejan el capital riesgo, es que un día llegue el Google de turno y suelte mil millones.
Me sorprende este artículo viniendo de ti. Soy suscriptor desde hace más años de los que recuerdo y leo a diario tus posts. Me sirve para estar al día de muchos asuntos y pensar sobre ellos.
De siempre noto una posición que pretende que cualquier cosa que sea viable tecnológicamente debe permitirse y no ponersele trabas. En esos casos discrepo totalmente. Aunque la tecnología permita algo, es la sociedad la que debe decidir si le interesa o no, legislando sobre ello.
Este es un caso claro, que la tecnología y la legislación actual permitan este atropello es inaceptable y no se puede tolerar. Tecnológicas y otros sectores (taxi u otros) deben competir en igualdad de condiciones.
Iba a decir lo mismo. Me ha sorprendido muy positivamente este artículo.
SÍ SEÑOR!!!
Esté de acuerdo o no con tus argumentos, te sigo y respeto desde hace años. Expones con lógica y estás bien informado.
En este caso TE APLAUDO con vehemencia por ser capaz de ver la OTRA REALIDAD, la parte oscura del liberalismo desnaturalizado y absurdo (que no del liberalismo equilibrado).
Saludos!
No será porque no se lo hayan dicho suficientes personas en suficientes ocasiones, pero aún así ¡bienvenido a los pies del guindo!
(este comentario lo he publicado también en LINKEDIN).
Espectacular artículo, Enrique ! Mejor no se puede decir. Por mi parte, y en mi opinión, el origen de estas situaciones reside, básicamente, en dos puntos: 1/ el cambio de actitud y mentalidad de los empleadores (no les llaméis ‘empresarios’) que ni siquiera tienen el mínimo pudor que les impida ser menos insensibles y egoístas y que ni se preocupan de conservar las formas y , sobretodo 2/ la permisividad y vacíos de la actual legislación laboral permite estos atropellos y desconsideraciones.
Y por si fuera poco, todo esto contrasta clamorosamente con las manifestaciones de muchas (casi todas) las empresas cuando dicen eso de que ‘las personas son el verdadero activo’ …. ¿os suena? Pues eso….
Estas startups ofrecen a los riders libertad de elección. Pueden elegir cuándo y dónde trabajan, o no trabajar. Pueden adaptar su trabajo a su estilo de vida. Las startups no les obligan a horario alguno. El problema es de legislación. El régimen de autónomos en España es de los ’70 (de la época de la dictadura franquista). Faltaban aún 40 años para disponer de la tecnología necesaria que hiciera posible este tipo de servicios. Enrique, creo que nos equivocamos si ponemos el foco sobre las startups en lugar de hacerlo sobre los legisladores. Flaco favor nos hacemos y damos una excusa a quienes tienen la responsabilidad de adaptar el marco legal a los nuevos tiempos.
Esa es mi postura. Es irreal pretender que todos los puestos de trabajo sean fijos e indefinidos, por fuerza hay trabajos a tiempo parcial, y otros limitados en el tiempo,
Lo que hay que hacer es legislar de modo que, por un lado se proteja al trabajador en esas condiciones,, que trabajar así suponga tener proporcionalmente al tiempo trabajado iguales s derechos que los que tiene un trabajador fijo, y que la carga impositiva, tanto para el empleador. como para el empleado sea proporcional a su trabajo y suficientemente disuasioria, para evitar sustituir empleados fijos por temporales en trabajos que podrían hacer empleados fijos..
En eso estoy de acuerdo. Las startups generan contextos que el legislador debería cubrir, siempre que sea posible con la aplicación de la legislación vigente a los mismos. Pero los legisladores no suelen actuar rápido, y cualquier startup o cualquier compañía en general debería ser capaz de prever a qué situaciones dará lugar el escenario que proponen, y no dedicarse simplemente a aprovecharse de ello o a disculparse. No hay que ser muy listo para entender que lo que se diseña como un trabajo para que algunas personas se saquen un dinerito esporádicamente y completen sus ingresos va a ser aprovechado por muchos para intentar ganarse el pan a tiempo completo en condiciones casi infrahumanas, como no es difícil entender que una app pensada para que cuando viajas no vayas solo y comparatas gastos va a generar que algunos descerebrados se hagan más de mil kilómetros al día entre Madrid y Valencia sin parar con el fin de vivir de ello, poniéndose en peligro a si mismos, a todos los ocupantes y a todos los que circulan por esa carretera…
Completamente de acuerdo.
Muy bueno el artículo y la discusión que ha generado, muy productiva.
Totally Agree!!! ¡Brillante Enrique Dans!
Te leo diariamente desde hace muchos años y creo que es la primera vez que comento a pesar de estar de acuerdo en muchas de tus opiniones. Pero en esta especialmente me alegra que compartamos la misma postura.
Evoca tristemente a la gran pelicula «Ladron de Bicicletas» Vittorio de sicca, 1950
«Después de la guerra, un hombre humilde y su hijo buscan en Roma la bicicleta que les robaron ya que él necesita trabajar.»
Me alegra comprobar que el autor del post al fin cayó en la cuenta de que además de las ‘nuevas tecnologías’ hay circunstancias y factores legales,, sociales e incluso emocionales que constituyen una barrera contra el ‘todo vale’ porque tecnologicamente algo sea posible .
No vale el ‘sistema’ del UBER-POP (prohibido y/o limitado ya en muchísimos países y capitales del mundo) , defendido por el bloguero Dans en su día, de forma reiteradisima e incluso vehemente, ni el de AIRBNB (que salvo que se amolde a ciertas pautas va a ir por el mismo camino….) , ni tampoco veremos a corto ni medio plazo como los vehículos con conductor humano son sustituidos por vehículos autónomos, por muy factible que dicha posibilidad pueda ser desde un punto de vista estrictamente tecnológico.
No todo en este mundo es ‘tecnología’….. afortunadamente…..
No te vengas arriba. Que no me guste la explotación de las personas es una cosa, y que la innovación no vaya a triunfar, otra muy distinta. Los coches autónomos los tendrás en todas las ciudades grandes en un plazo de un par de años, te pongas como te pongas.
Por supuesto que hay que innovar y actualizar, incluso –o especialmente– las leyes cuando hay innovaciones importantes o cambia la realidad social. Y está bien que la innovación nos haya permitido pasar del telegrafo al whastapp o del carro de bueyes al automovil electrico.
Nada tengo contra los coches autónomos, pero afirmar que dentro de dos años todas nuestras ciudades y carreteras estarán llenas de coches autonomos me parece a mí un exceso de optimismo rayano en la ingenuidad más absoluta.
Una simple pregunta: en caso de accidente, quien será el responsable? el ocupante del vehículo autonomo? su titular? el fabricante?
Hay más ‘preguntas’, muchas más, y habrá que responderlas antes de que los coches autónomos puedan circular por nuestras ciudades y carreteras. Las respuestas no son nada fáciles y con certeza absoluta se tardará bastante más de dos años en encontrarlas, pactarlas y publicarlas en el BOE , un proceso largo y tedioso, como ya deberías saber y en todo caso tendrás ocasión de comprobar…..
Esa simple pregunta está respondida cien mil veces: el responsable es la compañía que opera el vehículo, que lo tiene asegurado igual que cualquier otro vehículo. Pretender buscar ahí problemas es como buscarle tres pies al gato. Las respuestas son sencillísimas, y de hecho, a ver si nos damos cuenta: YA HAY CIENTOS DE COCHES CIRCULANDO SIN CONDUCTOR DE SEGURIDAD EN VARIAS CIUDADES NORTEAMERICANAS, Y NO PASA NADA. Solo ha muerto una persona, y porque esa compañía, Uber, estaba haciendo las cosas mal y poniendo en circulación vehículos que no estaban preparados para ello. En todo el resto de los casos, tanto Waymo, como Cruise, como Drive.ai, no ha habido ningún problema, y eso que, repito, no llevan conductor de seguridad… ¿Por qué ese afán en seguir viendo problemas donde no los hay? Si el verdadero problema y el responsable de miles de muertes al año es el que sigamos conduciendo los torpes humanos!!
En verrano del 2020 nos ‘vemos’ y si es verdad que los coches autónomos ya están circulando por la Castellana o por por la carretera de O Grove a Cambados, cuenta con una buena ración de nécoras o de ostras de Arcade (de las de verdad!), pago yo.
Vete pensando en el sitio, a mí en Arcade me gusta el que está abajo de todo, pegado a la playa. En Boston los vehículos autónomos ya circulan, por TODA la ciudad y SIN conductor de seguridad, vehículos de nuTonomy (startup del MIT) operados por Lyft. Que lleguen a la Castellana es simplemente cuestión de que alguna empresa quiera ganar dinero operándolos. Y hasta el verano de 2020 aún me quedan dos años…
Nop… Eso será en EEUU. La Ley española (de 1980, modificada en 2004 y ahora en 2018) no lo permite. Y, que yo sepa, no hay ninguna iniciativa legislativa para implantar ese modelo.
Esa «compañía que opera el vehículo» es el tomador: quien figura en la póliza y paga la prima. El asegurado es la persona a la que cubre el seguro y el beneficiario la que recibe la indemnización, que puede ser el asegurado, el conductor, ocupante, viajero u otro usuario de la vía; e incluso un tercero designado por el tomador o heredero del tercero en caso de fallecimiento.
El tema no es de contrato sino de responsabilidades. Es necesario que exista una persona asegurada que sea responsable del siniestro. No vale que sea una inteligencia sintética.
En España, los vehículos autónomos circulan sin seguro de responsabilidad civil (pueden circular con otro tipo de seguro y a lo mejor te toca un bingo si te atropella un waymo)
Muy interesante. Permíteme aportar este enlace que hace referencia a una sentencia muy reciente que tiene que ver con esta cuestión:
https://adriantodoli.com/2018/06/04/primera-sentencia-que-condena-a-deliveroo-y-declara-la-laboralidad-del-rider/
Gracias Enrique; millones de gracias.
Manteniéndome al margen, aunque ya me caías bien ;-), con este artículo mucho más todavía.
Es muy importante que referentes de opinión como tú, se mojen un poco y denuncien de algún modo los modelos despiadados de explotación y consumo.
Por artículos así hay que leer esta página.
Totalmente de acuerdo con la exposición del anterior comentarista, José Enrique. Desde un punto de vista legal, no hay respuestas ‘sencillisimas’, y menos aún a cuestiones tan novedosas y complejas como puede ser la circulación de vehículos autónomos por la via pública, y más aún de forma masiva..
Los ‘tecnologos’ pueden ‘inventar’ lo que quieran pero se pongan como se pongan, la REALIDAD es que los coches autónomos, por muy perfecta y segura que sea su tecnología, NO circularán por nuestras ciudades y carreteras hasta que en el BOE se publique la normativa que autorice su circulación y la regule, algo que, a buen seguro, tardará bastante más de dos años, por eso me arriesgué a ofrecer una carísima ración de nécoras, sabiendo que no voy a desembolsar ni un céntimo….. al tiempo, que pasa enseguida…..
Coincido con muchos comentarios, ya era hora de cuestionar algo que venga de los nuevos modelos de negocio a través de la red.
Y seguro que mucha gente comparte la sensación de que nos han dejado bajo la lluvia, empresas que en un principio parecía que rompían con ciertos modelos «explotadores» y monopolistas, para convertirse en un monopolio mayor y con peores condiciones.
Pues si…., ya era hora.