Jaime Vicente Echagüe, de La Razón, me llamó para hablar sobre la adicción a las series de televisión, y a mí ya me pareció el exceso de los excesos: llamar adicción al hecho de que a alguien le guste ver muchos capítulos de series seguidos y que sienta una cierta sensación de vacío cuando la serie termina es, sencillamente, no tener ni maldita idea de lo que es una adicción, y banalizar el término hasta el límite. Ayer, Jaime citó mi opinión en su artículo titulado «La ciencia ya estudia la adicción a las series» (pdf).
La tontería de llamar adicción a lo que no lo es está llegando ya a límites completamente absurdos. Para la sociedad, parece que el hecho de calificar como adicción el que una persona vea muchas series, utilice su smartphone muy a menudo o lleve a cabo cualquier acción de manera repetitiva es algo que alivia la conciencia, una especie de «querríamos hacer algo, pero no podemos porque es un adicto». No, no es así. Lo siento por aquellos que se sienten más a gusto utilizando el término, pero es sencillamente una soberana estupidez para la que no existen evidencias científicas de ningún tipo. Un niño que utiliza su smartphone a todas horas, que no lo suelta ni en la mesa, que no deja de utilizarlo ni un minuto cuando va de visita a casa de sus abuelos, y que reacciona violentamente cuando se lo intentamos arrebatar NO ES UN ADICTO, ES UN MALEDUCADO. Y la culpa, nos pongamos como nos pongamos, no es de la tecnología, es probablemente de sus padres, que no lo han sabido educar.
Pretender que los fabricantes de tecnología nos ayuden haciendo sus productos menos adictivos es algo tan soberanamente absurdo, que sobrepasa todos los límites del sentido común. Pedir a una marca que estropee sus productos, que los haga menos atractivos o que los llene de advertencias es una manera de intentar evadir la responsabilidad de educar: «yo los educaría, pero claro, es que la tecnología es tan adictiva y tan peligrosa, que no puedo hacer nada». MENTIRA. Sí puedes hacer cosas: se llama educar, y si no sabes, tienes un problema, tanto tú, como tus hijos. La tecnología no es adictiva ni peligrosa: simplemente, hace cosas que nos gusta que haga, y como todo lo que nos gusta, si no nos enseñan a restringir su uso, la utilizamos todo el tiempo. Pero eso no es ser adicto, eso es, simplemente, que no te hayan enseñado a restringirte y a no hacer todo el rato lo que te gusta, o lo que te venga en gana. Aprender a vivir en sociedad implica ese tipo de cosas: no hacer siempre lo que te dé la gana. Si tus padres no te enseñan, es más difícil aprender. Pero no eres un adicto por ello: eres otra cosa.
Vamos a dejarnos de tonterías, por favor. Las adicciones son algo muy serio. Muy, muy serio. Son enfermedades, problemas que destruyen la vida de las personas, trastornos que modifican nuestro comportamiento de manera incontrolada e incontrolable, que requieren tratamiento. Cuando era poco más que un niño, viví la peor época de la adicción a las drogas en Galicia: algún compañero de colegio murió, algún otro sufrió muchísimo por ese tema. Lo pude ver directamente, los vi degradarse como personas, destruirse, destrozar sus vidas, recurrir a todo lo imaginable para satisfacer su necesidad. Pocos de los que se metían en eso salieron de aquel infierno. Comparar eso con el hecho de que un niño carente de educación no suelte su móvil ni a sol ni a sombra, o con que alguien se vea una temporada de una serie de un tirón es algo tan profundamente absurdo, irresponsable e insultante, que no merecería ningún tipo de consideración seria. Pero ahora resulta que, para demostrar la basura de sociedad que estamos construyendo, que los que piden a las marcas tecnológicas que rebajen el atractivo de sus productos son nada menos que asociaciones de inversores puritanos, que como son inversores, prácticamente obligan a algún tipo de respuesta absurda a las compañías, y que el país en el que vivo ha nombrado nada menos que a un delegado del Gobierno para la Estrategia Nacional de Adicciones que se dedica a hablar sin medida ni templanza de algo que define como «adicciones sin sustancia», dándoles carta de realidad como si realmente existiesen más allá del juego, y se extendiesen a eso que llaman, mirándolo con una especie de temor reverencial, «nuevas» tecnologías. No, no existen, por mucho que a algunos parezca que les alivia pensarlo, que les guste tener algo a lo que echar la culpa de sus problemas. Pero no, no van a existir por el hecho de que las llamemos así: las cosas no se convierten en verdad por decirlas muchas veces. Las asociaciones de psicólogos de todo el mundo rechazan esa denominación, y el hecho de que un niño use mucho su smartphone no merece una cura de desintoxicación: merece, sencillamente, que lo eduquemos y nos dejemos de echar la culpa a supuestas «adicciones».
No, no podemos dedicarnos a llamar «adicción» a cosas que se curarían simplemente con un poco de disciplina y educación. Cuanto antes paremos esta estupidez colectiva, mejor. Un poco de sentido común, por favor.
Enrique
Perfecta definición , estamos empezando a crear una sociedad donde es más Dacia echar balones fuera que mirar dentro y reflexionar. La educación ha dejado de ser tal para convertirse en algo insustancial, los valores básicos de vivir en sociedad se han dejado olvidados. Como bien dices no es addicciòn es educación .
Totalmente de acuerdo!
Durante años y años mantuve atado a mi muñeca un reloj, Era lo primero que me ponía al levantarme de la cama y lo último que me quitaba, y a lo largo del día lo consultaba con mucha frecuencia. A través de él programaba mis citas, mis ocios, incluso mi vida.
Me habría sido muy útil saber que era un relojadicto.
+1 :D
Entiendo la broma pero lo siento, ni de lejos cumple con las características de las adicciones («búsqueda patológica de la recompensa y/o alivio a través del uso de una sustancia u otras conductas»).
Búsqueda de alivio: como puede ser aliviar la ansiedad de si te han contestado a un Whatsapp o
a un email.
Otras conductas: como la de usar compulsivamente un móvil.
No sé si será correcto llamarle adicción, pero que es un problema más allá de la mala educación sí que estoy seguro.
Sospecho que aquí el verdadero debate es lo que le pasa al periodismo. Nada más que añadir.
Me quedo mas tranquilo. Se me acusaba de tener adicción al paseo diario: «No puedes vivir sin él». Ahora se que si me educo mejor ya no pasearé tanto. Pero no se que hacer a cambio.
Es cierto que eso de la adicción al móvil es una tontería. Pero sí que conozco al menos una adicción sin sustancia que es real: la ludopatía.
Por otro lado esto de llamarle a todo adicción lo encuadraría dentro de una corriente más general de buscarle una etiqueta a algo para tratar de darle más importancia o dramatismo, hasta el punto de conseguir justo lo contrario por la pura banalización del término. Como lo de llamarle a todo «terrorismo», desde una sentada hasta un asesinato machista.
Estoy contigo, Hay ludópatas que han encontrado en el móvil la forma de jugarse las pestañas.
Pero yo creo que en este caso hablamos de otra cosa, Hay que distinguir entre los juegos que tiene como posibilidad el «enriquecerse», que son los que provocan la ludopatía, de los juegos que tienen como objetivo el «superarse» a si mismo o a los demás.
No conozco ningún ludópata, por mas que dediquen horas y horas a su afición, entre jugadores de fútbol, de tenis, de ajedrez, o de matar mercianitos por Internet.
Los jugadores en exceso de estos juego, no son ludópatas, sino aficionados extremosos, pero no que están «sometidos» por su «vicio» y basta una buena educación para reducir el tiempo de juego a su correcto nivel..
Considerar a un niño que juega al DOOM o a un juego de plataformas, como ludópata, es tan exagerado como considerar bulímico. al niño que no quiere comer acelgas. Son problemas que se resuelven con buena educación y no con sicólogos.
Creo que Dans tiene razón al afirmar que estamos devaluando el sentido de la palabra.
Creo que la adicción al smartphone existe en aquellas personas que necesitan mirar la pantalla, las notificaciones, cada 3 minutos.
También existe adicción a ciertos juegos, a redes sociales, etc.
Hay muchos tipos de adicciones, hasta el Tarot puede ser adictivo.
la ansiedad por saber el futuro
En la entrada anterior, Gorki me ha llamado «ser adulterado» porque según él leo demasiado pero no asimilo lo que leo.
Más allá de que esto pueda ser o no interpretado como insulto o descalificación me ha dejado pensativo, en parte porque me han insultado pocas veces en mi vida, y en parte por las connotaciones de las palabras «ser adulterado».
Quizás, a Gorki le ha molestado que le preguntase si es verdad que tira el Tarot. Pero se lo he preguntado porque he leído en el blog de Félix Maocho el artículo «Tarot el Ritual», entre otros, y me ha parecido escrito por alguien que se presenta como experto en el tema.
Ahora, con esta entrada, me ocurre que no estoy de acuerdo. Pienso que sí puede existir adicción. Y he leído un artículo relacionado con el tema pero me pregunto si lo habré comprendido correctamente. No sé, pero creo que puede merecer la pena. Además, podría quizás abrirse un debate sobre lo que son en realidad las adicciones.
Adicción, dopamina y recompensa
Recuerdo que Sean Parker, ex presidente de Facebook, ha hablado acerca del diseño deliberadanente adictivo de esa red social.
Al final del artículo se enlaza otro, en PDF, aún más interesante.
Verdades (falsas), terrorismo, acoso, adicción… las palabras sufren un proceso de prostitución en cierto modo análogo al de las personas (cuidado: digo «análogo», porque se suele abusar de ellas y luego usarlas como moneda de cambio).
Como bien ponen de ejemplo, en comentarios, el reloj o el paseo (o estar enamorado) no pueden ser adicciones (o si, pero en determinado contexto), por repetidas y rutinarias que se hagan… si alguien tine mejor oferta puede cambiar (de costumbre)… en la etapa infantil y adolescente es frecuente confundir una costumbre con una falta educativa. Y por eso la educación también tiene que ser atractiva (un esfuerzo atractivo, ¿suena mal?).
Cuando un adolescente le coge tirria a salir de casa, no es un «adicto de la cueva», es simplemente un «falto de alternativas». Y volvemos a lo de siemprer, que salir de la cueva no puede convertirse en «meterte en una prisión-escuela».
Y cuando fuera de la cueva no hay solo una rueda, sino un conjunto de instrumentos tecnológicos de vanguardia, ¿que puede hacer un ser humano (curioso por ADN y por lo tanto seguidor instintivo de Sócrates)?
La adicción a Trump (Putin…) no existe, solo existe una tremenda falta de educación. O, para ser más exactos, falta lo que se puede llamar (se pongan como se pongan los fachas) una educación liberadora de la humanidad. Lo que venden los neoliberales sigue siendo una educación que nos mantenga en la cueva platónica, tan panchos y creídos de que el ser humano es el ombligo del universo.
Tenemos que partir de una buena definición de lo que es una adicción para poder determinar si el uso de la palabra está justificado en cada situación/persona.
Utilizando tanto las acepciones que vienen en la RAE como lo descrito en la Wikipedia (viene especialmente a cuento el apartado «Adicción conductual»), sí tiene sentido hablar de adicciones para algunas situaciones relacionadas con el uso del smartphone (sentir la necesidad de verificar cada 5 minutos quiénes o cuántos le han dado al like en tu foto/comentario por ejemplo).
Realmente pienso que sí hay gente adicta al café, a la coca-coca, al trabajo, al deporte, a fumar, a los videojuegos, al facebook, a la pornografía, etc. Lo que ocurre es que no son tan perjudiciales como las famosas adicciones a las drogas o la ludopatía y son más fáciles de dejar. ¿Cómo saber si eres un adicto a algo? Si lo sigues haciendo a pesar de saber que te está perjudicando (te daña, te quita demasiado tiempo o afecta a las relaciones interpersonales), probablemente tengas cierta adicción.
La adicción es una cuestión de grado, no podemos clasificar tajantemente un comportamiento de adicción o no adicción.
Crecí en Usera, barrio madrileño, y a finales de los 70, y durante los 80, la heroína hizo mucho daño.
Seguramente, la educación tampoco fue la necesaria ni la acertada en esos temas, ya que también era algo «nuevo» para las generaciones anteriores.
Ahora pasa con las tecnologías, pero seguir negando la adicción, es el primer síntoma de que algo pasa….
Educación, por supuesto, pero negar los posibles problemas que pueden traer un uso abusivo de cualquier cosa, bebida, comida, pantalla, auriculares…. es empezar mal.
Si un niño usa en exceso su smartphone, seguramente, los padres tendrán mucho que ver con el problema, pero hay niños, y niños…,. Volviendo a mi barrio, he visto familias, en las que los hijos tenían la misma educación, el mismo colegio, los mismos amigos…, sin embargo, entre hermanos, y en la misma familia, había muchos casos en los que unos, siguen con sus vidas, y otros quedaron por el camino…., y la educación era la misma.
Hay gente más propensa a las adicciones, y con la tecnología pasa lo mismo.
La educación lo primero pero siendo conscientes de que tenemos mucho que ganar, y también, de todo lo contrario.
Dices que a un niño que usa mucho su smartphone, no hay que «desintoxicarle»…, el término, quizás no sea adecuado, (deswifiarle…? :-) )pero volviendo al tema de las drogas, había padres que no podían con sus hijos, algunos con 16, 17 años…, por que eran ya unos «Tiarrones» con «bigotito»… y apenas podían hacer nada para impedirles que volviesen a la calle a consumir…, lo mismo pasa en algunos casos con los móviles, por mala educación, por que hay gente mas propensa… pero está pasando, y es difícil en algunos casos impedir a los hijos la utilización de sus teléfonos.
Uno de los problemas con las tecnologías, a diferencia de las drogas, es su «limpieza», ya que no produce el efecto que veíamos por las calles con las jeringuillas, ni «molestan», ni roban…, y esas cosas a los que «mandan», les vá bien.
Si un niño visitando a los abuelos, comiendo… está todo el rato con el móvil, es un mal educado, y posiblemente, un adicto al móvil, así de sencillo.
Para terminar, las drogas, las vendían «fuera de la ley», pero ahora hablamos de un mercado en manos de unas multinacionales muy poderosas, por lo que es completamente normal, que insistan en que no hay tal «adicción».
Enrique, disiento de lo que dices. Los términos muchas veces tienen más definiciones que las comúnmente entendidas y no por ellos se pueden o deben de dejar de usar en cualquiera de sus acepciones. Así, en la RAE, la 2ª de las mismas define una adicción como una «Afición extrema a alguien o algo» que encaja perfectamente con el perfil de los consumidores compulsivos de series/ móviles o lo que sea… Otra cosa es su tratamiento y si es necesario poner límites, controlar o educar sobre ello.
No mezclemos churras y merinas.
«Soy adicto a visitar todos los días la página de Enrique Dans».
Échense ese trompo a la uña.
Estoy dando tumbos ente foros y paginas webs soy adicta al tarot y veo que nadie me puede ayudar.
Me gasto un dineral a causa de esto necesito ayuda estoy desesperada.
Comparar la adicción a sustancias nocivas con el uso indebido de la tecnología puede ser un exceso, es verdad, pero ¿cómo encuadrarías esta opinión en iniciativas como «http://humanetech.com/»?