Antes de su salida a bolsa el próximo 3 de abril, Spotify señala en su dossier público de información lo que era un secreto a voces: que en torno a dos millones de personas en todo el mundo estaban utilizando su servicio para escuchar música sin publicidad pero sin hacerse usuarios de pago, gracias a la disponibilidad de una serie de métodos fácilmente localizables para bloquear esos anuncios. Haciéndose eco de esa revelación, la compañía redujo sus números desde los 159 millones de usuarios a 157, con un total de 71 millones de usuarios de pago.
Más allá de las implicaciones para Spotify, que sin duda ha contribuido de manera significativa por la comodidad y conveniencia de su servicio a que un gran número de personas haya abandonado las descargas irregulares, me gustaría reflexionar sobre la evolución de la publicidad: ¿qué es la publicidad para Spotify? Mucho más allá de representar una fuente de ingresos que suele cifrarse, como media a lo largo de los últimos dos años, en torno a un 10% adicional frente a los ingresos proporcionados por los usuarios de pago, la publicidad supone una forma de ocasionar una molestia lo más incómoda posible. molestia destinada a promover el paso de esos usuarios de las opciones gratuitas a las de pago. Una herramienta pensada para hacer huir a los usuarios, para provocar una reflexión del tipo «vale, para librarme de esta basura, de estos cortes incómodos, estoy dispuesto a pagar».
En eso se ha convertido la publicidad. Si trabajas en publicidad, enhorabuena: ese producto que generas es utilizado por las compañías como una manera de molestar a los usuarios y presionarlos para que paguen y puedan aspirar a librarse de él. Impresionante. Olvidemos todo prospecto de que la publicidad en Spotify pueda incidir en las ventas: lo más posible, si te anuncias en Spotify, es que los usuarios que son torturados – no se me ocurre otra palabra mejor – con tu anuncio, odien a tu compañía por la paliza que les das cuando intentan escuchar música. Spotify utiliza esos anuncios no como herramienta de marketing, sino como medida de presión, como amenaza, como molestia destinada a provocar la huida de los usuarios hacia su servicio de pago, un paraíso en el que librarse de semejante tortura. Piénsalo: la publicidad como tortura. Cuando dos millones de personas se buscan la vida de todas las maneras posibles para conseguir librarse de anuncios sin pagar, es porque la publicidad se utiliza exactamente como eso: como tortura.
Es exactamente el mismo elemento de reflexión que comentamos hace algún tiempo al hilo de una encuesta a usuarios de otro servicio de pago, Netflix: contrariamente a Spotify, no ofrece una alternativa gratuita a cambio de la tortura de ver publicidad. Y no la ofrece porque sus usuarios lo tienen perfectamente claro: el 90% de ellos preferirían pagar más por el servicio frente a la opción de ver anuncios, hasta unos nada despreciables $4 más al mes, y de hecho, hasta un 74% de ellos afirman que si el servicio pasase a incluir publicidad, directamente se darían de baja.
¿En qué se está convirtiendo la publicidad? En una molestia. Intenta imaginarte la cara de los usuarios de tu cadena de televisión cuando les anuncias, si es que se lo anuncias, un corte publicitario de siete minutos: ¿crees que habrá alguno que lo acepte de buen grado, en lugar de hacer zapping en otras cadenas o de levantarse del sofá para hacer otras cosas? ¿Qué estás haciendo? ¿Estás vendiendo una herramienta de marketing o algo que, en un porcentaje muy elevado de casos, hace que los usuarios salgan huyendo para evitar tragárselo? Lo que estás haciendo es, simplemente, administrar a tus usuarios un castigo supuestamente controlado a cambio del hecho de suministrarles un producto. Un castigo que, a lo largo del tiempo, ha evolucionado para convertirse en tal tortura, que muchos usuarios deciden simplemente evitarlo de todas las maneras posibles, bien renunciando a ver televisión en abierto, bien levantándose o zapeando cuando la pones, bien instalándose programas que bloquean la publicidad, o incluso copiando y pegando listados de direcciones IP o de servidores en oscuros archivos de sistema en sus ordenadores o en sus routers. ¿De verdad no te envía esto ningún tipo de señal? El verdadero problema de la publicidad es que, a lo largo de los años, ha pasado de ser concebida como una herramienta de marketing para informar o recordar a los consumidores potenciales de la existencia de tu producto, para convertirse en eso, en un instrumento de tortura.
Ya, ya lo sé: que no puede ser todo gratis. Que la única manera concebible de financiar una programación en abierto es mediante la publicidad, y que si no fuese así, toda la oferta debería ser de pago. Que ha sido así toda la vida, y que en tu óptica, tiene que seguir siendo así, porque cualquier posibilidad de replantear la manera de hacer publicidad, de desaprender la forma en que la llevamos haciendo todos estos años o de promover una reflexión profunda sobre su esencia y su modelo es algo seguramente inútil y sin sentido. No, no te equivoques: esto no es simplemente que los usuarios busquen a toda costa «el todo gratis». Es otra cosa. Llegar hasta el punto de homologar la publicidad a una tortura que los usuarios tienen supuestamente que sufrir para poder así ver tu oferta de contenidos es un modelo de negocio cada vez más triste: eso sí que es un verdadero sinsentido. Y seguramente, cada día más hipócrita e insostenible.
This post is also available in English in my Medium page, “Advertising as a torture»
Tampoco calificaría de «tortura» lo que hace Spotify, cada media hora te cuela dos anuncios: uno ajeno y el propio de autopromoción, son mil veces peor 5 minutos de cualquier cadena de tv o radio española, y no solo por la basura de contenidos que ofrecen. Es algo bastante aceptable para todo lo que te dan a cambio. El único problema es que tienen muy poca variedad de anuncios (no sé si en realidad es que tienen muy pocos anunciantes o lo hacen a propósito para vencerte y convencerte de que pagues), según la época siempre ponen el mismo y es fácil acabar hasta el gorro, aunque uno aprende a desconectar cuando aparecen y acabas ignorándolos completamente… o bajando el volumen.
También se ha de decir que durante años Spotify ya lo ha probado casi todo para su versión free: abundantes anuncios, restringir el acceso a partir de un determinado consumo, peor calidad de sonido… igual lo de ahora es la mejor solución que su ingenio les ha permitido. Es fácil criticarlos, pero si a alguien se le ocurre una solución mejor que la diga, porque si quitas los pocos anuncios allí no paga ni cristo y el chiringuto se les hunde… los audiófilos (pocos) preocupados por la calidad del sonido están todos en Tidal Master. Según como se mire, conseguir 150 millones de paganinis ya es un gran éxito… actualmente la gente está dispuesta a pagar lo que sea por pasarse el día viendo la tele: 4k, grandes pantallas, netflix, HBO, etc, pero a la hora de escuchar música lo hacen de cualquier manera en unas auténticas mierdas de equipos y no se quieren gastar un duro, que la música es un arte menor y por lo tanto debe ser gratis.
Netflix es excelente cuando se trata de múltiples personas usando la misma cuenta en tanto Spotify es terrible hacer lo mismo en su plan familiar. Como usuario premium familiar por seis años he sufrido por la burocracia para dar alta a otras cuentas dentro del plan, en tanto Netflix lo unico que tienes que hacer es escribir un nombre dentro de un cuadrito.
Por eso la gente común esta tan dispuesta a pagar por Netflix.
Brillante Enrique! Saludos desde Argentina.
Ah! Se me habá olvidado comentar un caso concreto: el mío. Durante un tiempo fui un feliz miembro Premium de Spotify, pero como en verano no lo utilizo me di de baja para volver en septiembre… pero no he vuelto, esta estrategia de los anuncios odiosos conmigo no funciona, o funciona al revés, no me molestan lo suficiente como para darles 10 euros al mes. Igual vuelvo cuando suban la calidad de audio a nivel cd o más allá, no creo que tarden demasiado si no quieren que Tidal se les suba a la parra, pero mientras tanto creo que me quedo como estoy.
Facebook roba nuestros datos personales, Spotify nos tortura con publicidad… Se nota, que en Internet muchas cosas tienen que cambiar.
Aquí, también podría surgir un falso debate: o permites que te roben tus datos personales o aceptas la «tortura» publicitaria… Supongo que existirán otras alternativas más inteligentes y éticas.
Entiendo que lo mejor es una publicidad ética y estética. Y que es posible, como puede verse en muchos medios gráficos. E incluso en ciertos anuncios en televisión.
Seguramente, todo el modelo publicitario en la red debe ser replanteado. Está bien que algunos ganen mucho dinero con ello, que tampoco es el caso de Spotify, pero además de los proveedores y los consumidores están los anunciantes que creen que molestando a los clientes con su publicidad no sostenible conseguirán vender más, y no siempre es así. La publicidad agresiva y compulsiva no es demasiado efectiva.
Un ejemplo: yo solía comprar en Mediamarkt por comodidad y precio. Lo hacía hasta que después de una compra online comenzaron a bombardearme con su publicidad agresiva. Para peor, los algoritmos fallaban, porque me ofrecían reiteradamente un producto que ya había comprado. El resultado es que dejé de comprar en Mediamarkt, es decir, que su publicidad agresiva obtuvo lo contrario de lo que pretendía. Volveré más adelante a comprar en Mediamarkt, tampoco les guardo rencor, pero evidentemente se han equivocado (por lo menos conmigo).
El juego limpio es más rentable que el juego sucio. Hay que pensar también en el largo plazo.
Y pensar que yo compraba la revista ‘Personal Computer » y otras b varias de ese tipo precísamente por la publicidad ….
Eso demuestra que la publicidad no es un castigo que lo que es un castigo es como la colocan.,
A veces nosotros buscamos la publicidad e incluso estamos dispuestos a pagar por ella, como yo compraba «Personal Computer» y otros compraban «Segunda mano», o una revista del motor, y otras veces no buscamos la publicidad y en vista de ello nos persiguen hasta el catre con anuncios no deseados y no exagero, nos perseguirnos hasta en nuestros momentos de reposo, como los teleoperadores y entonces la publicidad se gana nuestro odio y hacemos lo posible por esquivarla.
¿Cual es la diferencia? –
Que en un caso queremos comprar algo y deseamos informarnos, La publicidad en estos casos son autenticas noticias para nosotros que nos responden a las 5W clásicas de la información. Quien quiere comprar un coche, desea ser informado de las características de los coches que hay a la venta, y acoge con gusto la publicidad de las revistas del motor.
El problema es cuando la publicidad tratan de «despertarnos» las ganas de comprar y entonces son ellos los que nos persiguen-
Claro está que siempre habrá productos y servicios novedosos que si no es con ayuda de esta publicidad, nunca se darían a conocer, pero son los menos. Para la mayoría de las marcas consolidadas, creo que un muy discreto Brading y mucho de Inbound marketing o márketing, que busca estar ahí. donde TU vas a buscar cuando quieres comprar algo semejante a su producto /servicio, de modo que a poco que tu busques, lo encuentres.
Algo parecido he pensado hoy cuando he leído el post. Yo no he odiado siempre la publicidad, me han hecho odiarla desde que la web y la televisión han conllevado formatos intrusivos. Si en tu caso fue Personal Computer, en mi caso fue PC Actual y PC Magazine a finales de los 80, principios de los 90, revistas en las que una vez leídos los artículos, me las empezaba de nuevo para mirar solo los anuncios…
Es como los catálogos de Ikea, ¿Quién no los gusrdan?.
No toda la publicidad es odiosa, solo la que pretende molestarte, para conseguir tu atención.
Lamentablemente esa línea argumental no se sostiene, por el simple hecho de que no todos los sectores son tan «interesantes» como para que deseemos ver sus anuncios. El detergente, las varitas de merluza congelada o los seguros también necesitan anunciarse para captar tu atención y situarse en tu «top of mind» -porque lo que es comprarlos, los compramos-, pero a ti no te apetecerán verlos nunca. Por eso algunas marcas pueden permitirse el lujo de invertir poco en publicidad o hacerlo de forma especial, y otras tienen que apostar por el volumen y la insistencia.
Con esto obviamente no defiendo las técnicas intrusivas y molestas que algunos medios aceptan ni la insufrible falta de creatividad y chispa de algunos anunciantes, pero no cada anuncio puede ser Apple presentando su última revolución digital.
No estoy de acuerdo contigo, a mi me interesan los anuncios de seguros, pero solo cuando voy a rebovar la póliza, los anuncios de detergentes que me explique por qué lavan mejor, que eso nunca lo hacen. Y los de merluza si quiero comprar pescado. De una vez por todas, tienen que aprender a publicitarse cuando el cliente lo demande. No a golpe de artarnos hasta la saciedad.
Hay un comentario, (#001 Marcelo) que es bastante elocuente de cómo han cambiado las cosas en unos años….
Soy músico, y por lo tanto mis comentarios en este blog, casi siempre han sido relacionados con la música, derechos de autor, plataformas… y es curioso, por que últimamente, es un tema del que apenas se habla.
Marcelo comenta cómo la «imagen», ha mejorado mucho con el tiempo, hemos pasado de la televisión de «tubo», a pantallas de alta definición, y ahora en casa, tenemos tanta calidad casi como en los cines
Pero el sonido….
Y creo que eso, es un síntoma de cómo la música ha experimentado una caída en cuanto a calidad, tanto en el sonido, como las grabaciones…, y por supuesto, en las propias «obras» o canciones en general.
Desde aquí siempre se ha defendido la «neutralidad de la red» como una verdad incontestable, poniendo a parir a cualquier autor que dudase de los métodos utilizados por ciertas plataformas, operadoras, o nuevos «intermediarios», y culpando a los derechos de autor, entre otras cosas, de entorpecer la difusión, la libre circulación…
No hay nada más que echar un vistazo a los 60,70,80,90…., lo que se escuchaba, y cómo se escuchaba… lo comparamos con lo que llevamos de siglo, y es más que evidente, el paso hacia atrás. (salvo en cantidad, pero ya sabemos que cantidad y calidad…)
No estoy culpando a las tecnologías, ni a las «redes» de estos «males», pero sí es evidente, que mientras «aquí» se hablaba de cómo las cosas serian mucho mejores, en muchas, ha sido al contrario, y a mí me han dado unos cuantos «palos» por aquí, cuando simplemente, ponía en duda la forma en la que se estaba llevando a cabo el «cambio» por parte de las «antes» empresas, y ahora grandes empresas.
Culpables…??, pues un poco de todo, incluidos músicos, discográficas…, pero quizás el más importante es crear un mercado, en el que no se ha tenido en cuenta para nada, a quien lo fabrica desde un principio, los autores.
La publicidad…., pues Enrique, qué quieres que te diga, en los 70,80…, escuchábamos discos en casa de quien tuviese un buen equipo, discos que traían hermanos mayores desde londres…, si entonces nos dicen que a cambio de unos anuncios, pudiésemos escuchar lo que quisiéramos…¡¡
Ya hemos hablado bastante de estos temas desde hace tiempo, y muchas veces me han acusado de «neulodita» entre otras cosas, pero el problema como muchas veces comentas, no está en el «Qué», si no en el «Cómo».
Ahora se oye mucho por muchos sitios, pero no se escucha, y lo que realmente me molesta de Spotify, es la «limosna» que reparte a los autores… por ejemplo.
Y ya que estoy…. : )
La última frase de Marcelo, #001….
«Que la música es un arte menor, y por lo tanto debe ser gratis»…
Algunas veces lo han dicho por aquí mas o menos…, y sin ironía…¡¡
Al hablar de arte menor se sobrentiende que se refiere a la música popular. Tratar de encuadrar a Algeró y a Beethoven en el mismo saco, por el hecho de que ambos eran compositores es forzar un poco las cosas
Gorki.
De qué saco me hablas??
El arte, puede ser bueno, malo o regular, e incluso así, podríamos tener miles de opiniones distintas…
Pero no es eso lo que quería señalar.
Si Beethoven, o Augusto Algueró viviesen en este momento, personas como tú en este blog, no os cortaríais ni un pelo en decirles que se olvidasen de sus derechos de autor, y que se ganasen la vida interpretando sus obras…
Beethoven no creo que tuviese ningún problema tocando miles de veces «Para Elisa» en los hoteles más distinguidos….
Por cierto, Augusto Algueró fué un gran pianista y compositor, sin la trascendencia evidente de Beethoven, y aun así, yo no me atrevería a juzgarle como un autor «Menor», incluso Paco de Lucia, seguramente no llegará a la trascendencia del Alemán, pero…. hay quien puede «meter» su estilo dentro del saco del arte menor… ¡¡¡.Parece que es muy «Español» denostar a nuestros compatriotas.
Si tu juzgas a Algeró como un autor «mayor» que no tiene la trascendencia de un Beethoven, pero ai la altura de digamos Falla. o un Joaquín Rodrigo., cambiaré mi forma de pensar, porque reconozco que siempre le tuve como un compositor, agradable pero «menor», pero en el campo musical tienes muchos más conocimientos que yo.
Respecto de los Derechos de Autor, yo he dicho y repetido, que si no quieres pagar, no debes oír música de quienes no deseen que se haga sin cobrar, como quieres tu,. pues entre otras muchas razones, hay suficiente música LEGAL GRATUITA y DE CALIDAD, para no necesitar hacerlo.
Por ejemplo yo oigo en mi PC en este momento «Only You» de los Platters que se encuentra en video subido que se llama «LOS CINCO LATINOS & THE PLATTERS ♪ Frente a Frente (ESTELA RAVAL, España 1960) Edición Exclusiva» y que ha subido precisamente Estela Raval, que debe tener otra opinión diferente a la tuya de los Derechos de Autor.
https://www.youtube.com/watch?v=Jmd7x_LJNJI&list=RD5QS1l1mSDSo&index=27
Gorki.
No es cuestión de tener más o menos conocimiento musical, y lo bueno de la música, es precisamente eso, y tan respetable es tu gusto como el mío, el de Enrique…, y dá igual si tocas piano, castañuelas…., o nada.
Los derechos de autor…, lo de siempre y ya lo hemos hablado muchas veces, no es lo que quiera yo o Estela Raval, supongo que esta mujer, cobra por tener su canal via publicidad o lo que sea, pero si otra persona, pone sus canciones, y gana dinero de publicidad, tendría todo el derecho a reclamar su parte, así de simple.
Y volviendo a mi primer comentario, la cuestión es que la música en general, ha dado un retroceso estos últimos años, en cuanto calidad, tanto en la forma de escucha, como de canciones.
Hace unos años, se cuestionaba mi opinión, por que mientras en este blog, se hablaba de la red como algo que haría mejorar sustancialmente el mercado musical, yo no lo veja tan claro.
Desde luego la difusión ha mejorado, infinitamente mejor, pero la calidad, es otra cosa.
Te propongo una cosa, teclea las 100 mejores canciones de los 60, 70, 80, 90,
Luego las 100 mejores del 2000…,
Quizás así, entiendas de lo que hablo.
El problema esa publicidad molesta es la única forma de internet tiene para sobrevivir, Spotify y similares hacen dinero por simplemente existir pero otros sitios ya sea organizaciones , educativos, gubernamental y temática personal no tienen ese privilegio de una versión de pago ¿acaso pagas por el «premium» de Wikipedia o haces donativos a EnriqueDans.com, aunque no recibas nada a cambio?
Existe una diferencia entre la publicidad y lo que se conocian como «nag screens».
Una nag screen es lo que puedes encontrar en muchas paginas de almacenamiento de archivos, que te hacen esperar X segundos antes de empezar una descarga, y su unico cometido es causar una molestia al usuario para incitarle a que realice un pago por una opcion premium.
La publicidad en cambio es una fuente de ingresos alternativa.
El uso de publicidad como nag screen lo que hace es que esa publicidad sea menos efectiva (la gente la bloquea o la ignora) o incluso lesiva para el anunciante (le «cogen mania» a la marca).
Las empresas de publicidad deberian tener mucho cuidado con ese uso que se da a sus anuncios. Pueden «quemar» a su objetivo.
Muy acertado Enrique, la.publicidad ha pasado de maletines a tortura, de forma indiscutible, e independientemente de.que.sea.aceptada o no. En encuestas sobre que.anunció te ha influido más, sigue siendo coca-cola que no la.emite spotify…
Una de las cosas que más me ha sorprendido siempre de la publicidad en Spotify es que está completamente descontextualizada. Lo que ofrece no tiene nada que ver con tus intereses. Incluso cuando anuncian un cantante o grupo musical, no hay similitud alguna con lo que estás escuchando.
Además algunos anuncios de la propia Spotify están claramente diseñados para ser desagradables: como el de un locutor que canta desafinando y después te propone pasarte a la versión premium.
Así que mi conclusión es exáctamente la misma: utilizan la publicidad como tormento para que consideres pagar y librarte de ella. En este caso, no tiene en mi opinión nigun valor para el anunciante.
Eso tambien ocurre en YouTube. Si pongo un video de K-Pop no se por qué me ponen un anuncio del VEVO de Bisbal.
Justo hoy pensaba exactamente lo mismo, que como modelo de negocio les quedará poco a Spotify en vista de que ofrece un servicio gratuito “con taras” como presión y porque no hay otra plataforma igual por lo pronto. Eso es triste que como empresa ganes dinero porque los usuarios no tengan otra opción igual y por librarse de la tortura. Que lo es! yo lo uso como reproductor no me interesan otras funciones y cada vez es más presión, es vulgar simplemente. Para quién es el servicio? Empresas más humanas por favor.
Existe el streaming de música sin tortura, perdón, sin publicidad: Apple Music. Desde el comienzo, Apple se negó a ofrecer servicio gratuito a cambio de publicidad. ¿Por qué? Por la experiencia de usuario.
Puedes usar Apple Music en forma gratuita? Si, durante 3 meses y SIN publicidad, suficiente para que le tomes el gustito (o no) y te decidas a pagar (o no). Y no les va nada mal. .
El artículo es todo un acierto. La publicidad como la conocemos o el contenido intrusivo cada vez funciona menos. Las personas cada vez se ven menos impactadas por un anuncio, sea en tv o o mucho menos en internet.
La forma de comprar del usuario ha cambiado. Las personas ahora necesitan conectar con las marcas y con las empresas, verse reflejadas con ellas, compartir valores, para convertirse en clientes.
Es por eso por lo que la publicidad nativa da paso al marketing de contenidos y el inbound marketing. Las personas cada vez más, buscamos información, comparamos entre varias alternativas y decidimos la compra. Todo sin que un anuncio de ese producto nos haya impactado, si no porque hemos buscado y lo hemos encontrado.
La actividad de marketing de las empresas tiene mucho peso en esto y lo tendrá cada vez más en los próximos años. Las estrategias de marketing de las empresas deben tender a atraer al usuario de manera natural, ofreciendole contenido de alto valor, aportándole información nueva, útil y relevante, que consiga conectar al usuario con la marca y lo acabe convirtiendo en cliente.
La tendencia es tal que las empresas están reclamando soluciones tecnológicas que les ayuden a gestionar toda su actividad de marketing de contenidos. Nosotros estamos desarrollando forMarketer, una startup tecnológica basada en una solución de marketing de contenidos para las empresas. La herramienta cubre todo el proceso: planear, crear, colaborar, distribuir y analizar toda la operación de marketing de contendidos. Todo desde una sola plataforma. Se consigue centrar los esfuerzos en el marketing de contenidos, aumentar la productividad de todo el equipo de marketing y hasta multiplicar las ventas de la compañía.
Pienso que el aspecto de tortura que tiene la publicidad depende mucho del avance tecnológico, está este muy acelerado y la publicidad (como muchas otras cosas) nos ahoga, no estamos preparados para una adaptación «natural» a la aparición de mensajes.
Pero el problema de la publicidad sigue siendo (también humano) de no adaptarnos a evitar transmitir medias verdades, cuando no mentiras, en sus mensajes. Úimamenet en TV (la poca que veo) dá sonrojo intelectual con los mensajes consumistas y de manipulación educacional (especialmente a infantes y adolescentes) que usa.
Hai gente que se asusta de las redes sociales, ¿pero que tiene que ver la trasmisión de contenidos de ahora con la de hace varios años? Hoy mismo sentía vergüenza de como un reportero de Ana Rosa le llamaba la atención a un representante sindical de los mossos, por no saber parar a los independentistas. ¡Toma red social!