En el marco de mi colaboración con el blog corporativo de Ferrovial, ayer lunes me publicaron un artículo titulado «Construyendo una cultura de innovación«, en el que intento describir la diferencia de actitudes en las relaciones laborales y profesionales en las compañías tradicionales frente a las existentes en las compañías que son conscientes de la importancia de la innovación.
Cada día más, la innovación no se refleja únicamente en los presupuestos de I+D o en las actividades llevadas a cabo por departamentos específicos, sino en la construcción y el desarrollo de una cultura que la propicie. En ese sentido, las compañías con reputación innovadora son aquellas capaces de atraer y retener un perfil de trabajador que no busca simplemente un trabajo estable y un sueldo, sino una razón para estar motivado, para creer en lo que hace como una fuente de cambio, de mejora, como una contribución a un proyecto. Una actitud que no se busca únicamente en personas que trabajan en ingeniería o en desarrollo, sino que se intenta extender a lo largo de toda la organización.
Compañías convertidas prácticamente en universidades, que promueven constantes oportunidades de desarrollo de sus empleados exponiéndolos a actividades de todo tipo: charlas, talleres, circuitos de lectura, canales activos para comentar la actualidad y las noticias relevantes, etc. Un conjunto de responsabilidades, las de mantenerse actualizados y relevantes, que distan mucho de las habituales en compañías tradicionales, en las que alguien puede llegar a su puesto simplemente por una combinación de formación previa y habilidades, pero posteriormente acomodarse en ese puesto durante años o mantenerse en él con un leve barniz periódico de conocimientos. La idea de «aprender a aprender», de colaborar a construir en la compañía un ambiente similar al que se desarrolla en las clases buenas, participativas, en las que todos los alumnos son conscientes de que el nivel de la clase y su capacidad para maximizar el proceso de aprendizaje no depende de las notas de cada uno, sino de su contribución a la dinámica del grupo. Las compañías más innovadoras, cada día más, no se plantean simplemente «vamos a incorporar esta tecnología», sino «vamos a hacer que toda la organización, a todos los niveles, la entienda, la respire y la tenga en la cabeza», porque es la única manera de convertirla en un ingrediente activo de todos nuestros productos y servicios.
La anécdota con el joven registrador de la propiedad que detallo en uno de los párrafos del artículo es rigurosamente real: ocurrió hace bastantes años, y el implicado, de quien me acuerdo perfectamente, no parecía un idiota ni un simple. Era una persona competente, que había superado una oposición muy dura – aunque una oposición de ese tipo no refleje, en realidad, nada más que una impresionante capacidad memorística – y que parecía razonablemente consciente del entorno en el que vivía, no el típico opositor que tras años encerrado estudiando a todas horas, ha perdido el contacto con la realidad. Sin embargo, define el tipo de persona con la que yo no solo no querría trabajar, sino que además, no querría en mi compañía: el que cree que por haber hecho algo, estudiado algo o superado un proceso de selección, ya «tiene derecho» a su puesto. No era malo, era una persona con una actitud equivocada. Hoy, el «derecho a un puesto» no existe, sino que debe reflejarse en una actitud, en una capacidad para contribuir a más que simplemente poner un trabajo encima de la mesa. Si quieres trabajar en una compañía innovadora, la idea de «cumplir» ya no es simplemente «hacer tu trabajo»: en el contrato psicológico se han incorporado otros elementos. Haber estudiado algo o haber superado una prueba solo te hace relevante en el momento de tu incorporación: tras unos meses, lo que hiciste, muy posiblemente, estará desfasado, y habrán surgido novedades relevantes en tu ámbito. La contribución a la cultura de innovación de una compañía es medible, tangible y se refleja en actitudes, en formas de hacer las cosas, en proyectos que van más allá de la simple definición de una tarea. Las compañías que lo entienden, aprecian y valoran esas actitudes. Las que no, las ven como amenazas y las marginalizan.
La innovación ya ha dejado de ser patrimonio de un departamento o de un grupo de personas: las compañías realmente innovadoras la extienden a todos los niveles y la convierten en un elemento de atracción y retención: si quieres ser relevante, querrás estar en una compañía como la nuestra, porque es «donde ocurren cosas», el sitio en el que «hay que estar». Un concepto de trabajo completamente diferente y que conlleva una actitud totalmente distinta, reinterpretada en ambos lados de la relación. Si estás buscando compañías así, sabrás reconocerlas. Si tu compañía busca personas así, lo verás desde muchos ámbitos, en las personas con las que interactúes en tu proceso de selección, en las personas con las que trabajes todos los días, a todos los niveles, y hasta es posible que forme parte de algo que se transmite, de una reputación.
No es sencillo. Pero cada día más, es lo que diferencia a unas compañías de otras. Y también a las personas que quieren trabajar en ellas.
This post is also available in English in my Medium page, “Building a culture of innovation»
Qué bueno! Teniendo en cuenta que la información se vuelve obsoleta cada vez más rápidamente y que mejorar también pasa por construir soluciones, estamos queriendo crear una plataforma colaborativa de conocimiento en la universidad donde inyectamos la sociedad del conocimiento y planteamos la generacion de proyectos emprendedores tambien tecnológicos. Ayudará sin duda, a acortar brechas. Obviamente, seguiré tu ejemplo en el día a día. Un lujo! :-)
Es tremendamente difícil transformar una organización y para la mayoría, yo diría que imposible sin cambiar a la mayor parte su personal a todos los niveles. Las que tienen cantidades ingentes de ingenieros con talento lo consiguen, aunque no sin tremendas dificultades. El último vídeo que vi hace un par de días sobre una de ellas (Microsoft):
Journey to Cloud Cadence
De las tres patas de las transformaciones, personas, procesos y herramientas, la más difícíl es la primera (la tercera se compra con dinero «de un día para otro» y la segunda se cambia en algunas semanas, aunque sea con ayuda externa).
Pero las personas son muy difíciles de cambiar. No es ya conseguir que pasen a tener iniciativas, que quieran salir de su zona de confort, que quieran aprender y crecer, etc. Es que en muchos casos la resistencia al cambio, aunque sea pasiva e inconsciente, es enorme.
Algunas de las empresas que conozco realizan iniciativas para transformar sus organizaciones, pero no son efectivas: o bien se queda todo en unas presentaciones y unos PowerPoint (que todo lo aguantan y quedan muy bonitos) con lo que dicen que han hecho y conseguido (pero que no han cambiado demasiado en realidad, al menos culturalmente) o bien se implementan unas herramientas y unas métricas bienintencionadas que lo que consiguen es hacer que la gente las use por obligación (no por convicción) y que aprendan a salir bien en las «fotos» de las métricas.
Trabajo en una empresa multinacional que está pasando por un proceso de ese calibre, del cual soy partícipe.
Ahora bien, llega el momento de la verdad.
¿Se alzarán con el triunfo aquellos que apuestan por la innovación, adaptando la férrea estructura organizacional a las necesidades del talento? o, por el contrario, ¿tendrán más peso aquellos que apuestan por imponer los viejos hábitos a la voluntad creativa?.
El próximo capítulo en sus pantallas.
La realidad en la que vivimos está sumergida en la innovación, y nos aboca a la obligación de la formación continua.
Imparto un master de SEO, SEM y Analítica web y todos los días me encuentro con cambios y novedades en cada una de las áreas, que me obligan a adaptar el temario para no proporcionar material obsoleto.
Cualquier profesional actual que piense que «ya» domina su campo, está abocado a la extinción.
Eso es algo que la verdad se agradece, ya que precisamente el campo de la formación es uno de los más susceptibles de que los formadores se queden anclados en sus conocimientos adquiridos hace un tiempo y no avancen al mismo ritmo que lo hacen las innovaciones del campo que «dominan».
Mi opinión es que una empresa que en tiempos pasados tuvo mucho éxito , tiende a tratar de repetir el mismo éxito haciendo una y otra vez lo mismo que les dio en su dia el éxito. Son incapaces de ver que todoo ha cambiado a su alrededor menos ell os
En consecuencia creo que es mas fácil fundar de arriba abajo una nueva compañía con otros métodos, que cambiar los métodos de una empresa consolidada. Esta es auténtica razón por la cual hay tan pocas empresas centenarias en el mercado.
Las fundiciones, textiles, navieras, empresas de ferrocarriles,, etc., que triunfaron en el siglo XIX, fracasaron en el siglo XX., porque trataron de obtener éxitos en los nuevos tiempos utilizando lo mismo que les dio éxito en el siglo XIX. Los IBM, Rank Xeros, Kodak, Singer, Philips, RKO Radio, 20 Centuri Fox,… que triunfaron en el siglo XX, ven como se ajan los laureles que consiguieron, sin haber hecho mas, que cambios cosméticos sobre a aquello que les llevó al éxito en el siglo XX y poco a poco van desapareciendo-
Es mas sencillo que todo eso, si Kodak era un coloso de la fotografia quimica, y tenia una tienda de revelado en cada calle del planeta, entonces resulta que surge la fotografia informatica, electronica, y Kodak intento pasarse a la electronica …
lo malo es que ya habia tambien colosos que tenian una tienda de productos electronicos en cada calle del planeta, que ya eran dueño de ese mercado, y Kodak en el mercado de productos de electronica informatica, tenian que empezar de cero, no era su industria y para hacer su primera camara digital tuvo que comprarle las piezas a los mismos gigantes de semiconductores, precisamente que ayer hoy y mañana seguiran teniendo ese mercado …
Todo eso seria cierto si Kodak no hubiera intentado la cámara digital en 1975, pero perdio la supremacvía que eso le podía haber dado do sobre la fotografía digital, vendiendo la patente y siguiendo en la quimica , porque eso era lo que les, había dado dinero hasta entonces
Lo que hizo Kodak efectivamente, fue patentarla y cobrar la patente al que la fabrique, pero eso no le salvo de la banca rota en 2012, segun dice aqui …
http://www.businessinsider.com/this-man-invented-the-digital-camera-in-1975-and-his-bosses-at-kodak-never-let-it-see-the-light-of-day-2015-8
La patente caduco en 2007 dice ahi, efectivamente si uno fabrica una camara digital en cualquier punto del globo tal vez Kodak veria unos centimos por ella, pero si Kodak quiere fabricar una camara digital tendra que comprarle todas las piezas a algun coloso de los semiconductores, con los pixel por ccd y megas de resolucion que ahora mismo esten de moda, que es todo el precio, todos los euros que cuesta practicamente fabricar la camara, y de nuevo como suele ocurrir, la patente ni salvó al inventor, ni impidio que otro se hartara de vender camaras sin pagarle un duro.
Ahora, me dice uno que es ingeniero que trabaja en el tren, esta en peligro el AVE y todos los trenes de alta velocidad europeos, cuando los chinos lo copien se acabó, nos sacaran del mercado, con su tren copiado mas potente y mas barato sin poder hacer nada, por mucho registro de patentes que haya
Esta claro que no quieres ver que Kodak durante 30 años tuvo tiempo mas que suficiente de colocarse como lider absoluto de las cámaras digitales, pero se negó a ser innovador y siguió haciendo lo que le había dado éxito en el pasado. , hasta que e dejó de dar un duro.
Lo mismo le pasó a IBM con la informática de consumo, o a Rmf Xerox con el alquiler de fotocopiadoras. Todos se quedaron colgando de su rama . incluso cuando el arbol se secó.
Veremos lo mismo en el sector del automóvil, de la banca, de sanidad, y en genera todos los sectores sometidos a cambio acelerado,l Los viejos dinosaurios amarrados a lo que les fue bien en el pasado y dejando pasar todas las oportunidades que se les ponen a tiro.
Yo soy de innovación, pero también soy de números y de disposiciones legales.
Que me enseñen estas compañías el presupuesto en innovación para los próximos 5 años y discutimos.
Que me enseñen esas compañías los contratos que firman con sus trabajadores; de acuerdo con el Estatuto y detallando los beneficios que ofrecen a cambio de esa formación continua.
La innovación aquí no entra porque cuesta una barbaridad. No entra en las Universidades y ¿va a entrar en las ingenierías?
¿Dejarían esa formación en manos de los Sindicatos y después negociamos los Convenios Colectivos? ¿Cuánto cobraría según convenio un Ingeniero capaz de reciclarse varias veces durante su carrera? ¿El doble? ¿El triple? ¿Aceptarían devolverle ese dinero en caso de despido?
Creo que hablar en España de innovación es como hablar de feminismo en Arabia Saudí. Son dos cosas irreconciliables, como el aceite y el vinagre.
Muchas de las personas más innovadoras de España están o en el paro o en el exilio. Los procesos de selección de personas son tan patéticos que casi el 90% de las veces contratan a gente que no se merece el puesto.
Me han pasado muchísimas cosas que atestiguan lo que digo y por ejemplo, hace tiempo estuve negociando con una empresa grande una serie de propuestas formativas en innovación y andaban ahí, mareando la perdiz con los detalles y yo veía que me estaban escaneando el blog porque tuvo un pico de subida en las visitas y se ve que se asustaron porque hablo de ética y finalmente todo quedó en nada. Después supe que esa empresa estaba metida hasta las trancas en temas de corrupción. ¿Cómo iban a hacer negocios conmigo si llegado el caso yo no les iba a entrar en su juego?
En España por mis años tan inquietos desde el siglo pasado realizando propuestas fueron pocas las que me sorprendieron positivamente porque fueron aceptadas. Son lo extraño. Una de ellas fue la Universidad de Alicante, que sin conocerme de nada me contrató para desarrollar muchísimos proyectos muy innovadores, algo impensable en el 99 % de las empresas de ese país triste donde necesitas todos los títulos del mundo para entrar a una empresa y donde en cambio puedes ser totalmente gris e irrelevante en tus aportaciones. ¿Cómo van a sobrevivir empresas con una mentalidad tan viejuna?
Añado otro elemento para la reflexión acerca de la innovación. La inmensa mayoría de las empresas de España que realmente desean innovar lo plantean mal. ¿De verdad creen que para conseguirlo hay que formar a los ingenieros? ¿No se han fijado cómo funcionan las cosas en Estados Unidos? Muchos de los mayores innovadores y CEOs de las empresas no son ingenieros, sino personas con unas capacidades, un talento y un buen proyecto. Los finaciadores de allá son mucho mejores que en España porque saben apoyar a estas personas. En España solo lo harían si fueran «respaldadas» por el título de una escuela de negocios.
Llevándolo al terreno de la Fórmula 1 es como si una escudería quisiera ganar carreras poniendo el mono de piloto a un ingeniero. Normalmente, si lo hicieran sería un desastre. Pues en innovación y en España es lo que hace todo el mundo.
Volviendo a uno de los pocos proyectos innovadores que me contrató hace años -sin conocerme de nada- fue la Universidad de Alicante, más concretamente la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes que entonces contaba y seguro que sigue contando con programadores extraordinarios. Cuando yo tenía una buena idea -sin ser informático- la estudiaba mi jefe y si era aceptada la desarrollaba nuestro equipo. De esta forma, llegamos a crear gran cantidad de propuestas muy innovadoras y pioneras en aquellos tiempos que no siempre se les hubiera ocurrido a los informáticos.
España tiene personas muy creativas e innovadoras que no son informáticos ni programadores y se está desaprovechando un grandísimo talento porque las empresas no están preparadas: no saben ni buscar ni seleccionar ni elegir ni desarrollar el talento innovador. Es triste, pero alguien tiene que decirlo y desarrollar los cambios estructurales y formativos necesarios.
Y un consejo: que tenga cuidado, porque contratando a los vendehumos y formadores en obviedades que hay por ahí seguiremos como estamos o peor.