Mi columna en El Español de esta semana se titula «Noticias y redes sociales«, y vuelve a incidir sobre el tema de las noticias falsas diseminadas a través de redes sociales, tratando de plasmarlo como un reto que la tecnología tiene que solucionar, fundamentalmente tratando de reconstruir los mismos sistemas que existen en el mundo tradicional.
Las soluciones a problemas complejos no suelen ser sencillas. Pretender luchar contra las noticias falsas simplemente censurando su circulación choca con el hecho de que, a lo largo de muchas décadas de existencia de los medios de comunicación, las noticias falsas y sensacionalistas no han desaparecido, y confirman una industria que factura millones y tiene un público fiel. Sin embargo, en el mundo de la comunicación tradicional, a pesar de que existen decenas de medios sensacionalistas dedicados a inventarse conspiraciones, noticias falsas y rumores absurdos de todo tipo, la influencia de las noticias sensacionalistas no suele trasladarse a los medios considerados serios: las dos órbitas se encuentran razonablemente compartimentadas, lo que lleva a que quien consume basura, en general, sabe que lo está haciendo, y la información que aparece en ese circuito, por lo general, no sale de él y limita así su influencia.
Ese es el sistema que, en la reinvención de las noticias a la luz de las redes sociales, falta por desarrollar: no se trata de intentar impedir la circulación de noticias falsas, porque tienen su público y ese público tiene derecho a consumirlas, pero sí de detectarlas, identificarlas y etiquetarlas como lo que son, de restringir su circulación por vías algorítmicas, y de evitar que tengan un incentivo económico directo excluyéndolas de los mecanismos de publicidad.
Prohibir que un tabloide sensacionalista como Daily Mail sea utilizado como fuente de referencia en Wikipedia es razonable dada la naturaleza de la publicación, una enciclopedia, y sin duda, no será el último medio que recibe tal «distinción». Que Wikipedia, hace años denostada por algunos como una enciclopedia supuestamente no fiable, se haya consolidado como la mejor, más completa y más actualizada enciclopedia de todos los tiempos y pueda ahora convertirse en juez que toma decisiones y sanciona qué publicaciones pueden o no pueden utilizarse en sus referencias es un caso claro que demuestra que, sobre las bases de la red y los procesos sociales, pueden construirse mecanismos que superen claramente en generación de valor a los existentes en el mundo tradicional.
A la hora de reconstruir esos sistemas de referencia en las redes sociales, la tecnología va a resultar fundamental: pretender recurrir a editores humanos para etiquetar las noticias falsas y excluirlas no solo es imposible, sino que aporta potencialmente peligrosos elementos de relatividad. La idea parece tender hacia la combinación de sistemas que examinen los patrones de difusión de las noticias, con otros que incorporen el etiquetado de los usuarios, y con bases de datos que incorporen fuentes y noticias calificadas como no fiables. A partir de ahí, limitar la circulación de las noticias etiquetadas como falsas privándolas de acceso a algoritmos de recomendación automatizados, a sistemas de publicidad y a trending topics. Que leas una noticia falsa porque la hayan compartido contigo seguirá siendo perfectamente posible y formando parte de tu libertad individual, pero al menos debería ir convenientemente caracterizada como lo que es, como ocurre en el quiosco cuando vemos determinados medios.
El problema, de nuevo, no es sencillo. En el mundo tradicional, un medio alcanza la reputación de sensacionalista a lo largo de un tiempo de comportarse como tal. En la red, podemos crear un medio cada mañana, darle una apariencia convincente, y publicar lo que queramos inventarnos y convenga a nuestra agenda en tan solo unos pocos clics. En la red, el desarrollo de sistemas de fact-checking capaces de dar respuesta a este tipo de retos va a exigir la coordinación de abundantes recursos, y no va a ser sencillo, pero eso no quiere decir que no deba plantearse: para las redes sociales y buscadores, de hecho, se conforma como el próximo gran desafío. No va a ser sencillo: ni siquiera el gobierno chino, con su ejército de censores y su gran muralla, es capaz de evitar la aparición de noticias falsas. Ejercicios de colaboración como el que se está desarrollando en Francia sobre el que escribí hace unos días pueden aportar marcos interesantes y laboratorios sobre los que tratar de aislar y evaluar este tipo de cuestiones.
Sigue quedando mucho por hacer. Pero al menos, vamos centrando el problema.
This post is also available in English in my Medium page, “Stopping fake news through technology«
«Sin embargo, en el mundo de la comunicación tradicional, a pesar de que existen decenas de medios sensacionalistas dedicados a inventarse conspiraciones, noticias falsas y rumores absurdos de todo tipo, la influencia de las noticias sensacionalistas no suele trasladarse a los medios considerados serios»
A veces tengo la sensación de que Enrique directamente sufre de Alzheimer.
Porque si no, uno no se puede explicar cómo después de todo lo relacionado con la tasa Google en España, como desde los medios «serios» se vendió una intencionalidad (la de que Google se aprovechaba directamente) y ahora suelta esto.
Que El País, El mundo, El ABC, o el siempre tan bien considerado (por qué será…) El Español pese a su juventud, no son Sálvame ni él Lecturas lo sabemos todos, pero de hay a pretender decir que lo sensacionalista no llega a estos medios es de apaga y vámonos. Porque una de dos, o a ellos tampoco les consideras dentro de la categoría de serios o lo dicho, te olvidas de Venezuela, de la tasa Google, de todo lo relacionado con sueldos y sobres, con ETA o hasta con tirititeros, las reyes matas o qué sé yo…
El problema es que definir que es «verdad», «un poco verdad», «casi nada de verdad» y «absolutamente falso» es mucho más complicado de lo que parece.
Hablamos de política, de noticias… pero los productos engañosos, las estafas, los estudios pretendidamente científicos, las sectas y religiones, las visiones sesgadas de un mismo acontecimiento, los prejuicios etc. son fuentes de información a veces imposibles de contrastar que terminan generando «verdades alternativas» cuya puesta en duda puede incluso provocar airadas reacciones.
En mi opinión lo cierto es que, muchas veces, ni siquiera nos interesa ni queremos conocer la verdad, solo los datos que corroboran lo que queremos creer.
Como decía Carl Sagan: «No puedes convencer a un creyente de nada porque sus creencias no están basadas en evidencia, están basadas en una enraizada necesidad de creer»
Interesante eso de la definición y ese aporte saganiano, para matizar que a veces intentamos convencer a convencidos sin haber previamente resquebrajado el escudo protector (que todos tendemos a tener).
Vuelvo a repetir que no es el mismo problema para Google, que pretende dartelas respuestas más significativas a tu pregunta, que la de Twitter que solo pretende hacerte llegar que opinan tus amigos.
Google esta OBLIGADO a medir la fiabilidad de la fuente de la noticia, ¿Como lo haga? pues ni idea pero evidentemente una noticia que aparece en el BOE es mas fiable que si aparece en el MARCA y estas más fiables que si aparecen en el El Mundo Today y esto de una forma u otra lo ha de reflejas Google y no solo por números de lincks, pues ese dato mide POPULARIDAD y no CALIDAD. En este caso no se trata de censurar sino de PRIORIZAR y colocar antes las noticias del BOE que las de El Mundo Today, simplemente
En cambio Facebook me informa de lo que quieren comentar MIS SEGUIDOS, sea cierto o falso, ese es MI PROBLEMA. tan solo creo que debería filtrar mejor las actividades de MIS SEGUIDOS y no mandarme cualquier acción que hagan, sino solo aquellas que tiene él la voluntad de emitir. o sea, los mensajes directos y los RT, pero no noticias como si «Me gusta» tal página, o es amigo de tal fulano, porque si quiere emitirlo, tiene medios o para hacerlo. Por supuesto lo que debe filtrar es la veracidad de la publicidad y dejar de decir que a tal seguido tuyo «Le gusta»
Pues teniendo en cuenta, que hay partidos políticos que compran publireportajes en NewsWeek o Times… el reto puede que no sea tecnológico.
También, humano. No sé que otra cosa podría opinar.
No se puede diseminar la verdad, pero sí el análisis crítico de la información que recibimos de los medios. Y en ese aspecto, internet puede proveer en el futuro de herramientas inestimables, que mejoren la comprobación de su veracidad.
Más aún, cuando existe un modelo editorial que actúa como lobby político, imprimiendo un sesgo o tono deliberado a su información, convirtiéndola en propaganda.
(Sólo leo por curiosidad a los periodistas con mochila política. Sí, les llamo ‘mochileros’)
Otro día hablamos de tecnología más avanzada, o el Knowledge-Based Trust de Google.
–
Stephen Glass
Shattered Glass – Vanity Fair
Computational Fact Checking from Knowledge Networks
Informing the news: The need for knowledge-based reporting
‘Time’ (lapsus Salami).
Visualizo una plataforma abierta, donde las noticas quedan públicamente evaluadas (El suceso): Se firman 25 ordenes ejecutivas añadidas por JDT ¿Quien lo emite?. ¿Fuente verificada?. Categoría: Politica.
(El rumor): Colombia tiene visa directa con EEUU. ¿Quien lo emite? ¿Fuente verificada? ¿Quien desmiente?
(El suceso paranormal) En Perú se vislumbran OVNIS por los lugareños cerca del Machu Pichu. ¿Quien lo emite? ¿Periodismo de investigación? #Historias populares.
#Rumor no verificado
Y un ranking de noticias verificadas/medios y categorías que además admite denuncias de individuales.
Es muy extensa la lista… Pero entre #Rumor #Fuente verificada #Cotilleo #Opinion #Analisis etc..por algun lugar se debe poder empezar..;-)
Me llama la atención que las soluciones a este problema no pasen más por categorizar a los usuarios en función de la veracidad de los contenidos que comparten. Podria ser un sistema de valoración con estrellas o un mero aviso que incara «en los últimos tres meses este usuario ha compartido material calificado como dudoso (o falso!)». Los usuarios, como los medios, deberían hacerse responsables de su reputación. Desde luego, pueden enviar lo que sea. Pero si se demuestra falso, el destinatario debería tener derecho a saber que en el pasado (reciente) te has comportado como una fuente poco fiable
Está tardando la revolución de la redes sociales y pasemos de verdad a las redes 3.0, para que éstas dejen de ser el refugio de gente (?) que vuelca en ellas todas sus frustraciones sin importar el daño que hagan.
De todas formas, soy bastante escéptica dado que la propia Facebook nació como una red de cotilleo de un campus universitario.
Como dicen los cursis, las redes sociales llevan el cotilleo, en el peor sentido, en los genes.
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