El próximo día 24 de enero saldrá a la venta «Los nativos digitales no existen«, un libro editado por Deusto en el que han participado Borja Adsuara, Anna Blázquez, Marga Cabrera, Claudia Dans, Fernando de la Rosa, Eparquio Delgado, Rebeca Díez, Juan García, Fátima García Doval, Jordi Martí, Nuria Oliver, Javier Pedreira «Wicho», Dolors Reig, Genís Roca, Josefina Rueda y Andy Stalman, coordinado por el propio Wicho y por Susana Lluna, y para el que he tenido el honor de escribir el prólogo.
El libro está ya en preventa en Amazon, y habrá presentaciones en Alicante (25 de enero 19:00 en Fundesem), Valencia (26 de enero 20:00 en La Rambleta), Barcelona (2 de febrero, sitio y hora TBC), Madrid (día 7 de febrero 20:00 en La Casa Encendida), Santiago (10 de febrero 20:00 en Airas Nunes), Pamplona (17 de febrero 19:30 en Pamplonetario), La Coruña (24 de febrero 19:30 en Domus), y Bilbao (31 de marzo 19:00 en Aulas de la Experiencia de Bizkaia).
El libro está editado con licencia Creative Commons Reconocimiento – No Comercial-Compartir igual 3.0, y la recaudación obtenida por derechos de autor con la venta de esta obra se destina de forma íntegra al proyecto Mak3rs de Ayuda en Acción (makersenaccion.org), que comparte uno de los objetivos del libro: el desarrollo de competencias necesarias para lidiar con las «nuevas tecnologías» por parte de los educadores, de los niños y niñas y familias sin recursos y sin acceso a la tecnología.
El libro me parece un muy buen esfuerzo a la hora de plantear lo que supone considerar a toda una generación como si viniesen ya «con la tecnología de serie», cuando en realidad lo único que ocurre es que viven de manera natural en un entorno con una mayor presencia de tecnología y tienen, simplemente, una cierta familiaridad a la hora de interactuar con ella. Partir de la base de que tienen algún tipo de habilidad especial que les capacita para utilizar la tecnología implica, en muchos casos, una dejación de funciones por parte de unos padres o educadores que, por alguna razón absurda, se consideran «inferiores» y renuncian a educar en el contexto tecnológico, lo que redunda en muchas ocasiones en jóvenes completamente inexpertos, carentes del más mínimo sentido común a la hora de desenvolverse en entornos tecnológicos, o prematuramente desinteresados debido a un mal planteamiento de las herramientas. Fundamentalmente, oportunidades perdidas debido sobre todo a un planteamiento equivocado.
A continuación, el texto completo de mi prólogo:
Prólogo
Si hay una cosa segura que todos aquellos que han sido padres saben perfectamente, es que los niños vienen sin manual de instrucciones. Una de las funciones más importantes de toda sociedad humana o incluso muchas animales, el preparar a la progenie para la supervivencia en el entorno, es confiada, en el caso de nuestra especie, a individuos que, en la mayor parte de los casos, tienen un nivel de experiencia bastante escaso, y que se apoyan únicamente en su intuición y en algunas claves transmitidas socialmente. De ahí que el consenso social nos lleve a delegar una parte de la educación en profesionales, en entornos que aseguren la transmisión de unos conocimientos que proporcionen una serie de bases culturales y sociales comunes que faciliten la convivencia y el funcionamiento de la sociedad como tal.
El problema, claro esta, surge cuando el entorno se complica. En las sociedades humanas contemporáneas, muchas personas viven en entornos que no tienen demasiado que ver, en numerosos aspectos, con los que predominaban cuando recibieron su educación. La desactualización de muchos adultos con respecto a determinados elementos de la sociedad resulta patente, y da origen a tópicos como el de la lucha generacional. Decididamente, pocos adultos son especialmente competentes a la hora de mantenerse actualizados en el desarrollo de los elementos que definen la sociedad: la mayoría suelen, mas bien, responder a la tercera ley del escritor británico de ciencia-ficción Arthur C. Clarke, “toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, o a aquella frase del programador norteamericano Alan Kay que afirma que “tecnología es todo aquello que no existía cuando tú naciste”.
Indudablemente, crecer en presencia de una tecnología hace que la consideremos como una parte integrante de nuestro entorno, como algo dado. Aunque no existan registros escritos de ello, cabe imaginarse que las primeras sociedades humanas que dispusieron del fuego verían un salto generacional entre aquellas personas acostumbradas a ingerir alimentos crudos o a no disponer de calor ni iluminación, y aquellas que lo conocieron como algo habitual en su vida desde la infancia. Sin duda, ingerir alimentos cocinados se convertiría en una costumbre habitual para los más jóvenes mientras era todavía algo nuevo y relativamente sorprendente para aquellos de sus mayores que no conocieron el fuego en su infancia. Sin embargo, la custodia y el manejo del fuego, según afirman los estudiosos de las culturas prehistóricas, no se entregaba a los más jóvenes, sino a miembros de la comunidad con suficiente experiencia y sentido común como para generarlo, preservarlo y hacer un buen uso de él.
Entre enero de 2013 y marzo de 2014, llevé a cabo un experimento que terminó por resultarme inquietante: de forma completamente casual, tuve la oportunidad de impartir una charla sobre el uso de la web social no a mi público habitual en la escuela de negocios en la que trabajo desde hace más de dos décadas y media, sino a alumnos de segundo año de Comunicación Publicitaria sensiblemente más jóvenes. Recuerdo aquella charla porque, contrariamente a lo que me ocurre habitualmente, me encontré especialmente incómodo y con sensación de desconexión total con la gran mayoría de los asistentes.
Se trataba de un público sensiblemente más joven que el que suelo tener habitualmente en mis clases, pero su desconocimiento de los temas tratados me resultó completamente contraintuitivo: ¿no eran estos los famosos “nativos digitales” con los que nos llevaban calentando la cabeza desde que Marc Prensky escribió su artículo “On the horizon” en el año 2001?
Intrigado, decidí incrementar mi exposición a ese rango de edades, y acudí a varias citas más, para impartir tanto un curso completo de Digital Literacy como alguna conferencia adicional sobre el uso de redes sociales. Las conclusiones fueron similares: al descender en el rango de edad, los estudiantes parecían ser no solo más ignorantes, sino incluso más escépticos, más reactivos, más descreídos con respecto a los posibles beneficios que la tecnología podía aportar. No era solo que no supieran… es que tampoco parecían querer saber.
En paralelo, la evolución de las tendencias refleja el mismo fenómeno: a medida que la web se desarrolla y ofrece cada vez más posibilidades, los jóvenes parecen abandonar muchas de las herramientas sociales y refugiarse en la simple mensajería instantánea, en una comunicación extremadamente poco sofisticada. Las promesas de una generación capaz de entender el funcionamiento de las herramientas desde todos los niveles han resultado ser completamente falsas: salvo en casos excepcionales, hablamos de una generación que se limita a utilizar aplicaciones que les vienen dadas, e incluso de usuarios simplistas, que utilizan un número muy limitado de herramientas para muy pocas funciones.
¿Programación? Buena suerte encontrando adolescentes que sepan convertir ideas en código ejecutable, porque el porcentaje con respecto a generaciones anteriores parece estar disminuyendo, no aumentando. Precisamente cuando el mercado de trabajo parece estar demandando profesionales cada vez más preparados en su capacidad de relacionarse con objetos programables o para entender los nuevos fenómenos comunicativos generados por la adopción masiva de las redes sociales, los jóvenes parecen usar sus smartphones simplemente para jugar a juegos triviales, para escribirse mensajitos, para compartir fotografías y vídeos… y para muy poco más.
El problema parece provenir, precisamente, de una cuestión de expectativas. Llevados por el irracional optimismo de creer que por nacer en un año determinado, los niños sufrían algún tipo de modificación genética que les llevaba a relacionarse mejor con la tecnología, muchos padres abandonaron su deber de educarlos. El absurdo tópico propagado por algunos irresponsables que decía aquello de “¿qué les voy a contar, si saben más que yo?” se impuso a la evidencia de que, por mucho que tecleasen rápido o entendiesen mejor algunos interfaces gracias a no tener que “desaprender” los anteriores, había una serie de carencias importantes que era preciso cubrir.
En el fondo, el entorno digital no es diferente de cualquier otro. Cuando los niños jugaban en la calle, sus padres se preocupaban, por una mera cuestión de sentido común, de explicarles adecuadamente y con insistencia todo aquello de la luz roja y la luz verde de los semáforos, que no se podía salir corriendo detrás de una pelota si esta se iba a la calzada, o que no se podían aceptar caramelos de un extraño.
En el entorno digital, sin embargo, muchos padres han actuado de manera completamente diferente: llevados a creer que sus hijos les aventajaban, decidieron hacer una auténtica cesación de responsabilidad. El resultado fue el que ahora estamos comprobando: más que tener una generación de nativos digitales, lo que tenemos son, tristemente, huérfanos digitales, que han aprendido malamente a base de ensayo y error, y que muestran una preocupante falta de formación incluso en los niveles más básicos. El uso de filtros parentales, por ejemplo, es un caso patente y preocupante: muchos padres se limitan a instalarlos y, tras ello, a abandonar toda supervisión, aunque ello implique que cuando en otro contexto – en otro ordenador, en otro sitio – sus hijos se encuentren con aquello que el filtro supuestamente detenía, se encuentren completamente indefensos y sin preparación alguna para afrontar esos estímulos.
Resulta relativamente habitual observar el uso de la tecnología como “apaganiños”: padres que cuando sus hijos les resultan molestos en alguna situación, se limitan a poner en sus manos una consola, un smartphone o una tableta con un juego, un vídeo o algún otro tipo de entretenimiento. Y que, curiosamente, se extrañan algunos años después cuando esos niños se niegan a soltar su smartphone durante la comida o la cena, o cuando van a casa de sus abuelos, mostrando una más que preocupante e imperdonable falta de educación – habitualmente, además, ante la clara permisividad de sus obviamente irresponsables progenitores.
¿Qué absurdo concepto nos lleva a pensar que unos niños en plena fase de desarrollo de su sentido común van a ser “mágicamente” capaces de adquirir la compleja serie de valores, intereses, actitudes y aptitudes necesarias para extraer partido a una herramienta como la tecnología? ¿Por qué razón hay tantos padres que, en lugar de preocuparse por la transmisión de unos conocimientos tan importantes para el futuro desarrollo de sus hijos, optan por no formarse, por mostrarse como unos completos ignorantes carentes de criterio que no merecen respeto alguno, y por inhibirse ante el uso que sus hijos puedan hacer de herramientas tan poderosas? ¿De verdad nos extraña que esos mismos niños puedan tener problemas derivados del hecho de haber sido criados como auténticos salvajes en un aspecto tan fundamental para su desempeño social como ese?
Citando a Derek Curtis Bok, ex-presidente de la Universidad de Harvard, “si cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”. Si piensa que va a educar bien a sus hijos con frases como “yo de tecnología ni idea” o “a mí es que todos esos temas se me escapan”, se equivoca. No solo se equivoca, sino que es usted un irresponsable, y está dando a sus hijos una muestra de que no pasa nada por ser educados por un completo ignorante. Un ignorante no es únicamente aquel que no ha estudiado o retenido una serie de materias, sino también, en gran medida, alguien que se niega a seguir educándose pasada una cierta edad. Y mostrarse como un ignorante ante sus hijos no es, sin duda, la mejor manera de situarse en una posición adecuada para educarlos.
Déjese de tópicos. La tecnología no es difícil, no más que muchas asignaturas a las que se ha enfrentado en su educación. Su cerebro no se ha vuelto más espeso, no se ha convertido en un incapacitado y no se trata de aprender desde cero los saberes de los sabios judíos de Amsterdam: simplemente, no le está poniendo el adecuado interés. O, como he comprobado en muchos casos, no le está poniendo ninguno. Por alguna extraña razón, algunos padres esperan que su falta de capacitación a la hora de enseñar a sus hijos algo tan importante como el uso de la tecnología sea algo que asuma su colegio o su entorno social.
No, educar a nuestros hijos no consiste en dejarlos utilizar determinadas cosas completamente por su cuenta y riesgo. Supone poner interés en que empiecen lo antes posible a interesarse por su entorno, estudiar las herramientas e informarse sobre su uso, entender las precauciones necesarias, explicarles lo que deben y no deben hacer, interesarse por las cosas que hacen, con quién se relacionan, qué les dicen, qué hacen… no es un trabajo full-time, pero casi. Nadie le dijo que fuese a ser fácil, y corresponde a muchas cosas que llevamos generaciones y generaciones haciendo. Educar sin reprimir y sin generar temores irracionales o sin fundamento, prepararlos para la vida en lugar de pretender mantenerlos en una burbuja, poner las reglas necesarias y sostenerlas sin miedo pero sin caer en rigideces absurdas, y buscar un compromiso adecuado de control que no se convierta en una vigilancia agobiante.
Si quiere respuestas concretas a preguntas concretas, en este libro encontrará muchas de ellas. No espere para dar a sus hijos un smartphone: a partir del momento en que sean capaces de no llevárselo a la boca, deben comenzar a familiarizarse con lo que será un elemento permanente en su vida y en su bolsillo. No deje de aprovechar la oportunidad para que aprendan jugando: la tecnología puede ser muy divertida, y convertir elementos como la programación o la robótica en oportunidades para jugar con sus hijos es algo maravilloso y muy recomendable. Si le parece caro, no se preocupe: la ley de Moore ha hecho que este tipo de cosas sean cada vez más baratas. Si está muy ocupado para ello, busque tiempo, sáquelo de debajo de una piedra, otórguele prioridad. No, no es fácil. Pero pocas cosas son más importantes.
Y sobre todo, déjese de tonterías. Que los niños no vengan con manual de instrucciones no es una excusa para abandonarlos a su suerte. Sus hijos le podrán parecer los más guapos y los más listos del mundo, pero no son nativos digitales, se lo diga quien se lo diga. La tecnología no viene en los genes, y el sentido común para darle buen uso, tampoco. Usted, sin embargo, sí puede desarrollarlo: solo hace falta ponerle interés. Si ha comenzado a leer este libro, asumo que lo tiene. Para todo lo demás, está internet.
ACTUALIZACIÓN (22/01/2017): Ana del Barrio, de El Mundo, se puso en contacto conmigo tras leer esta entrada, y hoy publicó un muy buen artículo titulado «No, tu hijo no es un nativo digital» (pdf).
Uff, este tema que me encanta!!
La tecnología es difícil, porque como rama que deriva de la cienca o de la ingenieria, es difícil, o mejor dicho, no es fácil o trivial.
Yo soy ingeniero de teleco, y ya en mi época nos «reiamos» de los LADE (excepto porque había más chicas en sus clases :) …. Luego hice un MBA, y pude comprobar como todo el rollo contabilidad, finanzas .. es infinitamente más fácil que la ingeniería.
Lo que quiero decir es que una sociedad mal llamada «acomodada» (con un 20% de paro), la gente se tira por las ramas «fáciles» (LADEs, comunicación visual …). Luego nos sorprendemos que aquí no se invente nada o los Trump y cia se sorprenden que Silicon Valley este lleno de indios (los americanos también están muy acomodados).
Respecto a los padres, muchos entienden por tecnología que el nigno aprenda a jugar a un juego en el móvil. Con eso está dicho todo.
A nivel de empresa he notado otro problema y es que muchos usuarios se creen que saber un poco de SQL y manejar una herramienta de visualización (Tableau …) ya es suficiente y ya significa que están adaptados a las nuevas tecnologías.
Puede que sea más que suficiente para hoy en día, pero yo soy de los que cree que los departamentos de las empresas podrían llenarse de ingenieros y vaciarse LADEs y funcionar mucho mejor. Simplemente porque la tecnología actual permite automatizar muchisimos procesos, mientras que las capas de burocracia actual en las empressa impiden adoptar esa tecnología y en cambio que se siga funcionando en modo Excel. Lo entiendo también porque esta gente está defendiendo sus puestos de trabajo; el tema es hasta cuándo porque como bien dice Enrique en el artículo de banca, hay buitres al acecho!!!! :)
Sabia reflexión, gracias por compartir.
Es un tema complejo y habéis abierto un «melón» necesario. Es cierto que se había sobrevalorado el conocimiento de los adolescentes españoles en tecnología. Es algo que llevo diciendo hace muchos años. En el año 2000 ya publiqué un artículo, «La ciudad de las palabras» en una revista educativa en el que alertaba de los peligros de la red, comparándola con una ciudad del lejano Oeste en la que los primeros en llegar fueron los peores: sectas, delicuentes, bancos, prostitución/porno.
Yo siempre he tratado de tapar los huecos existentes en nuestro sistema. El primero, es la educación tecnológica que no tienen los padres y madres. Nadie se ha preocupado de enseñarles. Yo he llegado al punto de utilizar los cinco años que trabajé en Forem-CCOO dando cursos a trabajadores con empleo o sin él. La mayoría eran personas con hijos/as, que agradecieron mucho mis consejos y enseñanzas.
También he estado muchos años formando al personal bibliotecario y docentes de casi todos los niveles de la enseñanza. Existe un nivel bajísimo, lamentablemente. Y también por desgracia, se conforman con dar una educación muy básica de usuario. Falta conocimiento para que puedan educar en elementos de la informática e internet que se salgan de lo típico.
Internet es un inmenso horizonte de oportunidades. Me parece triste cuando se nos reduce la posible formación avanzada que podemos dar a los niños/as derivándoles a la programación y la robótica. Es como si ante los vehículos a motor, los condenamos a ser mecánicos. Se me ocurren cientos de ideas de emprendimieto que son innovadoras sin pasar por la programación ni la robótica.
Me preocupa especialmente porque considero que se debe a que normalmente las universidades de prestigio y escuelas de negocio se reservan «el volante» para sus alumnos, la guinda del pastel: ser los CEOs. Es una estratificación elitista que considero peligrosa, e injusta porque muchos grandes talentos del emprendimiento de clases medias o bajas se quedan sin poder desarrollar su potencial, sus proyectos.
Una de las cosas de las que hablamos en el libro es precisamente de la necesidad de cambiar el sistema educativo para que los «nativos digitales» incorporen estas herramientas en su formación como una herramienta transversal en todo su curriculum.
También hablamos de la necesidad de formar a los profesores desde los primeros niveles para que puedan servir de apoyo a sus alumnos en esto y contamos que introducir tecnología per se en las aulas no sirve de nada, que convertir los libros de texto en PDF no es usar adecuadamente las tecnologías, por muy bueno que sea para la espalda de los alumnos.
Muchas gracias, Javier, por tomarte la molestia de responder mi comentario.
Mi experiecia en la formación tecológica en los ámbitos que señalaba se remota a mis tiempos en la cervatesvitual.com . Con lo que sé hoy, pienso que igual que no se puede prevenir la violecia machista solo con formación en igualdad, sino tocando en conjunto la prevención de todas las violecias, creo también que las formaciones tecnológicas tienen el mismo problema si no se enseñan conjuntamente con los otros pilares: la innovación la motivación creativa. He tratado de desarrollar sobre todo propuestas basadas en la dinamización de bibliotecas, escolar, incluso de museos. Me da pena que todos esos conocimientos hoy no se estén aprovechando porque estoy en otros emprendimientos. Es lo malo de España, que la gestión del talento del conocimiento es tan nefasta que ha hecho que tantas personas nos hayamos tenido que ir. Saludos desde Nueva York. Os deseo muchos éxitos con el libro y con nativosdigitales.com.
Ah, pues si finalmente te lees el libro creo que el capítulo escrito por Andy Stalman y Josefina Rueda será de tus favoritos…
Sin desmerecer a ningún otro, que conste ;)
Primero mi mas sincera enhorabuena a los autores del libro, tiene muy buena pinta y sobre todo va a ayudar seguro a muchos padres, profesores y como consecuencia a sus hijos
Dicho esto solo comentar que en mi tesis doctoral de como funciona el cerebro, hay en varias partes que hablo de que el Hommo Sapiens no ha cambiado prácticamente nada en los últimos 70.000 años, desde la revolución cognitiva con la incorporación del habla. Si la gente se cree que los niños de ahora son distintos a como eran nosotros, nuestros padres o incluso nuestros abuelos, no entiende de genética ni de antropología.
Es cierto que en contexto modifica el comportamiento en el presente, pero eso no significa que sean distintos.
En el libro decimos algo parecido: es la tecnología la que ha evolucionado para adaptarse a nuestra forma de relacionarnos con el mundo –tocando cosas– y no se trata para nada de que los «nativos digitales» sean mutantes con el superpoder de saber usar los dispositivos digitales intuitivamente.
Quizás no les tengan el «respeto» que personas de más edad puedan tenerles, aunque también tenemos claro que es más una cuestión de actitud que de edad, pero desde luego que sin formación no van a saber sacarles nunca todo el partido que podrían y que necesitarán sacarles para enfrentarse al mercado laboral.
A menos que queramos volver a apostar por el ladrillo, claro.
Leyendo este artículo, parece que las personas adolescentes de hoy no quedan en muy buen lugar. Como cualquier generalización es mala, si no se basa en medidas objetivas.
* ¿Cual es el nivel de fracaso escolar? Parece que no es el peor.
* ¿Cual es el nivel en Europa? Este le da la razón que es bastante vergonzoso.
Entro en Planeta y en Amazon, a ver de que va realmente el libro, y no ilusiona el tema la verdad, Poco prolijo, o menos ganas de venderlo que Vd.
Pero es sintómático la publicidad colateral de Amazon «El Dash Button Nerf» , literalmente «UN CACHARRO PARA TONTOS DIGITALES» te quieren vender por cerca de 5€ un botón para cuando se te acaba el Fairy lo pulses para que te lo traigan. ¿Estamos tontos? Tendrían que pagarte por facilitarles la venta. Al final va a tener Vd. Razón.rodeados de tontos digitales por todos lados… que esos si que existen, y a veces son hasta los padres.
http://www.elconfidencial.com/sociedad/2016-08-01/abandono-escolar-espana-tasa_1241073/
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/04/11/actualidad/1397211917_985641.html
https://www.amazon.es/dp/B01I297PLW/ref=pd_sbs_14_2?_encoding=UTF8&psc=1&refRID=9TYJ2T0ASXQT7YBF7P9M
No lo has mirado demasiado bien. El botón es gratis. Te cobran cinco euros cuando lo recibes, y te los descuentan de tu primer pedido. A ti te parecerá una tontería, pero a mí, que cuando se me acaben determinados productos no tenga más que tocar el botón y aparezcan al día siguiente en la puerta y con un precio competitivo (si sube el precio te avisan) me parece lo más cómodo del mundo. Ahora mismo tengo cuatro, todos asociados a productos de esos que no me hace la más mínima ilusión ir a comprar, y me resultan comodísimos.
Tiene entonces Vd. razón. El banner para ciegos no lo había leido..Y me había quedado a cuadros. Gracias por la aclaración.
Puede ser o no, una tontería, pero si es gratis, el usuario decide. Una buena idea para fidelizar al cliente.
Sí, esa es la clave, fidelización y comodidad. Hay bastantes productos en los que compras típicamente el que está de oferta o alguno de una marca que te dé confianza, pero si tienes el botón de uno en concreto, sigues comprando ese…
JODER, Felicidades a usted por despues de un post «un poco incendiario» aceptar el error y dar las gracias!!! eso no se suele ver mucho por internet…
Ahora Amazon lo pone más fácil al incorporar los botones en la página inicial y en la app.
Una de las madres del cordero…tenemos un ADN que nos marca el paso de la infancia a la adolescencia, pero no dice nada del instrumental a usar para ir madurando…y el manejo de un mando de videoconsola no será mejor que el manejo «con estilo» del pizarrín en la pizarra… todo dependerá de la eficiencia en su manejo a la hora de producir circuitos neuronales (o los algoritmos precisos para remodelar lo aprendido)…ni siquiera el homo roboticus nacerá «sabido» y mucho menos aprenderá por mera iteración, casi estoy seguro de ello!
Sigue habiendo gente con la manía de repetir que repitiendo se llega… pero una mente robótica inteligente no sólo repite, también va creando circuitos que permiten en bucles sucesivos aumentar el caudal de lo aprendido. Estaremos a tiempo los humanos?
Un matiz » a mi mismo»: la tecnología a usar no viene marcada por el ADN, pero si podemos suponer que se van incorporando características genéticas que hacen más flexible el uso de determinados instrumentos. Es decir, los dedos de un infante prehistórico no creo que tuvieran la agilidad de un infante actual…
Eso no quita que el proceso de circuitización mental siga basándose en un proceso de error-acierto y vuelta a… además de tener en cuenta que el carril evolutivo es de doble sentido.
Totalmente de acuerdo; a mi respuesta a José Luis Portela me remito ;)
Los tópìcos son prejuicios que nos ahorran el trabajo de pensar
Los niños son nativos digitales, y sólo saben jugar a marcianitos y hablar por WhatsApp
Los suizos no tiene imaginación, pero de entre ello salió Frank Kafca
Los catalanes son muy peseteros, pero de entre ello salío Vicente Ferrer
Los sevillanos son muy graciosos, como los «esaborios» forofos del Sevilla
Los ancianos no utilizan el ordenador, Tengo 73 años y yo y todos los amigos de mi generación utilizamos normalmente el ordenador, porque entre otras cosas llevamos con un Pc sobre la mesa de la oficina desde los años 80, hace casi cuarenta años
Los obreros no son intelectuales. Acaban de dar el premio a la mejor ópera prima en la Semana Negra de Gijón, a un señor que trabaja en la limpieza del metro de Buenos Aires,
Los analfabetos son poco inteligentes , confundir falta de cultura con falta de inteligencia es otro tópico, hay etíopes listisimos, aunque no sepan sumar
Los chinos son muy trabajadores, excepto el que prefiere vivir de dar «sablazos» al personal http://www.elconfidencial.com/espana/madrid/2016-06-19/chino-timo-infarto-malasana-madrid_1218984/
Y asi hasta mil.
Si no tuviéramos prejuicios, tendríamos que estar pensando y evaluando constantemente y posiblemente eso sea agotador.
Gorki, no vuelvas a preguntarme cosas de Madrid. Que me dicen, que hay un monton de Tuiteros escandalizados por haber ‘presumido’ en público.
Y ahora, hay que hacerles casito.
;-)
Ya sabes como va Twitter. Se vive de la atención que eres capaz de conseguir, a toda costa, de personas que no sabríamos nada de ellos por otro medio.
Aclara, ¿Qué he preguntado que ha molestado? ¿He presumido yo o tu?
No preguntes. No cuantifiques. Macondo 2017.
12:10
«El vuelo de las abejas en la oscuridad.»
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Tríptico hallado en los lavabos del congreso antes del rapto.
Azul. Blanco. Rojo. Fucsia.
Franz Kafka nació en Praga…
Gracias por la entrada Enrique, ya he reservado el libro digital en Amazon. Este es un tema que me apasiona, a pesar de no tener hijos, pero que me descorazona profundamente. Doy el «soporte tecnológico» de ordenadores (Windows/Mac), tabletas y móviles (iOS y Android) a mi mujer, suegra, padre, madre, cuñado, cuñada, y dos sobrinos (una adolescente y otro universitario), y cada vez que me llaman por un problema o catástrofe me doy cuenta de que por un lado no tienen ningún interés en aprender, ni curiosidad, ni saben valerse por sí mismos y por otro lado, la tecnología sigue siendo complicada, mucho más de lo que nos puede parecer a ti o a los lectores de este blog. Sí, cuando arrancas un ordenador o dispositivo nuevo te sale un asistente que te guía, pero ya algunas preguntas no son triviales. Y luego ya quedas a tu suerte. Tras la última catástrofe (una pérdida de móvil sin backup de contactos) estuve haciendo una lista de las cosas que tendría que enseñarles (todavía estoy esperando que me llamen para darles la charla…) y la lista empezó a crecer desmesuradamente: cada persona tiene dos o tres dispositivos (ordenador, tableta, móvil), hay tres sistemas o cuatro sistemas operativos (Windows, MacOS, iOS, Android), 3 nubes (Apple, Google, Microsoft), 2 proveedores de correo (hotmail, gmail), etc. y en cada uno de ellos las cosas básicas se hacen de forma distinta o las interfaces de usuario son distintas. Explicarles las opciones de compartir información entre sus dispositivos o entre ellos como familia ya sería de nota. Y configurar la autenticación de dos factores en cada una de las cuentas y guardar los códigos de backup impresos en una carpeta ya sería algo heroico. Y la puntilla es cuando te dicen que toda esa seguridad les sobra porque «no tengo nada que ocultar…»
PD: Compré el botón dash de Amazon para el papel higiénico, y con ese ya me han fidelizado, pero no he comprado más: ni hay para los productos que me interesarían, ni lo veo tan imprescindible.
Jajaja, el del papel higiénico es un clásico: comprarlo es un coñazo porque es muy recurrente y ocupa muchísimo. Yo además tengo el del detergente del lavavajillas, el de lavar los platos, el de la lavadora y las cuchillas de afeitar. Todo cosas que no hace ni la más mínima ilusión comprar o que resultan incómodas (en mi supermercado, las cuchillas de afeitar están protegidas con antirrobo!)
Es un tema que nos afecta a todos independientemente de que tengamos hijos o no porque siempre habrá un sobrino, un primo, el hijo de un amigo, un «cuñaaaaaao»…
Pero más allá de eso, nos afecta como sociedad: si en el futuro –o más bien ya– las empresas van a demandar una serie de competencias digitales a la hora de ofertar puestos de trabajo –con tanta importancia o más que el dominio de idiomas– y no hay quien los cubra, de nuevo nos quedaremos atrás.
No tengo hijos, así que este tema no me afecta tan directamente.
Lo que sí espero es que se vendan muchos libros porque, seguramente, ayudarán a muchos padres a enfrentarse a la tecnología para que así puedan educar mejor a sus hijos en sus usos.
Aunque solo sea para indicarles que no es bueno poner algunas cosas en las redes sociales, vaya.
Como le decía a Carlos Quintero un poco más arriba, creo que es un tema que nos afecta a todos y que va bastante más allá de lo que suben los «nativos digitales» a las redes sociales, que también.
De acuerdo con la idea general, creo que te salió una cosa rápida en la que mezclas educación y formación, o consenso social y costumbre. Saludos.
Hola Enrique.
Perdona el off topic, quisiera saber si puedo copiar algunos párrafos de sus entradas en mi blog, relativos al supuesto «derecho al olvido», citándolo, obviamente, y enlazar su dirección.
Gracias de antemano.
Saludos de Perú.
(la página es www.elblogdejulioreategui.com)
Por supuesto, Julio. Está recogido en mi licencia Creative Commons BY.
Considero que se siguen confundiendo dos conceptos, el ser «experto» en el uso del ordenador e internet y el ser experto en «servicio técnico» del PC.
A mi juicio, lo que es importante hoy en día, es ser experto en el manejo del PC y de todo lo que eso supone en la vida actual. Es decir saber que quiere decir cosas como, «marca personal», «posicionar», SEO, aparte de manejar fluidamente la ofimática, los buscadores, la busqueda de información relevante, quizá saber de bases de datos, redes sociales, etc, En una palabra lo que antes se llamaba un usuario avanzado, y estoy de acuerdo, hoy es difícil encontrar un puesto de trabajo, que no exija una utilización intensiva del ordenador.
Pero otra cosa, es ser del «servicio técnico», es decir el que sabe cargar el sistema operativo, hace mantenimiento, y ciberseguridad preventiva, planifica copias de seguridad, tirar redes, etc. Para ellos hay también múltiples puestos de trabajo, pero en mi opinión, rara vez precisas tener las dos habilidades,
Por ejemplo yo he sido programador y analista, pero no tengo ni idea de lo que hay que hacer para colocar un restaurante bien posicionado en Trip Advisor, y probablemente no valdría para Community Manager, (aunque puede que aun lo consiguiera aprender).
Yo creo que un niño no deberia salir del colegio sin manejar un PC con fluidez, pero de eso a que tenga que programar por fuerza creo que hay mucho trecho. Me consta que la programción que a mi personalmente me ha parecido siempre muy interesante, resulta incompresible e insoportable a muchos, yo programar la presentaría como una asignatura optativa.
En el libro no hablamos para nada de ser el «soporte técnico familiar» sino de adquirir las competencias necesarias para sacarle partido a todo lo que ofrecen un ordenador, móvil o tablet e Internet.
Por citar algunos ejemplos: selección de contenidos, reputación digital, seguridad, aspectos legales, etc.
Buenissimo prologo y compartido con mucha gente cercana ya, de obligada lectura y no solo para padres…
De la introducción: «Queremos que el libro sirva como guía para padres, profesores, orientadores, etc., muchos de ellos desesperados porque creen que sus hijos han perdido el norte con las redes sociales cuando lo que ocurre es que en realidad están mucho más verdes en el uso de las TIC de lo que podemos pensar.»
Es que la frase de portada tenía que ser corta ;)
Jajaja, avisar cuando salga a la luz, siendo con licencia abierta, seguro que empiezo a leerlo y aplicaré lo que ya hago con tantas otras cosas hoy en día…, si me gusta lo pagaré a posteriori :D
De todas formas, viendo «el día a dia» a mi hermana(niño de 2 años), ya que yo no soy padre, realmente es dificil que alguien que a sus 30 años no se ha puesto a ello y con toda la suma de tareas que acarrean ser padre le dedique mucho tiempo a lecturas que, así de primeras, le sonará lejanas y extrañas, pero ojalá me equivoque…
Podrás encontrar el libro en librerías a partir del 24 de enero de 2017, pero ya está en preventa en Amazon.
Buenos días, a mi me surge una duda de si con el paso del tiempo la opinión sobre este tema u otros ha cambiado o se ha afianzado.
Ya en 2008 escribiste un artículo http://www.libertaddigital.com/opinion/enrique-dans/los-verdaderos-nativos-digitales-42222/ y luego una entrada en este sitio con sus comentarios https://www.enriquedans.com/2008/02/los-verdaderos-nativos-digitales-columna-en-libertad-digital.html#comments
Ahora aparece este artículo y bueno me preguntaba en este caso, si por término general el artículo mantiene tus ideas o hay alguna aportación que te haya hecho cambiar de pensamiento.
Un saludo.
Siempre me pregunto, ¿quién pone los nombres? El que ha decidido según su punto de vista, llamar a esta generacion «nativos digitales», estará actualmente dandose cuenta de la no aceptacion por completo de como lo ha definido. Desde hace ratos, en el blog de enrique dans y pabloyglesias, el termino «huerfanos digitales» a sido mas acorde a lo que se vive actualmente, pero termino es poco conocido o ignorado.
Pero es el correcto, a mi parecer.
Pues en este caso fue un artículo de Marc Prensky (profesor británico y experto internacional en educación) allá por el 2001. El termino cayo en gracia y en la blogosfera del 2004-2008 se daba como pasaje bíblico, aunque a mi juicio se ha ido deformando a lo que realmente Marc Prensky quería comunicar. El se centraba más en la forma en que los jóvenes habían cambiado la forma de comunicarse, socializarse e incluso de efectuar aprendizajes. Que yo sepa en ningún momento habló de que tuvieran un dominio de la tecnología per se. Esto se ha tergiversado en el boca a boca.
Las mismas tesis sobre este fenómeno que Prensky describía las he leído en este mismo Blog en varias ocasiones y con las que estoy bastante de acuerdo.
Cualquiera que tenga niños en casa o se relacione con ellos, se dará cuenta que la gran mayoría, toman de la tecnología sólo los aspectos lúdicos y muy pocos se interesan por investigar en cómo funciona ni siquiera a nivel de usuario básico.
De la introducción del libro:
Efectivamente, ese el mensaje que Prensky quería transmitir. Bien es cierto, que en su artículos usa ejemplos y citas que pueden dar pie a pensar que los chicos no necesitan ser instruidos en tecnología por una innata habilidad neuronal, como en la cita a William D. Winn,
Pero en síntesis creo que es acertado lo que habéis dispuesto en la introducción del libro (gracias por adelantar un extracto).
Por cierto, corrijo un error de bulto en mi anterior comentario en el que he cambiado la nacionalidad al profesor Prensky de un plumazo, es neoyorkino y por tanto, norteamericano no británico.
Buenísimo prólogo. Todo adulto debería leerlo. Coincido totalmente con tu reflexión.
Buenas!!! ENHORABUENA por la iniciativa. El prólogo no podía ser más acertado y definitivamente voy a comprar el libro. Me gustaría comentaros que mi marido y yo junto a un abuelo preocupado hemos creado Smartme Family, una app para ayudar a los padres en la educación digital de sus hijos. Es gratuita y ayuda a que los niños aprendan a hacer un uso responsable de su smartphone. Acabamos de publicar la versión Android y en unos días publicaremos la de iOS. Echad un vistazo a la web www.smartmefamily.com
Nos gustaría que esta app gratuita llegara a muchos padres «perdidos» cuando dan a sus hijos un móvil. @edans, @wicho, nos gustaría hablaros de esta iniciativa. Creemos que es un buen recurso para padres!
Hola Lola.
Nos puedes escribir a hola@nativosdigitales.com y hablamos.
Antes de nada, felicitarte Enrique Dans, una vez más consigues hacer ese «click» en nuestras mentes, cambiando un poquito la visión del mundo.
Gracias a tu inspiración, y a la de algunos otros, estoy empezando un proyecto de blog, de temática que se complementa con la tuya (ya he conseguido ser portada en Menéame en la segunda semana!). Al final se trata de transmitir buenas ideas, y aportar tu granito de arena.
Por si a alguien le interesa, escribo un artículo sobre los nativos digitales, pero desde un punto de vista mucho más práctico: http://www.prodigious.tech/hijo-no-nativo-digital/
Un saludo,
Alejo Rodríguez
me encanta! Qué ganas de leerlo! :-D