Mi columna del pasado viernes en El Español se titula «Fotografía, tecnología y evolución«, y trata de hacer un pequeño recorrido muy personal a través de lo que ha significado para mí una de las aficiones que más he visto evolucionar a lo largo de mi vida.
Sobrino de un gran fotógrafo profesional, el estudio de mi tío estaba debajo de la casa en la que pasaba muchos veranos, en Cangas de Morrazo. En realidad no hacía gran cosa con ello, pero el aroma del revelador, el paro y el fijador, los carretes y las cámaras eran parte del paisaje. Cuando empecé a poder tomar decisiones sobre ello, y tras un par de cámaras con poca historia que me regalaron mis padres, me compré mi primera cámara seria a base de empeñarme en ello y de ahorrar como fuese durante mi primer año de universidad en Santiago. Entre las cosas que hacía, pasarme del Winston que fumaba entonces al Ducados, que era bastante más barato, o acostumbrarme a ir a la entrada de la autopista a hacer auto-stop para volver a Coruña – en aquella época aquello era razonablemente seguro – y quedarme así con el dinero del Castromil. Me acuerdo que una vez paró un Mercedes deportivo blanco precioso, con un conductor cuya cara me sonaba mucho y que tenía buena conversación… aunque con mi «tostada» habitual no pasé del «me suena», después me di cuenta de que era el inconfundible Jose Oneto, con quien ahora me cruzo algunas veces entrando o saliendo de algún plató, aunque nunca he llegado a contarle esta pequeña anécdota :-)
Aquella cámara estuvo en uso un buen montón de años, y la verdad, solo tengo para ella buenas palabras. Sólida, pesada, fiable hasta el límite, con un fotómetro básico pero bueno… la cámara ideal para aprender, para entender ese balance entre los parámetros básicos, la apertura, la velocidad de obturación, la profundidad de campo, que sigo creyendo que hay que entender, aunque sea intuitivamente, para poder hacer cualquier cosa que se considere fotografía y no salga bien simplemente por casualidad. De ahí, a la fotografía digital. Un lujo. Un exceso. Ver la foto en una pantalla nada más apretar el botón era como un placer rápido, como la pornografía. Brutal. Repetirla una y otra vez mientras el sujeto siguiese ahí, porque el carrete no se gastaba, no había que pensar en si te quedaba película en la lata o papel en la caja, o en cuándo diablos ibas a poder revelar aquello. Cuando llegó la fotografía digital ya trabajaba, ya tenía un sueldo y me podía permitir algunos caprichos. Mi mujer me regaló una Nikon S90 que ha visto más mundo que la mochila de Tintín, y después me acostumbré a llevar siempre una cámara de bolsillo, primero una Nikon S6 muy plana que era una delicia, ideal para el bolsillo del traje, y después una Canon S90 y una S100 que me retrotrajeron al placer del control manual, de volver a hacer fotos escogiendo cuidadosamente diafragma y velocidad como antes, en vez de tanto automatismo…
Y llegó el teléfono. Mi impresión siempre ha sido que se pueden hacer fotos razonablemente buenas con cualquier cosa, aunque sea una caja agujereada con un alfiler… pero qué malas eran las primeras cámaras de los móviles, por favor. Pero el caso es que era divertido, y sobre todo, la diferencia estaba en la posibilidad ya no de hacer la foto – para eso ya llevaba la cámara en el bolsillo en todo momento – sino en poder compartirla inmediatamente. La fotografía adquirió una dimensión social adicional, que ya no ha vuelto a abandonar. Frente a aquella Flickr a la que subías más tarde las fotos que te habían quedado bien (y que jamás perdonaré a Yahoo! que dejase morir), surgió Instagram, con un componente de «haz la foto, ponla bonita, y compártela en el momento». De nuevo, brutal.
Ahora hago de todo. Fotos más o menos artísticas, horteradas tremendas de puestas de sol exageradas hasta el límite de lo creíble, fotos testimonio de «estoy con este o con aquel», o experimentar metiendo HDR como si no hubiese mañana y transformando mis fotos en auténticas caricaturas de sí mismas. En unos años las revisaré y me reiré mucho, seguro. Me falta encontrar ese componente de red social que veo en los jóvenes, en los hijos de mis amigos, ese «entrar a Instagram y que las fotos no sean necesariamente el centro», o encontrarte una conversación de doscientos comentarios debajo de una foto… que no tienen nada que ver con ella, con la foto simplemente como pretexto. Quien me visita o me sigue en Instagram lo hace, imagino, porque alguna vez sale alguna foto decentilla o porque le interesa saber por dónde ando, pero ese componente de red social como tal no lo he conseguido. Soy un cincuentón en una red que muchas veces parece más hecha para adolescentes… pero me lo paso fenomenal jugando con ello.
Realmente, pocas de mis aficiones han cambiado tanto como la fotografía. Cuando lo pienso, me parece absolutamente brutal, y además, tengo la impresión de que aún nos queda muchísimo por ver. Solo pensarlo, hace que adore la tecnología. Y la fotografía también. Nunca seré un tecnólogo como tal, solo alguien que disfruta analizando sus efectos, y nunca seré un fotógrafo como tal, solo alguien que disfruta con una cámara en las manos. Pero diablos, ¡que bien me lo paso!
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Totalmente de acuerdo…. Aparte del diseño gráfico me adentré en la fotografía digital en el 2005, y vaya, en poco más de 10 años como ha cambiado este mundillo. De empezar con una simple canon compacta, ahora disfruto en manual 100% de una fujifilm x100 clásica y un mostrenco full frame Nikon d700…
…y así hasta ahora, disfrutando de mis maquinas, aunque hace mucho tiempo que dejé de compartir fotos en internet, salvo fotos puntuales hechas con el móvil para enviar por washapp. En fin, que el mundo cambia… Y nosotros también.
No creo mucho en los cursillos, pero creo que no venía mal le dieras unas charletas a los políticos para que a prendieran a ser «politicos como tal» y no profesionales de la trepa administrativa.
Sin duda, totalmente de acuerdo.
Si algo ha cambiado (y de que modo) en los últimos años es la fotografía.
Y si a eso añadimos movilidad, smartphones y RRSS… resulta totalmente sorprendente.
Hace poco leyendo a un conocido editor de un «mega» periodico yankee (de origen español por mas señas) decia que el avance en términos brutos de «comunicación» de los últimos 15 años supero con creces los 200 pasados.
O algo así.
Que esto… va muy aprisa, vaya.
Nos guste o no.
Buen fin de semana a tod@s.
;-)
Hola Enrique
Gracias por esta colección de instantáneas.
Cuando has mencionado la escasa calidad de los primeros móviles he recordado el disco de Sir Paul McCartney «Driving Rain» cuyo arte esta hecho, supuestamente, con la cámara de un reloj de aquellos. A veces la falta de definición también completa el cuadro.
Un saludo.
Acostumbrado como estaba a la fotografía química, el primer dia que maneje un cámara digital me sentí por unica vez en mi vida inmensamente rico. Por primera vez podía hacer tantas fotos como quisiera y repetir una toma hasta que me resultara perfecta, sin pensar en el coste de la película ni en el revelado.
¡Eso solo lo había visto hacer a los turistas japoneses!
Y luego el tener el laboratorio en casa,… jugar con el Photoshop es una pasada.
Abandone inmediatamente la camára química. Claro que entonces, ni los pixel ni la calidad de la cámara era comparable con una buena reflex, pero, (al menos para mi), estaba claro donde estaba el futuro.
Mis hijos salían de la pubertad y estaban empeñados en comprarse una cámara, yo les dije, «no os la compréis química porque no tienen futuro». Pero claro mis hijo son como todos, «¿Qué saber papá sobre fotogrfía?», y se compraron carísimas cámaras reflex y montones de objetivos, que como predije por ahí andan guardadas en algún cajón.
¿La experiencia sirve para algo?. Al que le tiene, le llegó tarde y a quien no la tiene, nadie aprende en cabeza ajena. Todos tenemos que llenar nuestra cuota de errores.
Apreciado Enrique: Una pena no informar de la marca y del modelo de esa primera cámara que tanto le costó pagar y que tantas satisfacciones le dio. Incluso si me apura, de las dos anteriores que le regalaron sus padres, porque aunque tuviesen poca historia, seguro que le iniciaron en algo importante para usted.
Un amante de la fotografía jamás debe omitir el nombre y modelo de sus primeros «amores», fuesen estos los que fuesen. Es casi tan imperdonable como olvidar los nombres de las primeras citas…
Saludos.
Sí ponía la marca, pero en la columna de El Español, aquí simplemente no lo repetí (procuro diferenciar un poco mis columnas en El Español de las reseñas de ellas que hago aquí, por eso de ofrecer un cierto valor diferencial). Pero sí, tienes razón, es mejor ponerlo. La primera cámara razonable que me regalaron mis padres fue una Ricoh, no era réflex ni tenía objetivos intercambiables, pero tenía un buen corrector de paralaje y una óptica buena. Me frustraba, eso sí, no poder ver el mundo a través de otros objetivos. La que me compré yo fue una Praktica MTL 5, una cámara completamente manual, pesadísima, fabricada en la República Democrática Alemana, que te podía destrozar los huesos de un pie si te caía sobre él. La usé muchísimo tiempo, aún la tengo – aunque las lentes de los objetivos Pentacon, desgraciadamente, se han llenado de hongos. Era una delicia de solidez y fiabilidad, la disfruté muchísimo!
Esta fue una de las que tuve y una de mis más sentidas pérdidas junto con muchísimo material fotográfico (negativos, diapositivas…) por causa de acontecimientos vitales que no son del caso. Pero era una cámara estupenda, muy pesada, sí, pero dura como el pedernal, con una excelentísima óptica de Carl Zeiss que, si no recuerto mal, aún era de cristal tallado (como la de la Zenit rusa) y no de poliéster, como ya prácticamente todas las occidentales. El material del este europeo era tosco y macizo, pero era como el AK-47: aguantaba todo lo que le echaras. Y la la Praktica le eché, ya lo creo que le eché…
Estando de acuerdo con todos vosotros que la fotografía digital ha sido un avance impresionante, yo soy un poco mas nostálgico de los tiempos de la fotografía química.
No porque las fotografías fueran mejores, sino por el proceso para hacerlas. Como no veías en el momento como iba a quedar la fotografía y no era cosa de tirar carretes y carretes, las fotografías había que pensarlas un poco (un bastante mas). Había que pensar el encuadre, la exposición, la velocidad y al final siempre había que esperar a ver el resultado algunos días.
La cantidad de fotos que se hacían habitualmente dejaba tiempo a poder verlas todas y analizarlas y al final quedarse con sólo las mejores.
Con la fotografía digital (mal usada) se disparan en un día tantas fotos como en un año en la época de la fotografía química. Con todas las combinaciones posibles, y es seguro que así, al menos una de las 200 fotos iguales quedará razonablemente bien.
Y si no ha quedado bien del todo, los cientos de filtros y correcciones ya nos sacaran algo bueno.
Cuidado, no quiero decir con ello que las fotos de antes fueran mejores, sino que hemos cambiado todos (y me incluyo) cantidad por calidad.
Por supuesto que es posible acercarse a la fotografía de la misma forma que antes (pensando antes de disparar), pero no creo que sea el signo de los tiempos ahora mismo.
Con la fotografía digital (mal usada) se disparan en un día tantas fotos como en un año en la época de la fotografía química.
Absolutamente de acuerdo salvo en lo de «(mal usada)». Opino que el soporte condiciona el contenido. No es posible hacer «fotografía química» con una camara digital, como no es posible hacer con una reflex, las fotografías que se hacían con cámaras de fuelle en el principio del siglo XIX.
Lo más que puedes es emularlas, pero te saldrá probablemente un pastiche. A mi juicio. el medio condiciona la obra final de modo que el resultado es otro, ni mejor ni peor, pero si diferente.
Pasa lo mismo cuando escribes a maqúina y con ordenador, el resultado es diferente, y al igual que pasa con la fotografía, con lo digital, precisas de menos reflexión previa, pues corregir, cambiar párrafos de sitio y modificar frases, es trivial, mientras que a máquina, l corrección está muy penalizada.
El trabajo analógico es mas reflexivo y definitivo, mientras que el trabajo digital es más intuitivo y más sujeto a retoques finlaes, hasta el punto que nada es nunca definitivo. Si tu escribes un libro digital, siempre está en fase beta, porque aun editado, puedes fácilmente modificarlo, si de repente encuentras un error. o has cambiado de opinión, mientras que cambiar algo en un libro editado es muy difícil, por no decir imposible. Solo la existencia de una composicion digital ha hecho que desaparezca la página de la Fe de Erratas que tenían los antiguos libros, pues se cambian los errores que se detectan antes de editar.
¿Son los resultados mejores o peores?, – A mi juicio simplemente son diferentes y no cabe la comparación,
El resultado de escribir a máquina o con ordenador es el mismo. Un texto escrito. No estamos hablando de cosas distintas.
El resultado de una fotografía con una cámara de carrete o con una digital es también el mismo. Una imagen fija (que no es un vídeo).
Lo que cambia en ambos casos es el proceso para llegar a esos resultados. La gente no cuestiona un libro o una imagen clasificándola según como se hizo.
En el caso particular de la fotografía, mi opinón personal, es que si se produce una imagen que «dentro de lo razonable» no haya podido ser captada en un instante preciso (el del disparo de cámara), no es una fotografía. Será una ilustración, un dibujo… no se como llamarlo, pero en mi opinión no es una fotografía. Ya se que puede sonar muy radical, y no sería capaz de decidir en todo momento lo que considero fotografía u «otra cosa».
Con los libros escritos a mano, a máquina o a ordenador no me pasa lo mismo, porque lo que al final tienes no es posible distinguir con que herramienta se hizo.
Que la técnica utilizada afecta al resultado obtenido es algo que ocurre en todos las áreas. Un pintor obtiene resutados diferentes con solo pasar de utilizar acuarela o óleo.
A mi me pasa algo parecido de utilizar medios digitales o analógicos para realizar el mismo trabajo.
El resultado de hacer varias tomas pensando en elegir la mejor y hacer muchas pruebas en Photoshop, en vez de hacer un solo negativo meditando el encuadre, la luz, la composición y la profundidad de foco y luego mandándola a relevar a un laboratorio en mi caso da resultados diferentes.
Igualmente antes tenía que escribir volúmenes técnicos, (análisis funcionales, manuales de usuario y cosas por el estilo) de mis aplicaciones, y las iba dictando por capítulos a una secretaria y con una sola posibilidad de corrección. Hoy soy incapaz de hacer eso, pues me acostumbrado a escribir párrafos sueltos con ideas principales, que luego ordeno, cambio, combino etc. y lógicamente el texto final es diferente.
Pero si tu haciendo las cosas por ambos medios, llegas al mismo resultado, será que tienes habilidades que no tengo yo.
Mi primera cámara: una Nerasport (yo tenía diez años, hace solamente 50). Después, en función de los vaivenes económicos de la vida, he tenido de todo: desde una Zenit soviética (¡y cómo la disfruté!) hasta mi actual Nikon D7000 o la Nikon Coolpix 3600 que llevo siempre en el bolsillo y que, pese a unos excelentes resultados para 100 pobres euros, me flojea de remos en condiciones de luz no óptimas, lo que me va a llevar a su sustitución en lo que tarde en decidir cuál será la que ocupará su lugar.
Pero jamás he despreciado cámara alguna por modesta que sea. Recuerdo que, hace muchíiiisimos años, vi una exposición de Hamilton, unas maravillosas fotografías realizadas con… una Kodak Instamatic ;-)
Mejor la fotografía que el Ducados. Haciendo autostop seguro que se ocurrieron mil ideas como UBER. Muy buena la anécdota y el hobby Enrique ; )
El tabaco en realidad no lo dejé hasta que me fui a vivir a los Estados Unidos, donde fumar era decididamente infumable: desde mi perspectiva de españolito de entonces, que me obligasen a alejarme del edificio de la universidad y que tuviese que soportar las miradas de mis profesores en plan «pobrecito español drogadicto» era demasiado… :-)
Me identifico tanto con este post que no me ha quedado otra opción que comentarlo.
«Hacer dedo» de la uni a casa en la misma parada del autobús de PESA para ahorrar 95 pelas.
Mi primera cámara razonable. Una Zenit
Rusa comprada por mi hermama en un rastro de Berlin en 1989.
Carretes de diapos. Compraba el carrete con el revelado incluido en el precio.
Apuntar los parámetros de cada foto tomada para aprender del error, y muy de vez en cuando, tambien del acierto.
Mucho B/N
Con mis últimos carretes me ofertaban el CD con los ficheros. Me ha resultado interesante con el tiempo.
Cientos de fotos de teléfonos Nokia que creía de calidad.
Mi primera digital Nikon SQ que retrató a mis hijos al nacer y al andar
Y la reflex digital para tirar fotos. Demasiadas para poder salvar unas pocas.
Hace unos años, unos 6 ó 7, lleve un carrete a revelar. Cuchicheaban sobre mi unos chavales. Me sentí viejo.
Mis recuerdos a través de un visor llegaron a papel.
No se si llegaran los jpg a algun lugar.
Saludos.
Gracias por el artículo. Más o menos fueron muy parecidos a los tuyos, y además incluso coinciden en el tiempo. Con la llegada de la fotografía que tal, también pasé a cambiar el concepto de la fotografía, y pasar a ser parte de la vida de uno. Pero después de un tiempo tuve que volver a los orígenes, volver a utilizar diapositiva y revelar blanco y negro porque con lo digital notaba que me faltaba algo. Ahora combino la fotografía, entendida como tal, con el concepto más amplio de foto para compartir en redes sociales. Pero aun sigo necesitando de vez en cuando rescatar mi Nikon F2 y volver a utilizar carrete.
La llegada del Digital fue para otros una gran brecha en el mundo profesional donde el intrusismo se apoderó del mercado. Personalmente pienso que ha sido un gran avance ya que de lo que se trata para mi es de poder expresarme y la tecnología Digital permite cosas nuevas, no por ello dejo de lado la tecnología analógica que actualmente todavía no ha sido superada en ciertas cosas por la digital. Como fotógrafo profesional también estoy de acuerdo que incluso la telefonía móvil está aportando mucho en este mercado y mas que aportará.
Siempre me gustó la fotografía, desde que me regalaron mi primera cámara de niño.
Dos cosas se han unido para que la fotografía haya pasado a ser mi afición principal. Uno, comenzar a viajar, y se sabe que los viajes la fotografía es casi obligatoria. Otra, la llegada de la fotografía digital, porque con ella practicar y experimentar es casi gratis, y por tanto pasas a aprender y mejorar a una velocidad endiablada.
Por último, el móvil, a pesar de sus limitaciones, me permite el sueño de todo fotógrafo, eso que hacían los grandes maestros: llevar una cámara siempre encima para que no se escape la «foto».
Y con la fotografía digital viene la oportunidad de compartir y también de ver miles y miles de fotos. Todo eso ayuda a enriquecer la propia cultura fotográfica y a pulsar qué es lo que gusta y lo que no gusta.
Instagram es hoy la joya para que tu fotografía llegue a todo el mundo. Antes de Instagram tus fotografías sólo llegaban a otros profesionales o aficionados a la fotografía.
Por cierto: para llevar tantos con ésta afición… ¡qué malas son tus fotografías!. Con perdón. ;) (Tómese, como dicen por ahí, como una critica honesta, no una crítica típica de red social)
Pues yo no creo que Flickr esté muerto, es más, creo que sobrevivirá a la propia Yahoo.
Es cierto que no tiene el hype de antaño y que las nuevas generaciones prefieren compartir fotos en Instagram.
Pero si haces fotos más allá del «point & click», Flickr, con su Tera gratuito de espacio y sus posibilidades para almacenar y compartir fotos creo que no tiene rival