Un interesante artículo en The Guardian, «‘My father had one job in his life, I’ve had six in mine, my kids will have six at the same time’« dentro del especial dedicado al futuro del trabajo, describe el desarrollo de la llamada gig economy, un desarrollo de tejido económico propulsado por el fortísimo descenso de los costes de coordinación, que posibilita que plataformas de todo tipo ofrezcan trabajos que dejan de encuadrarse dentro del concepto de trabajo tradicional, pero rellenan huecos que prácticamente cualquiera puede llevar a cabo y obtener a cambio unos ingresos.
La evidencia es clara: como el protagonista de mi artículo, mi padre tuvo un solo trabajo durante toda su vida: entró como ingeniero en la refinería de petróleo en La Coruña, y se jubiló muchos años después tras una buena carrera profesional en esa misma compañía, que a lo largo de los años cambió de manos hasta tres veces. Nunca tuvo otra fuente de ingresos diferente a esa.
Yo, aparentemente, voy por el mismo camino: soy uno de los muy pocos alumnos de mi promoción del MBA que siguen trabajando en la primera empresa que les hizo una oferta al terminar el master. En mi caso, llevo en IE Business School ya veintiséis años. Pero las similitudes con la carrera profesional de mi padre solo están en la superficie, porque en realidad, mi trabajo como profesor en IE Business School supone tan solo una de mis ocupaciones. Además, he montado una compañía a través de la que desarrollo mis actividades de conferencias y asesoría, soy columnista en varios medios, tengo un pequeño espacio semanal en Televisión Española, soy miembro del Consejo de Administración de El Español, asesor de varias compañías, y editor de esta página que tienes delante de los ojos ahora mismo. Un conjunto de actividades en las que, a pesar de seguir predominando la vertiente corporativa tanto en volumen de ingresos como en dedicación, ya se ve un componente indudablemente más variado.
Si me fijo en mi hija, con veintiún años y a punto de terminar su carrera de Comunicación Publicitaria, lleva desde el primer año de universidad haciendo prácticas en compañías. Tras sus primeras prácticas en verano y tras comprobar que la carga de trabajo era razonablemente compatible con sus estudios, ha pasado por cinco compañías intentando cubrir distintos aspectos de la cadena de valor completa de su industria: de agencia pequeña pasó a cliente, de ahí a un medio, de ahí a agencia multinacional, y ahora pasa a una startup. Cinco compañías en menos de cuatro años. Trabaja en una empresa mientras le ofrece oportunidades de aprender desde su posición y, cuando no es así, se va a buscar la siguiente oportunidad de aprendizaje. La concepción del empleo que mi hija puede tener es sin duda completamente diferente a la que podía tener mi padre, e incluso a la que podía tener yo cuando inicié mi vida profesional. Y en gran medida, creo que una buena parte de la responsabilidad de esa situación corresponde a la tecnología, al hecho de vivir en una sociedad intensamente hiperconectada, en la que las oportunidades, la información y los contactos pasan por delante de sus ojos de manera constante y frecuente. Muchos de los alumnos que veo terminar el MBA en estos últimos años ni siquiera parecen buscar «empresas interesantes» como buscábamos mis contemporáneos y yo, sino «proyectos interesantes». Todo un cambio significativo.
Indudablemente, y dejando aparte las consideraciones sobre las tensiones del mercado de trabajo de los diferentes países, no cabe duda que el entorno tecnológico ha determinado un tipo de dedicación profesional muy diferente, un mercado mucho más líquido que algunos ven como un desastre – son muy pocos ya los que tienen «puestos de por vida» – y otros, sencillamente, como una evolución natural. La simultaneidad de actividades resulta cada vez más habitual a medida que la fricción se va reduciendo y muchas ocupaciones tienden a hacerse compatibles, y ese fenómeno tiene lugar en la práctica totalidad de los niveles de la economía, incluso en una sociedad con un elevado nivel de desempleo estructural.
¿Cuál es el futuro del trabajo? No está en absoluto claro, pero todo indica que la idea del empleo de por vida y de las relaciones unívocas entre empleador y empleado son ya algo del pasado, para bien y para mal. Lo que muchos ven como una forma de subempleo o como actividades meramente complementarias, otros lo vemos como una tendencia que abarca cada vez más tareas, de niveles cada vez más elevados en responsabilidad y remuneración, que se van desarrollando en muchos casos a través de plataformas que agrupan a oferta y demanda. Mientras, las tareas mas alienantes o de menor valor añadido van siendo progresivamente ocupadas por máquinas o relegadas a actividades secundarias, en un desplazamiento en el que el final, obviamente, sigue siendo una incógnita: ¿se parece la situación a lo ocurrido en la revolución industrial, en la que después de una destrucción neta de empleo comenzaron a surgir otras ocupaciones que compensaban la pérdida a nivel agregado (aunque pocas veces a niveles individuales), o hablamos de una sustitución de mayor calado que dará paso a una sociedad post-trabajo? Por el momento, lo que las tendencias parecen demostrar es que el concepto de trabajo ha perdido una parte muy importante de las connotaciones y del significado que tenía tradicionalmente, y hablamos de una concepción mucho más parecida a la de la navaja suiza de la fotografía.
Los costes de transacción y coordinación han sido, durante muchos años, los mimbres sobre los que se tejía el cesto que componía las relaciones laborales de nuestra sociedad. Cuando se alteran, el resultado no es completamente previsible. Pero lo que sí es, me temo, es completamente inevitable, para bien y para mal.
This article is also available in English in my Medium page, “Are you a Swiss Army knife?«
Estoy totalmente de acuerdo con lo dicho en el post. Es una tendencia creciente y en algunos sectores está muy presente. Cada vez se habla más de los knowmads o nómadas del conocimiento que trabajan por proyectos. Son personas con capacidades diferentes a las demandadas hasta ahora; destacan por su flexibilidad, adaptación, capacidad de colaborar con grupos y saber manejar las mal llamadas «nuevas» tecnologías. Queda mucho por hacer, entre otras cosas está la necesidad de reestructurar el sistema fiscal y la figura del autónomo.
Tengo 30 y he cambiado de «profesión» unas 6 veces. Al final te acabas considerando una especie de freelance adaptable al que alquilan por horas. Aún con jornada completa hago otros trabajos adicionales muy diferentes.
Lo de si pasará como en la revolución industrial, creando otro tipo de puestos, es algo bastante cuestionable. Partamos de que un humano sólo puede realizar trabajo físico o cognitivo. Desde la revolución industrial se ha ido cubriendo un porcentaje cada vez más amplio de trabajo físico, creando una enorme cantidad de puestos de trabajo cognitivos. Desde la era de la información se está empezando a cubrir un porcentaje cada vez más amplio de trabajo cognitivo, dejando en una incógnita qué pueden hacer esas personas desplazadas.
Si automatizas millones de camiones, cajas de supermercados, taxis, cálculos contables, minas, McDonald’s, teléfonos de atención al cliente, abogados, almacenes y hasta parte de la limpieza… ¿qué harán esas personas? ¿formarse y pivotar a otro empleo? No van a ponerse todas a codear software y construir robots.
Si la pirámide del empleo se hunde, creo que más gente debería estar estudiando ya para otros posibles trabajos. Usar varias horas a la semana para formarse intensivamente. Entre hoy, cuando está empezando a intuirse el desempleo tecnológico, y el futuro utópico en el que nadie tenga que trabajar, va a haber probablemente una dura transición en el que mucha gente lo va a pasar muy mal. Ojalá sea un futuro de abundancia y recursos casi gratuitos, pero si no es así va a ser interesante ver cómo solucionamos esto.
Muy cierto todo lo detallado, muchos vivimos con la misma sensación y con esas perspectivas sobre el futuro de nuestros hijos. Y como siempre estamos abonados a la obligatoriedad del cambio, hacemos las cosas porque no tenemos otra pero nos cuesta anticipar. Recuerdo hace 20 años, cuando mi ilusión ya era crear proyectos y definir sinergias, era una especie de bicho raro, criticado y puesto en duda.
Desde siempre, en EEUU ha sido de valor tener un CV con mucho cambio, aquí siempre ha sido señal de conflictividad. Cierto que nos separa un océano pero a día de hoy con la hiper conectividad que comentas debería sernos mucho más fácil entender y, sobre todo, aprender para aplicar.
Gracias como siempre por tu conocimiento
GUILLERMO LLOFRIU
@gllofriu
La realidad es la que es. Antes con una mínima formación ya tenías tu trabajo de por vida. Posteriormente varios trabajos en tu carrera profesional. Más tarde acompañando todo esto con formación continua como parte del trabajo. Ahora, varios trabajos, no para todo el mundo, quizás para un sector concreto con un sueldo base ya de por sí bajo o por una localización concreta. El futuro incierto, todo lo automatizable se automatizará siempre ha pasado. Ahora a más tecnología más rapidez de automatización. El uso de robots prevee eliminar 15 millones puestos de trabajo en Inglaterra en los próximos 20 años. Yo me pregunto, sólo 15? Lo único que veo claro, a mi parecer es que el trabajo que «elijas» si es que puedes, que se acerque más a lo artístico o artesano, cualquier cosa que no sea replicable por un robot, la IA o los trabajadores indios o chinos que por menos sueldo den igual de resultados de calidad.
Bien, pero ¿qué porcentaje del PIB genera el arte y la artesanía? ¿Cuánta gente trata de dedicarse a ello y acaba siendo un hobbie porque no da para comer?
Además ya hay algoritmos que crean piezas musicales y mezclas de cuadros artísticos. Y si hablamos de arte escrito ya se escriben artículos periodísticos y hasta mensajes de amor sacados de una imagen… Lo creativo es «muy humano» todavía, pero el arte y la artesanía tiene toda la pinta de que serán en parte automatizables.
En mi opinión todo se resume a la oferta y la demanda. En mercados laborales donde existe una mayor oferta de trabajos, o en todo caso mayor posibilidad de crecimiento, es más normal que la gente evite asumir riesgos y supongamos quiera emigrar.
En el contexto histórico de la España de los años 50-70, un ingeniero debido a la poca competencia entre ellos por no ser muchos y a los altos sueldos ofrecidos para aquella época, era raro que cambiaran de empresa siempre y cuando los trataran bien. Ejemplos también tendríamos los pilotos de avión en aquellos años.
Actualmente…pues la cosa ha cambiado mucho. Con 31 años, llevo ya 6 trabajos como ingeniero: el primero haciendo planos y modelos 3D, el segundo como inspector de obras, el tercero llevando proyectos enteros, el cuarto como inspector de calidad para material electrico-industrial, el 5º como inspector de calidad para la industria del petróleo-gas-nuclear-químico-defensa…y el último nuevamente como inspector auditor en sector de minería. Lo irónico es que de estos 6 trabajos trabajando como ingeniero en 4 el contrato era de becario, y en uno de ellos el contrato fue como Auxiliar Administrativo y en todos trabajando como ingeniero repito (nada de formaciones salvo el primero, que duró un par de semanas). Y eso que ni cuento los trabajos de mozo de almacén en los veranos, ni tampoco los de camarero, jardinero, y limpiador cuando me fui a vivir a Australia a mejorar el inglés.
Ahora mismo me considero una navaja suiza. Igual te hago un plano, como también te lo corrijo, como hago la inspección de la entrada de material, la cadena de producción o el calibrado de los aparatos de medida.
También es verdad que ahora busco «proyectos interesantes» y no tanto «empresas interesantes» como cuando tenía 21-25 años Supongo que es el daño colateral, el efecto secundario del actual mercado laboral y que le convierte a uno en navaja suiza, y es que queriendo o sin querer además de polivalente uno también se convierte en un mercenario. Te pagan para un tiempo, trabajas lo mejor que puedas sabiendo de que lo más probable es de que te echen esperando al menos ganar buena reputación (o en todo caso una carta de recomendación), esperas ganar lo más posible, y a por el siguiente proyecto.
Yo trabajo con las «nuevas tecnologías» y la verdad es que no soy muy optimista respecto al futuro del trabajo en general, por varias razones:
Cantidad
-No creo que se vaya a remplazar el trabajo que se va a destruir por la automatización. Básicamente porque mucha de esa gente no es empleable, incluso más de uno con ingenierías y demás. La razón es que se han quedado obsoletas y no es tan fácil reciclarse a cierta edad.
-En un mercado ideal, donde las nuevas tecnologías eliminaran todos los trabajos obsoletos, y la gente se adaptara no sé lo que pasaría. En el mundo real, hay empresas y empleados que siguen defendiendo con dientes sus puestos (lo cual entiendo). La realidad es que como consecuencia de ello todo el proceso de automaticación va mas lento de lo que debiera.
Calidad
-Lo de trabajar por «proyecto interesante» suena muy cool, pero la verdad es que no hay tantos proyectos interesantes y menos bien pagados (a no ser que lo crees tú, lo cual es otra historía y tampoco nada fácil).
-Siempre se habla de start-ups, pero la mayoría de la gente trabaja en multinacionales o pymes. Muchas de estás empresas son anti-inovación y mientras tengan grandes cuotas de mercado (muchas veces protegidos de una forma u otra), se pueden permitir seguir haciendo lsa cosas igual de mal que siempre.
-Las nuevas tecnologías implica que se automaticen procesos pero … en la India. He visto más de una caso donde las empresas prefieren costes bajos que calidad, con lo cual el trabajo se va a la India.
Yo creo que en una situación de competencia real y basada en el talento sí que las nuevas tecnologías beneficiarían a todos. Pero en el mundo actual, con mercados «dirigidos», managers (y no managers) elefantóticos protegiendo sus sillas, vista a corto plazo puesta en el coste, … no lo veo. O veo que el proceso va a implicar bastante dolor, para los que defienden sus puestos y para los que vienen con ideas nuevas abriendose camino.
No obstante creo que si que hay compagnias disruptivas que están cambiando el mercado y las cosas. Para mi el mejor ejemplo es Amazon que no me deja de sorprender de la cantidad de servicios que sacan. Hace poco descubrí Amazon Business que parece ser que si tu tienes una empresa ellos ten proporciona una interfaz para accedeer a todos tus provedores y comparar en base a precio, tiempo de entrega .. Básicamente han creado un «mercado» parelelo que va a más. Impresionante!
«El desafío mundial», Jean-Jacques Servan Secheiber
Estoy totalmente de acuerdo con que aquello de entrar a trabajar en una empresa y jubilarse en la misma cuarenta años mas tarde es cosa del pasado. Lo que no acabo de tener claro es como casa la cada vez mas creciente alta movilidad con el (inevitable) hecho de cumplir años. Porque cuando uno tiene treinta o treinta y tantos, saltar de una posición a otra puede ser coser y cantar (si te mueves en un medio propicio, claro) pero… que pasará cuando esa misma persona tenga 20 años mas y se quede desempleada tras una de sus cada vez mas cortas etapas profesionales en una empresa? ahí es donde yo veo un potencial problema. El personal docente no suele tener este problema, puesto que el tener cierta edad, lejos de ser un problema, puede aportar cierta pátina de prestigio, pero en ámbitos profesionales técnicos o de otra índole, no lo veo tan claro ni mucho menos….
Tu temor está bien fundado. En mi opinión, esto vendrá acompañado de un estilo de vida con menos espacio para la propiedad y más para el alquiler o de forma compartida. El alquiler u otras fórmulas alternativas a la compra con hipoteca se impondrán no por rentabilidad o rendimiento económico si no por incompatibilidad con el mundo laboral. La casa es solo un ejemplo, el coche sería otro o la contratación de servicios de energía o de ocio. Sumemos a la ecuación el componente medio ambiental, tenemos recursos finitos en un planeta con demanda creciente, esto se regula antes o después por las buenas (prescindiendo conscientemente de cierta comodidad,muy poco probable) o las malas (escasez,altos precios, restricciones…mucho más probable). El trabajo remoto bien organizado y medido puede ayudar mucho en el cambio de mentalidad necesario de este mundo que nunca había ofrecido tantas oportunidades y retos al mismo tiempo. A armarse de paciencia y de conocimientos mientras tanto.