Tinder y las transformaciones sociales

Tinder pageTinder es una aplicación enormemente fácil de explicar: una serie de fotografías en la pantalla, y dos acciones posibles: desplazarlas con el dedo hacia la derecha o hacia la izquierda, en función de si la persona te gusta o no te gusta. Si dos personas se gustan mutuamente, reciben un aviso y pueden intercambiar mensajes de texto a través de la aplicación.

En realidad, todo en Tinder es sencillo, porque convierte todo el proceso en un juego, en una auténtica gamificación de las relaciones interpersonales. Todo, menos escribir sobre ella: resulta muy difícil hacerlo sin caer en estereotipos, sesgos y concepciones socialmente arraigadas sobre lo que son o deben ser las relaciones personales. Por eso me pareció interesante este artículo de formato largo en Vanity Fair, «Tinder and the dawn of the ‘dating apocalypse’«, en el que se trata de hacer un cierto análisis de los efectos que este tipo de aplicaciones – Tinder es la más destacada, pero existen bastantes más con niveles variados de popularidad – están teniendo en la sociedad. Puede sonar a exageración, pero el artículo llega al punto de situar la adopción de las aplicaciones de dating en la red al mismo nivel que la transformación que supuso el desarrollo del sedentarismo asociado a la agricultura durante el Neolítico, que propició la aparición del esquema social de emparejamiento que aún persiste mayoritariamente en nuestra sociedad.

Tinder pertenece a IAC, uno de los conglomerados más grandes y diversificados de la red, y está agrupada en la misma división que posee aplicaciones de ámbito similar tales como Match.com, Meetic, OkCupid o SpeedDate.com. Tras su lanzamiento en 2011 mediante su «siembra selectiva» en una serie de campus universitarios norteamericanos, Tinder ganó el Crunchie Award de TechCrunch a la mejor startup de 2013, y su expansión a lo largo del mundo alcanza ya los más de cincuenta millones de descargas, con más de 1.600 millones de desplazamientos de dedo a izquierda o derecha sobre las fotos de sus usuarios, y 26 millones de coincidencias mutuas en 196 países. Los demográficos son significativos: el grueso de los usuarios (45%) está en la franja entre los 25 y los 34, pero también aparecen muy representado el segmento entre 16 y 24 (38%) y entre los 35 y 44 (14%). Mayoritariamente hombres (62%), y que residen en ciudades (76%). La valoración de la compañía resulta sumamente polémica: tras una noticia desmentida que pretendió situarla en torno a los 5.000 millones de dólares, actualmente se tiende a hablar de valores que son varios órdenes de magnitud inferiores, aunque sin obviar que estamos muy posiblemente ante un fenómeno en términos de adopción.

Básicamente, la idea que subyace detrás de Tinder es que, aunque hablemos de relaciones consensuadas entre personas adultas, las personas «saben a lo que van», lo que reduce enormemente el miedo al rechazo y la necesidad de invertir tiempo en el juego previo. Combinado con un esquema ultra-superficial basado en la psicología del juego, que otorga la calificación positiva o negativa casi exclusivamente en función de la fotografía y la edad (aunque se pueden consultar algunos otros datos, como el perfil de Instagram o los contactos comunes), y que se alimenta para sus recomendaciones del gráfico social de Facebook, Tinder genera una transición mucho más directa entre el simplemente «quedar con alguien», y el «quedar con alguien con el fin de tener sexo». Obviamente, no supone un compromiso adquirido para ello, pero sí una asunción de que la persona al otro lado no descarta esa posibilidad, aunque el ulterior desenlace se siga ajustando a estereotipos culturales en función del país o del sexo de la persona. La mayor parte de los usuarios suelen asociar el uso con una trivialización de las relaciones, y con un sensible incremento en su frecuencia, con la idea de «sexo fácil». Una cultura propia establecida en torno a la aplicación en la que permanecen numerosos estereotipos, pero que sin duda supone un cambio importante en la dinámica social que rodea algo tan significativo como las relaciones y el sexo.

La única cofundadora de Tinder, Whitney Wolfe, salió en malos términos de su equipo directivo en julio del pasado año alegando un comportamiento abiertamente machista del resto de sus compañeros, y creó su propia aplicación, Bumble, en la que trata de ofrecer un sesgo positivo hacia la decisión de las mujeres (son ellas las que en último término pueden decidir si iniciar o no una conversación, mientras los hombres únicamente pueden solicitar extensiones de tiempo a la espera de que la mujer se decida). Otras aplicaciones similares, como Grindr, se centran en el colectivo gay y bisexual.

Tratar Tinder y este tipo de aplicaciones como un fenómeno emergente sería absurdo: hablamos de un proceso de adopción plenamente asentado, con un nivel de crecimiento elevado, en absoluto marginal, y que supone un cambio importante en el enfoque de relaciones de toda una generación. Una visión decididamente más utilitarista y simplificada que la convencional, pero que sin duda parece estar arraigando hasta el punto de determinar toda una transformación social, el desarrollo de un nuevo sistema de valores en torno a las relaciones y al sexo. Con todo lo que ello puede conllevar.

 

This article is also available in English in my Medium page, “Tinder, changing the way we think about sex«

 

10 comentarios

  • #001
    TinderGrrl - 10 agosto 2015 - 01:23

    Ese es el problema, que los chicos se piensan que van a poder mojar por enviar peticiones a todas las tías que vean en cualquier web de contactos. Luego las chicas reciben cincuenta mil mensajes y es imposible tomarse en serio a ninguno, por lo que te acaba dando una pereza terrible responder a cualquiera.

    • Victor - 14 agosto 2015 - 12:56

      Dejando de lado que muchas chicas agradecen el subidón de ego que supone tener miles de mensajes, he de decir que según tu comentario, Tinder es la aplicación perfecta para las mujeres. No reciben mensajes de hombres que ellas no hayan dicho que les atraen. Eso si, quizá el problema es que no podrán hablar con aquellos que no les correspondan a ellas. Tal vez era eso a lo que se refería la creadora de Bumble con machismo.

  • #003
    Iñigo - 10 agosto 2015 - 02:54

    Tindr triunfa xq es la que reproduce con mayor exactitud el proceso de «firtreo» o «ligoteo» en la vida real. Es el espacio virtual mas parecido a como se comporta el ser humano (hombre y mujer) cuando establece «contacto» con quien le interesa.

    Sease… Un chico o chica entra, por ejemplo, en un bar y enciende su radar y comienza a escanear el entorno, contacta visualmente con la primera chica y no le gusta, con la segunda tampoco… con la tercera sí, pero ella le rechaza la mirada. Prueba con una cuarta y le gusta y esta le mantiene la mirada, sonrie y él se acerca a tomar contacto, charlan y se intercambian los telefonos. Los proximos dias firtrean x wassap, se conocen y descubren el uno del otro hasta que… ZAS!

    Esto es exactamente lo que Tindr reproduce y por eso triunfa. Lei una entrevista hace tiempo a sus creadores y hablaban del proceso de observacion previo que habian realizado xa definir correctamente el producto… Design Thinking 100%!

  • #004
    Gorki - 10 agosto 2015 - 03:32

    Claramente no es para mi, pero puedo poner como mía una foto de Brad Pitt a ver si pican…
    ¡¡¡Pues si que es fiable el método!!!

  • #005
    Carlos - 10 agosto 2015 - 04:45

    Excelente articulo Enrique, me encanto. De hecho, nuestro equipo esta trabajando en una alternativa a este tipo de comportamiento.

  • #006
    Krigan - 10 agosto 2015 - 09:15

    Será interesante ver cuál tiene más éxito en unos años, si Tinder o Bumble.

  • #007
    menestro - 10 agosto 2015 - 09:25

    Silbando y de puntillas para evitar el ramalazo de celos.
    Que luego no me habla.

  • #008
    ferran1950 - 10 agosto 2015 - 11:29

    El neologismo «gamificación» aplicado a las relaciones humanas, me ha preocupado.
    Un gamitido, es un balido del gamo, pero no creo que tú vengas por esa senda, si no más bien por la anglosajona del ‘game’.
    Estas aplicaciones nacen para vender y venderse, obteniendo píngües beneficios a quien crea la ‘startup’.
    Esta aplicación, como el ‘hard’ que va apareciendo para sustituir la relación social e incluso la sexual, parecen los mimbres de la eclosión, en ciernes, de una nueva extinción de la humanidad.

  • #009
    Raúl SB - 10 agosto 2015 - 14:00

    Esta claro que esa tendencia es imparable. Y veremos a ver que pasa si Porn Hub se convierte en el próximo Netflix, y decide meterse de lleno en el dating…..

  • #010
    Santiago - Concierto en Chile - 11 agosto 2015 - 21:21

    Pues a mi me funciona muy bien Tinder con ese me quedo

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