Mucho se está hablando de los problemas de los padres para educar a sus hijos en un contexto en el que no son capaces de renunciar a un dispositivo que, por un lado, todo su entorno les presiona para utilizar y, por otro, ejerce un atractivo absolutamente cautivador e irresistible por su versatilidad. Padres y educadores observan con desesperación cómo sus hijos, en determinados rangos de edad, son absorbidos – o prácticamente «abducidos» – por la pantalla de un smartphone en la que llevan a cabo actividades que van desde la comunicación social vía mensajería instantánea hasta juegos de todo tipo, y se convierten en seres prácticamente inertes, capaces de permanecer horas en actitud asocial, sin comunicarse con nadie ni responder a más estímulos que los que provienen del otro lado de la pantalla.
En este contexto, que alguien como yo sugiera, como efectivamente hago, que «la mejor edad para que nuestros hijos empiecen a tener acceso a un smartphone es cuando dejen de llevárselo a la boca», es interpretado por muchos como un «se nota que no tiene niños de esta edad y con este problema» o directamente un «no se entera de nada». Si unimos a esto la aparición de jueces de tribunales de menores que descubren la emoción de ser intensamente mediáticos y que afirman que «si un adolescente echa mano de su teléfono móvil nada más despertarse es que tiene un problema de adicción«, tenemos un problema servido: a la figura de un ex-juez de menores se le tiende a atribuir un cierto conocimiento del contexto y una cierta autoridad, hasta el punto de que pocos se detienen a evaluar si no estamos, simplemente, ante un retrógrado, un tecnófobo y un tremendista del calibre 9mm Parabellum.
No, no existen adictos a la tecnología, ni adictos a los móviles, como no había adictos a jugar ni adictos a hablar por el teléfono fijo. Los móviles no son una droga, como no es una droga un ordenador y como no es una droga internet. Hay, simplemente, niños maleducados, o dejación de responsabilidad de sus padres a la hora de educarlos. Hay, y ahí sí coincido con el juez anteriormente citado, padres que no saben educar, o que están absurdamente convencidos de que, como sus hijos son eso que algunos llaman «nativos digitales», no les pueden decir nada sobre cómo utilizan la tecnología. Hay una generación de padres irresponsablemente convencida de que no puede ejercer autoridad de ningún tipo sin supuestamente «atentar contra la dignidad de los niños» o sin «provocarles un trauma», y que les permite absolutamente todo: «niño, no le tires cubiertos a las personas de la mesa de al lado… jajaja, usted sabe, es que claro, son niños…» Hay padres irresponsables que usan el móvil y la consola como «botón mágico apaganiños», o que los dejan en «la habitación del ordenador» sin supervisión alguna como si el ordenador fuese una baby-sitter. No, el móvil no es adictivo, y además, va a ser un componente importante del futuro de nuestros hijos, que les conviene saber utilizar con habilidad y con responsabilidad. El móvil ejercita más la escritura, y a escribir se aprende escribiendo, aunque se escriba con abreviaturas y se omitan los acentos: los apocalípticos que afirmaban que tendríamos una generación de niños que no sabrían escribir ya han sido puestos en evidencia cuando hemos comprobado que en los tests de expresión escrita, las generaciones posteriores al uso del SMS y la mensajería instantánea obtienen mejores notas que sus mayores.
A los niños no hay que apartarlos de la tecnología, Hacerlo, de hecho, es hacerles un flaco favor, y posiblemente perjudicar sus posibilidades de futuro. Lo que hay que hacer es educarlos, como se ha hecho siempre. ¿Permitíamos que nuestros hijos jugasen a todas horas? No, había unas horas para jugar, y otras para hacer otras cosas. ¿Por qué entonces permitimos que nuestros hijos jueguen a todas horas con el móvil, o se vuelvan autistas a la hora de la cena? La educación sigue teniendo el mismo papel central que ha tenido siempre, y educar a nuestros hijos incluye educarlos en el uso de la tecnología, porque la tecnología no está al margen de esa ecuación. Pero no, educarlos no incluye privarlos de la tecnología, o no permitirles usarla hasta que tengan una edad determinada: lo que de hecho hay que intentar es que empiecen antes, y que tengan acceso a más tecnología, no a menos. Que experimenten con tecnología. Que jueguen con Arduino, con Raspberry Pi, con los kits de robótica de bq o con Lego Mindstorms, según sean nuestros presupuestos y preferencias. Que prueben Scratch, que se planteen proyectos, que puedan usar 123D o programas similares para después tener acceso a una impresora 3D y fabricar sus creaciones. Más tecnología, no menos. ¿Pueden jugar con Minecraft? ¡Por supuesto, es un juego genial que adiestra en un montón de habilidades! Pero lo que no pueden es meterse en Minecraft a las seis de la tarde y no desconectar hasta las doce como si no hubiese otra cosa en el mundo, porque eso es simplemente absurdo.
Si no sabe educar a sus hijos, por su bien y por el de ellos, procure aprender. Pero la tecnología o los móviles no son el problema, el problema es usted. No hay niños adictos, hay niños maleducados. Es, simplemente, una cuestión de educación.
This article is also available in English in my Medium page, “A question of education«
Creo que la brecha digital va a estar no en el consumo sino en la participación. Que se conecten todo el día me da igual, me preocupa que no lo hagan para tener visión crítica, constructiva, de aprendizaje, etc.
Y luego que el acceso a lo gratis les aleja del verdadero esfuerzo por conseguir otras cosas.
O sea que más que educación creo que es más importante si estamos sacando partido a que nuestros hijos sean nativos digitales comprometidos, críticos, con visión y con ganas de cambiar las cosas.
Todo lo demás es ruido, moda y pocas ganas de salir de la zona de confort. De los hijos y de sus padres.
Es curioso cómo políticos y juristas opinan sobre asuntos de tecnología e incluso sobre trastornos de la conducta, sin tener ni la menor idea de lo que están diciendo. Algunas leyes y algunas sentencias lo demuestran. Pasa aquí, y pasa en Bruselas.
El analfabetismo digital, por desgracia, no depende del nivel académico ni de la renta… Esos que dicen «yo las cosas de Internet se las pregunto a mi nieta», no tienen después inconveniente en proponer y votar leyes para regular cómo usamos Internet los demás. Y eso por no hablar de los que, sabiendo o no lo que dicen, sólo buscan notoriedad y titulares.
«No, no existen adictos a la tecnología, ni adictos a los móviles». Tampoco al cannabis, ni al alcohol ni al sexo.
«No, el móvil no es adictivo, y además, va a ser un componente importante del futuro de nuestros hijos, que les conviene saber utilizar con habilidad y con responsabilidad.» El cannabis, el alcohol y el sexo tampoco son adictivos si se utilizan con habilidad y responsabilidad, y además constituyen una inagotable fuente de pacer: ¡que me lo digan a mí!
«Más tecnología, no menos». Y más cannabis (y mejor!), más vino, más sexzo y más rock-and-roll!
«No hay niños (ni adultos) adictos, hay niños (y adultos) maleducados. Es, simplemente, una cuestión de educación». Casi, casi, totalmente de acuerdo…
El movil por si mismo no es adictivo, como no lo es una baraja de cartas. El problema esta en la forma en que se usa y las sensaciones que provoca, que pueden desembocar en una adicción. Si quien tiene la baraja de cartas descubre «los placeres del juego», la tensión, la sensación de ganar, el desafío… Podrá acabar convirtiéndose en un ludópata.
Ahora bien, estamos en una situación en que los niños están recibiendo una serie de estímulos teniendo corta edad. Asocian el teléfono con la inmediatez de no tener que esperar al día siguiente para hablar con sus amigos, o mantener varias conversaciones a la vez, sensación de poder con el ciberbulling (antes estaba el chico fuerte-chico debil y ahora las tornas han cambiado), el poder hacer las cosas que quieren cuando quieren (ver la película ahora y no el fin de semana), actuar sin limitaciones (la paga distaba mucho de ser infinita, e incluso era necesario contenerse para poder comprar ciertas cosas que costaban mas). Todos esos limites existentes enseñaban algo (paciencia, ahorro… responsabilidad en general) y esa falta de limitaciones es adictiva.
¿Renunciariamos a muchas de las cosas que tenemos? Quien tiene coche y va a pie lo hace por el placer de caminar, por mejorar su salud o por no poder mantener el coche o compaginar su gasto con el de otros elementos. Nadie renuncia a aquello que le causa placer salvo porque haya una razón poderosa para ello. Algunos a eso le llaman adicción, y todos somos victimas, solo que algunas son mas evidentes que otras.
Acepto, como axioma, que la tecnología no es buena ni mala; lo que importa es el uso que se haga de ella.
Pero imagino que, estando a la vista que hay un montón de niños (y adultos) que están teniendo problemas con los dispositivos, algo se debe estar haciendo mal.
Como en casi todo, las cosas se arreglan con educación y no con restricciones, pero una de las formas de educar consiste en ser capaz de aceptar (y adaptarse) a las restricciones. En el estado en que se encuentran las cosas hoy mismo, debería de haber una cierta ayuda a los padres que tratamos de ayudar a nuestros hijos a limitar su dependencia del móvil, porque somos minoría. Y porque si el centro educativo limita el uso del aparato en el horario escolar, nos traslada a nosotros el problema.
Gracias.
Completamente de acuerdo con Terrícola… aunque no le dé a esos vicios de los que habla él. Sólo soy adicto al p… tabaco; las cosas con moderación son buenas, en la vida como en el deporte.
Los móviles con sus redes sociales, son una lacra para la juventud. Yo no digo que haya que ir a timbrar a casa de tu amigo para saber si ha acabado los deberes y puede bajar a jugar al fútbol a la calle; pero si creo que se están perdiendo muchos valores.
Enrique,
creo ser consciente de que no es la finalidad de este post, pero si a continuación de «Lo que hay que hacer es educarlos, como se ha hecho siempre» nos dieras pistas de cómo hacerlo (no tengo hijos, no creo saber educar, pero si tengo un sobrino de 9 años al que su madre me ha pedido que le ayude a educar), sería, para los que compartimos tu punto de vista, la guinda del pasterl. Con toda humildad.
Estoy de acuerdo en que la clave esta en la educación Y que es en la familia donde deben empezar los padres educando a los hijos en la responsabilidad en todos los campos que la vida nos ofrece
El mejor ciudadano es el que se deja la vida por educar al la generación venidera desde su hogar. Estamos y estaremos rodeados de tecnología, productos y servicios que se convierten rápidamente en droga si nadie nos enseña desde pequeños donde están los límites.No hay que luchar en contra de ellos, hay que aprender a luchar contra uno mismo si se quiere revertir esta situación.
Es cierto. Los padres son los responsables de la educación de sus hijos, y de los límites que corresponde aplicar. Pero eso no supone que la atracción que genera el mundo digital no haya generado la aparición de un nuevo tipo de adicción: y para darse cuenta de ello no hace falta escamotear el problema hablando de la adicción entre los niños, porque las conductas adictivas son propias también de los adultos. No hace falta criticar ni tampoco ir en contra del mundo digital, pero si conviene tener presente las consecuencias que genera su existencia. Hoy en día existen muchos gurúes que promocionan el consumo digital como lo mejor que nos ha ocurrido para hacer nuestra vida más simple y confortable, pero lo cierto es que en general la humanidad vive sometida a los regímenes de funcionamiento de los aparatos digitales. Se ha invertido la ecuación: el ser humano es objeto del sujeto «mobile device» y su condición de existencia depende del hecho de «existir» en las redes sociales y en el mundo virtual. Las condiciones de pensamiento y de generación del conocimiento cambian: el pensamiento crítico, la dialéctica, la capacidad de razonar pasan a un segundo plano, y si no forman parte del mundo digital, no existe. Así, se cae en el engaño que asegurar el futuro de nuestros hijos pasa exclusivamente por habilitarles el ingreso al mundo digital.
Me encanta. Estoy totalmente deacuerdo.He empezado a dar charlas sobre redes sociales en mi Municipio y hablo sobre ese tema también, todo esta en la educación.
Gracias voy a compartir este post.
Estimado Enrique:
Como casi siempre, estoy muy de acuerdo con la mayoría del artículo. No obstante, hay una precisión que debo hacer. El uso del término «autista» con connotaciones negativas es algo contra lo que todos los padres de niños con autismo luchamos denodadamente. Porque, además, muchas veces revela el profundo desconocimiento sobre este trastorno que tiene quien así lo usa: las personas con autismo pueden tener una gran necesidad de comunicación social, pero su interacción social no es adecuada, precisamente porque ese es uno de los tres pilares que definen el trastorno del espectro de autismo. Así que, en algunos casos, son ellos los que, voluntariamente, se aíslan del entorno para no sufrir con las consecuencias de sus actos, que no son congruentes con lo que ellos pretenden. Te recomiendo la lectura de «La razón por la que salto», best-seller escrito por un joven japonés con autismo. Un abrazo.
Estoy muy de acuerdo contigo, la educación es primordial para conseguir que los niños y adolescentes hagan un uso racional y adecuado de la tecnología aunque discrepo cuando dices que no hay adolescentes que tengan adicción a los smartphones, no sé si se puede hablar de adicción pero si de dependencia.
Un saludo.
Estoy de acuerdo en todo salvo en una cosa. Dices: «No, no existen adictos a la tecnología, ni adictos a los móviles, como no había adictos a jugar ni adictos a hablar por el teléfono fijo. Los móviles no son una droga, como no es una droga un ordenador y como no es una droga internet. Hay, simplemente, niños maleducados, o dejación de responsabilidad de sus padres a la hora de educarlos.»
Yo estoy totalmente de acuerdo en que quitando esa primera etapa en que todo pasa por la boca, se puede enseñar a los niños a familiarizarse con los juguetes tecnológicos de los mayores. No veo ningún problema. El problema del anafabetismo tecnológico se mama desde la más tierna infancia.
Lo que me parece un error importante es negar la existencia de la adicción a los móviles. Creo que es un problema que efectivamente existe y que puede ser grave, pero que no afecta a tanta gente como se dice. Son casos aislados.
Si no se produce un cuadro de ansiedad ante una situación de abstinencia, no se puede hablar de adicción. Lo que hay es gente que lo usa mucho, pero gente que realmente no sabe vivir sin el móvil, son casos especiales.
Para mí el tema es saber si la forma de prevenir estos escasos de adicción es ejercer un control sobre el uso del móvil. Lo pregunto porque se me hace un poco cuesta arriba pensar que el mero hecho de usar mucho el móvil sea suficiente como para causar ese daño. Probablemente la causa de una adicción como esa se tenga que buscar en otra parte.
Las deficiencias de serotonina pueden contribuir a conductas compulsivas tales como la adicción al juego. Si le quitas el móvil a una persona con un problema hormonal de ese tipo, yo creo que su compulsividad podría encontrar una adicción no tan inofensiva como el uso del móvil.
Negar la existencia de la adicción al móvil sería un error como lo sería negar la existencia a la adicción al chocolate. Lo que ocurre es que el chocolate tampoco es el problema, sino la manifestación de un problema sin relación con el chocolate.
Gracias por el Post. No sólo estoy deacuerdo, sino que lo confirma el hecho de que están naciendo iniciativas como el medio www.control-parental.es donde psicólogos dan pautas sobre este tema: empezar a aconsejar a los padres en como afrontar esto
Este artículo es la antítesis de lo que suele postular Enrique con su teoría sobre desaparición de la escritura manual.
El problema es que Enrique no entiende que la escritura no es una tecnología, sino una habilidad psicomotriz profundamente imbricada con la capacidad de expresar ideas de forma natural. Los seres humanos no son una impresora, y la escritura es capacidad expresiva tan relevante para la elaboración de otras destrezas, cómo el dibujo lo es para el pensamiento espacial. El lazo entre símbolo y concepto abstracto es lo que convierte la escritura en un una destreza que enlaza diferentes habilidades y disciplinas en torno al pensamiento, lo que lo convierte en un aprendizaje troncal para poder desempeñar otra habilidades conceptuales.
Me recuerda un poco aquello de estudiar con Cassettes de audio que puso de moda en los 70. En realidad no es la herramienta, con punzón o con pluma, es el desarrollo del aprendizaje y la calidad del mismo lo que importa.
Esto por ejemplo, no ha sido escrito por un teclado. Han sido mis manos y su capacidad de enlazar las ideas y su movimiento en el mismo proceso, mientras pensaba en otra cosa.
De hecho, soy miope y no llevo gafas, así que …
Enrique. Estoy de acuerdo contigo en que la base para un uso adecuado de la tecnología es la educación que reciben los niños, y mucho más importante lo que ven que hacen sus padres o referentes.
Pero de ahí, a decir que no existen adictos o dependientes del teléfono móvil, y tachar de demagogos, tecnófobos o tremendistas a los que opinan lo contrario , creo que es «pasarse dos pueblos».
Una vez leí que no existen drogas, sino drogadictos, y que las personas que tienen tendencia a drogarse, lo acabarán haciendo con cualquier cosa, y creo que es así.
En el momento que un niño (o adulto), es incapaz de dormirse antes de las 3 de la madrugada por «relacionarse en las redes sociales» desde luego que tiene un proble,a de dependencia del móvil. Que en el caso de un niño la responsabilidad sea de los padres por no haberle educado correctamente, es el origen, pero la consecuencia es que se ha hecho «adicto».
Y como esa hay muchas situaciones similares que demuestran que alguien está «enganchado». En este caso, adémas de la falta de educación, muchas veces usamos las mismas justificaciones que los padres alcohólicos, que les parece normal, que sus hijos beban cerveza con 12 años, o que si llegan a casa borrachos con 13 años, siempre tienen el socorrido «pero si a esa edad lo hemos hecho todos».
Las alternativas que das de descubrir la tecnología usando Arduino, Mindstorms o Scratch, servirián también para alejar de otras «drogas» a los niños, pero de verdad no veo, porque el saber programar va ayudar a un niño a no estar enganchado al Whatsapp constantemente. La única opción es que ese interés sustituya la necesidad de estar chateando en 5 grupos de amigos a la vez de temas intrascendentes, pero también lo haría el deporte, la lectura o cualquier otro hobby.
Por desconocimiento aveces uno puede cometer errores, pero es muy cierto que la tecnología te abre muchas puertas y más bien hay que saber utilizarlos oprtuna yadecuadamente
Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Esta entrada puede ser entendida como buena o mala educación dependiendo de:
1. Estoy comiendo con mi mujer en un restaurante mientras la escribo
2. Estoy conduciendo. Esto no es ser mal educado, es ser tonto
3. Estoy en mi momento de domingo que dedico delante de mi ordenador a leer tranquilamente
Vale, Enrique, pero que difícil es.
Solo quisiera resaltar el comentario de Antonio Castro… remarcando que la adicción es un proceso químico cerebral ( el tipo de educación lo refuerza pro no lo genera) así que el móvil, como el Real Madrid o un simple coleóptero, puede producir adicción (y en diferentes grados!)…faltaría plus!!
#017 «Las alternativas que das de descubrir la tecnología usando Arduino, Mindstorms o Scratch, servirián también para alejar de otras “drogas” a los niños, pero de verdad no veo, porque el saber programar va ayudar a un niño a no estar enganchado al Whatsapp constantemente. «
En mi humilde opinión, la programación también engancha, pero con una diferencia. Si te enseñan algo de ingeniería del software (suena complicado pero no lo es), la programación se convierte en una forma de afrontar problemas para analizarlos y resolverlos.
El hecho de que la programación sirva para automatizar un proceso encontrando un algoritmo o receta paso a paso para que una estúpida máquina que apenas sabe hacer algo más aparte de hacer cálculos básicos a velocidad vértigo, resuelva el problema. Para ello hay que destripar el problema hasta un nivel bastante suficientemente bajo para que librerías de uso general realizadas por terceros puedan resolver una serie de detalles de un nivel aún más bajo.
Yo considero que el ser humano tiene excesiva tendencia al autoengaño y a interpretar la realidad a su conveniencia. Un ordenador sigue unas reglas estrictas y son innegociables. Si hace falta un punto y coma al final de la línea lo tienes que poner.
Creo que la programación favorece una autodisciplina a la hora de analizar el mundo real. Puede que la programación no logre hacer a la gente más lista, pero sí que sirve para hacer a la gente menos estúpida. Algunos gurús de la programación tienen la tentación de creerse que entienden de todo, pero casi nunca se da ese caso.
Estoy convencido de que la estupidez y la incultura (son dos cosas muy diferentes) son la gran lacra social a combatir, y que ambas son mucho más peligrosas que la maldad. (Lo peor de todo es que no son excluyentes). Puestos a elegir prefiero a un listo inculto que a un bobo ilustrado, pero ambos tienen su peligro. El sufragio universal nos da a todos la misma capacidad para entre todos decidir nuestro futuro, así que la incultura no tiene disculpa alguna. La educación es fundamental y creo que la programación nos hace mejores personas. Nos aporta valores útiles y ha de formar parte de nuestra cultura.
Totalmente de acuerdo con el post.
Para los que dicen que es tarea difícil, sólo decirles que se trata de asimilarlo, de tener claras las consecuencias del abuso de cualquier cosa y que, educar en la moderación es siempre un buen camino. No digo que no cueste transmitirlo pero, al menos, no seremos padres de niños maleducados.
Piensen si no, que sus hijos crucen la calle sin mirar a los lados para comprobar si vienen coches o sin mirar el semáforo. ¿Qué hacen entonces los padres? Pues eso, aunque sea un ejemplo muy básico.
Simplemente fantástico¡
Buenas tardes, artículo interesante, todavía no puedo mostrar una opinión formada puesto que el tema en sí no lo he podido estudiar… De todas formas, con todos mis respetos pues el autor es usted y no yo, usa la palabra autista de una forma muy superficial, trabajo y quiero a las personas con autismo, aunque no creo que fuera su intención si que no puedo hacerles llegar este interesante texto como forma de debate dentro de nuestros campo educativo puesto que se sentirían profundamente ofendidos.
Sólo como información, un estudio hecho en Barcelona con varios miles de estudiantes de primaria y secundaria y sus conclusiones.
http://www.adicciones.es/files/28003_Chamarro_ORIGINAL.pdf
http://apps.elsevier.es/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=90268994&pident_usuario=0&pcontactid=&pident_revista=27&ty=146&accion=L&origen=zonadelectura&web=www.elsevier.es&lan=es&fichero=27v46n02a90268994pdf001.pdf
http://www.researchgate.net/publication/257502412_El_riesgo_de_adiccin_a_nuevas_tecnologas_en_la_adolescencia_debemos_preocuparnos
Y si, la gente se engancha y puede tener consecuencias.
Enrique,
Tu reflexión me ha parecido muy interesante. ¡Cada vez afinas más!
Un abrazo,
Pau.
Realmente cierto, es muy cómodo poner a un niño de dos años Pocoyo y salir con la tablet con Pocoyo de casa que entrenerle.
He comprobado que los niños agradecen más cualquier juego tradicional, no hay más que bajar a un parque con un cuento , unas chapas de las antiguas… te harán corro.
Pero con las benditas «tablets» se están quietos. Padres comodones, jugar con un niño implica paciencia, humor, creatividad, pero en realidad es una tarea bastante sencilla porque las tablets también les aburren, quizás no les damos alternativas..Dales una pistola cazabichos y verás dónde queda la tablet.