El otro día, en una conferencia, utilicé el ejemplo de Dick Fosbury, el saltador de altura que inventó el «estilo Fosbury» o «Fosbury Flop», un salto en el que se efectúa una rotación que hace que el saltador ataque la barra con la espalda, y arquee la misma para superar alturas superiores. Usé el ejemplo para hablar de B2B, y de como una vez descubierta la innovación, era completamente imposibler sustraerse a ella, y se convertía en una obligación para cualquiera que quisiera mantenerse competitivo (la presentación está disponible aquí, aunque como casi todas las mías no es especialmente autoexplicativa).
Bien pensado, el ejemplo sirve exactamente igual para cualquier tecnología que plantee un nuevo escenario, lo cual empieza a resultar ya más que habitual. El cambio o incorporación de cualquier nueva tecnología no suele ser sencillo. A Fosbury, de hecho, le llevó casi cinco años perfeccionar su revolucionario estilo hasta estar a un nivel suficientemente competitivo. Siempre es más sencillo seguir igual, aunque cuando seguimos igual nos ocurre algo interesante: no somos capaces de percibir los leves cambios incrementales del entorno, de manera que nos pasa como a una rana que introdujésemos en una olla con agua a fuego lento… aunque pueda saltar fuera de la olla, sus sentidos no son capaces de percibir el suave incremento de temperatura, y acaba cociéndose sin darse cuenta (debo el gráfico ejemplo a mi amigo Salvador Aragón). A mí se me ocurre otro ejemplo también relacionado con ranas y ollas… si ponemos a otra rana (la anterior se nos coció ;-) en otra olla llena de nata líquida, la rana podría decidir, en vista de la viscosidad de la nata, dejar de patalear y simplemente ahogarse. Sin embargo, hay un premio a la rana que persevera y patalea, que es el conseguir convertir la nata en sólida mantequilla a la que encaramarse… Los dos ejemplos llevan a lo mismo, los cambios en esos nuevos escenarios competitivos provocados por la tecnología son graduales, incrementales, y si renunciamos a ser pioneros, podemos encontrarnos con que cuando finalmente adoptamos la tecnología, otros ya la tienen mucho más desarrollada que nosotros.
¿Más cambios que recuerdan a Fosbury? Ante toda innovación, siempre aparecen detractores. El entrenador del equipo norteamericano de salto de altura llegó a decir que «los niños imitan a los héroes… si imitan a Dick Fosbury perderemos toda una generación de saltadores, porque todos acabarán con el cuello roto». Obviamente, doce años después, trece de los dieciséis finalistas en la prueba olímpica de salto de altura utilizaban el estilo Fosbury, y no hubo ningún cuello roto. Hoy en día, la postura de crítico con, por ejemplo, las innovaciones de la nueva economía después de la crisis dot.com sigue siendo la más facilona y barata, y nos encontramos críticos hasta en la sopa.
¿Más parecidos? El efecto del «Fosbury Flop», como el de la introducción de la fibra de carbono en el salto de pértiga en 1960, se hizo notar en una rápida superación de los records de la época, y todos aquellos saltadores que decidieron no adoptar la innovación, fueron incapaces de ser competitivos y tuvieron que retirarse.
Excelente la presentación. Visto con unos años más de perspectiva es interesante observar toda la evolución desde la fiebre .com, hasta la satanización de Internet tras desinflarse la burbuja y el actual renacer de la confianza (en gran medida). Claro que a estas alturas SI existe ya alguna rana cocinada por la ebullición de la tecnología: ¿qué fue de la industria discográfica?
Enhorabuena por el blog.