Cuando tienes una cuenta en Twitter desde mucho antes de que Twitter fuese Twitter, una cuenta de esas que datan de cuando Twitter era una rareza propia de frikies cuyos fundamentos comentabas a los no iniciados y te miraban como si estuvieses completamente loco, es normal que te encuentres de cuando en vez con reproches sobre lo que haces o dejas de hacer con ella. En mi caso, es bastante normal encontrarme con comentarios acerca de lo «subidito» que soy porque solo sigo a un puñado de personas cuando a mí me siguen casi doscientas mil, o sobre mi supuesta insensibilidad por no hacer retweet de causas de todo tipo cuando me lo piden, por no contestar a según qué cosas, o por bloquear a quien me resulta molesto.
Mi uso de Twitter ha ido evolucionando con el tiempo. Al principio, hablaba básicamente de mí y de lo que hacía: sitios a los que iba, comidas, bebidas, pensamientos… un poco en modo «mi querido diario». Daba los buenos días por la mañana y las buenas noches al acostarme, avisaba antes de meterme en una clase o al salir de ella, o al llegar a un aeropuerto, como si fuera un cuaderno de bitácora, como si quisiese en algún momento utilizarlo a modo de registro, para saber qué había hecho o dónde había estado en un momento determinado. Desde aquella época tengo mi dirección de Twitter en mi tarjeta de visita profesional, con la idea original de «si te he dado una tarjeta para que me localices, te dejo mi dirección de Twitter en ella, porque harías bien en consultarlo antes de llamarme por teléfono, no vayas a pillarme en una clase o en una reunión».
Esa etapa duró hasta aproximadamente 2008, momento en el que empezó el crecimiento desmesurado. En muy poco tiempo, Twitter explotó, lanzó su versión en español, y surfeando esa ola, mi cuenta pasó de los ocho o nueve mil seguidores a casi cien mil. Dejé de tener una cuenta de Twitter «para saber qué hacían mis amigos y contarles lo que hacía yo» a tener una especie de medio de comunicación: completamente asimétrico, y con más seguidores que la inmensa mayoría de los diarios regionales españoles. Me entró la timidez, dejé de contar mi vida porque tenía la impresión de que si decía «he estado en este sitio bebiéndome este vino», la respuesta mayoritaria iba a ser «¿y a mí, qué?». De la misma forma, dejé de compartir en Twitter mis actualizaciones en aplicaciones como Foursquare o Instagram, salvo en ocasiones excepcionales.
En esa época me di cuenta de la utilidad de Twitter en sentido contrario, no tanto como difusor como de captador de información: siguiendo a los usuarios adecuados y con ayuda de alguna lista, Twitter se convirtió en un pulso constante de la actualidad, en el canal a través del cual me enteraba de la actualidad, hasta el punto de que los telediarios o la radio ya se limitaban únicamente a ampliar aquello que yo ya sabía hacía horas que había ocurrido. Mi frecuencia de emisión descendió mucho, mi velocidad de incorporación de seguidores también lo hizo. Al tiempo, empecé a usar Twitter para avisar de mis entradas en esta página: hacerlo me proporcionaba un tráfico entrante interesante, de entre un 1% y un 3% de clickthrough sobre una cifra ya bastante importante, con una dinámica característica que hacía que Twitter fuese mi principal referral de tráfico durante la hora o dos horas después de haber actualizado mi página. Al cabo de algunos meses haciéndolo, pude comprobar como Twitter se había convertido para muchos en el sustituto del RSS: el canal a través del cual accedían habitualmente a mi página.
Nunca, salvo errores, he repetido tweets. Tal vez podría servir para incrementar mi tráfico, pero no me parece respetuoso con quienes me siguen habitualmente, ni me gusta cuando veo que otros lo hacen, me resulta cansino y aburrido, como esas personas que te cuentan varias veces lo mismo porque se les olvida que te lo contaron, pero en este caso no por olvido, sino por vocación de ser pesado, sin importarles saturar a quienes les siguen. Tampoco he hecho nunca ningún caso a quienes me piden retweets, salvo que la causa para la que me lo pidan sea alguna con la que yo sintonice especialmente o se cuente entre las que comento de forma habitual. En ocasiones tengo la tentación de hacerlo, pero trato de evitarlo: aunque muchas causas sean justas y razonables, no puedo evitar pensar que empiezas retwitteando algo para conseguirle un riñón a un enfermo, sigues intentando ayudar a un perro abandonado, y acabas no haciendo otra cosa que sirviendo de altavoz a todo tipo de causas, y esa no es la razón por la cual mis seguidores me siguen. Cuando se tienen casi doscientos mil seguidores, las peticiones de retweet a cuenta de todo tipo de temas son constantes, a nivel de varias cada día. Lo siento, pero salvo que el tema me pille realmente cerca, y en ese caso le aporto precisamente eso, mi cercanía con el tema, incluirme en ese tipo de peticiones de retweet es una pérdida de tiempo – y bajo ningún concepto se puede deducir de ello que simpatice o no simpatice con la causa que me lo pide o con la contraria, si es que la hay.
Contesto a quien me pregunta cosas, en público cuando puede tener interés público o en privado cuando no me parece que lo tenga, aunque suelo evitar los intercambios largos de mensajes que generalmente terminan por aburrir a todos menos a los dos que participan. Si contesto en privado, suelo seguir a la persona para que me pueda contestar igualmente por privado, y salvo que a los pocos días tras el fin de la conversación compruebe que vale la pena mantener ese follow porque lo que cuenta esa persona me interesa mucho, lo elimino. Lo cual no debe ser visto en modo alguno como un desprecio, y solo quiere decir nada más que intento mantener el número de personas que sigo dentro de los límites que soy capaz de ver en la pantalla de mi smartphone. Por supuesto, solo contesto a aquello que estimo que debe ser contestado y que tiene una actitud razonable. Quienes se dirigen a mí con actitudes que considero maleducadas, faltonas, molestas o simplemente desagradables se encuentran o con el silencio, o con el bloqueo.
Actualizo poco: cuatro o cinco veces al día la mayoría de los días, de las que dos son la entrada diaria en mi página en español y en inglés en Medium. También suelo actualizar si voy a intervenir en algún sitio, televisión o radio, o si participo en algún evento abierto al público. Otro uso habitual es la difusión de artículos que encuentro especialmente interesantes por la razón que sea, aunque en ese caso lo hago con un filtro bastante exclusivo: para compartir cosas interesantes tengo Flipboard o Pinterest, si lo pongo en Twitter es porque me parece especialmente bueno (en modo «si solo vas a leer una noticia hoy, lee esta») o viene especialmente al caso por algún tema en el que me he implicado especial o habitualmente. Es bastante habitual que utilice mi cuenta de Twitter para temas relacionados con el ciberactivismo, y en ese caso, puedo exceder claramente mis límites habituales. O si estoy en algún evento, que comparta cosas que se están diciendo en él y me parecen interesantes, otro caso en el que mi frecuencia de tweets suele incrementarse sensiblemente.
Actualizo en español o en inglés de forma completamente indistinta. Si son noticias, lo habitual es que actualice en inglés, porque la inmensa mayoría de noticias que consumo están en ese idioma, salvo que tengan que ver con la actualidad española. Si son temas relevantes para mis alumnos, también lo hago en inglés, porque a pesar de trabajar en una escuela de negocios que está en pleno centro de Madrid, imparto en ella muchas más sesiones en inglés que en español. Si contesto a alguien, intento hacerlo en el idioma en el que se dirige a mí si lo conozco y me resulta razonablemente cómodo, y si no es así, en el que me parezca más lógico que podamos compartir.
Nunca, y repito en mayúsculas, NUNCA, JAMÁS, BAJO NINGÚN CONCEPTO, verás en mi timeline un tweet por el que nadie me haya pagado nada. No lo he hecho nunca, y no quiere decir que no lo vaya a hacer, pero si alguna vez lo hago será porque el producto y la empresa me gustan, y siempre avisando de ello. Lo contrario no me parecería respetuoso con mis seguidores: aspiro a que estos puedan saber con seguridad que lo que comparto, lo hago en función de un interés genuino, no mediatizado por ningún pago, salvo que así lo avise. Si comparto un lugar de copas o un restaurante en el que estoy, un vino que me estoy bebiendo o un producto del tipo que sea, por tanto, lo haré porque me gusta, porque me resulta interesante o porque tengo algo que decir sobre ello, pero no por ningún otro tipo de razón salvo que lo diga expresamente. Es exactamente la misma política que llevo más de once años manteniendo en mi página, así que supongo que a estas alturas podemos considerarla ya como un «defecto del animal».
¿Más? Poco más. Si me sigues en Twitter, ya sabes a qué atenerte: una mezcla de avisos de lo que escribo, noticias que me parecen especialmente recomendables, y un poco de mis intereses de todo tipo: ciberactivismo, innovación, y efectos de la tecnología en general. Las cosas sobre las que doy clase, las cosas que me gustan (que afortunadamente para mí, suelen coincidir), las cosas que me preocupan… y algunas cosillas más. Con ese tipo de uso, estoy cerca de llegar a los doscientos mil seguidores, cosa que me parece de locos y que supone un nivel de atención completamente inmerecido. Que por supuesto, no me lleva a creerme nada especial, pero en fin, que si está ahí, será por algo (digo yo :-)
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Soy uno de los 200.000 que te siguen y solo sigo a 50 personas. ¿Por qué te sigo?, porque el interés de lo que escribes supera con mucho al ruido que haces. Mi problema es que me permito el lujo, (soy jubilado), de leer lo que dicen aquellos a los que sigo, pero aun teniendo tiempo, solo puedo seguir a unas cincuenta personas, Así que cuando sufro «infoxcación», repaso la lista de los que sigo y quito aquellos que recuerdo que más «morralla me han metido en los twits.
Por supuesto los que más twits insustanciales escriben, (según mi particular criterio e interés), caen de mi lista, los que casi no escriben, o los que mandan twist «beluga», (según mi interés), sobreviven a la purga, tu debes haber resisitido a unas 10 purgas, pues las hago con bastante más frecuencia que Stalin.
Como tu, he evolucionado en el uso de Twitter de utilizarlo como un altavoz, a utilizarlo como un radar, Para mim es la forma de enterarme de las noticias sobre temas que me interesan, sobre todo si son temas minoritarios, solo tienes que seguir a las personas adecuadas. El problema es que como los motivos de interés varían con el tiempo, la lista de seguidos se hace demasiado larga y tengo que hacer una nueva purga.
No me preocupo por los que me siguenm pero si y mucho los que sigo. Generalmente cuando alguien me da de alta y sigue a menos de 300, tengo la curiosidad de preguntar por qué me siguen y las respuestas son tan variopintas e inesperadas, que no intento caer bien, porque cada cual tiene una motivación diferente y muchas veces son contrapuestas. Si tiene mas de 300 seguidos ni me molesto en preguntar, pues estoy seguro que no me leen nunca, salvo alguna vez de chamba, pues en minutos caeré en lo mas profundo de su timeline, o estare en una lista que miren de guindas a peras.
Sólo excepcionalmente doy a «me gusta», pues no veo el sentido de ello, retiwteo sólo lo que mando puede ser del interés de los que, más o menos, tienen mis mismos gustos e intereses. Y contesto si viene al caso, pero no busco el diálogo como norma general, es mas una puntualizacion o una idea complementaria.
Hola Enrique,
También formo parte del elenco de 195.528 seguidores que tienes y siempre me gusta leer tus actualizaciones. Te escribo este comentario para apoyarte, pues aunque no tengo ni un 0.5% de tus seguidores empecé más o menos como tu y la evolución ha sido muy similar (aunque yo no empecé cuando Twitter aun no era Twitter).
Al principio me limité a no tener más de 150 seguidos, pero un día tuve que sobrepasarlos necesariamente. En ocasiones hago «limpieza» y dejo de seguir a los que no me parecen relevantes, pero mis cifras superan en un poco a tus seguidos. Jamás he entendido a esos que siguen a miles de usuarios, salvo que lo hagan con la intención del followback, cosa que tampoco entiendo.
Solo estoy en desacuerdo en una de las cosas que has dicho, lo de repetir los tuits. Especialmente si son de publicaciones. En ocasiones repito tuits hacia posts de mi blog que sean atemporales porque en el momento de la publicación mis seguidores no están todos ahí esperando ese link, por lo que repetirlo en ocasiones viene bien para que todos (o algunos más) lo descubran sin entrar en mi blog, o para que lo compartan.
Así pues, y para concluir, continuaré siguiéndote aunque no me sigas (realmente no creo que yo sea de tu interés), jamás pensaré que lo tienes «subidito» pues es más que lógico el motivo de no seguir a gente sin necesidad y espero que sigas aportando tanto y tan bueno como hasta ahora.
Un saludo, Rafa Bordes.
Yo creo que no te sigo. No me gustan los tweets. Me gustan mucho mas tus articulos. Donde hay pie para la reflexion. Los tweets me parecen eso, un diario con intetes para el que escribe.saludos
Te voy a ser completamente sincero y lo primero que quiero que entiendas es que no está en mi ánimo molestarte sino todo lo contrario. Tómalo como un regalo porque esa es la intención.
Soy uno de los que te sigue en Twitter, pero no recuerdo haber recibido el menor beneficio de este seguimiento. Todo lo que necesito es seguir tu Blog que sí me parece muy interesante. Podría dejar de seguirte en Twitter sin repercusión alguna. Seguir en Twitter a una persona que no te va a aportar interactividad me parece algo completamente inútil, pero ya sé que no es así para todo el mundo.
Entre las personas que yo sigo y que tienen muchos seguidores hago una distinción.
Los que alguna vez me han ofrecido alguna interactividad y los que jamás me han ofrecido interactividad alguna ni la espero de ellos.
Con los que alguna vez me ofrecieron interactividad les suelo retwittear o mencionar sin preocuparme de la proporcionalidad del toma y daca. Me basta con que alguna vez me retuitearan para yo estar abierto a retuitear cualquier cosa que publiquen y que me guste.
Con los que jamás tuve interactividad, (hay unos cuantos como tú), me limito a usarlos en mi provecho. Es decir, si acedo a una información interesante que ellos han publicado la tuiteo desde su origen y no les menciono.
Enrique, estás equivocado en tu forma de usar Twitter. Si lo que te preocupa es dedicar más tiempo del que dispones a la interactividad, te diré que en tú caso me parece una excusa barata, pero intentaré justificarlo.
Me gustan mucho tus contenidos, pero la imagen que transmites de ti mismo es exactamente la que intentas justificar en este post.
Erés más inaccesible de lo que es normal en gente que tiene muchos seguidores y lo sé porque puedo hacer comparaciones con mucha gente que está en tu misma situación a nivel de seguidores. Es un análisis muy fácil de hacer para cualquier persona que lleve años en twitter.
Estas personas que tienen muchos seguidores no pueden responder a la inmensa cantidad de peticiones de interactividad que reciben. Al igual que tú lo leen casi todo lo que reciben, pero a diferencia de ti no hacen distinciones… digamos «clasistas» entre sus seguidores. Si consigues captar su interés (no es nada fácil) te responden. Tú solo contestas a aquellas personas que crees están a tu nivel con independencia de lo valiosa que sea la interactividad recibida.
Insisto en que eso es algo que después de años de interactividad se termina percibiendo con suficiente claridad.
En mi modesta opinión, tu manejo del Blog es magistral, pero tú manejo de Twitter es bastante torpe.
Te puedo asegurar que de gente que tú conoces bien, @benjami, @gallir, @dbravo, y otros he recibido ocasionalmente interactividad. Sinceramente muy poca, pero suficiente como para valorarles de una manera muy diferente.
No interpretes que yo estoy pidiendo algo. Es al revés, estoy ofreciéndote algo. Te ofrezco información sobre algo en lo cual estoy convencido podrías sacar mayor provecho personal.
Tus resultados en Twitter no vienen de tu habilidad en el uso de esta herramienta, viene del éxito de tu Blog y de la colaboración en periódicos y revistas como El País, El Mundo, Público, ABC, Expansión, Cinco Días, Libertad Digital, PC Actual, en apariciones ocasionales en televisión y siempre en temas relacionados con Internet y las nuevas tecnologías.
No transmites una buena imagen en Twitter y este post no ha servido para mejorarla.
Sobre el papel es un excelente y coherente manual de uso. No obstante, en mi opinión el resultado que está obteniendo en Twitter no está a la altura de la imagen de «marca Enrique Dans».
#005 Creo que con unas pocas menos palabras de las que yo usé en mi comentario, tu lo has explicado tal y como yo habría deseado hacerlo.
Me ha interesado la reflexión. Hubiera sumado la «economía de la atención», aunque ya haces referencia a ella cuando hablas de que sigues a los que realmente eres capaz de atender y consideras que te aportan algo de forma estructural.
Por cierto, en total desacuerdo con el señor que habla de interactividad y tal. Esto no se mide al peso, se mide por interés de lo que dices o recibes. Hay que hablar de propuesta de valor en ambos casos. Y siempre hay que pensar que en Twitter, como en la vida, el interés no es recíproco, y se basa en que no todo el mundo aporta lo mismo y no todo el mundo genera mensajes de la misma calidad o interés.
Yo estoy a menudo en desacuerdo con las tesis de Dans, pero en esta ocasión me alineo bastante con lo que indica. Si uno no es selectivo en Twitter, tanto con las personas a las que sigue como con aquellas a las que responde, o con las que interactúa de alguna manera, pierde su tiempo y el de los demás. Y ese es el único capital real del que disponemos de forma siempre escasa y tenemos que cuidar.
#007
Yo tengo pocos seguidores en Twitter pero eso se debe a que nunca me ha interesado ser diplomático, la mayor parte de las veces pierdo esa oportunidad por ser incómodamente sincero incluso con las personas que tengo en alta consideración.
No sé a que viene decir que eso no se mide al peso. En ningún momento he sugerido el tema de la popularidad en Twitter como algo interesante. De hecho, a Enrique no le faltan seguidores, tiene cerca de 200k. ¿Quién está midiendo al peso? ¿Tú? ¿Yo? ¿Enrique? no tengo idea de que has querido decir.
Mi percepción de la interactividad con Enrique en Twitter no es baja sino nula y obedece a una política de Enrique que él no niega y no se trata de cantidades sino de criterios porque solo depende de lo que el decida.
Es más, Enrique dice que usa la misma política en Twitter que en su Blog para sus comentarios.
Lo que intento decir es que yo creo que Twitter es por su propia naturaleza un medio mucho más abierto a la interactividad de todos con todos.
El propio Enrique ha criticado en alguna ocasión a gente que usa Twitter como su fuera un medio unidireccional sin darse cuenta que él mismo hace algo bastante parecido con una gran cantidad de sus seguidores en Twitter.
Creo que un indicador claro para saber si usas «bien» o «mal» de una forma objetiva
sin sesgos tu cuenta Twitter es:
Si mañana Twitter decide ocultar de la plataforma la información seguidores/seguidos
Pasaría algo? Cambiaría tu visibilidad? O usarías twitter deforma diferente? Te verían de forma diferente?
Creo que En el caso de Enrique se vería favorecido.
Y en el de la mayoría de la gente que usa Twitter y a la que respeto por su honestidad o por su interés también les vendría bien.
Francamente… Hay algo más tonto en Twitter que preocuparse por cuantos te siguen? No deberías más bien preocuparte de cuantos te leen? Y aquí estoy un poco en desacuerdo con Enrique, creo que [con un poco de creatividad ] es bueno repetir algún tweet si es importante para ti .. En cuanto a algunos comentarios que leo .. No sé, mejor me muerdo la lengua pero .. Telita …
Exactamente! El nivel de atención que obtienes en Twitter no viene dado por el número de personas que te siguen sino por el número de personas que te leen. Este ratio objetivo de notoriedad debería ser la verdadera propuesta de valor de la marca «Enrique Dans», el auténtico capital del que dispone y que, por tanto, debería cuidar
Hmmm… el «NUNCA, JAMÁS, BAJO NINGÚN CONCEPTO, verás en mi timeline un tweet por el que nadie me haya pagado nada» entiendo que quiere significar «[…] por el que alguien me haya pagado algo», ¿no? O eso o quieres decir que te los han pagado todos jeje
O también quizá el castellano que hablamos en el mediterráneo de la península difiere del que se habla en el oeste atlántico ;)
#011 Negar una negación no la hace más negativa sino que la anula, pero en español usamos expresiones como; nunca jamás, no sé nada, no lo sabe nadie. Incluso usamos la triple negación como por ejemplo no voy nunca a ningún concierto, etc.
Son vulgarismos sintácticos que se usan mucho no solo en España y se hace con la intención de enfatizar, Yo no tendría inconveniente de usarlos en un comentario porque se entienden perfectamente, pero si tengo la suerte de detectarlo en el cuerpo de un artículo mío seguramente lo corregiría.
Dicho esto, prefiero tropezar en un vulgarismo que en un cultismo, un tecnicismo, o un neologismo, que creo le gustan a Enrique, pero es una cuestión de estilos y cada uno tiene el suyo.
Puestos a criticar por cuestiones de estilo se puede hilar muy fino y no creo que merezca la pena. La forma de expresarse tiene su importancia, pero me interesa bastante más el fondo.
Yo muchas veces me apetece quitar el follow a muchos marketeros que dejan su twitter en manos de alguna aplicación que repite y repite los mismos tweets… a algunos se lo he dicho sin obtener respuesta de ello… así que como seguidor de tu cuenta de Twitter yo te agradezco que no repitas una y otra vez los mismos tweets.
cuando estés muerto todos te alabarán…
mientras vivas te tildarán de subido, de mal educado… y te acusarán de no contestar o de hacerlo…
yo he leido el post para aprender de cómo se maneja una herramienta que no llego a entender… pero bueno…
a diferencia de posiblemente 200000 seguidores yo te conocí antes de que fueras bloguero y esas cosas (por lo menos no famoso por ello)… y esto no es un titulo honorífico, ni un orgullo… es un hecho histórico, una anécdota de 1 hora que ni hubieramos tuiteado en aquel entonces en 2002…
a mi simplemente me recibiste con los brazos abiertos (y hemos charlado como si no fueras una diva) cuando fui a contarte una movida (no sé si recuerdas lo de montar LA red de alumni del IE, esa que aún no existe)…
dicho a esto me hace mucha gracia la de veces en estos años que que frustrados por que no les escuchan ni sus hijos te usan como ejemplo de diva cibernética… diría nombres para que quedaran como el culo y te rieras de algún wannabe blogger, profesor que nodos, nitres nicuatro veces ha comentado que sabe mucho más que tú y no entiende por qué no le siguen…
pues te siguen (a parte de que en tuiter una cosa es seguir y otra leer o ver) por que les sale de ahí…
si lo que recibes de tuiter te llena sigue haciendo lo que haces… porque es impresionante que 200000 personas te sigan… si cambias algo como «interactuando» con cualquiera que se cree que no le siguen por decir lo que piensa y no porque a nadie le aporta lo que piensa… si cambias seguro que te sale mal y dejas de aportarte a ti mismo…
y no te preocupes, que cuando mueras en este país de mediocres todos hablaremos de lo buen tío que eras y de que te conocimos y eramos cuasi íntimos que no se veían por las mutuas agendas…
PD: te has olvidado del mito de que te lleva la cuenta un «negro»