Es uno de los ejemplos que utilizo habitualmente en charlas para ilustrar el proceso de cambio de los usos y costumbres de la tecnología… hace pocos años, una persona hablando sola por la calle era algo que llamaba la atención, pensabas que estaba transtornado de alguna manera. Hoy, directamente empiezas a pensar que lleva puesto un auricular invisible – no necesariamente tan sofisticado como el de las Oakley ROKR de la foto – y que está hablando por teléfono. Y todo ello está dando lugar a una serie de cambios del modelo de interacción social a veces sutiles o imperceptibles, pero en ocasiones la mar de escandalosos.
En este artículo del Washington Post, «A tough call: invisible phone or invisible friend« se habla del tema. Personas que vociferan delante de otras a las que no les va ni les viene su conversación provocando malentendidos a veces incómodos, personas que hablan desde un servicio y parece como si estuviesen acompañados en su interior, o lo que me ha pasado esta mañana en un taxi: darle instrucciones al taxista para que se meta por una calle determinada, y el taxista pensar que estoy hablando por teléfono y pasar directamente de mí (y de mis peces de colores)…
El teléfono y su uso está modificando nuestros hábitos, nuestras actitudes, nuestros protocolos y nuestra forma de interaccionar. Cuando comienza a estar superada la fase en la que todo el mundo siente que necesita imperiosamente atender la llamada entrante así esté en medio del cine, pasamos a la fase de los dispositivos invisibles, que nos hacen dudar si la persona que vemos está hablando por teléfono o tiene un ataque de esquizofrenia y ve enanitos verdes y amigos invisibles. La siguiente batalla, entre otras, la de los medios de comunicación.Me cuentan que lo que en España resulta perfectamente normal, ir hablando por teléfono en un autobús o tren, en otros países resulta profundamente incorrecto. En los aviones, se discute si dar o no cobertura pero ya no por problemas derivados de la tecnología, sino por lo insoportables que pueden resultar un montón de gente aburrida en un viaje y hablando por teléfono a viva voz.
Primero desarrollamos la tecnología, y después, sólo mediante la interacción constante, los protocolos para utilizarla. Y como la tecnología no se queda quieta ni un momento, los protocolos son ya un amasijo de reglas confusas de cumplimiento completamente potestativo. El día menos pensado te cruzas con una persona que, según pasa, se cisca en todos tus familiares vivos y muertos, y cuando le has pegado ya el crochet a la mandíbula, ves salir despedido el auricular Bluetooth de su oreja derecha…
¿No se podría aprovechar este tipo de tecnología para meternos con la gente que tenemos en frente?
Tú insultas al que tienes en frente, y seguidamente, cuando te ponga cara de estar furioso y de irte a dar un crochet, le señalas el auricular, sin tener a nadie al otro lado del aparato. Tú te despachas agusto y el contrario no se enfada contigo porque no cree que los insultos sean dirigidos a él.
Sería un uso «pillín» de este tipo de tecnología.
Un saludo Enrique y ánimo con el brazo.
OT
Por cierto menudo cambio ha dado technorati esta tarde, creo que a mejor, demasiado caótico antes…
A mi todavia me sorprende !!
Veo gente hablando sola y digo, pobre tipo, pero al verlo de cerca veo que tiene un auricular y esta hablando por celuluar.. me siento riduculo !!
Creo que todavía no he interiorizado el cambio tecnológico este…
hace unas semanas una señora al cuzar un semáforo suelta aquello de qué tal!! y a mí no se me ocurre nada más que pararme y decir: cómo? qué? y la señora me pone cara rara señalando su auricular….
desde luego, no puede ser…
un saludo!
Feliz martes ;-)
Me da verguenza ajena, no que la gente hable, sino que gesticule.
¿No saben que aún les falta la webcam?. ¿Qué motivo tienen cuando hablan por teléfono, para dar furiosos paseos, arriba y abajo intercalado con paradas sábitas?.
Lo del crochet no es broma, no…hace cosa de un mes, andando por la Gran Vía de Madrid, venía hacia mí uno, mirándome (juro que me miraba); y, al estar enfrente de mí, soltó un «y yo me cawentusmuertos», que me dejó helado. Menos mal que le ví el pinganillo a tiempo (el de la oreja), porque la verdad es que me sentó a cuerno…
Pero, en fin: miró de soslayo, fuese y no hubo nada.
A mí me sigue dando mucha vergüenza utilizarlo. Hasta que no pase el tiempo y sea de uso generalizado…
Recuerdo que me pasaba con el mero hecho de hablar por el móvil cuando tuve el primero: me daba la sensación de estar dando el «cante» y solía refugiarme en un portal para mantener la conversación, que en cualquier caso limitaba al máximo.
interesantisimo tema el que has abierto una vez más… y ya van unas cuantas.
Lo que más impacta de la nueva cultura tecnológico/social son los cambios extremos de protocolo interpersonal.
Pongo un ejemplo que seguro todos habremos vivido: conversación privada entre dos personas con cierta complicidad en la terraza de un bar y de repente suena el móvil. ¿ qué hace la inmensa mayoria? acepta la llamada o la rechaza. Esta intrusión es nueva en la vida cotidiana de las personas.
Felicidades Enrique por tu blog.
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dos personas ablando por telefono