Los empecé a recibir hace ahora unos dos meses… mensajes que provenían de supuestos analistas que daban «pistas» sobre compañías pequeñas, con información «privilegiada» que hacía concluír que iban a revalorizarse como locas. Auténticas joyas, hidden gems, que un inversor con dos dedos de frente no debía perderse. Me pareció completamente absurdo que alguien pudiese confiar en una cosa así y comprar acciones basándose en algo tan peregrino. Pero ahora lo he visto comentado en IBLNews y, al volverlo a pensar, tiene su lógica. Es como el famoso timo de los nigerianos, mandar miles de e-mails es casi gratis, y con que sólo una persona entre en el engaño, los retornos son impresionantes. Es un tema conocido como seguridad semántica, del cual mi experto de cabecera es mi amigo Salvador Aragón (éste es un artículo suyo en ABC sobre el tema). Una vez, en una conferencia, con su estilo «provocador con cara de niño que nunca ha roto un plato», utilizó el ejemplo de como el falso anuncio de la muerte de Bill Gates había hecho bajar las bolsas a nivel mundial…
Había un timo basado en eso y la pura estadística: uno manda predicciones a mil clientes (a la mitad en un sentido, y a la otra mitad en otro). Después de pasado el tiempo, se le manda una nueva predicción a los 500 para los que acertamos (a la mitad en un sentido, a la mitad en otro …).
¿Qué harían ustedes después de haber recibido, digamos, 5 o 6 predicciones acertadas? ¿Qué harían con alguien que les envía predicciones, y se equivoca?