Mi columna de esta semana en Invertia se titula «Querida UE, no me protejas tanto, por favor» (pdf), y trata de argumentar, sin ánimo de sonar especialmente destructivo, la urgencia de que la Unión Europea adopte una aproximación diferente a la cuestión regulatoria.
Pensar en la Unión Europea como en una región del mundo más avanzada que el resto, en la que se sientan las bases del funcionamiento del resto del mundo es una visión completamente fútil en estos tiempos. Podemos discutir hasta la saciedad si Estados Unidos innova más o si ahora es China quien lo hace, pero todos estaremos de acuerdo en que, decididamente, no es Europa en modo alguno. En el liderazgo mundial, cada bloque usa sus técnicas, pero la idea europea de destacarse mediante la regulación es algo que, decididamente, no nos lleva a ningún sitio.
Por muy europeísta convencido que se pueda ser, que lo soy, y por muy agradecido que se pueda estar siendo español a la contribución de Europa a España desde su adhesión hace casi cuarenta años, es evidente que algo se está resquebrajando en el concepto con el que las autoridades europeas se plantean la regulación. La UE tiene una deriva cada vez mayor a regularlo todo, hasta el punto de crear un clima regulatorio agobiante, una jungla en la que cada vez son más las compañías que toman la decisión o bien de renunciar a un mercado europeo que, aunque suponga casi 450 millones de consumidores con un nivel educativo y económico elevado y mucho más homogéneo que el resto de los bloques, se convierte en un escenario imposible de gestionar, con un oeligro constante de infringir cualquier cosa y que pueda suponer enormes multas.
Obviamente, no me gusta tampoco el extremo contrario: la aproximación norteamericana a no regular nada hasta que el daño ya está hecho y es imposible de corregir ha creado monstruos como Meta y muchos otros, pero eso solo demuestra que los extremismos no suelen ser buenos. Ni tratar de regularlo todo a toda costa desde el primer momento, ni permitirlo todo aunque sus peligros sean evidentes y esperar a que los daños sean irreversibles.
La cantidad de situaciones en las que un ciudadano europeo se siente inferior y absurdamente marginado es cada vez mayor, y promete crecer más a medida que pasa el tiempo. Si eres europeo, no vas a poder acceder a los últimos modelos de inteligencia artificial generativa salvo que hagas trampas, no vas a poder conducir tu vehículo disfrutando de todas las prestaciones que debería tener (y que se han comprobado mucho seguras que no tenerlas), y no vas a acceder a productos cuyos fabricantes, simplemente, se niegan a lanzar en tu país o a poner en tu mercado las versiones más recientes de sus productos, porque no pueden arriesgarse a recibir multas descomunales. Y no, convertir Europa en un mercado permanentemente rezagado no es nada de lo que vanagloriarse, por muy protegidos que creas tener a sus ciudadanos con ello.
Si eres europeo, esa misma situación te disuade de intentar emprender, porque además de tener que enfrentarte a la complejidad regulatoria, te encuentras con que siempre, de manera invariable, está planteada para proteger al incumbente, no al innovador. Y lo peor es que esto no es en absoluto una hipótesis: podemos ver perfectamente que, en las últimas décadas, el volumen de innovación en los países de la Unión Europea es muy inferior al producido en los Estados Unidos o en China.
Semejante aproximación no es sostenible. Ni por la deriva que genera en cuanto a creación de valor económico, ni por el sentimiento que produce en unos ciudadanos generalmente cultos, bien informados y que ven perfectamente cómo el mundo avanza en una dinámica que les lleva a sentirse absurdamente rezagados, incapaces de avanzar como deberían. Simplemente, no tiene sentido. Por favor, Unión Europea, deja de tratarme como un idiota o un incapaz y protégeme un poco menos, o con un poco más de sentido.
Además de Doña Hipócrita ya podemos caracterizarla como Doña Reguladora… una diosa que se considera capaz de arreglar los desperfectos de Zeus regulando burocráticamente sus resultados… miseria ética y política… nada más que decir Sr. Juez…
Europa está administrada en su mayoría por políticos, que se han dedicado toda la vida a eso, política.
Es decir, personas que no tienen una profesión o que jamás han administrado una empresa, que les certifique en cierta manera, tomar decisiones ante normativas.
Por ende, poca capacidad de conocimientos en variedad de temas, y ante el desconocimiento «lo mejor para ellos, es prohibir (regular si se quiere)».
Es muy diferente en otros países en desarrollo, donde los políticos o economistas, ya han pasado por experiencias previas en empresas.
Solo basta con ver el nuevo gobierno que se está conformando en USA, estemos de acuerdo o no, son la mayoría empresarios.
«Si eres europeo, no vas a poder acceder (…) salvo que hagas trampas». Exacto. O sea, lo de siempre. Y, como los mismos de siempre saben hacerlas mejor que el resto, ¿cuál es el problema?
Claro , en un mundo de locos el cuerdo tiene desventaja.
Mejor copiemos a USA que no protege la intimidad de sus ciudadanos , o vayamos a por todas con la IA sin alineamiento de ningún tipo ( Ilya Sutskever, un pringao europeista), o desmontemos todas las protecciones medioambientales que nos retrasan tanto en la competencia con la nueva USA de Trump, y vayámonos todos p´alante o p´al carajo, y que den ejemplo moral otros pringaos.
Pues yo prefiero que me protejan (ojala lo hicieran de verdad porque el mito de la sobreregulación en Europa es falso: las grandes empresas siguen teniendo patente de corso para hacer casi lo que les de la gana) a la ley de la selva liberal.
“Si un mono acumulase más plátanos de las que puede comer mientras otros monos mueren de hambre, los científicos estudiarían al «acumulador» por su extraño comportamiento. Cuándo los humanos hacen lo mismo, los colocamos en la portada de Forbes, la famosa revista de negocios”.
¿quién es el mono?
¿quién estudia el comportamiento del mono?
¿quien lee Forbes?
A_M_E_N
PS: Alguien necesita leer «Cuento de Navidad»
Viejo como la política “Hagan ustedes las leyes, que yo haré los reglamentos”.ante solo cabe la postura «Hagan ustedes la norma, que yo me encargaré de interpretarla
Como siempre la virtud esta en el medio, hacen falta normas pero estas no pueden asfixiar, hace falta «interpretar creativamente» las normas sin caer en la anarquía. El problema es definir donde está el justo medio. Es claro que la Unión Europea se está pasando tres pueblos, pero eso no indica que tenga que generar normas.
En el nivel que tiene ahora, lo que hacen es asustar a posibles inversores, por la inseguridad jurídica que encuentran