Una interesante columna de Martha Gill en The Guardian, «Can you resist all the addictions modern life throws at you? Only if you’re rich enough«, pone el foco en el llamado «capitalismo de adiciones» o limbic capitalism, siguiendo una terminología acuñada por el historiador David Courtwright en su libro «The age of addiction: how bad habits became big business«.
La moral de la historia es evidente: cada vez más compañías de las que consideramos «exitosas» se especializan en tomar una actividad determinada, sea el ocio, las relaciones sociales, las compras, la salud, la alimentación y muchas otras, y transformarlas de una u otra forma en adicciones.
Tratar tu producto como algo susceptible de generar una adicción, basándose en técnicas de la psicología o incluso de la biología – ser capaz de generar determinadas secreciones hormonales – es el sueño húmedo de cualquier directivo de marketing: que sus usuarios sean incapaces de dejar de consumir su producto, porque ha logrado que lo necesiten de forma prácticamente enfermiza.
Pero lejos de ser un ideal del marketing, de lo que hablamos es de una aberración y una inmoralidad susceptible de poner en peligro a amplios sectores de la población, y que debería estar severamente controlada por las autoridades. Utilizar técnicas para convertir un producto de cualquier tipo en una adicción solo puede terminar en cuestiones como las que los indecentes directivos de TikTok o los de Meta conocían hace tiempo, y que simplemente obviaron y ocultaron para no detener el flujo de dinero entrante en sus compañías: oleadas de problemas psicológicos de todo tipo, incluyendo depresión y tasas crecientes de suicidio. Durante mucho tiempo, este tipo de compañías se dedicaron a disculparse cada dos por tres por los efectos de sus productos. Ahora ya directamente dicen que están hartos de pedir disculpas.
Históricamente, desconozco si la idea de industrializar las adicciones al nivel actual surgió con las tabaqueras o mucho antes, pero sin duda, ha sido un guión seguido por un número creciente de directivos en cada vez más industrias. En el caso de las redes sociales, pasar de la idea de proporcionar una herramienta para que las personas puedan mantenerse en contacto a otra en la que se trata de instrumentalizar sus descargas de dopamina mediante mecanismos como las notificaciones y el doomscrolling es algo simplemente perverso. Idear además un mecanismo para monetizar la atención obtenida de esa manera a través del procesamiento de la información personal y la venta al mejor postor es ya algo que debería incluso ser perseguido.
Que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea decrete, como lo hizo el pasado día 4 de octubre, que una compañía como Meta tiene que obligatoriamente restringir el uso de datos personales recopilados de sus apps para llevar a cabo la administración de publicidad hipersegmentada es interesante, pero de poco servirá si no empezamos a tratar a ese tipo de compañías como lo que son: vendedores de drogas, de productos nocivos que generan, de forma completamente intencionada, adicciones en sus usuarios. Una forma de ganar dinero completamente inmoral a la que necesariamente tenemos que plantearnos cómo poner freno. El capitalismo de la adicción es, sin duda, una de las formas más eficientes que existen de destruir una sociedad, y como tal hay que tratarlo. Simplemente ignorándolo, prohibiéndolo en los colegios y negándonos a proporcionar información o formación sobre él no vamos a llegar muy lejos.
ACTUALIZACIÓN (29/10/2024): Fede Durán cita este artículo en el suyo en The Objective, titulado «La era de la adicción y la (lenta) transformación de las multinacionales«
This article is also available in English on my Medium page, «It’s time to take action against the digital pushers«
Como anillo al dedo… sea el tabaco o la adicción al trabajo (a cierto modo de trabajar), hay mucho de cierto ene esa tendencia a favorecer la adicción en el trabajador (y por supuesto en el ejecutivo), por parte del capitalismo… y ahí es donde se halla el talón de Aquiles del amigo Elon… porque, como bien muestra sus biografía, es de los que buscan seguidores a tope o, en casos contrario no valen para trabajar con él… es cierto que de cada tres objetivos cumple con dos de ellos, pero nada puede evitar que uno sospeche que hay otra forma de conseguirlos, sin necesidad de ser adicto a «su» forma de trabajar…
Entre el Twitter y su X debe haber universos de trabajo mucho más humanos.
Esa faceta tan radical se le está escapando, como si fuera una herida en su explosión política… lo que le hace un compañero de viaje totalmente inapropiado… y sin necesidad de que sea viajar a Marte!!!
De alguna forma a su genética sudafricana («er») se le ha superpuesto un adn social negativo, que le fueron injertando en los USA… todo un caso de comportamiento social, que bien puede ilustrar algo así como una especie de sociogenética (para andar por casa).
He visto acusar de crear adicción a muchas cosas en mi vida, para pensar que, con excepción de la ingesta de drogas, (nicotina, alcohol, o drogas mas duras), nada produce adicción, pero hay muchas cosas que producen afición, que es dciferente. Hay aficionados a los conciertos en directo, al futbol, al gimnasio, y porque no al Tik Tok, al WhatsApp,…
He oido tantas veces, «esos niños no ven mas que la tele» y que luego esos mismos niños, no ven casi nunca la tele, «esos niños no hacen mas que jugar a videojuegos» y luego esos mismos niños no vuelven a jugar a un videojuego, «esos niños no socializan» y luego ver que esos mismos niños no volvían a casa tanta las tantas de la madrugada,… que pongo en sal todas la «adiciones», (salvo las de las drogas)
Señor Gorki, no puedo estar más en contra de su argumento. Su argumento es que se ha usado siempre para permitir todos los desmanes de la industria.
No hay que fijarse en quién sí supera los problemas por si mismo, si no en quienes no los pueden superar por su biología.
Por ejemplo, si tenemos una industria altamente contaminante del aire. Igual esa contaminación no provoca ningún efecto dañino en el 80% de la población, pero al otro 20% le produce asma, a un 10% obliga a hospitalizarla y a un 2% la mata. Habrá un montón de gente diciendo lo que usted. He visto a mucha gente respirando sin problemas, no me creo nada.
Con las adicciones pasa igual. A un % no les afecta, a otro % les afecta levemente, a otro % les afecta mucho y otro % no es capaz de salir de ellas y acaba convirtiendo su vida en un infierno.
Puede usarse para el juego, para el alcohol, el tabaco y muchas otras adicciones. Las adicciones son tanto un problema biológico como psicológico y educacional, pues juegan con las reacciones químicas de nuestros cerebros. Debe haber gente que es más propensa que otra a unas adicciones u a otras, es una lotería.
Las pantallas, las redes sociales, etc. parece que pueden provocar adicciones, por las reacciones química que provocan en el cerebro.
Si le pasa a un 20% (8 millones sólo en España), no le pasa al otro 80% que es capaz de superarlo. Seguro que alrededor nuestro tenemos una mayoría de gente que lo supera, lo que confirma siempre su argumento ¿y los que no?
A los menores conviene protegerles porque son más propensos, están en periodo de desarrollo de su cerebros, son más indefensos para caer en estas trampas.
Las adicciones son complejas de superar en una sociedad. Viendo experiencias anteriores, parece que la combinación de prohibiciones a menores, restricciones a mayores, campañas de información y educación consiguen buenos efectos.
No conocer la realidad o negarla no soluciona nada y condena a muchas personas.
El alcohol o el juego pueden ser dos buenos ejemplos de adicciones bien vistas en la sociedad y que tardaron un tiempo en ser reconocidas y en buscarse soluciones, por el camino dejaron muchas víctimas.
A modo de ejemplo, te animo a que busques anuncios de cerveza para niños o familias en los años 60. Las personas de los 2020 alucinamos viendo a Cruzcampo animar a niños y madres a comprar cerveza para los niños. ¿Cuánto se tardó en prohibir la venta de alcohol a menores? (hasta los 90) ¿Qué pensarán de nosotros los del 2050 viendo lo que dejamos hacer o animamos a hacer a nuestros menores en el 2024?
Acabo de ver en la Sexta un especial Redes Sociales y ¡joder! es para prohibir todo lo de Meta y meter a ese puto psicópata en la cárcel de por vida.
Perdón por los exabruptos, pero es que me ha encendido cosa mala. No es que no lo supiera, pero que llegara a esos niveles… Muy buena la entrevista que le hace a Arturo Bejar.
Mañana el segundo capítulo, y ahora mismo otro sobre adicción a la pantalla.
Totalmente de acuerdo (como llevo diciendo ya un tiempo)..
Vaya, por fin de acuerdo….!!
Todos estamos de acuerdo que hoy en Facebook no hay ni el 10% de los usuarios que tenia hace unos años. Por tanto habrá que convenir que Facebook, al menos ha fracasado en su intento de provocar adicción a sus usuarios.
Mi teoría es que mucha gente sintió `por un tiempo afición a Facebook, como puede sentirlo a cualquier otra cosa, de la lectura en la cama, a ver capítulos de series por Netflix. o de salir a pasear en bicicleta los domingos. pero que como digo, son aficiones que tal como te te vienen, se te van, nada que ver con adicciones.
No conozco a nadie que por no entrar en Facebook haya generado síntomas de abstinencia, ni tan siquiera existen clubs de «facebookeros» anónimos.
Salió donde no era . era respuesta a GABRIEL- Lo siento
El hecho que Netflix haya reemplazado Facebook de la conciencia publica es para preocuparse. Netflix no tiene foros, ni comentarios ni otra interacción entre su propio contenido con la audiencia. La gente ya esta cansada de la redes sociales representadas por Facebook e Instagram, de como cualquier contenido es utilizado para cualquier fin, como el reciente para entrenar datos IA, se prefiere pasivamente consumir.
Un muy conocido profesor universitario español solía decir, entre otras cosas, que:
Adivina, adivinador, ¿cómo se llama este profesor?
Tienes razón.
El problema es que veíamos a las RRSS como al tabaco cuando, realmente, las RRSS son el Fentanilo digital.
Hombre , Mauricio , tu busqueda exhaustiva en la hemeroteca ya supone una intencionalidad por tu parte, y resumir todo el articulo en ese parrafo engañoso ya confirma tu intencionalidad completamente.
Pero si se lee el artículo entero , de lo que se habla es del buen uso de las redes sociales evitando los problemas asociados, o sea que no hay tal contraste como pretendes.
Ademas, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión por que la realidad es dinámica.
Y si no, mira el ejemplo de Elon Musk. Dios se transformó en el Diablo.
Y si me sacas una opinión mía sobre el de hace cinco años sería la contraria de la que tengo ahora.
Juan T., evidentemente todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión y mejor aún si ese cambio es producto de un buen debate, pero lo que nos falta a todos en este blog es la capacidad de decir explícitamente que en mayor o menor medida nos hemos equivocado y que otros tenían la razón o incluso que no estábamos suficientemente enterados, como lo que expresó Javier de una manera bastante interesante hace algunos días.
Es claro que la cita que pongo no puede de ninguna manera reflejar la complejidad de la discusión sobre el tema, pero es que sobre estos asuntos yo ya me he pronunciado con suficiente claridad en diversas ocasiones en el pasado y lo he hecho principalmente de la mano del tema de los smartphones en las escuelas. Así que todo esto hay que verlo como parte de un debate que se ha estado dando en este blog a lo largo de algunos años.
«Eso no es mentir, es rectificar»
En un capitalismo de consumo, quejarse de lo adictivo, es como cuando uno envía un hijo a la guerra y luego se queja de que se lo hayan matado. O sea, es un sindios.
Y por cierto, la droga que droga, NO es la droga, o para que nos entendamos, lo aditivo de la droga no es la sustancia. Otro mito estúpido con el cual le tienen comido el cerebro a muchos, los fanáticos de la «guerra contra la droga».
Estoy 100% de acuerdo con Enrique, además de por experiencias familiares directas tengo la certeza de que las redes están diseñadas para «enganchar » y cuando eso le ocurre a una personita con 16 años se vuelve adicta.
Aquí se señala el problema pero no se dice nada de la solución.
Qué tal que nuestros políticos tan amantes de regularlo todo (dónde y como fumar, que grasas puedes comer…) no obligan por ley a los creadores de adictos (meta, tik-tok, etc) a un límite diario de 60 minutos a cada usuario, ellos llevan la cuenta del tiempo de uso integrada en sus sistemas nada más sencillo que bloquear la cuenta durante 24 horas si te has pasado 60 minutos. Rápido e indoloro. Si no son adictivas nada pasaría ¿Verdad? Y si lo son entonces 60 minutos hasta me parecen muchos.
Han oido de alguien adicto a Linkedin ? Quizá no , ahí la edad del usuario y su autocontrol ya se vuelven efectivos.
La pregunta aquí es ¿que hacer?
Olvidemos cualquier esperanza de autorregulación de la industria ¿por qué extraña razón habrían de matar su gallina de los huevos de oro?
El camino sería exigir a los políticos que legislen para penalizar estas prácticas. ¿Alguna esperanza de obtener resultados? No sé yo
NOSTRAM y Sergio Espósito.
Y aquí entraríamos en el origen de todo. LA EDUCACIÓN, la formación de la personalidad en los niños y adolescentes.
Si empezamos con que a los 10 años un 20% de los niños ya tienen móvil propio -y RRSS-, y a los 12 años ya estamos en casi el 70%, ¿qué educación han recibido esos niños de cara a enfrentarse a una socialización artificial como es la de las RRSS? ¿Cómo permiten los padres que un niño duerma con el móvil encendido?
Y como los Gobiernos no pueden poner a un agente de Protección de Menores para vigilar a ver cómo es educado cada niño, pues acudirán a lo más obvio: prohibir las RRSS a todos los menores de 16 años.
Y la consecuencia lógica entonces es: ¿para qué quiere un menor un móvil sin RRSS? Y la pelota pasa del tejado de las RRSS a la de los fabricantes de móviles, que van a perder una importante parte de ventas.
Que no, que no, que no, que ni educación, ni gimnasia, ni magnesia… Es el sistema, es algo completamente estructural al sistema capitalista. Es como querer hablar en una lengua queriendo que su estructura no nos condicione en nada nuestra manera de pensar, sentir, etc… En eso, ¡¡¡ni educación, ni leches!!!
Pero, la verdad, qué poquito leemos o qué nadita leemos a un señor llamado Karl, (Carlos para los amigos…). Y si no a él, por lo menos a un un buen puñado de autores que se llevan estrujando las meninges con el tema y que, obviamente, se han caído del guindo cuando se han dado cuenta de que el capitalismo explota ese punto nodal en cada uno de nosotros que activa lo adictivo, que, por supuesto, va más allá del placer y cae bajo la Ley de rendimientos decrecientes.
Entonces, ¿no se puede hacer nada? Ah, sí que se puede, pero…, no es nada fácil salir de esa «compulsión de repetición» que está «Más allá del principio del placer», cuando te has dado un modo de vida que vive de esa compulsión, porque si no vive de eso, muere irremediablmente; y encima te ha hecho creer, de forma profunda, que tú también morirás con él (con ese modo de vivir), ¡¡¡cuando es ese modo el que te está matando!!!
Perdonar que comente, al final de todas las adicciones esta el para objetivo se hace, yo lo he vivido en mi familia todas, desde las drogas hasta a mi el trabajo, por lo que la educación tanto en escuelas y en casa se devería hablar claro «el aburrimiento» y por no decir mas cosas, pero hasta el mas fuerte mentalmente puede caer, las nuevas tecnologías incluso. Todo en su justa medida, es mi humilde opinión.