Los recientes movimientos de la administración norteamericana, y concretamente del director de la SEC, Gary Gensler, con respecto al desarrollo de las criptomonedas son indicativos de una actitud que parece coincidir con una clásica estrategia de FUD, de crear miedo, incertidumbre y dudas entre los usuarios con respecto a su crecimiento.
Tras atacar a los dos principales exchanges de criptomonedas, Coinbase y Binance, alegando que han comercializado valores (securities, algo que como su nombre indica cae bajo su competencia), sin cumplir los requisitos para ello, y encontrarse con que al menos uno de los dos, Binance, había incumplido notoriamente todo tipo de normas sobre blanqueo de dinero, la actitud del regulador parece ser la de intentar que no haya claridad sobre nada: no dicto normas concretas, pero sigo denunciando lo que me da la gana, cuando me da la gana, y pretendiendo coartar el desarrollo del ecosistema a mi antojo.
Obviamente, la identificación de una criptomoneda con un valor financiero puede tener un mínimo sentido si hablamos de una emisión reciente basada en la confianza de los inversores, que podría ser vista como equivalente de «están comprando el equivalente acciones en una compañía pero sin cumplir con la regulación adecuada», pero resulta a todas luces estúpido y sin sentido si hablamos de una criptomoneda suficientemente consolidada como Bitcoin o Ethereum, en las que el desarrollo del ecosistema hace evidente que hablamos de algo completamente distinto.
Al tiempo, se incrementa el control sobre la actividad de esos exchanges: el número de peticiones de información a Coinbase se ha triplicado en los últimos tres años, con los Estados Unidos emitiendo la mitad de todas esas peticiones, seguidos del Reino Unido y de España. La idea, claramente, es que los ciudadanos sepan que están siendo controlados, al menos, siempre que pasen por uno de esos exchanges (y sobre todo, si son tan ignorantes como para almacenar su dinero en ellos).
Mientras tanto, mensajes catastrofistas e intencionadamente confusos como «abandonad todas las transacciones que no sean en bitcoin«, o «todos aquellos que inviertan en criptomonedas deben estar preparados para perderlo todo«, como dijo el regulador británico, remarcan que, por un lado, en las criptomonedas no es oro todo lo que reluce, y que además, los gobiernos están vigilando – o intentándolo – toda nuestra actividad. Los Estados Unidos parecen tener intenciones de restringir el desarrollo de las criptomonedas, y el Reino Unido, aparentemente, podría ir por el mismo lado.
¿Qué hay de real en ese pulso por intentar meter las criptomonedas dentro de los esquemas del redil financiero que conocemos? Básicamente, un intento por mantener el control. A medida que más y más ciudadanos optan por creer que la mejor apuesta de futuro es redefinir el dinero para retirar el control sobre él a unos gobiernos y unos bancos centrales que son directamente responsables de todos los desastres que hemos vivido, desde la inflación a las absurdas subidas de tipos o las crisis económicas, esos gobiernos y esos bancos centrales tratan de contraatacar disparando contra la confianza, pretendiendo elevar las barreras de entrada en términos de riesgo percibido y proponiendo soluciones absurdas como las CBDC, Central Bank Digital Currencies, que, en la práctica, no hacen más que incrementar su nivel de control. Inicialmente propuestas para que algunos piensen eso de «esto tiene menos riesgo que las criptomonedas, porque el gobierno está detrás», la propuesta de valor de las CBDC es, básicamente, la de tomarnos a todos por idiotas: ahora, además de poder modificar el valor del dinero a su antojo, podrán ponerle fecha de caducidad para que nos lo tengamos que gastar antes de una fecha determinada y poder calentar así la economía cuando quieran. De locos.
La realidad es que las criptomonedas no tienen posibilidad de ser controladas. Puedes comprarlas cuando quieras, y aunque lo hagas a través de un exchange sometido a reglas KYC, Know Your Customer, por eso de que el proceso de onboarding es más sencillo, el hecho de que puedas plantearte venderlas o gastártelas al margen de cualquier control, aunque eso sea escasamente recomendable por la incertidumbre existente sobre la estabilización de su valor, dificulta enormemente su trazabilidad. Los wallets son repositorios que tienes instalados en tu ordenador o metidos en un cajón si quieres, y tampoco cuentan nada a nadie. Por tanto, las criptomonedas suponen la pérdida de una serie de controles que los gobiernos y bancos centrales tenían anteriormente: no solo dejan de poder emitir dinero cuando lo estiman oportuno, sino que además, tienen verdaderas dificultades para controlar sus flujos. La única posibilidad por el momento es tratarlas como inversiones y decir a los ciudadanos que las declaren… algo que harán o dejarán de hacer según lo estimen oportuno.
Al final, que el uso de criptomonedas se generalice dependerá únicamente del número de ciudadanos que las vean como una propuesta de valor adecuada: tener un dinero que va incrementando su liquidez a medida que se consolida su proceso de descubrimiento del valor, pero sobre todo, que no está sujeto a los caprichos de ningún banco central ni ningún gobierno. ¿Bajan algunas criptomonedas cuando un tipo dice algo en Twitter? Ni es importante, ni es significativo, ni tiene nada que ver con el valor de esa criptomoneda: es, simplemente, fruto de la incultura financiera de muchos. Su valor depende únicamente de su nivel de adopción, y sobre eso, los gobiernos únicamente pueden plantearse actuar como lo están haciendo, tratando de desincentivar su uso y de generar miedo sobre ellas.
¿Quiere decir eso que las criptomonedas son buenas? No, por supuesto que no: primero, porque no son ni buenas ni malas, son simplemente una tecnología que se usará para el bien o para el mal dependiendo, fundamentalmente, de quien lo haga. Segundo, porque las criptomonedas no son todas iguales, y las únicas que han demostrado por el momento ser capaces de generar un proceso de adopción de un tamaño razonable que asegure su viabilidad y su liquidez llegado el momento son Bitcoin y Ethereum, con modelos muy diferentes pero con suficiente expansión ya como para que su funcionamiento esté fuera de toda duda. Tercero, porque aún son muchos los que no solo no tienen ni maldita idea de cómo funcionan, sino que creen que son «dinero fácil», «especulación» o «pelotazos», y por tanto, están dispuestos a hacer estupideces o a dejarse aconsejar por estafadores en cualquier momento. Separar a un tonto de su dinero siempre ha sido fácil, sea con dólares, con euros o con criptomonedas. Da igual.
Mientras el proceso de adopción continúa, con sus altos y bajos debidos a veleidades variadas pero, claramente, con una dirección lógicamente alcista por puro diseño, seguiremos viendo los intentos de los gobiernos y los bancos centrales por controlar el fenómeno, hasta que finalmente se den cuenta de que no es posible, y de que simplemente, las reglas han cambiado. De unos dólares en los que ponía aquello de «in God we trust«, como si tuviera sentido encomendarse a un dios para usar nuestro dinero, a otro con mucho más sentido: como decía aquel gran artículo de Adam Davidson en 2015, «in code we trust». Apartemos las sucias manos de gobiernos y bancos centrales de nuestro dinero, pongamos en manos de la más estricta matemática la cantidad de dinero que se emite y los mecanismos para su intercambio, y que lo que no esté en el protocolo, no exista. Simplemente, el futuro.
This article is also available in English on my Medium page, «Why some governments are trying to scare people away from using cryptocurrencies«
El blanqueo de capitales sí puede ser controlado, y son numerosos los expertos tanto del ámbito de la economía como del sector tecnológico que han advertido de riesgo inherente de este tipo de activos de cambio, sin garantías, ni colateral, y que son tecnológicamente ineficientes, por diseño.
Supervision and Regulation Letters
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Brevemente., que tengo que ir a ponerle el chip a mi chica, la he rescatado de un refugio de acogida gay.
Dices que Bitcoin no es ni malo ni bueno, solo el uso que se haga de él, pero ¿que hay del absurdo gasto energético que genera? ¿Como ecologista comprometido no lo ves un punto censurable?
Xabi, no te creas todo lo que ves en internet. El bitcoin gasta muchísimo menos que YouTube, y lo usamos para ver puñeteros vídeos de gatitos. Y desde luego, mucho menos que la minería de oro, y muchísimo menos que el sistema bancario y sus mesas de cambio de divisas. Hay que poner las cosas en contexto. Dicho esto, prefiero Ethereum, que ha sido capaz de solucionar completamente ese problema…
Cuanto mas leo sobre las criptomonedas, mas criptico y esotérico me resulta el asunto.
Muy buen artículo Enrique, completamente de acuerdo.
ASIER aguanta, no vendas
Afortunadamente no todas las administraciones se están comportando como la US SEC
Hong Kong, Singapur, UK están adoptando legislaciones liberales con respecto a crypto, cuando no incentivadoras de esa tecnología. La UE y Canadá están en una posición intermedia mucho más abierta que USA. Y eso es importante y significativo. Creo que la crypto pone en jaque al US dollar como moneda de referencia, intercambio, pago y refugio mundial, y es por ello que la casa del tío Sam hay tantos poderosos. detractores del crypto.
Por otra parte en tu artículo hay matices excesivos de libertario. La negativa referencia a las CBDC y depositar crypto en los CEX. Mi visión del crypto es puramente tecnológica, no de política económica ni ideológica. Creo que las blockchains de smart contracts, Ethereum, L2 y alt-L1, están para que construyamos sobre ellas el sistema financiero y muchas otras cosas más, como el registro de propiedad o los derechos de autor. Y en ese sistema financiero sobre la blockchain, también necesitamos a las viejas monedas emitidas por los banco centrales, CBDC, como los actuales bancos, CEX. Haremos, y pagaremos nuestra declaración de impuestos en esa CBDC. Los fundamentalistas libertarios tendrán sus crypto en sus HW wallets. Hoy esos libertarios guardan sus ahorros en monedas de oro bajo el colchón. Los que creemos en algunas instituciones, que no todas, podremos tener parte de nuestro dinero en en CEX auditados y parte depositadas en smart contacts (Atención al importantísmo «Account Abstraction» que puede unas wallets de sólo software ultra seguras), y también, parte en una HW Wallet.
Veo un futuro con el sistema financiero replicado en las blockchain modernas. Veo los bancos centrales emitiendo CBDC y supervisando CEX. Veo a mucha gente hacendo sus operaciónes en los CEX, y veo desgraciadamente, que algunos CEX harán hipotecas basura y serán intervenidos, y rescatados por el banco central con sus CBDC. Veo que cobraré mi nómina en un stablecoin del banco de mi empresa, y cobraré mi pensión en un CBDC. Veo que habrá fondos de inversión que serán tokens, y también veo a Maddoffs con tokens.
Simplemente veo el actual sistema replicado en la blockchain. Más seguro y más transparente que el actual donde todos estemos más cómodos.
Buenas tardes Enrique,
¿Cuál es su opinión sobre las finanzas descentralizadas?
Muchas blockchains están aún fuera del control gubernamental.
Últimamente, he visto surgir una nueva tendencia: la tokenización inmobiliaria. Por lo que tengo entendido, esto consiste en dividir una propiedad en tokens y venderlos a particulares. Su valor es fijo, por ejemplo de 100 euros. Esto me parece interesante.
Me parece interesante cómo el artículo destaca la tendencia de los reguladores a emitir advertencias generalizadas y a veces alarmistas sobre las inversiones en criptomonedas. Si bien es cierto que toda inversión conlleva riesgos, y es crucial estar preparado para cualquier escenario, me pregunto si estas declaraciones no exacerban innecesariamente el miedo entre los inversores, especialmente los menos experimentados. ¿No sería más beneficioso para el ecosistema de criptomonedas y para los inversores en general que los reguladores proporcionaran información más equilibrada y educativa, en lugar de centrarse predominantemente en los riesgos?