Mi columna de esta semana en Invertia se titula «El mercado de trabajo y la innovación» (pdf), y previene sobre los efectos perniciosos para la innovación en las compañías que están aprovechándose de las tensiones en el mercado de trabajo para obligar a sus trabajadores a que vuelvan a la oficina.
La ciudad de San Francisco ha diseñado un ambicioso plan que incentivará a constructoras y empresas de reformas para reconvertir en residenciales numerosos edificios de oficinas que, tras la pandemia, se habían quedado vacíos, y que se estimaba que tenían ya muy pocas posibilidades de ser ocupados en un país en el que aproximadamente un tercio de los trabajadores siguen, y previsiblemente seguirán, trabajando desde sus casas.
La idea, además de aprovechar activos infrautilizados, es insuflar nueva vida a un centro de la ciudad que se había quedado en una situación dramática tras la negativa a volver a la oficina de muchos trabajadores tras los confinamientos de la pandemia. Se estima que la única forma de devolver la vida a esas zonas es dotarlas de una población residente, con necesidades muy diferentes de las que tenía la población flotante de trabajadores que acudían por la mañana, y tendían a necesitar únicamente negocios como restaurantes, cafeterías o lavanderías, en lugar del comercio de barrio de amplio espectro habitual en zonas residenciales.
La situación en los Estados Unidos difiere en gran medida de la existente en otros países, y fundamentalmente en aquellos con tensión en su mercado de trabajo como España. La batalla entre los partidarios del trabajo distribuido (Work From Home, o WFH) y los del retorno a las oficinas (Return To Office, o RTO) no es especialmente diferente: mientras los primeros aseguran que pueden ser más productivos trabajando de manera general desde su casa, sin someterse a la tortura del commuting y los atascos diarios, y acudiendo a la oficina tan solo de manera puntual para reuniones de coordinación, con clientes o de otro tipo siguiendo la idea de que la oficina no es para trabajar, sino para socializar; los segundos se aferran a convencionalismos que han sido ya ampliamente probados como erróneos, tal como la idea de que «es necesario verse en persona y rozarse para que exista innovación» o «no se puede desarrollar una cultura corporativa si no nos vemos», que habitualmente representan tan solo la arcaica y controladora idea de «si no te veo aquí, desconfío porque no sé qué estás haciendo«.
En ese sentido, la batalla sigue aproximadamente igual, y la discusión sobre cómo trabajaremos en el futuro sigue abierta. Lo que difiere de manera muy marcada es lo que ocurre en países como España, con un mercado de trabajo disfuncional claramente sesgado hacia la oferta, en el que las empresas son capaces de obligar a sus trabajadores a volver a la oficina simplemente con la amenaza de ponerlos en la calle si no lo hacen. En ese contexto, los trabajadores, en lugar de hacer como sus homólogos norteamericanos, que no temen dejar sus puestos porque saben que fácilmente encontrarán otros, se ven obligados a aceptar las condiciones de su empleador.
El resultado son compañías que vuelven rápidamente a su forma de hacer las cosas anterior a la pandemia, que simplemente no han aprendido ni incorporado nada de la experiencia, y que por tanto, no innovan en nada relacionado con la gestión del talento, la flexibilidad o las metodologías de trabajo. Compañías que siguen fosilizadas en jornadas de trabajo presenciales, en «comprar horas de culo en silla» en lugar de comprar habilidades, en jefes que se pasean para ver quién es el osado que se va a su casa a la hora marcada para ello. Una cultura post-industrial, de taller, que en realidad nunca debió existir, pero que muchos están empeñados en perpetuar. ¿El resultado? Empresas que no evolucionan, que no pueden atraer talento como lo hacen otras, y que aunque no lo sepan, experimentan una desventaja competitiva que se convierte, por agregación, en una desventaja comparativa para el país.
Un problema importante, que en otros países como Alemania, Australia o los Países Bajos se intenta evitar consolidando el trabajo distribuido como un derecho legal del trabajador al que la empresa no puede negarse. ¿Por qué? Porque entienden que la adaptación al contexto tecnológico es un factor fundamental que fuerza la innovación, y que negarse y reprimirlo es negativo para la competitividad de las empresas. Veremos en el futuro cómo esas empresas fosilizadas y empeñadas en reprimir mediante el ejercicio de una trasnochada autoridad la imparable tendencia al trabajo distribuido van perdiendo competitividad frente a otras. Y si esto ocurre en todo un país, el efecto será todavía más preocupante.
This post is also available in English on my Medium page, «What a great idea: instead of office space, let’s redesign our inner cities so people can live in them»
Como ha sido su dia hace poco, Hablemos de las enfermedades mentales asociadas a la falta de habilidades en el entorno social y de una socialización deficiente, que se refuerzan con la generalización del uso de redes sociales.
Lo que ya se conoce como la epidemia silenciosa del siglo XXI.
Por qué hay personas con 40 tacos que o bien se comportan como adolescentes o directamente su horizonte personal es la jubilación.
Los jóvenes ya no quieren ser adultos, sea lo que sea eso.
De los casos de patologías cardiacas, como arritmias, asociadas a trastornos de la personalidad, ya tenemos algún enlace por ahí.
Lo de aislarse en el trabajo detrás de un archivador, en los años 60, como en las peliculas de Jacques Tati, fue el antecesor del teletrabajo. Nada de autoridad, por favor.
Por qué la gente está sufriendo estrés social en situaciones sencillas.
Por qué invitar a un café se vive como una agresión, cuando el feminismo siempre fue de poder invitar a un hombre a un café, sin miedo.
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Dejaremos al margen el riesgo de exposición en redes sociales y pequeños vecindarios a quienes que realmente vienen averiados de fábrica, y reinan en la liminalidad de las redes sociales.
Hay toda una generación, Menestro, a la que se le dijo que disfrutara de la vida y que aplazara unos años la idea de formar una familia. Esta es la generación que es adolescente hasta pasados los 30 años y que luego tiene dificultades para concebir hijos porque sencillamente el reloj biológico se ha mantenido inalterado y concebir de manera natural después de los 35 es difícil y a partir de los 40 es casi imposible. Estas personas, sin embargo, no son intrínsecamente culpables de su situación. Sencillamente hicieron lo que incluso sus propios padres les recomendaron.
No suelo responder a opiniones personales, pero encorsetar la vida adulta a estereotipos de conducta, familia, niños, coche, etc., es uno de las causas de falta de una conducta social eficaz. Eso no es ser adulto.
Cuando se deshace esa «plantilla prediseñada» vienen no pocos problemas.
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Si hombre… y podemos hablar de los borderlines que a ojo ciego difunden todo lo que se les pasa por delante sin ni tan siquiera comprobar si es cierto…
liminidad lo llamas…???
Aqui uno que hace todo lo posible por evitarlo…
Europe gives Elon Musk 24 hours to respond about Israel-Hamas war misinformation and violence on X, formerly Twitter
un tercio en teletrabajo de manera estable, de todos los oficios? me parece una cifra brutal
En nuestra experiencia el teletrabajo nos ha cambiado la cambiado la compañía al 100%, en todos las dimensiones: equipos, relación con el cliente, dinámicas diarias. Todos los cambios los vemos positivos. Claro que el ámbito IT es muy adecuado para este cambio de paradigma.
Lógicamente también tiene su cruz, pero compensa
En mi opinión trabajar presencialmente un día o dos a la semana es interesante porque no tienes el mismo tipo de contacto con los compañeros de trabajo, y con los que no son compañeros, que de forma remota.
Sin embargo el trabajo presencial continuo cuando no es realmente imprescindible me parece un atraso y que perjudica al trabajador sin que la empresa obtenga nada a cambio.
También hay que tener en cuanta que si tienes monos contratados porque sólo pagas en cacahuetes vas a tener que vigilarlos constantemente. Pero eso no es ni una empresa moderna ni productiva aunque me temo que es muy común en España.
A propósito de monos y cacahuetes: alguna vez he pensado en que si se rebajasen las cotizaciones sociales de las empresas para trabajadores a partir de digamos 40k quizás se incentivaría la contratación de trabajadores más especializados y empresas de más tecnología y productividad.
O quizás las empresas se limitasen a quedarse con el dinero gratis y seguir como siempre.
Mi opinión es que a medio plazo, el teletrabajo se impondrá en todos aqla larga
Deshacerse de oficinas desocupadas no es cosa de un día, pues hay que buscar oficinas mas pequeñas para las nuevas necesidades y hay contratos de arrendamiento a largo plazo y gastos de mudanza que dificultan el proceso,
En tanto en cuanto los empresarios tengan oficinas para que trabajen todos en ellas, los inconvenientes del teletrabajo no se compensan con ahorros, por tanto hasta cierto punto es lógico que se resistan al teletrabajo.
Pero hay que pensar a medio plazo, el teletrabajo tiene venhas de precisar menos oficinas. Por otra parte, los empleados mayoritariamente desean teletrabajar- Por tanto, es de esperar que a medio plazo el empresario se beneficie de menos gastos en p oficinas y de pagar menos salario a los teletrabajadores de lo que les pagaria si fueran empleados presenciales.
En España la ley de teletrabajo pactada entre los sindicatos y nuestra simpática ministra de trabajo, en plena pandemia, no se hizo para promover el teletrabajo, si no para evitar que las empresas obliguen a sus empleados a teletrabajar. Trata el teletrabajo como un problema para el trabajador y obliga a la empresa a pagar unos gastos extra al que teletrabaja frente al que no. Si en su día te contrataron con un contrato que no incluía el teletrabajo, legalmente sólo puedes teletrabajar un 30%. Si tu empresa te deja más es ilegal (es decir, un día y medio a la semana). Para poder teletrabajar más hay que firmar un anexo al contrato en que se especifica el % máximo de teletrabajo y que puede ser revocado en cualquier momento por ambas partes.
Sorprende que sindicatos y gobierno recelen del teletrabajo. Supongo que a los sindicatos no les interesa porque desune a los trabajadores o desincentiva su sindicación. Lo del Gobierno parece más inexplicable.
Yo de ti, me leeria la ley…
Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia
Menos mal que la naturaleza (sea lo que eso sea) no tiene una autoridad por encima… puede innovar a conciencia (lo que implica, innovar siempre «en positivo» globalmente).
Porque sí, ella no se plantea que hay algo diferente de evolucionar «en positivo». En sus planes no entra «lo negativo». Ni que lo única positivo para ella, sea mantener a un mediocre homo sapiens, que no sabe hacia dónde ir y que puede destrozar todo su trabajo de millones de años.
Tras leer el el artículo no sabía si reírme de ellos por lo equivocados que están o porque confunden sus deseos con la realidad
https://www.eldebate.com/economia/20231015/78-consejeros-delegados-afirma-tres-n-no-habra-teletrabajo_146614.html