Acabar con los fisgones

IMAGE: 1195798 - Pixabay

Mi columna de esta semana en Invertia se titula «La despreciable práctica de escuchar las conversaciones ajenas» (pdf), y trata de hacer entender que la actual situación de constante espionaje de todo lo que hacemos a través de las redes sociales para vender nuestra información de todo tipo al primero que pase es algo con lo que puede terminarse, y de hecho, Massachusetts está a punto de legislar sobre una parte de ello: acaba de presentar una propuesta de ley que cuenta con bastantes visos de ser aprobada, para que los datos de geolocalización de los ciudadanos no puedan ser bajo ningún concepto objeto de comercialización. La Unión Europea también lo tiene claro: el super-profiling que Meta lleva a cabo consolidando todos los datos que obtiene espiando a sus usuarios a través de todas sus aplicaciones es ilegal.

La ley es clara y sencilla: la geolocalización de una persona es un dato personal, y nadie debería poder dedicarse a recolectarlo para venderlo a terceros. En la práctica, es tan solo un primer paso: mucho más incluso que los datos de geolocalización, los datos de salud, las preferencias políticas, religiosas o sexuales, las preocupaciones, los miedos, las finanzas, e las compras, los contactos o el historial de navegación son datos claramente personales, y sin embargo, existen una serie de compañías que tienen como misión la despreciable práctica de recolectar toda esa información, explícita o implícita, para venderla a anunciantes.

El hecho de haber firmado un acuerdo de términos de servicio que supuestamente las autorizaba a ello no implica nada: ese acuerdo, además de no haber sido leído ni entendido por prácticamente nadie, era nulo de pleno derecho, porque contravenía los principios fundamentales del respeto a la privacidad. De ninguna manera puede legitimarse que una compañía se dedique a intentar enterarse de si tienes cáncer para inmediatamente permitir que todo tipo de parásitos y vendedores de aceite de serpiente intenten venderte productos milagro para que supuestamente te cures, ni que aproveche cada fotografía que subas geolocalizada en tu casa para intentar ver los objetos que aparecen en el fondo y deducir de ellos tu nivel socioeconómico.

El ejercicio de sentido común necesario para darnos cuenta de que esto no tiene sentido es evidente: imaginemos que, nada más levantarnos, tenemos a alguien mirando qué hacemos, qué decimos, con quién hablamos, qué desayunamos, cómo vamos a trabajar, a qué hora llegamos, de qué hablamos o cómo miramos a las personas con las que nos cruzamos… alguien que además, lo apunta todo y lo vende. Ese alguien nos espía por las ventanas de nuestra casa, nos sigue a todas horas y escucha lo que decimos, o incluso lo que pensamos. ¿Lo permitiríamos? No, no lo hacíamos. Una persona que hacía eso era calificada de cotilla, de entrometida, y castigada con una reputación social negativa.

En el caso de una compañía, simplemente, es algo que va en contra del consenso social ampliamente establecido durante generaciones: la publicidad puede administrarse en función de los lugares por los que paso, las horas a las que consumo un canal determinado, o las características de ese mismo canal, pero ya. Los datos sobre mi edad, mi género, mis preferencias políticas, religiosas o sexuales, mi salud, etc. no los puedes recolectar ni mucho menos vender a nadie. En no mucho tiempo, evocar lo que sucedía en esta época nos resultará algo increíble, alucinante, una práctica asquerosa de un tiempo que, afortunadamente, terminó.

Debemos volver a esa ortodoxia, porque la alternativa ya llevamos varios años viéndola, y decididamente, no nos gusta. Y es tan sencillo como pedirlo: fuera con los fisgones, con los espías y con las compañías dedicadas a comercializar nuestros datos personales. A la calle con ellos. Si los americanos quieren apuntarse en legiones a Threads a pesar de saber fehacientemente que su dueño va a hacer auténticas barbaridades con su información personal, allá ellos. La Comisión Europea, en un triunfo del lobby de las tecnológicas, acaba de volver a aprobar una vez más que los datos de los ciudadanos europeos puedan ser exportados a los Estados Unidos, país que nos consta fehacientemente que carece del más mínimo respeto por la privacidad. En Europa deberíamos entender que podemos y debemos ser diferentes.


This post is also available in English on my Medium page, «Spying on people is despicable, so why have we let social networks get away with it for so long

9 comentarios

  • #001
    Manuel - 12 julio 2023 - 11:17

    Enrique et al

    Una duda que me ha surgido de la lectura del artículo.

    Dice en una parte : la publicidad puede administrarse en función de los lugares por los que paso, las horas a las que consumo un canal determinado, o las características de ese mismo canal, pero ya. Los datos sobre mi edad, mi género, mis preferencias políticas, religiosas o sexuales, mi salud, etc. no los puedes recolectar ni mucho menos vender a nadie.

    ¿Qué criterio se usa para trazar ese límite?

    • Enrique Dans - 12 julio 2023 - 11:25

      El criterio más razonable: los derechos fundamentales. Mientras se utilizaron los criterios anteriores, la información recopilada no era personal, sino que era simplemente inferida a partir de lo que hacías, y no asociada a tu persona. «Los que pasan por delante de esta valla vivirán aquí y serán ricos o pobres», «los que ven este canal a esta hora serán mayores, o amas de casa, o lo que sea», «los que compran este periódico serán conservadores». Nadie hacía una ficha de tu persona con los datos «rico», «pobre», «mayor», «ama de casa» o «conservador», eso solo lo podían suponer en función de tu comportamiento, nadie te etiquetaba personalmente. Ahora sí. Y va en contra del derecho fundamental a la privacidad.

      • Marcos - 12 julio 2023 - 13:28

        Disculpa mi ignorancia.

        A ver si explico lo que quiero decir…

        Si una persona de 45 años, que pasa a las 14:43 por la estación de Sants, con una altura de 1,80, rubío, siempre leyendo el periódico, con tendencias presumiblemente heterosexuales (por que a fin de cuentas se ha detectado que siempre que se gira a mirar un culo, es el de una mujer), con un gusto por la moda de X estilo e incluso un calzado de una marca concreta…

        Obviamente todo esto son o pueden ser datos independientes entre sí, como fichas de un puzzle. ¿Podría llevarse a cabo un sistema de detención entonces?

        Si como bien dices la Tv, por ejemplo era un sistema que disparaba la publicidad con brocha gorda (en navidad mismo, muchos adultos tragan y tragan con anuncios de juguetes sin tener hijos o familia o yo que nunca suelo usar un permufe, colonia)

        ¿Hay posibilidad de que esa publicidad se base únicamente en parámetros y no en la recolección de ellos? ¿Que se basara en un único parámetro y no se pudiera por ley cruzarlos?
        Si alguien con sobrepeso en la estación de Sants es captado por las camaras de inteligencia artificial, podría mostrar en los anuncios de las pantallas digitales anuncios de productos para pérdida de peso). Nada más que eso. Detectando un único patrón concreto en vez de «tirar publicidad a la cara» para ver si se encuentra con alguien a quien le interese.

        No sé si me hice entender.

  • #004
    Xaquín - 12 julio 2023 - 11:56

    Otro buen canto a «los comentarios»… en tu respuesta a MANUEL has concretado algo (sintetizado, tal que H2O), que la entrada dejaba un poco difuso, aunque también se puede colegir ese resumen.

    Porque de la «persona genérica» a la «persona individual», va todo un recorrido de muchos años luz. Aunque entre ambos conceptos, en la realidad, solo haya un infinitésimo de separación.

  • #005
    Gorki - 12 julio 2023 - 12:01

    Puede legislarse localmente lo que se quiera, pero si los datos existen en Internet, es difícil que alguien, situado en cualquier lugar del mundo fuera del territorio en el que tiene vigencia la ley , no los recolecte, clasifique y venda.

    • Marcos - 12 julio 2023 - 13:11

      Cualquiera, como bien dices, puede recolectarlos. Y es que puede parecer que no hay ningún mal en compartir ciertos datos, fotos, etc.., pero pueden acabar siendo utilizados a intención de lo que quiera quien los recoge.

      En esta misma web, algunos comentaristas, sin ir más lejos.

  • #007
    JM - 12 julio 2023 - 12:55

    Recordando un artículo reciente de Enrique sobre «wearables» y salud:

    Como para arriesgarse a que una empresa de «wearables» pueda apoderarse de tus datos de salud…

  • #008
    Matt - 12 julio 2023 - 20:44

    La UE es una colonia de Estados Unidos. Dudo que, más alla de mera cosmetica, aquí podamos hacer algo diferente de lo que haga la metropoli.

  • #009
    Luisondome - 13 julio 2023 - 11:03

    Totalmente de acuerdo con lo expuesto por ED, lo comparto y lo practico, porque entiendo y comparto los peligros que tienen estas prácticas de los recolectores de datos, y es como para tenerle al menos respeto, sino miedo, por las consecuencias y los daños que estas prácticas nos pueden ocasionar.
    ED ya se ha manifestado en varias ocasiones en este blog suyo para alertarnos de estos peligros, y entiendo que mas nos vale a todos hacerle caso y acompañarle en esta lucha contra los recolectores y vendedores de la información que tienen de nosotros, que son mas peligrosos para nosotros que si nos viéramos infectados por el mismísimo Pegasus. Yo estoy activamente con el en esta lucha.
    Además, se debería aumentar la presión sobre el Gobierno Español y sobre la Comisión Europea para lograr que impidan que nuestros datos se puedan exportar fuera de la Union Europea.

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