Una petición de desclasificación de documentación de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) hecha por el senador demócrata Ron Wyden ha resultado en un escándalo que demuestra que el gobierno norteamericano se dedica a adquirir importantes cantidades de información privada en bruto sobre sus ciudadanos a proveedores de todo tipo, incluyendo datos de geolocalización.
Hablamos de información que el propio gobierno califica como valiosa y que ha estado detrás de la investigación de numerosos casos de lavado de dinero, tráfico de drogas o crimen organizado, pero que obviamente, y como el propio gobierno reconoce, cuestiona de manera significativa las libertades civiles de los ciudadanos. Estamos hablando de que el gobierno pague, con el dinero de los impuestos de sus ciudadanos, la compra de información de esos mismos ciudadanos a todo tipo de compañías, incluyendo algunas muy cuestionables, y de utilizar esa información para cuestiones que pueden ir desde la delincuencia, hasta cualquier otra cosa.
La situación de la privacidad de los ciudadanos en los Estados Unidos, país carente de una legislación de protección de la privacidad como tal, es un auténtico desastre. En la práctica, deberíamos comenzar por prohibir el comercio de todo tipo de datos de geolocalización: independientemente de que existan aplicaciones que precisan de estos datos – desde las que usas para salir a correr hasta las que hacen que las luces se enciendan cuando llegas a casa, o muchas otras – pero poner en unos términos de servicio que esos datos serán utilizados no solo para el propósito para el que fueron recogidos, sino además, para su venta a terceras partes con propósitos comerciales, debería ser completamente ilegal. La salvedad de la petición judicial es más que suficiente para conseguir que los delincuentes sean perseguidos: la seguridad de una sociedad no puede obtenerse mediante la vigilancia sistemática de todos sus miembros.
Resulta fundamental establecer un marco en el que la información que las aplicaciones extraen de sus usuarios sea tratada como lo que es, un dato personal, y que se limite drásticamente su comercialización. Los únicos accesos a la información personal de los ciudadanos deberían producirse cuando un juez, en función de unos indicios de comportamiento delictivo, así lo solicite. El entorno actual en el que cualquier aplicación, desde una simple linterna a una pensada para registrar los datos del período menstrual, se dedique por sistema a monetizar esos datos vendiéndolos al mejor postor es simplemente demencial y disfuncional, y debería llevarnos a pensar que todo el sistema necesita una remodelación muy profunda que corrija los excesos y las barbaridades que se generaron con la llegada de los smartphones.
Desde el comienzo de la difusión de los smartphones, y fundándose en la ausencia de legislación en ese sentido en los Estados Unidos, proliferaron todo tipo de aplicaciones que obtenían datos sobre sus usuarios utilizando los sensores del smartphone, que incluían cláusulas en sus acuerdos de términos de servicio que tendrían que haber sido denunciadas como ilegales – pero que nadie denunció porque, simplemente, nadie leía esos acuerdos – y que facultaban a esas compañías para crear modelos de negocio basados en la venta de todo tipo de información, incluyendo datos claramente personales y sometidos a protección.
Esto tiene que terminar. Del mismo modo que un contrato bancario sobre una inversión queda anulado si se demuestra que el usuario no entendía lo que firmó cuando lo firmó, el que un acuerdo de términos de servicio desemboque en la venta ilimitada de la información personal del usuario sin que este realmente esperase ese desenlace debería ser completamente ilegal. Que esa modificación del consenso social que gobernaba el uso de datos personales tuviese lugar de manera subrepticia y generase la caterva de irresponsables ladrones que hoy en día comercian constantemente con todos nuestros datos es algo que es fundamental corregir. Tenemos que dar la vuelta a la legislación de privacidad para que diga exactamente lo contrario a lo que dice actualmente: que todo dato personal que el usuario haya generado no pueda ser comercializado nunca ni utilizado para ningún propósito que no sea el especificado en la propia aplicación, con la única excepción de la petición judicial.
Por otro lado, el hecho de que el gobierno de los Estados Unidos sea quien adquiere esos datos de manera sistemática debería llevarnos a reflexionar sobre los acuerdos de protección de la privacidad entre Europa y los Estados Unidos, anulados ya en dos ocasiones – los Principios Internacionales Safe Harbor, en octubre de 2015; y el Escudo de la Privacidad Unión Europea-Estados Unidos, en julio de 2020 – y sobre su imposible cumplimiento, además de pedir a gritos una investigación sobre el comportamiento de esos mismos brokers de información en el ámbito de la Unión Europea.
El papel de la Unión Europea en el mundo en este sentido debe ser claro: tenemos que liderar la protección de la privacidad de los ciudadanos, y servir como inspiración para la legislación en otros territorios. Cualquier desviación de ese papel es peligrosa no solo para los derechos fundamentales de los ciudadanos europeos, sino también para los del resto del mundo, y debería generar una reflexión importante sobre lo que queremos o no queremos como sociedad.
This post is also available in English on my Medium page, «Now we know: the US government carries out surveillance on a scale the Stasi could only dream of»
Si hay que escandalizarse, nos escandalizamos, pero todos sabemos que USA dsde 1976 tiene programas con nombres como ECHELON, o Carnivore, del FBI desde 1997, (hace ya mas de 25 años), que son ampliamente conocidos como recolectores de datos de particulares tomados de Internet.
Todos sabemos para que sirven, todos sabemos que los utilizan los gobiernos «mas democráticos», (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda,…) y todos hemos aceptado como inevitable que existan.
Evidentemente, los gobiernos «menos democráticos». (Rusia, China, Irán, … ), tienen otros programas similares con nombres mas o menos pintorescos, pero que son desconocidos por el vulgo, porque de esas cosas no dejan hablar al público. Solo sabemos lo de Tik-Tok y el hardware 5G de Huawei
Y todo por no hablar de el mas famoso de todos los software de espionaje el PEGASUS, de la firma israelí, NSO. Descubierto en agosto de 2016 y que ha sido utilizado por los gobiernos de multitud de países, unas veces para espiar a dirigentes de países «amigos» (Sánchez) , o para espiar personalidades del mismo país (México)
Ahora bien, si hay que escandalizarse porque el gobierno americano compra datos en bruto sobre sus ciudadanos, yo soy el primero en escandalizarse, porque no hay derecho.
¡¡¡ Para que diablos compran datos con dinero procedente de impuestos, si tienen en marcha programas recolectores como Carnivore !!! Un caso claro de corrupción
Corrupción aparte, se te fue la mano, o más bien se te quedó corta, en decir que PEGASUS ha sido empleado por los «amigos» para espiar al Sr. Sánchez, (por llamarlo de alguna manera), y no por los mismos gobiernos de aquí, a los que les pagas para que te espíen a ti.Y eso, con el aval del juez de turno, un iletrado irresponsable, de alma muy negra, y que comparte lo de Una, Grande y Libre porque lo lleva tatuado en el colodrillo.
Un fulano (cerdo como muchos de su calaña) que se limpia lo que se limpia cada mañana con un papel donde están escritos todos los principios democráticos…, tal y como lo hace la mayoría del staff de esta Administración de sinvergüenzas que tenemos que soportar desde hace años y años en este inmundo país.
Si, ya sabemos que no hay un juez que no sea un fascista. Dios los cría y ellos se reúnen.
Lo que no llego a entender, es como Sánchez introduce, tres jueces, indudablemente fascistas, en su gobierno. Fernando Grande-Marlaska, Margarita Robles y Juan Carlos Campo. Debe ser que es un poco masoca.
Purs imaginate que no hara PPVOX si Sanchez elige tres jueces fascistas.
Roland Freisler se les quedará corto.
Meeeeec, error. (y gordo).
1-. No son fascistas, son franquistas. Es otro nivel MUY superior del tema. Nada que ver. (El fascismo duró lo que duró, y lo otro está durando la intemerata).
2-. No es masoquismo, es que ese franquismo lo llevas incorporado hasta en tu propio ADN. Y Sánchez y su partido no iba a ser menos. (Si quieres te cuento de qué han ido las anteriores elecciones, y de paso de qué van a ir las próximas…, porque, después de más de 40 años aun no hemos salido de eso…
Saludos.
PD: PEGASUS es un software anticonstitucional en la forma y en su estructura. Si un juez autoriza (como lo ha hecho) su uso, es un auténtico delincuente. Pero de jueces delincuentes si quieres hablamos otro día, porque hay literatura para sepultarte debajo de ella.
Estás confundido, No son fascistas son nazis, No ves como fusilan a todos los rojos.
Y las juezas que son mayoría las peores, heteropatriarcales, antifeministas. No hay mas que ver lo que hicieron con la pobre María Sevilla que solo quería secuestrar a su hijo
¡Maldita sea tiktok! ¡Que prohiban las apps chinas, que nos espían!
No… no es OFFTOPIC
No lo llames TrustPid, llámalo Uniq. El servicio de publicidad digital de los operadores ya está aquí
Oleeee…. otro «servicio» mas paranuestra publicidad (y abuso de nuestros datos)
Me sigue preocupando más el comercio de órganos que el comercio de datos.
Se pone el dedo en las IAs, cuando el problema son las IHs.
Igual con el dato de quien tiene un riñón sano. Mi problema esencial es que hay gentuza capaz de usar eses datos, para quitar los riñones. Ni siquiera los que trafican con los datos son peores, que los que están dispuestos a pagar por un riñón clandestino. Por muy agobiado que se halle el «necesitado».
Parecen que son los mismos que deberían promulgar leyes de protección de la privacidad de los ciudadanos y que son los primeros beneficiarios del tráfico a prohibir.
Léase: gobernantes
Así que sentaos en la orilla del rio y esperad ver pasar a estas prohibición. Con paciencia.
Lo peor de todo es que nuestros datos también terminan en USA porque determinadas compañías allí los mandan. No toda la culpa es de los datos procedentes de los móviles. Pongo un ejemplo: una empresa de servicios dentales con mas de 300 clínicas en España, tiene firmado un acuerdo de exportación de los datos de sus miles de clientes de todo el país con el grupo de empresas americano Align Technologies Inc. cuya sede está asentada en Arizona, y cuya sede europea está en Suiza, es decir: fuera del ámbito de la Unión Europea, y por lo tanto fuera de su control y del ámbito de su regulación. En la autorización que la clínica pasa a los usuarios para su firma, y que nadie lee antes de firmar, dice lo siguiente:
El Grupo Align recibirá sus registros médicos, que pueden almacenarse en servidores del Grupo Align situados fuera de su país de residencia y fuera del espacio de la Unión Europea. Sin embargo, el Grupo Align seguirá protegiendo su información de conformidad con las normas corporativas vinculantes del Grupo Align, que se pueden consultar en www.aligntech.com.
El Grupo Align en ningún caso será responsable de la licitud, veracidad y exactitud de los datos facilitados.
También se debe de tener en cuenta como consiguen la aceptación de este acuerdo y su firma: Esto se hace cuando se pide un presupuesto para el arreglo de la boca. Ese presupuesto no se entrega si antes no se ha firmado y entregado el acuerdo, lo que considero es una presión indecente al cliente para inducirle (que no obligarle) a firmar algo que no quiera, para recibir algo que necesita. Por cierto, víctima y el nombre de la clínica dental empiezan por la misma letra.
Tratandose del Estado y grandes empresas lo mejor es aplicar aquello de «piensa mal y acertaras».
Parece que lo que cuentan en la serie Rabbit Hole se queda corto. Vendiendo datos de lo que haces por dinero o por poder
https://www.filmaffinity.com/es/film289288.html