Dos senadores demócratas, Ben Ray Luján y Cory Booker, han propuesto una ley, la Uncap America Act, que prohibiría «las predatorias limitaciones de ancho de banda que obligan a las familias a pagar costes elevados y tarifas innecesarias para acceder a la banda ancha de alta velocidad».
La ley pediría a la Federal Communications que definiese las condiciones bajo las cuales se debe considerar que un límite de datos se adapta al propósito de una gestión razonable de la red o de la gestión de la congestión de la red, de manera que todas las limitaciones que no respondiesen a ese propósito serían declaradas ilegales.
El razonamiento es claro: cualquier limitación de la conectividad a los usuarios es contraria al interés público, y supone limitar el acceso a un medio que se ha convertido en fundamental en la vida cotidiana de las personas y en su acceso a la información. Los límites de consumo de datos, en el caso de los contratos de telecomunicaciones, son calificados en la ley como establecidos por razones puramente de negocio, sin que respondan en realidad a ningún tipo de limitación técnica. Esto puede probarse, por otro lado, por los numerosos casos de exclusión de estos límites a determinados servicios (música, redes sociales, etc.) en función de determinados acuerdos comerciales firmados por las compañías de telecomunicaciones correspondientes para incrementar el atractivo de sus ofertas en determinados países.
La comparación es clara: cuando nos suscribimos a un proveedor de agua o de electricidad, no nos cortan el acceso cuando superamos unos límites de uso determinado ni pasan a servirnos un caudal menor de agua o un voltaje inferior por el hecho de haber llegado a esa limitación arbitraria. ¿Por qué es así? Simplemente, porque definimos servicios como el agua o la electricidad como de primera necesidad. ¿No es el acceso a la red ya un servicio de primera necesidad, cuya restricción puede conllevar una exclusión a los afectados? Una vez definido el ancho de banda que contrata una persona o un hogar, ¿por qué imponerle unos límites artificiales en función del consumo del período?
Obviamente, en el caso del agua o de la electricidad, las tarifas no son planas – todavía – y pagamos en función de lo que contratamos y consumimos, mientras que las circunstancias del mercado y, sobre todo, las necesidades de dimensionamiento de las infraestructuras necesarias para proveer acceso a internet, han llevado a que la gran mayoría de los contratos de telecomunicaciones se establezcan mediante algún tipo de mecanismo de las denominadas «tarifas planas», que por otro lado en muchos casos no lo son porque, precisamente, están sujetas a una limitación en el ancho de banda consumido. ¿Qué ocurriría si los proveedores de internet tratasen de volver a facturar en función del ancho de banda consumido? Simplemente, que las leyes del mercado y de la competencia volverían a llevarlos a ofrecer tarifas planas, porque es lo razonable dadas las características del servicio y de la inversión en infraestructuras requeridas para proporcionarlo.
La legislación, que está previsto que se encuentre con una fortísima oposición por parte de las compañías de telecomunicaciones, pretendería que, dentro de un uso considerado razonable y no abusivo, los contratos no pudiesen imponer un límite arbitrario a partir del cual limitan la conexión, degradan artificialmente su funcionamiento o facturan cantidades adicionales. La idea apuntaría claramente a un modelo «too cheap to measure», que establece que el usuario paga una cantidad por su conexión a la red, pero puede a partir de ahí, dentro de unos límites establecidos como razonables, consumir lo que necesite en cada momento, sin preocuparse de los límites de su período de pago. En el caso de las telecomunicaciones, las restricciones de ancho de banda solo podrían entrar en funcionamiento cuando las circunstancias de la red obligasen a ello en función de una sobrecarga o de un uso concurrente elevado, pero esta limitación, en ese caso, se establecería de la misma manera para todos los usuarios, y no únicamente para aquellos que pueden pagar menos.
Veremos cómo evoluciona la propuesta.
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Terminaremos todos pagando mucho y gastando lo que queramos.
Una tarifa plana de datos sin dimensionar la Red para tal fin daría un mal servicio. No es tan sencillo.
Con una conexión de 100MB por fibra en ningún momento he llegado a desear tener más ancho de banda teniendo un uso profesional, streaming, juegos, etc.
Siempre he pensado que las tarifas planas son una aberración histórica.
Tienen que ser baratas, no planas.
Cuando las tarifas planas de Internet empezaron a implantarse, tenía amigos que tenían el Napster, el eMule o el BitTorrent descargando todo el día. Y yo, que nunca he sido muy fan de la piratería, sentía que estaba financiandolos con mi conexión infrautilitzada.
Si esto llegara al agua, habría gente que no se molestaría en cerrar los grifos (o en reparar uno que gotease).
Si llegara a la electricidad, enseguida saturaríamos la red, por más sobredimensionada que estuviera.
Los humanos somos así, desgraciadamente.
La única forma de prevenir el abuso, es que el precio sea proporcional al consumo.
No tengo muy claro el asunto, pero conociendo la nefasta cultura de la subvención, me sumo casi planamente al comentario de SANTI.
Salvo que no somos así «por desgracia», sino por un mecanismo social de borrado parcial de conciencia.
Completamente de acuerdo con Enrique. Sólo una puntualización. No debería meterse al agua en la comparación con la energía y el flujo de datos. Mientras que los dos últimos serán probablemente un recurso ilimitado dentro de poco gracias a la tecnología el agua es un recurso limitado y escaso, más aún en el futuro. Y no disponible por igual en todas partes ni sería inteligente hacerlo disponible en todas partes por igual Con el tema del agua habría que hacer un cálculo de consumo razonable y necesario por persona y día a muy bajo coste o gratis. Y penalizar severamente cualquier exceso sobre éste mínimo necesario. No es de recibo que paguemos el mismo precio por ducharnos que el que riega el bonito jardín de su chalé y llena su piscina.
Completamente de acuerdo contigo, y además lo extendería a la electricidad y la comunicación (internet).
Un mínimo vital a un precio muy barato y una tarifa exponencial para el consumo extra que desincentive totalmente el despilfarro.
Eso sí serían políticas ecológicas y sociales.
Perdón pero me parece que no se tiene en cuenta la inversión en «la nueva tecnología» de turno cuando es necesario. Yoigo le saco venta al ja a Movistar porque tendía 4G, Digi está haciendo ahora lo mismo porque tiende fibra propia 10Gigabit mientras el resto cojean con la que tiene el Gigabit de límite.
Esa puede ser la causa de que acabe mudándome a Digi pese a estar contento con Jazztel.
Pero la diferencia ahora es que tenemos dos móviles con gigas ilimitados y ni conectando a diario para teletrabajar contra puestos Azure he pasado de los 4 GB
Y yo he tenido una máquina cabalgando la mula 24 horas y otra de servidor web con 4 dominios y ni por esa. Solo cuando tiro de Fire TV comienza el hambre de gigas, y tengo 600 megas.
Sinceramente la gente tiene respecto de las empresas que los maltratan sistemáticamente más dependencia que un enganchado de su droga o un sumiso del sádico que le muele a palos.
Si tuvieran sentido común, Vodafone y el Santander tendrían sus oficinas vacías.
De modo que sabes que si tienes una fibra 100 pasa a 300 600 o 1000 con solo abrir más el grifo, no cambiando todas las cañerías.
Mide el caudal que consumes y si no necesitas más, no te dejes engatusar por el canto de sirena.
Por cierto acabo de mandar a donde amargan los pepinos al plasta de Vodafone que quebranta la RGPD y la lista Robinson por 16 veces…
El servicio eléctrico sí tiene una limitación en la potencia. Si tienes contratado 5,7KW, todo lo que sea superar ese consumo supondrá que el servicio se interrumpe y te tocará desconectar algún aparato. Y la parte fija de tu tarifa depende de la potencia máxima que tengas contratada. No me parece un ejemplo válido. En el caso del agua corriente, no hay un consumo máximo pero la mayoría de los ayuntamientos desincentivan los altos consumos con una tarifa creciente a medida que vamos superando tramos de consumo.