Laura Montero, de ABC, me llamó por teléfono para hablar sobre el fenómeno wearable y su fuerte crecimiento, y hoy publica su artículo titulado «Las amenazas que ponen a prueba la salud de hierro de la tecnología ponible» (pdf, pdf versión papel), en el que me cita.
El fuerte crecimiento de los dispositivos conocidos como wearables, por encima del 20% el último año y viniendo de cifras todavía más elevadas, se debe a una combinación muy interesante: por un lado se trata del ámbito que los fabricantes de dispositivos utilizan para presionar a los fabricantes de componentes con el fin de conseguir empujar los límites de sus capacidades, porque la intensa miniaturización requerida para convertir un dispositivo en wearable, al menos de forma razonablemente cómoda, exige obviamente el desarrollo de sensores más ambiciosos, de microprocesadores y memorias más pequeñas y con menor consumo, y de baterías que, a pesar de su pequeño tamaño, consigan mantener esos dispositivos funcionando durante un tiempo razonable que evite la incomodidad de tener que cargarlos a lo largo de una jornada de uso.
Esa característica hace que los wearables se sitúen, en muchos casos, en el límite de la innovación, y que los fabricantes de dispositivos los usen para obtener una mejora continua de los componentes que, posteriormente, se adaptan para otros usos. Con respecto a los primeros dispositivos, los de hoy cuentan con cada vez más y más sofisticados sensores, con microprocesadores mucho más potentes, con más memoria, y con unas baterías y consumos incomparablemente mejores. El primer Apple Watch pocas veces duraba el día completo y tenía que mantener apagada su pantalla salvo cuando el usuario hacía con la muñeca el movimiento de mirarla: ahora, duran holgadamente un par de jornadas, mantienen su pantalla encendida en todo momento, y además de registrar el ritmo cardíaco, llevan a cabo una amplia gama de mediciones más.
Además, los wearables son protagonistas de otra revolución: la del cuidado de la salud y su evolución hacia un modelo preventivo, que implica menor sufrimiento para los pacientes y menores costes para los prestadores de salud, además de muchísimas posibilidades para la investigación en el área. Desde que Apple optó por dar a su Apple Watch un fuerte componente relacionado con el cuidado de la salud, y consiguió que se convirtiese en un regalo habitual para aquellos que querían sentir que tenían algunos parámetros fundamentales bajo control, las cosas han avanzado mucho.
Gobiernos como el de Singapur, uno de los mejores sistemas sanitarios del planeta, llevan tiempo experimentando con ellos para ser capaces de mantener un registro de los hábitos y la salud de sus ciudadanos, manteniendo garantías razonables de privacidad pero, al tiempo, previniendo posibles dolencias y ofreciendo datos agregados a los investigadores. Compañías de electrónica de consumo como Alphabet o Apple se han convertido en protagonistas de algunos de los estudios sobre salud humana más ambiciosos y potentes que se han llevado a cabo en la historia en cuanto a número de participantes, y ofrecen además a equipos médicos, investigadores y hospitales la posibilidad de publicar apps que les permitan obtener registros en su especialidad.
Obviamente, los sensores de un wearable no pueden aspirar a ser tan precisos como los de uso clínico, pero compensan esa menor precisión con un error estándar mucho menor derivado del hecho de que obtienen mediciones infinitamente más frecuentes. Todo wearable, desde el sofisticado Apple Watch de alrededor de quinientos euros hasta una pulserita china de veinte, sirve potencialmente para obtener registros útiles en la investigación de la salud, tras un breve periodo de determinación del error muestral. Que los sistemas de salud los pongan en uso es simplemente una cuestión de tiempo, y de hecho, son ya muchos los casos de aseguradoras privadas que ofrecen directamente dispositivos con el incentivo de una rebaja en la cuota, hasta la posibilidad de conectarlos con sus sistemas para llevar a cabo una supervisión algorítmica.
Tengo muy pocas dudas de que los wearables mantendrán un crecimiento consistente durante muchos años más, y que se integrarán cada vez más tanto en nuestra vida cotidiana – ahora ya no «salimos a correr», sino que dedicamos un tiempo a obtener un registro completo de distancia, frecuencia cardíaca, altitud, hidratación, consumo energético, etc. – como en la práctica médica. Un tema sobre el que he escrito en muchas ocasiones, sobre el que he dado conferencias a colectivos médicos de distintas especialidades, y que el artículo de Laura me dio la posibilidad de refrescar.
Singapur es una dictadura, un régimen político no democrático de partido único, para los que no entienden la diferencia.
No hay ningún derecho garantizado, ni se protege las libertades de los ciudadanos. Mucho menos la privacidad, ni los datos personales. Se vulneran constantemente los derechos fundamentales.
(la esclavitud laboral está normalizada, los medios de comunicación y las empresas son propiedad del estado, pena de muerte, sharía, etc.)
Han descubierto que, por alguna razón, poner en marcha iniciativas de tipo tecnológico blanquea su imagen de cara a los medios de comunicación occidentales y les concede el benigno calificativo de «tecnocracia», en vez de «régimen bananero».
Hay que entender todas esas iniciativas en ese contexto, y evitar caer en la confusión, porque es algo deliberado, con el objeto de ofrecer un marketing y una imagen de país de cuento de hadas tecnológico.
Se ha puesto de moda ponerlo como referente de política y “liberalismo económico», porque ofrece una cobertura sanitaria universal mixta, dado que la población nacional residente es muy reducida y es un foco de atracción económica en el pacífico.
El truco reside en que, los Hospitales son propiedad del estado y se venden como un Outlet de servicios sanitarios a compañías privadas (MediShield Life). Así, pagan el alquiler y engordan las arcas del régimen, con contratos de suministros, etc.
Lo mismo que con los Wearables, supongo, financiados por las propias compañías.
Un poco como el doble juego de Noruega con el petróleo, Foxconn en China, la seguridad social del Franquismo, o la política económica de Chile en el peronismo.
No hay que caer en la trampa de: «A cuantos derechos fundamentales estás dispuesto a renunciar a cambio de prestaciones estatales o tecnología» porque es un falso dilema, y una forma de fraude político.
Es un buen ejemplo de marketing paradójico., cuando nos venden un país con una dictadura como un adalid de causas nobles y avances tecnológicos, mientras se ejerce de manera efectiva una represión y vulneración de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Nadie quiere vivir en una «República Popular Tecnológica».
Ni en un «Emirato Tecnocrático», véase Bezos y los juegos de maletas.
–
Disclaimer del secretariado de refrescos, ya que estamos:
No hay que olvidar la gran cantidad de similitudes que existen en todos los regímenes políticos, sean de izquierdas o de derechas, Pepsi o Coca Cola (no he dicho Podemos y Vox, eh), por ejemplo., el enorme interés que empeñan en fiscalizar la vida privada y social de las personas.
Hablando de «Smarts»
Lo que hay que mirar es el lado brillante de la vida como hacen en Corea del Norte, Singapur, Catar,…
PS: Dictadura = Menos dictadura si tienen pasta
Los wearables se están metiendo tanto en nuestros hábitos, que a veces da la sensación de que van a ser el futuro de la telefonía móvil. Personalmente nunca me importó demasiado perder el móvil, es fácil seguir en contacto y hay muchas alternativas para cubrir el probablemente breve tiempo en que volveré a tener otro. El Watch en cambio…. y especialmente cuando te quieres tomar en serio llevar una vida saludable, la ausencia de sus funciones principales se nota que no veas…
El pasado verano, dos días antes de ir de vacaciones a Galicia, se terminó la pila de mi reloj habitual, un analógico de cuarzo que me encanta. Como estábamos en plena temporada, los de la relojería me dijeron que tardarían tres o cuatro días en hacer el cambio (de paso, hacen una revisión, comprueban los elementos de estanqueidad y, finalmente, lo cierran en una campana de vacío). Decidí hacerle el cambio de pila al regreso y, de momento, compré en Amazon una pulsera de esas. Nunca he tenido nada más incómodo, agobiado por datos que no necesitaba para nada y, en lo demás, muy poco ergonómico. Me quedé con la impresión de que esos son trastos para vigoréxicos o para hipocondríacos: tenía un montón de funciones inútiles -y no demasiado fiables- y carecía de lo único que, más allá de la hora, me hubiera sido útil: un GPS.
Al día siguiente de regresar de Barcelona, entregué el reloj en la relojería en cuestión para el cambio de pila; después, me fui a un bazar y me compré por dos pesetas un Casio digital, pero que sólo hacía de reloj y que juraban que su pila duraba diez años (me dará para tres cambios de pila del habitual). La pulsera se la regalé a no recuerdo quién, por no tirarla por el retrete, que eso contamina.
La utilidad de estos Wearables está fuera de toda duda, con algunas funcionalidades criticas como la detección de caidas y llamada automática a urgencias o la detección de la condición de «Atrial Fibrilation» en el corazón.
Pero, además de esos beneficios inmediatos, existen dos grandes lineas de actuación en las que serán imprescindibles:
a) Estudios de investigación con millones de participantes en los que se puedan encontrar patrones de datos obtenidos por estos dispositivos para el diagnóstico de ciertas enfermedades (por ejemplo la correlación más o menos continua del ritmo cardíaco y el nivel de actividad).
b) Descarga de trabajo en un sistema sanitario saturado, cambiando el concepto de visitas programadas por visitas si determinados parámetros enviados telemáticamente aconsejan una monitorización más detallada de un determinado paciente.
De todas formas, a dia de hoy, existen muchos parámetros que aún no se pueden obtener de forma no invasiva, continuada y bajo un único «wereable» que ya veremos si llegan realmente en algún momento. Por ejemplo, como la monitorización no invasiva de glucosa o presión arterial (con cierta exactitud y garantias, claro) parecen ser problemas que a dia de hoy no tienen una solución suficientemente fiable. Ojalá se consiga!
En cualquier caso, con los parámetros medibles a dia de hoy con cierta garantía (pulso, ECG de un canal, actividad física, saturación de oxígeno en la sangre, etc) ya es suficiente para empezar a diseñar sistemas informáticos a nivel de seguridad social para aliviar el nivel de saturación evitando visitas rutinarias en las que, precisamente, se miden dichos parámetros de forma puntual en el tiempo.
Los wearables solo son gadgets, y venderlos como una fantasía pseudomédica es una clase de marketing que roza el ‘snake oil’.
Apple ha abandonado el uso de sensores que induzcan a pensar que tengan un propósito médico, para evitar su necesaria aprobación por la FDA.
Es un hype de moda, pero tan alejado de las expectativas, que a veces parece un delirio del siglo XIX. Peor que Tesla con los coches autónomos.
Es un negocio que intenta entrar en ese nuevo mercado de la salud ‘digital’, cuando el acceso a la misma es prohibitivo en los EE.UU. Las aseguradoras no los aceptarán.
Telegráficamente y para evitar equívocos.
–
Mi mujer es enfermera y tiene diversos aparatejos en casa, precisos, profesionales. Comparé con ellos algunos datos de la pulsera (pulso, HTA, saturación…) y decir que los de ésta son imprecisos es decir poco. Y lo de la calidad del sueño ya es de juzgado de guardia. Eso es un puto juguete para lo que he dicho, para epatar a vigoréxico o al hipocondríaco, y puede hacer muchísimo daño. Entiendo que a autoridad sanitaria debería prohibir esos aparatos o, mejor dicho, esas prestaciones en los aparatos. Lo que pasa es que la autoridad sanitaria es lo que es, al menos en este país (en otros no sé)
Estoy de acuerdo en parte de lo que dices, pero no en todo.
En primer lugar, el ECG del reloj de Apple SI esta aprobado por la FDA. Y respecto a la toma de pulso, pues no lo he comparado con aparatos profesionales, pero diría que si no lo hace bien se puede llegar a implementar un sensor que lo haga razonablemente bien.
Mis dudas tengo con otros «futuribles» como un sensor de glucosa no intrusivo o un medidor de la tensión sanguínea.
En cualquier caso, pensando como ingeniero (quizás ese sea mi problema), no siempre es importante saber el pulso con dos decimales, si no que una aproximaciòn es suficientemente válida a cambio de poder tomar datos cada 5 minutos y correlacionarlos con la actividad física que detectan los acelerómetros del reloj, por ejemplo.
No seria una prueba de esfuerzo bien controlada pero si una posible aproximación..
Llevo tiempo escribiéndolo y contrastándolo con médicos: los sensores de los wearables no tienen la precisión de un aparato clínico, pero lo compensan con la reducción del error estándar que proviene de estar todo el rato registrando datos. Todo es cuestión de entender estadística. Para un cardiólogo, por ejemplo, tienen un valor potencial muy elevado. Y lo saben. Obviamente, no a todos los cardiólogos les gusta, siempre ha habido profesionales más o menos inclinados a la innovación, pero entienden perfectamente que el futuro es como es: un registro permanente y una supervisión algorítmica.
Bien por Maxwell Smart !!!
Si el error para medirte la presión arterial de tu smart es de más menos 50 mmHg, y te dice que tienes algo que ronda 120/70 mmHg de media aunque lo mida mil veces la estadística que obtienes es esa media de 120/70 más menos 50 mmHg
Pero vamos que puedes creer lo que quieras… pero cuando leas 160/50 ¿Será la buena? ¿o está dentro del error de la media?
Está claro que de estadística y de distribución de errores no sabes mucho…
Del sufismo a Sócrates…
Demuestra como puedes medir 1 micra con una regla que mide en mm.
Sorpréndenos
My sencillo: asumiendo que los errores, como siempre ocurre, siguen una distribución normal. Pero ya te digo, para entenderlo necesitas haber estudiado un poquito de estadística básica.
Ay Sócrates !!
Si tienes una regla con una tolerancia de 1mm Y repites n veces la medida, las desviación estándar de tu medida estará en mas/menos 1mm.
Asi que la respuesta correcta, es que nunca una regla en mm puede medir micras…
Si haces una media de medidas siempre deberás, quitar las cifras no significativas, y expresar la tolerancia de tu medida.
No tiene sentido decir que algo mide 1.4345676mm +- 1mm, lo dejas en 1.4mm, y ahí indicas que el 4 es la cifra significativa
Con la regla, siempre puedes medir la misma longitud real, ¿y tiene sentido repetir n veces esa medida?. Lo puedes hacer, cada uno busca su modo de diversión,…
Pero con el smart, como tu latido o p.a. cambia, nunca podrás saber como de real es tu medida con el método directo.
En todo caso podrás comparar tu medida, con un aparato mejor calibrado y sacar (aunque sea costoso) la tolerancia del smart haciendo unas pocas medidas( que tu querido fabricante te dice que compras un juguete y no un aparato médico). Pero hay que tener en cuenta que ese aparato de referencia también tiene su tolerancia, y tiene que esta calibrado.
Como mucho podrás ver que tu medida en ese momento es más menos una tolerancia que puedes inferir si haces la prueba de contrastarlo con un tensiómetro de verdad
No hay milagros, ni hay que creer en tonterias. (aunque las diga San Apple a más de 400 pavos)
Solo hay que estar un poco leído en las prácticas que se usan en un laboratorio de medidas, y sobre todo entender que no hay duros a peseta.
Hostias ! que no hay duros a peseta, que para medir micras no usamos reglas en mm.
Aunque en eso las marcas que ponen un tensiómetro que falla como una escopeta de feria en tu brazo si que lo saben hacer. Lo de poner precios…
Y si hablamos de estadística, cuando el nº de muestras es pequeño, la normal no es una buena aproximación, y es mejor usar la distribución de Student.
Por otro lado cuando aumentas el número de muestras frente a una población, vas a acercarte a la media, desviación, varianza, etc de la población, pero nadie (que sepa un minimo de estadistica) afirma que esos valores de la población vayan a variar, en todo caso, conociendo esos valores de la muestra vas a poder afirmar que son muy cercanos a los de tu población.
Por eso medir con una regla de mm nunca va a poder medir micras. En todo caso los valores que obtienes de tu muestra van a confirmar que la desviación de tu medida es más o menos de 1 mm.
En fin que no sé pq pierdo el tiempo, si por un oido te entra…