El «aislamiento duro» (硬隔离) decretado por las autoridades chinas en varias ciudades para tratar de mantener la política denominada de «cero COVID» en medio de la oleada de la variante Omicron está dando lugar a una auténtica distopía, con calles vacías, ciudadanos físicamente encerrados en sus casas con vallas y tornillos, robots y drones patrullando las calles mientras lanzan mensajes a la población que grita por las ventanas, y el mayor atasco logístico de la historia en las inmediaciones del puerto de Shanghai.
El caso de Shanghai, una ciudad de veinticinco millones de habitantes, parece especialmente preocupante, lo que me llevó a intentar verificar las noticias que estaba leyendo a través de algunas personas que conozco en la ciudad. Las cosas que me han contado no solo confirman estas noticias, sino que proporcionan detalles escalofriantes sobre lo que allí está pasando, algo que algunos describen como «inimaginable e irreal». Hablamos de una ciudad enormemente cosmopolita, en la que, en el pasado marzo, empezaron a imponerse confinamientos estrictos. En algunas zonas llevan en estas condiciones desde primeros de marzo, con los ciudadanos encerrados en sus casas, sin poder abandonarlas más que para ir a los centros de diagnóstico, obligados a hacerse auto tests diarios y, en caso de dar positivo, provocando que se mantenga el confinamiento de todo el edificio, en lo que parece para muchos un ciclo interminable y desesperante.
En un primer momento, el aviso de confinamiento general estricto se publicó especificando las fechas del 1 al 5 de abril, lo que llevó a la mayor parte de los habitantes a pensar que sería una cuestión de unos días, y a abastecerse de suministros para aproximadamente una semana. Pero a medida que ha ido pasando el tiempo y los ciclos de confinamiento por detección de más casos continúan, la desesperación va cundiendo de manera cada vez más generalizada, mientras en los centros de cuarentena en los que aíslan a los ciudadanos reparten banderitas y les hacen cantar canciones patrióticas.
A finales de marzo, empezó a hacerse progresivamente más difícil conseguir comida o ingredientes frescos a través de las aplicaciones de envío a domicilio, lo que llevó a cada vez más ciudadanos a levantarse cada vez más temprano para tratar de conseguir los primeros slots de reparto antes de que se saturasen. La situación es paradójica, porque hay comida en abundancia y, de hecho, se está estropeando porque no hay repartidores, sometidos también al mismo confinamiento duro que el resto de los ciudadanos. Al principio, el problema era simplemente tratar de aguantar una semana con lo que tuvieras en casa e intentar abastecerte llamando a tiendas cercanas, pero en abril cerraron la inmensa mayoría de las tiendas, y la situación se puso cada vez más difícil. El comercio electrónico dejó en su mayor parte de funcionar, los retrasos comenzaron a acumularse, y los usuarios dejaron de recibir sus pedidos. Solo los vehículos autorizados pueden moverse por la ciudad, lo que hace la logística extremadamente complicada. En muchos edificios hay barreras físicas que impiden que se salga de ellos, lo que convierte en terriblemente difícil la tarea de recepcionar un pedido. La situación es todavía más complicada para aquellos ciudadanos que tienen mascotas, que están recibiendo un trato particularmente duro.
Las restricciones están siendo llevadas a cabo por voluntarios, lo que da a todo una apariencia extremadamente precaria y heterogénea, en la que se responde a las situaciones de maneras completamente impredecibles. A medida que falta la comida, los habitantes de la ciudad van intentando agruparse en sus edificios para hacer pedidos a mayoristas y conseguir alimentos básicos como carne, vegetales o fruta, lo que habitualmente requiere que unas cincuenta personas pidan lo mismo y así conseguir un envío, que lleva varios días, con precios disparatadamente caros (hasta tres o cinco veces el precio habitual), pedido que luego es distribuido por voluntarios a los compradores. Hay algunos envíos aislados de comida por parte del gobierno (unos tres desde que comenzó el confinamiento), claramente insuficientes y en muy malas condiciones, comida visiblemente estropeada, con signos de haber sido congelada varias veces, o incluso podrida, lo que ha provocado que algunas personas enfermen debido a ello. Algunos de mis contactos me cuentan que están, además, preocupados intentando ayudar a los mayores, muchos de ellos incapaces de conseguir comprar comida en estas circunstancias.
Por otro lado, las personas que enferman o que padecen enfermedades crónicas tienen enormes dificultades para acudir a un hospital, y prácticamente la única opción es llamar a una ambulancia, que tarda entre dos y cuatro horas, sin que exista ninguna otra alternativa como automóviles particulares, taxis o transporte público. Se dice que la mayor parte de los hospitales están cerrados salvo la sección de distribución de medicamentos, y que ha habido personas con afecciones curables que han fallecido por falta de atención. La distribución de medicinas es llevada a cabo por voluntarios, y es también sumamente impredecible.
Mientras, las cifras de incidencia que proporciona el gobierno chino, excepcionalmente bajas, generan todo tipo de dudas en la comunidad internacional sobre cómo define China una muerte por COVID, y cuestionan la eficiencia de la política de «cero COVID» en un entorno en el que la mayoría de los países ya tratan la enfermedad como una simple gripe que tiende a acarrear, aparentemente, cada vez menos complicaciones. Además de los evidentes problemas y de las situaciones distópicas a las que se está sometiendo a la población en general, está el caso de los trabajadores de algunas fábricas: mientras algunas, como Pegatron, han cerrado completamente sus operaciones, otras como Tesla han conminado a muchos de sus empleados a comer y vivir en la factoría, una práctica que parece ser la preferida por las autoridades para evitar el colapso total de la cadena de suministro en el país, en lo que podría llevar a muchas personas a cambiar la situación de «encerrados en sus casas» por la de «encerrados en su trabajo».
En medio de todo ello, una auténtica batalla por la desinformación en todos los frentes. Lo dicho: una auténtica distopía.
This article is also available in English on my Medium page, «How Shanghai’s zero-Covid policy has made the city a dystopia»
Se dice, con razón, que los guionistas de cine están imposibilitados de imaginar una situación peor que la peor situación que se puede dar en la realidad.
Hay mucha gente que considera esta afirmación como algo exagerado. ¡Así nos va!
Si recuerdas, el motivo para encerrarnos en nuestras casas, era «aplanar la curva». Un objetivo claro y posible, reducir la VELOCIDAD DE CONTAGIO, para que los hospitales, (y cementerios), pudieran atender a las víctimas de la epidemia, y evitar las TERRIBLES DECISIONES que se tomaban en los punto de Triaje de los hospitales, y la acumulación de muertos insepultos en pistas de hielo.
Pero aquellas sensatas medidas en su momento se tomaron, (un poco con retraso), cambiaron después y cumplido su cometid0, se cambiaron sin darnos cuenta en algo sin sentido, la política de «Infección cero», algo que es absolutamente imposible de mantener.
Por suerte en este país, no se aplicaron de forma estricta y se limito, a la «distancia social» y a «portar mascarilla» y (no se por qué), lavarse con gel hidro alcohólico, pero en otros sitios se aplicaron consignas muy estrictas, en especial en China y en Australia.
Y las consecuencias de esa política, bien intencionada, pero imposible, se están viendo ahora, cuando prácticamente en todo el mundo hemos superado la epidemia, China que conservó, mediante una política solo aplicable en un tiranía, inmensas bolsas vírgenes de virus, cada nuevo caso infección del virus, es una mecha que se enciende en un barril de pólvora, que en muchos casos se llega a tiempo de apagar, pero que solo basta que uno se escape, para que explote haciendo pasar a esa población los mismos sufrimientos que pasamos todos, mas los derivados de una enloquecida política de aislamiento,
Perdona mi critica, pero tu articulo me ha interesado mucho, pero me ha faltado tu punto de cista sobre lo verdaderamente importante. ¿Por qué? Has hecho un análisis descriptivo muy interesante incluso con contraste de información, pero me falta tu opinión sobre lo importante. Por qué crees que el gobierno chino quiere imponer la política de covid cero
No suelo comentar en temas de Covid, precisamente para no alentar un debate de barra de bar y alimentar la confusión, pero lo que sucede en Shanghai no tiene nada que ver con el «Covid cero» que se menciona en el texto, si no con un nuevo brote u oleada, que lo llaman aquí, en una de las ciudades con mayor densidad de población de Asia.
El riesgo de que se extienda una nueva variante resistente en un núcleo de población de tan alta densidad, como es esa enorme urbe, y se propague a más ciudades de China al relajar las normas de profilaxis, que es lo que ha sucedido en Shanghai, es muy elevado.
La única forma de evitarlo es el confinamiento, no para «aplanar una curva» sino para evitar que esa incidencia se dispare al alza, con el riego de que se reproduzca fuera de Sanghai y China de nuevo.
Se está tratando de «encapsular» cualquier variante nueva. No es buena idea relajar la profilaxis si el brote de Sanghai cruza la frontera, incluso con vacunas. La naturaleza funciona así, no hace política por decreto.
Ya si eso, otro día, hablamos de algoritmos genéticos, Richard Dawkins, y dispolitopías.
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Bien, ahora que puedo leer lo que escribo y no tengo que pelearme con el móvil a oscuras tecleando con una mano, conviene aclarar algunas cuestiones.
Dejaros de conspiraciones baratas, que son muy aburridas.
La pregunta que hay que hacerse es:
¿Están los políticos dispuestos a tolerar una elevada tasa de mortalidad en grupos vulnerables en una nueva ola, para vender una «Normalidad aparente» a las puertas de una campaña electoral?
La respuesta es, indubitativamente, Sí.
Llamadlo política del Ford Pinto. (O utilitarismo sanitario)
Si los pronósticos electorales prometen mejores resultados eliminando restricciones e invisivilizando esa mortalidad, es económicamente y electoralmente más rentable, que adoptar medidas de contención de un nuevo brote en 2022/2023. (Verano/Otoño).
Lo hemos visto con Boris Johnson en Inglaterra, en uno de los brotes más exacerbados, que provocó un colapso sanitario en el Reino Unido mientras disminuía la incidencia en el resto de Europa.
No se trata de conspiraciones, se trata de que la política actualmente es un producto de Marketing y, como en el caso del Ford Pinto, es más rentable tolerar esa mortalidad que asumir el coste político de aumentar las restricciones.
Segunda pregunta.
¿Debería crearse una infraestructura sanitaria permanente y un plan de respuesta inmediata para realizar una contención proactiva de futuros brotes y proteger a los grupos vulnerables?
La respuesta es Sí. ¿Se va a realizar? No.
La prevención supone un coste económico y político que no se va a asumir en periodo previo a unas elecciones. No te puedes hacer una foto con un plan de prevención de brotes, con medidas graduales, o prometer restaurar las mascarillas en caso de una nueva ola.
Esto lo hemos visto con los hospitales de campaña temporales, que tienen una función utilitaria y se pueden desmontar como una Carpa de circo.
Es más fácil prometer futuras vacunas, y el coste sanitario es menor que un sistema de respuesta a brotes o programas de contención impopulares.
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Disclaimer.
“The play’s the thing, Wherein I’ll catch the conscience of the Technoking.”
+1000
Yo en todas partes leo que el brote es de la variante Omicron, que ya conocemos en el resto del mundo. ¿Algún enlace a información que apunte lo contrario? Si no, lo que pasaría es que se están encontrando con una variante muy contagiosa frente a una población poco protegida (por vacunas o infecciones previas)
Yo lo que he leído es que su problema es con la subvariante de Omicron BA.2 (nosotros en España y Europa en general pasamos la subvariante BA.1), que algunos investigadores quieren reconocer como otra «variant of concern» y asignarle su propia letra griega. Algunos la llaman «Stealth Omicron» o «variante silenciosa».
No, ahora se conoce otra nueva subvariante o cepa, además de la BA.1-2, la Omicron XE, . Tiene la particularidad, que elude las pruebas de PCR, por lo que puede no ser detectada mediante las mismas.
Puede viajar con bastante facilidad, incluso en personas vacunadas. Será la cepa endémica en España en unos meses.
El problema es que cualquiera de las subvariantes de contagio rápido de Omicron puede mutar a una cepa resistente a las vacunas actuales.
Eso podría desbaratar toda la campaña de Vacunación anterior. Están creándose vacunas especificas para la ola de Omicron XE que se prevé en Otoño, si continua su expansión.
El problema de Shanghái, es que es un reactor biológico enorme para estás subvariantes.
La transmisibilidad y agresividad de la cepa no depende solo del virus, sino del caldo de cultivo, por decirlo así.
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Puede que tengan un problema añadido. Las vacunas chinas no funcionarían, cosa que nunca van a reconocer, y tienen pocas soluciones para que la epidemia no colapse el sistema sanitario. Prefieren mano dura que reconocer sus ineficiencias internas
Y luego hay que siente u opina que una autocracia puede ser mejor y más práctica que una democracia ante crisis. Lo estamos comprobando en Rusia con la invasión y en China con la pandemia. El estado de derecho y la democracia, con todos sus defectos, es siempre mejor, en el corto y en el largo plazo.
Esto me trae a la memoria el caso de Novocherkask. Casos muy distintos, en principio, pero que podrían tener algún paralelismo. En 1962 la exigencia de mayor productividad en una fábrica de locomotoras, asociada a una subida de precios de artículos de alimentación, provocó unas protestas inauditas en la Unión Soviética que se saldaron con un montón de muertos entre represión directa de manifestaciones y ejecuciones tras… en fin, tras juicios, aparte de deportaciones a gulags y otras gracias del sistema. Pero a lo interesante: la ciudad fue cerrada. A piedra y lodo. Nadie pudo entrar ni salir de ella hasta que el régimen soviético tuvo la completa seguridad de que lo sucedido allí no trascendería de ninguna manera; y se logró: hasta treinta años después, en 1992, ya caído el sistema comunista, nunca se supo nada sobre este asunto ni trascendió la menor sospecha.
Aunque con otra etiología, lo de Shanghai tiene una partitura algo parecida a Novocherkask, con una diferencia sustancial: la ciudad rusa tenía 125.000 habitantes y la china tiene 25 millones, que se dice pronto. El régimen chino parece que quiere mantener bajo control a Shanghai en modo Novocherkask, pero aquélla es 200 veces mayor de lo que era ésta y los medios de comunicación al alcance de la gente de a pie infinitamente más potentes y extendidos. Ojo, no vaya a ser que la megaurbe china acabe logrando lo que ni en sueños pudo conseguir -ni siquiera lo pretendió- la rusa: acabar con el régimen.
Y, a lo mejor, hasta conseguimos saber qué pasó exacta y realmente en Wuhan.
Una de dos: O el gobierno Chino está reaccionando de forma desproporcionada o, una vez más, tienen información adicional (como puede ser que circule una nueva variante más mortífera) y lo estén escondiendo al resto del mundo (ya sabemos que no sería la primera vez).
También existe la posibilidad que la variante Ommicron sea más letal con la vacuna china que se ha suministrado a la población de su país. Mi amigo en Pekin me la definió, no se porqué, como poco más que «una inyección de agua, más que una vacuna».
China toma sus medidas para evitar la proliferación de la nueva variante y no pide opinión está claro, pero eso no la convierte en K.A.O.S.
Mientras el Nasdaq cae y cree que es la metrópoli al mando de CONTROL cuando en realidad es la colonia que está a merced de China, gracias a sus estrategías de fabricación y de especulación
https://uk.investing.com/news/stock-market-news/this-crypto-analyst-warns-stock-market-may-trigger-crypto-market-crash-2631533
Mientras ¿Habéis confiado en los análisis de los LISTOS y comprado Bitcoins? -9.259,50 Año hasta la fecha
Bueno… pues….
Adiós a Radar Covid en España: la fracasada app de Indra que costó 4,2 millones de euros y descubrió un 1% de todos los positivos
Marca Españistan, como casi todo. El país del ascazo y de la nausea a nivel político/social. Para qué decir más y gastar más energía en decirlo. Puaj!!!!
Lo que me parece de juzgado de guardia es pagar 4,2 millones por esa aplicación. Trabajo en desarrollo de software y me parece 5-10 veces mayor que el coste real del desarrollo.
Por otra parte casi todas esas acciones en Europa tuvieron poco éxito.
Posibles factores: poca facilidad de uso, insuficiente información a los ciudadanos, bulos sobre su propósito y a que cada administración se quiso hacer una propia (quizás para dar contratos a sus amigos tal y como se está viendo con las mascarillas)
Esto no tiene nada que ver con lo sanitario; es una guerra híbrida con occidente donde los chinos cierran un puerto por un positivo +, algo completamente absurdo. Despertad