Un artículo en The Markup, «There’s a multibillion-dollar market for your phone’s location data«, desvela interesantes detalles de las turbias estructuras que permiten que los datos de geolocalización que los usuarios generamos a partir de aplicaciones que utilizamos para todo tipo de propósitos razonables terminen siendo compartidos con todo tipo de actores inesperados y convirtiéndose en una flagrante violación de nuestra privacidad a todos los niveles.
Las evidencias de que en torno a la geolocalización ha surgido todo un entramado de compañías dedicadas a que los datos de los usuarios terminen en las manos más insospechadas había sido ya ampliamente estudiada y demostrada anteriormente, en artículos que ponían de manifiesto cómo aplicaciones de todo tipo, desde una simple app para saber el pronóstico del tiempo hasta muchas otras de otros tipos, incluyendo las que usas para hacer ejercicio, para movilidad urbana, para fotografías o para infinidad de cosas más, han construido un inmenso mercado persa en el que nuestros datos se intercambian sin que tengamos control alguno sobre ello. Los controles sobre las aplicaciones recientemente introducidos por Apple en el sistema operativo de sus dispositivos han mejorado algo la situación, pero esta sigue estando muy lejos de estar bajo control.
¿Qué sentido tiene que los datos que generas cuando sales, por ejemplo, a hacer ejercicio, cuyo destino debería ser única y exclusivamente que pudieses visualizar en un mapa tu recorrido y, eventualmente, compartirlo con otra persona o, en último término, si lo demanda un juez, terminen en su lugar en manos de todo un conglomerado de compañías que los venden y revenden para poder desde estimar tu valor como cliente, hasta decidir qué publicidad se te hace llegar, pasando por vete tú a saber qué otros fines? En algún momento, cuando aceptaste los términos y condiciones de servicio de esa app y viste que solicitaba permiso para utilizar tu geolocalización, pensaste simplemente que la cuestión tenía sentido, que el funcionamiento de la app se basaba en la geolocalización y, por tanto, era la manera de que pudiese saber por dónde ibas, a qué velocidad corrías o qué pendientes subías, y decidiste – si es que le dedicaste el más mínimo tiempo y consumo neuronal a ello – que lo autorizabas. Sin embargo, el salto conceptual desde «utiliza mi geolocalización para informarme sobre esto» hasta «utiliza mi geolocalización para lo que te dé la gana y véndesela al mejor postor» nunca, jamás, debió haber sucedido, y si así ha sido, apuesto lo que haga falta a que ha sido o bien sin el conocimiento del usuario, o mediante algún tipo de artimaña o truco legal para ocultárselo.
El consentimiento con respecto a los datos de geolocalización tiene que estar muchísimo mejor expresado, de manera infinitamente más clara. Que yo permita a la app que utilizo para obtener un servicio de transporte conocer mi localización es completamente lógico. Que esa app interprete que ese permiso sirve para que pueda tomar los datos que he generado y vendérselos a quien le dé la real gana, es de auténticos sinvergüenzas sin escrúpulos. Así de sencillo. Esa disfuncionalidad absolutamente abusiva entre lo que el usuario cree estar aceptando y lo que acepta realmente al instalar una app tiene necesariamente que desaparecer.
Que en torno a los datos de geolocalización surja semejante «industria», por llamarla de algún modo, implica solamente una cosa: que todo eso está ocurriendo no solo sin que el usuario sea consciente de ello, sino que además, si le pudiésemos ofrecer una representación clara y visual de hasta dónde han llegado sus datos de geolocalización y en manos de quién están, se escandalizaría completamente. Simplemente, no tiene sentido ninguno. Una cosa puede ser utilizar datos completamente agregados y sin posibilidad de identificación individual para generar desde mapas de calor, información sobre el movimiento de transeúntes, flujos de tráfico de vehículos o infinidad de utilidades más, y otra muy distinta utilizarla para construir perfiles detallados de cada usuario y ponerlos en manos de compañías muy distintas a las que los generaron para que puedan usarlos como les dé la gana.
Esta «industria», con muy escasas excepciones, entra toda ella dentro de una misma categoría: la de «basura que hay que cerrar», preferentemente con el paso adicional de llevar a sus fundadores a los tribunales. Si la única manera de hacer una app viable económicamente es engañando a sus usuarios y comercializando su privacidad con el pretexto de ofrecerles otros servicios, esa app no debería existir, así de sencillo. Hay tanto engaño y tanto abuso en este mercado, que toda la moralidad del mismo debería ser directamente puesta en cuestión, investigada y regulada adecuadamente por las autoridades. Y esperemos que así sea.
This article is also available in English on my Medium page, «Do you have any idea what happens when you give an app your geolocation?«
¿Por qué la tomas contra las App cuando los mayores comercializadores de datos de ese tipo lo tiene los proveedores de telefonía?
Una sobrina que da clases en un colegio, me indicaba lo generalizado que está que las «parejas» «teen», se vigilen las 24 horas del día y como casi siempre una de las partes se siente acosada, aunque en un momento diera permiso para autorizar el control.
Siempre ha sido posible contratar una agencia de detectives para que apuntara a donde ibas y qué hacías por el camino. Lo que ocurre, es que antes, por lo caro que resultaba, solo podía ser hecho por escasas parejas celosas y en todo caso, para la policía.
Hoy, con la bajada de costes, resulta que es factible hasta para un adolescente y por supuesto, pero a nivel estadístico, no personalizado, en la mayoría de los casos, de todo tipo de negocios, del supermercado de la esquina, al publicista de carteles callejeros, pero en el fondo, no cambia la esencia de que eso ha pasado siempre, y que estaba autorizado por las leyes.
A mi, lo que me preocupa es hay App específicas para poner al alcance de personas no maduras, de 12 a 17 años, herramientas para «controlar» y «acosar» a sus «parejas»
https://elpais.com/tecnologia/2017/11/02/actualidad/1509614812_984561.html
Como en todo lo digital, la digitalización no modifica el hecho, si no el coste, que pone lo que antes hacían contadas personas en muchísimas manos.
Creo que hay temas que hay tratar con menos sensacionalismo.
Se ha creado una muletilla consistente y machacona con el supuesto «robo de datos» y supuestas conspiraciones de grandes empresas, que no es más uno de esos argumentos victimistas que necesitan algunas personas para darle sentido a una una realidad, en constante cambio, que perciben como una amenaza.
En todas las aplicaciones se pide el consentimiento para usar la geolocalización y es posible desactivar ese permiso, además de ser datos estar sujetos a la misma normativa que cualquier otro dato de carácter personal.
A nadie le preocupa, por poner un ejemplo, que un banco tenga constancia de todos los pagos con una tarjeta, o que una superficie comercial o un supermercado tenga una lista completa de nuestras compras y hábitos de consumo.
O que un coche o una aplicación deportiva mantenga un histórico del GPS. No hablemos ya del Fitbit y las pulseras de actividad o el Apple Watch…
Hemos pasado de una cultura de marcianos y «Hombres de negro» a una constante percepción de ser «vigilados» por grandes corporaciones o por el gobierno para «Robarnos algo», lo que sea que nos roben
Ese caracter esotérico y supersticioso de cualquier avance tecnológico no debe ser alimentado por personas que conocen esas tecnologías, sino al contrario, divulgar sobre la realidad y uso común de las tecnologías.
¿Os acordáis de cuando la tarjeta de crédito de Apple discriminaba a mujeres y hombres?
Nada de nada. Pero quien difundió el Bulo, como pedrito y el lobo, tuvo sus 15 minutos de atención y protagonismo.
Nadie ha robado todavía ninguna alma con una Polaroid, como pensaban algunas tribus.
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Disclaimer,
Sí, la sociedad ‘moderna’ también tiene Brujas que cazar y juzgar.
Mi comentario, justo bajo el tuyo…:
c) Por que una aplicacion de «Podometro», me pide acceso a la camara, los mensajes y notificaciones???
Si… soy un conspiranoico… hay que ver… XDDDD
a) Vamos a meter 80 paginas de Terminos y Condiciones, para que desistan de leerlos
b) por si acaso algun espabilado lo hace, enrevesemos su lenguaje hasta crearle un derrame cerebral
c) Por que una aplicacion de «Podometro», me pide acceso a la camara, los mensajes y notificaciones???
Afortunadamente en Android, disponemos de App Ops y DisableService, dos aplicaciones para bloquear todo lo que no nos guste de una App
Y no considero que esa sea la solucion, sino evitar el uso y abuso que hacen desarrolladores y empresas
«Por que una aplicación de «Podometro», me pide acceso a la cámara, los mensajes y notificaciones?
¿Es gratis? – Entonces el producto eres tu.— Y LO SABES PRTFECTAMENTE
Gracias Gorki, has descubierto la sopa de ajo… :P
Estamos hablando de TRANSPARENCIA.
Puesto a almacenar datos sobre los ciudadanos y usuarios, ¡cuanto más, mejor!
El exceso de información mata a la información.
Prefiero que un montón de App capturen todos y cada uno de mis movimientos geográficos y hasta a qué hora he tomado mis últimos mil cafés fuera de casa a que unas pocas Apps seleccionen unas pocas informaciones muy transcendentes.
Con tantísimos datos de todo tipo, encontrarle un significado realmente útil y aprovechable es una ilusión, por mucho que se pretenda usar algún software de Inteligencia Artificial.
Esa es mi opinión, Si no me puedo defender,… «Si quieres taza, taza y media» y que la media taza, a ser posible, sea de datos «trufados»
Totalmente de acuerdo con Enrique.
Por mi parte sólo activo la geolocalización cuando realmente la necesito y me pienso bien los permisos que le doy a una aplicación. A veces me paso y luego tengo que darle algún permiso más porque falla.
Además intento usar sólo programas y aplicaciones «Open Source» o con licencias libres.
No se trata de que tenga importancia o no dónde vas sino que mis datos son míos y hago con ellos lo que quiero. ¿Alguien va por la calle diciendo en voz alta dónde va, a qué se dedica o qué compra?
Independientemente de que no nos cause ningún daño nadie lo hace porque forma parte de la vida privada de cada uno. Pues el mundo digital debería ser igual.
¿Alguien va por la calle diciendo en voz alta dónde va, a qué se dedica o qué compra?
Por supuesto… lo hacen la mayoria de los usuarios de Facebook y otras redes sociales, que exponen indiscriminadamente su intimidad sin importarles un ardite.
«Si le pudiésemos ofrecer una representación clara y visual de hasta dónde han llegado sus datos de geolocalización y en manos de quién están, se escandalizaría completamente»
Para mí esto es otro problema adicional, y es que en mi opinión, a la mayoría de los usuarios les daría exactamente igual.
Yo ya hace tiempo que salgo a correr «como hacía antaño», sin el móvil, sin ninguna app…