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La mayor transición tecnológica de la historia… y de la geopolítica

La transición desde un modelo energético basado en los combustibles fósiles hasta uno diseñado en torno a las energías renovables es, seguramente, el cambio tecnológico más relevante y con más consecuencias de la historia de la humanidad. Hace algún tiempo, Nature publicaba el que posiblemente sea uno de los artículo más claros e interesantes que he leído, «Model and manage the changing geopolitics of energy« , en el que se repasan las implicaciones geopolíticas de esa transición y los escenarios más probables que pueden derivarse de ella, determinados fundamentalmente por circunstancias como el nivel de cooperación internacional, las posibles disrupciones tecnológicas que puedan surgir o la irrupción de intereses nacionales que se nieguen a cooperar y pretendan retrasar la transición.

El escenario ideal, sin duda, se deriva de una fuerte cooperación internacional, de la aparición de un consenso global para la acción sobre el cambio climático que pueda conducir a una política internacional concertada. La decisión del irresponsable Donald Trump, perfecto representante de los llamados «nacionalismos sucios», de abandonar el Acuerdo de París constituía la amenaza más peligrosa para este escenario, amenaza que desaparece gracias a la victoria de Joe Biden y a su potente programa de lucha contra la amenaza climática. El muy necesario cambio de actitud de la mayor economía del mundo, sin duda la mejor noticia del 2020, se concretará en una agenda claramente definida y en la organización de la Cumbre Mundial del Clima de 2021.

Por otro lado, una pandemia que ha permitido comprobar los efectos de seguir manteniendo una guerra contra una naturaleza incapaz ya de recuperarse ella sola está redundando en un incremento de la presión social en torno a la crisis climática, que ejerce presión sobre los gobiernos que debe concretarse en medidas cada vez más claras. El Acuerdo de París establece la constitución de un fondo de unos cien mil millones anuales por parte de los países del G20 para contribuir a ese esfuerzo y compensar a los países basados en el petróleo para evitar que tiren los precios en un último intento por mantener sus economías a flote, mientras estos se esfuerzan en llevar a cabo la transición.

Al tiempo, los mercados financieros envían señales cada vez más potentes de desinversión en las compañías de producción de combustibles fósiles y de preferencias cada vez más acusadas por las empresas representativas de la economía limpia. En 2030, se espera que la lista Fortune 500 esté dominada por compañías de este tipo o con fuertes compromisos de descarbonización.

El resultado de un escenario así es, por un lado, la posibilidad de llegar a tiempo a los objetivos del Acuerdo de París, y por otro, una mayor seguridad derivada de una mayor cooperación global y una fricción geopolítica baja. Disipados ya los mitos con los que la industria del petróleo bombardeó a la opinión pública durante años, es momento de apalancar la transición energética para generar no solo importantes ahorros, sino también empleo.

¿Qué papel ha jugado la pandemia y un año tan nefasto como 2020 en las posibilidades de la humanidad de alcanzar un escenario de ese tipo? Por un lado, los llamados «nacionalismos sucios» como los Estados Unidos o Brasil se han visto perjudicados en su reputación por su clarísima incompetencia en la gestión de la crisis. Por otro, la posibilidad, aunque fuese tan solo por algunas semanas, de mirar hacia arriba y ver cielos limpios nos ha hecho darnos cuenta de podemos, mediante la acción coordinada, generar efectos tangibles en plazos no tan largos. Cada vez son más los que no quieren volver a la normalidad anterior, y prefieren en su lugar imaginar otros escenarios.

Estamos ante la mayor transición tecnológica de la historia. Es el momento de abandonar el escepticismo y las objeciones sin sentido, y de moverse en una sola dirección. A todos los niveles: como consumidores, como inversores, como votantes. Nunca ha habido un reto tan crucial y tan existencial, y un año como el 2020, con todo lo que tuvo de malo, puede haber sido muy adecuado para llevar a cabo esa reflexión.


This article was also published in English on Forbes, «We are entering the greatest technological transition in history… and that will reshape geopolitics«


Enrique Dans

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Enrique Dans

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