Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Círculos viciosos y aprendizaje» (pdf), y es un intento de reflexión sobre lo poco y mal que aprenden las organizaciones humanas, que incluso después de un período de ensayo y aprendizaje con resultados tan positivos como el que estamos teniendo durante la pandemia, están como locas por retornar a los formatos de trabajo tradicionales, con todo el mundo en la oficina, encadenados un número determinado de horas a su silla, y bajo la mirada del directivo controlador de turno.
Las estadísticas de tráfico de la mayor parte de las ciudades españolas indican que, cuando ni siquiera hemos salido aún de la emergencia sanitaria, son muchísimas las compañías que han exigido ya a sus trabajadores que vuelvan a sus puestos de trabajo en las oficinas, a pesar de que el trabajo durante el confinamiento ha demostrado claramente que son muchísimas las tareas que pueden llevarse a cabo desde casa de manera perfectamente idónea.
La adopción de cambios sociales suele llevar bastante tiempo, y estamos claramente ante un caso de isomorfismo: queremos volver a la situación anterior sin plantearnos si las nuevas posibilidades de acuerdos laborales puestos a prueba durante la pandemia pueden o no ofrecernos mejores resultados. En la práctica, trabajadores que podrían disfrutar de situaciones mucho más cómodas y ventajosas en acuerdos de trabajo desde casa totales o parciales renuncian a ellos porque creen que sus compañías no creen en ellos, no los van a ver con buenos ojos, o van a perjudicar sus posibilidades de mejora profesional. La consecuencia es que esos mismos trabajadores toman su situación de trabajo desde casa como algo meramente coyuntural sin posible solución de continuidad, no invierten en su acondicionamiento, y se resignan a que, cuando esto acabe, van a volver a levantarse temprano, meterse en un atasco y pasarse ocho horas en una oficina, aunque hayan podido comprobar fehacientemente que hacerlo así es completamente absurdo a efectos de practicidad, de comodidad, de productividad o de satisfacción.
Renunciar a explorar las posibilidades que ofrece el trabajo desde casa y el cambio de la función de las oficinas es fruto del isomorfismo y de la cutrez intelectual de muchos directivos incapaces de plantearse que puede haber situaciones mejores. No, las condiciones de trabajo que teníamos antes de la pandemia no eran las mejores: simplemente provenían de una situación absurda que perpetuaba el esquema de los talleres de la época de la revolución industrial.
Con excepciones puntuales, como las cadenas de ensamblaje, el uso de activos especializados o la atención al público, el desarrollo de la tecnología posibilita que existan muchísimos trabajos que pueden llevarse a cabo con independencia del lugar en el que está el trabajador, y la pandemia nos ha permitido comprobar que esa posibilidad no redundaba en un trabajo peor hecho o en unas condiciones insoportables. Lo que cambia, simplemente, son los términos de la relación laboral: paso de medirte en función de unas horas de presencia en un lugar concreto, a evaluarte en función de lo que tu trabajo genera, independientemente de desde dónde lo lleves a cabo. Obviamente, un cambio así no satisface a toda una generación de directivos obsesionados con el micromanagement y el presencialismo, que se convierten en los auténticos villanos del momento: obligando a los trabajadores a volver a sus puestos – incluso aunque ello conlleve un riesgo de contagio – o no creando las condiciones adecuadas para evolucionar hacia acuerdos de trabajo no presenciales, están provocando un problema que terminaremos pagando, con más insatisfacción, más desplazamientos innecesarios, más frustración y más emisiones.
Tras una experiencia como la de una pandemia, empeñarse caiga quien caiga en volver a hacer las cosas como las hacíamos el pasado febrero supone un fracaso individual como directivo, y un fracaso colectivo como compañía y hasta como sociedad. ¿Cuánto vamos a tardar en utilizar las experiencias como una fuente de aprendizaje?
This article was also published in English on Forbes, «Why must we go back to the office?«
En mi proyecto actual todos teletrabajamos desde el inicio de la pandemia.
Hace tiempo tuvimos una conversación en la que todos estábamos de acuerdo en que, al menos al principio y a pesar de lo que muchos retro-directivos piensen, lo que cuesta es no trabajar horas de más.
Incluso ahora a menudo no te importa dedicarle otro rato fuera de horas a alguna tarea para no dejarla a medias. Al fin y al cabo no tienes que pasar una hora en el coche para volver a casa.
Es curioso que un señor, que trabaja en una empresa, que en este preciso momento, ha decidido trasladar su sede social a un monton de pisos de un rascacielos que se está comstruyendo en la Castellana, no comprenda las ventajas que suponen en muchos casos, concentrar la gente en un lugar para trabajar en equipo.
Dicho esto y solo con la muestra parcial, que me proporcionan mis sobrinos, el procentaje de personas que no volverán mas que extraordinariamente a la oficna se ha disparado, aunque no se poner una cifra. .
No obstante. los albañiles, seguratas, camareros, tenderos, dentistas, carteros, guardias municipales, vigilantes de la ORA, asistentas, sacristanes, barrenderos, agricultores, actores, viajantes, camioneros, intermediarios inmobiliarios,…. tiene dificil relizar su trabajo en su vivienda aunque ese fuera el deseo de sus jefes.,
¿?? No trasladamos nada. Nos expandimos, que es muy diferente. En María de Molina seguimos teniendo todos los edificios que teníamos, y la inmensa mayoría – todo el postgrado – seguiremos allí, en el mismo régimen que estamos ahora: trabajamos desde casa cuando queremos, y vamos al campus cuando queremos. La torre son aulas para la universidad, y de hecho, si me hacen caso a mí, habrá allí muy poquitos despachos…
Ya sabíamos que iban a tener que volver tod@s cuando esto se medio solucionará.
Lo malo es el que ha probado cómo era trabajar desde casa y ahora tiene que volver a una hora de desplazamiento en la ida y otra para la vuelta. Las relaciones laborales no van a ser iguales.
Hola Enrique.
Por fortuna existen honrosas excepciones. Mi empresa ha sido históricamente muy conservadora. Pero por fortuna la pandemia ha hecho cambiar el planteamiento de forma radical. El teletrabajo ha venido para quedarse, a tiempo parcial eso sí. Pero además, desde que empezó el confinamiento el horario ha pasado a ser de jornada intensiva. No solo eso, sino que se está planteando mantenerlo de forma perpetua.
El resultado, un equipo más descansado, con mejor conciliación familiar, y más motivado. Y de postre, somos más competitivos en el mercado laboral a la hora de captar talento.
No sé lo que tardaremos, pero estoy convencido de que poco a poco la mayoría de empresas se darán cuenta de los muchos beneficios del cambio.
Creo que c va a ser asi, pero pondria un pequeño cambio
Cambiaria
estoy convencido de que poco a poco la mayoría de empresas se darán cuenta de los muchos beneficios del cambio.
por
estoy convencido de que poco a poco la mayoría de empresas donde se pueda hacer, se darán cuenta de los muchos beneficios del cambio.
quiza en el 50 % de las empresas no se pueda hacer, o solo una parte del personal lo puede hacer.
Estoy completamente de acuerdo Gorki. Daba por sentada esa distinción. Por desgracia no todos los trabajos permiten esa flexibilidad.
Eso de retomar costumbres arraigadas aunque ineficientes son residuos de modos de dirección obsoletos que van a ser sobrepasados y bien pronto por las nuevas formas de gestión en las que la adaptación continua al cambio acelerado propio de estos tiempos es obligatorio si no quieres que la competencia te pase por encima.
Y no solo entre los directivos si no entre cualquiera que pretenda trabajar de aquí en adelante, incluso yo diría que necesariamente tendrá que ser el modo de funcionar de cualquiera en cualquier ámbito, y digo necesariamente , por que ni siquiera se podrá elegir no hacerlo.
De momento si no sabes gestionar online tus operaciones bancarias los bancos ya han reducido a un mínimo el horario de caja, o para quien no sabe contratar directamente el hotel, traslados y avión, en nada tiene 3.000 agencias de viaje minoristas menos.
Se va a poner muy dificil vivir sin digitalizarse, en todos los ámbitos, y no solo hacerlo, si no reciclarse continua y permanentemente.
Malos tiempos para gente aferrada a sus costumbres fijas.
https://elpais.com/opinion/2020-12-15/la-persona-y-el-trabajador-como-un-todo-continuo.html
Desde nuestra casa, salesianos mérida hemos entendido que no hay que estar de manera presencial en algunos procesos como las reuniones o las entrevistas con las familias que la estamos haciendo en muchos casos de manera telemática, creo que el trabajador está contento con este cambio. Un saludo
Aparte del isomorfismo y la cutrez, que no me paro a comentar. hay un problema peor, que se llama poder. El control necesario para que el poder pueda actuar con eficacia (no con eficiencia), es imprescindible en cualquier empresa, que siga planteamientos organizativos medievales.
Tu mismo lo insinúas : los despachos de empresa no son más que una prolongación más moderna de las cadenas de montaje «modernas».
Algo que quedó muy obsoleto co el uso de la informática (recordemos aquello de «las redes locales») y ya totalmente decimonónico con la aparición de la internet.
Y como siempre pasa, el hecho claro de que no fuimos capaces de prever las consecuencias (en empleo) de la irrupción informática, lo estamos pagando ahora con tontas discusiones sobre si conviene o no el teletrabajo. Aparte, claro es, de no poder ofrecer la oportunidad de reemplazar eses trabajos deficientes.
Claro, cómo puede ser eficiente el teletrabajo, en una sociedad anclada en la organización medieval de casi todas sus estructuras sociales : educativa, industrial, de servicios… si hasta las vacas siguen padeciendo un uso muy cicatero, de todas las posibilidades que da un campo realmente acondicionado para el siglo XXI.
Sí, realmente somos peores que las vacas, que seguimos confundiendo el concepto de trabajo, como «algo que hace un ser humano para avanzar evolutivamente», con la pena de trabajo que te toca sufrir, por nacer en una sociedad como esta. Una sociedad que sigue confundiendo el esfuerzo de cazar con el placer de cazar (suponiendo que pueda dar algún tipo de placer, el acabar con la vida de un ser vivo).
En mi empresa ya había experiencia en teletrabajo, por lo que ya disponíamos de las herramientas para enviar a gran parte de la pantilla a trabajar desde casa.
Además, la dirección está cómoda con el teletrabajo porque al final, los resultados son buenos. Curiosamente, aunque la mayoría estamos encantados trabajando en casa, hay quien no se acostumbra a la situación y ha vuelto o quiere volver a trabajar de forma contínua a la oficina.
Está claro que nunca llueve a gusto de todos.
Enrique, lamentablemente esto suele depender principalmente de lo que diga el jefe inmediato o su superior jerárquico. Si la persona o personas que están a la cabeza se han conectado a la ola de cambios y han descubierto las ventajas del teletrabajo, entonces todo aquello que se haya modificado tendrá grandes posibilidades de perdurar. Si esto no ha sido así, entonces en cuanto termine la pandemia todo volverá a ser como antes.
En todo caso, también he visto casos en los que la empresa ha hecho muchos cambios debido a la pandemia y son los clientes los que más se han resistido a los mismos y quieren que todo vuelva a ser como antes.
A todos los que dicen que en su empresa «están contentos» o «los resultados son buenos», ¿quieren decir que ha mejorado el negocio (más ingresos, menos costes o los dos)? ¿Qué creen que pasará cuando los resultados no sean buenos?
Y que hay de la emergencia climatica? Como puede un gobierno que por decreto va prohibir los automoviles a combustion, dejar que empresas de consultoria informatica por ejemplo, que tienen en Madrid algunas mas de 1000 empleados, tenga que ir todos los dias a trabajar a la oficina. Esas 1000 personas cuanto C02 y otros gases contaminantes emiten con sus coches o con el uso del transporte publico?
No tendrán que tomar cartas en el asunto los gobiernos para tener en cuenta a las empresas ya no solo el coste climático de la fabricación de sus productos si no el coste climático que generan sus trabajadores.
¿Cuánta gente no usa el coche para trabajar cuando podría realizar ese trabajo desde casa?
Hoy estoy totalmente de acuerdo con Enrique en eso de la negativa a evolucionar.
Hay muchas posiciones que pueden ser realizadas de forma remota y no se hacen porque las personas que ocupan puestos de dirección son personas que entraron en las empresas muchas veces hace más de 30 años y son lo que hoy podríamos llamar analfabetos sociales con capacidad de mando pero nulo liderazgo. ¿Es ese el único problema?
De igual modo defender productos deformes ya sea por estética o por ser VE que copian una estética deportiva pero con unas prestaciones bastante pobres. Si me refiero al engendro de microbus o a Tesla. Si, una cosa es evolucionar y otra cambiar para empeorar.
Que dice este….
¿Si no hay alternativa? PUES SI LA HAY . Otra cosa es que no queramos enterar…
Hay innovaciones DE VERDAD que están cambiando el paradigma del pseudo VE actual. Por ejemplo el vehículo solar de APTERA
https://www.youtube.com/watch?v=HNjUdTJjiNk
https://www.aptera.us
Resulta que podemos tener un vehículo que es capaz de dar unas prestaciones de carga tales que para la mayoría de nosotros podríamos utilizarlo sin tener que cargarlo. Dicen que más de 1600Km de autonomía.
La evolución en este caso sería usarlo para ir a trabajar y aparcarlo en la calle para que se cargue su batería con el SOL !!!
Y no es una caja de zapatos: coeficiente aerodinámico 0.13. Aceleración de 0 a 100 km/h en 3,5 segundos. Velocidad máxima ronda los 170 km/h.
Esperemos su «evolución comercial» y su precio. Anuncian que va a variar desde los 25.900 dólares hasta mas de 46.000 dólares para el modelo de mayor alcance. Pero si no lo tienes que cargar en un uso normal diario es un chollo.
Y si los grandes fabricantes europeos «se inspiran», seguro que el precio podría bajar, al fin y al cabo los paneles y las batería, según nos cuenta Enrique, cada vez serán más asequibles. Y los americanos siempre suelen ser bastante careros, de ahí la cantidad de Toyota y otros japoneses que tiene desde hace décadas su mercado.
https://www.xataka.com/vehiculos/aptera-coche-electrico-que-no-tienes-que-cargar-gracias-a-sus-paneles-solares-maxima-eficiencia-se-puede-reservar
¿Qué tal se carga con los fluorescentes de los parkings?
No abras otra vez el melón del aparcamiento en la calle.
Flechita… esperaba más de ti, así os va
jajaja
¿Directivos? A mi dame Amancios Ortega, Mark Zuckerbergs y Ellon Musks que son ACCIONISTAS y tienen PODER para apostar a largo plazo.