El pasado marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud declaraba la infección por SARS-CoV-2, a la que se bautizó como COVID-19, como pandemia, escribí un artículo en el que comentaba la enorme importancia de desarrollar una prueba diagnóstica adecuada. Entonces, aún resultaba difícil entender la complejidad de la detección de un virus aún poco conocido y muy similar a otros coronavirus habituales en nuestro entorno.
Ahora, muchos meses después, las cosas ya se ven de otra manera: muchísimas personas hemos pasado ya un buen número de tests, entendemos perfectamente lo que implica la detección de componentes virales amplificados frente a la de anticuerpos generados por nuestro cuerpo como reacción a ese virus, y vamos ya con mucha más alegría a una prueba en sangre que conlleva un pinchazo frente a una, teóricamente menos invasiva, en la que el hisopo entra por tu nariz pero parece que se lleva un pedazo de tu cerebro. Tenemos ya tests basados en PCR, serológicos – con variantes como los tests rápidos (RDT), de enzimas (ELISA), de neutralización (PRNT) e inmunoensayos de quimioluminiscencia (CLIA) – y hasta de aliento, con perros o con láser, y empezamos a entender que, por mucho que afirme algún imbécil, los tests son la clave en el desarrollo de una pandemia que va a seguir mucho tiempo entre nosotros, y que cuando deje de ser pandemia, se convertirá seguramente en una enfermedad endémica.
Rápidamente, empezamos a entender que una PCR detectaba, mediante la amplificación, incluso pequeñas cantidades del material genético del virus y que, por tanto, podía seguir siendo positiva tiempo después de haber pasado la infección, además de poder confundirse con otros virus similares. Que los tests rápidos basados en antígenos detectaban la presencia de proteínas virales y que devolvían resultados positivos cuando una persona era más infecciosa, y que los tests basados en anticuerpos detectaban la respuesta inmune del paciente y no eran, por tanto efectivos en la detección durante las primeras fases de una infección. Distintos tests para diferentes usos, y todos ellos sometidos a la misma ley habitual de la tecnología: necesitaban escala para poderse producir de manera cada vez más barata, más sencilla, más eficiente y más precisa.
La primera clave de la pandemia de COVID-19 es aprender a vivir con ella. Muchos de los hábitos que nos hemos visto obligados a adoptar, como el teletrabajo, el uso de mascarillas, o todo lo relacionado con la reducción del riesgo de contagio, seguirán siendo fundamentales durante muchos años. Pero sin duda, una de las cuestiones esenciales para recuperar una parte de nuestra calidad de vida tendrá que ver, como ya comenté el pasado marzo, con el desarrollo de tests diagnósticos cada vez más sencillos, más rápidos, más precisos y más baratos.
Los primeros tests que empezamos a utilizar para detectar la infección no solo eran caros, sino que, además, eran poco fiables y se contaminaban con facilidad. La experiencia de tests masivos de países como Singapur o Corea del Sur fue llevando a otros países a tratar de seguir la misma estrategia y tratar de hacer tests a porcentajes cada vez mayores de su población, para pasar a entender que los tests, en realidad, solo diagnosticaban la situación de una persona en un momento determinado y que, por tanto, era necesario diseñar estrategias basadas en la administración periódica de los mismos. Un test, por ejemplo, del que recibimos los resultados dos o tres días después, sirve en realidad para muy poco, porque podemos habernos contagiado durante el tiempo que hemos tardado en recibir esos resultados.
Así, se ha desencadenado una auténtica carrera en la que participan desde organismos como la Bill and Melinda Gates Foundation, la española PharmaMar, Cepheid, Abbot, 3M, la Universidad de Oxford y muchos otros. La XPRIZE Foundation ha ofrecido una recompensa de cinco millones de dólares a quien sea capaz de ofrecer un test fiable que ofrezca resultados en minutos o como mucho, pocas horas, y que cueste menos de doce dólares, y en la competición se han inscrito 699 equipos de setenta países.
La idea, por tanto, es ser capaz de encontrar un método fiable y rápido tan sencillo que no requiera el uso de un laboratorio ni de personal médico especializado, que pueda hacerse fácilmente en casa o en otros sitios, y con un precio que permita su uso a escala masiva. Compañías como Amazon o numerosas universidades ya han incorporado este tipo de estrategias: yo recibo todos los días un mensaje que me recuerda que debo pasarme por una app para comunicar si he tenido algún tipo de síntoma ( y en caso afirmativo, con una página adicional para detallarlos), si he podido estar en contacto con alguien infectado, o si he estado expuesto a situaciones de riesgo, y que me permite solicitar una prueba que se realiza en el propio campus y que será de distintos tipos según las necesidades, incluyendo una que proporciona resultados en pocos minutos si es que estoy a punto de entrar en una clase.
En no mucho tiempo, la tecnología habrá llegado a un punto en el que, por muy poco dinero y de forma completamente rutinaria, podremos hacer tests fiables, por ejemplo, a nuestros amigos cuando los invitemos a cenar, a los asistentes a un evento, o a quien sea recomendable en cada momento, y empezaremos a sentir que nuestra vida se normaliza y que podemos, por ejemplo, darnos abrazos y besos cuando nos veamos en esas circunstancias. Sin embargo, esa sensación de normalidad será efímera: cuando salgamos por la puerta y de nuevo nos expongamos cada uno a diferentes contactos y situaciones de riesgo, volveremos a necesitar el enésimo test, que junto con la mascarilla, será parte de nuestra normalidad cotidiana durante mucho tiempo.
Cuanto antes lo entendamos y sepamos a qué estamos esperando y qué le pedimos a la tecnología, menos nos frustraremos durante el tiempo que pueda tardar en llegar. Por el momento, prudencia y paciencia…
This article was also published in English on Forbes, «Hang in there: easy-to-use, low-cost Covid tests are on the way«
Si el olfato de perros adiestrados puede detectar casi el 100 % de positivos, el asunto va a ir por aqui:
Se conecta un programa de IA a una maquina muy sensible de detección de olores, o sea moléculas flotantes.
Se prueba con enfermos ya diagnosticados de covid versus personas sanas, para que la IA detecte un patrón que le permita notar la diferencia de olor entre unos y otros.
Una vez conseguido el patrón se miniaturiza el sistema en un pequeño sensor y se coloca por miles (coordinados mediante IoT )en autobuses, metro, puertas de restaurantes, etc, y se envían los datos de los positivos a una central identificando mediante cámaras y otros medios (en China lo tendrán facil) a los que dan positivo para someterlos a una segunda y definitiva prueba.
Es decir , en un futuro la identificación de positivos será automática y general , y no habrá necesidad de confinamientos estrictos.
https://retina.elpais.com/retina/2019/07/19/innovacion/1563526751_336608.html
Supongamos que la actual ola es como la primera , De repente explotará expotencialmente, habra un monton de muertos en los palacios de hielo, tiraje en los hospitales y un desatre general y absoluto otra vez,…. pero en dos meses habráa pasado la ola del «tsunami».
Hay que darse mucha prisa en inventar y poner en el mercado algo, porque si no, se te quedará en el almacen, para ser utilizado en la seguiente gripe grave. que muy probablemente ocurra dentro de 100 años.
Gorki, por favor… esto no va de mercados ni de productos, hombre. Esto va de salvar vidas. Esas consideraciones están completamente fuera de lugar.
Os moleste o no, no hay tiempo. Lo que haya. hoy el Ibuprofeno y poco mas es de lo unico que podremos echar mano en el caso que llegue una segunda ola de crecimeinto exponencial.
Pensar que la salvacion va a venir de algo que hoy se este fraguando en un laboratorio, es no querer ver la realidad.
¿Soy el único que todavía no se ha hecho ningún test?
Yo tampoco, ¿De que me vale saber que no lo habia pasado hace 10 dias?
No me vale para saber si en este momento soy aintomático, o estoy en el inicio de sesentir la enfermedad pasado mañana.
Tendria que hacerme una prueba todos los días,
Por aquí están probando con el análisis del sonido de la tos : https://www.teknofilo.com/una-app-puede-detectar-si-estas-contagiado-de-covid-19-por-el-sonido-de-tu-tos/ , aunque no nos saca de pobres para los asintomáticos
A falta de una vacuna milagrosa, que ya veremos cuándo llega y si realmente llega, la solución para sobrellevar y convivir con la pandemia, en mi opinión, pasa por hacer tests de cribado masivos continuamente, llevar mascarillas ffp2 (mínimo), desinfectar de manera compulsiva y crear un sistema de vigilancia y rastreo que incluya un pasaporte sanitario Covid para poder controlar la movilidad de la gente.
Ahora mismo, tanto España como el resto de países, excepto China, van como pollos sin cabeza. La única solución efectiva planteada contra el virus ha sido y es: el confinamiento. Encerrarse a cal y canto, de nuevo, es la prueba inequívoca del desastre de gestión a la hora de afrontar la pandemia. El ejemplo a seguir es China, nos guste más o menos.
Para empezar, las mascarillas ffp2 deberían ser obligatorias en todo momento, bajo pena de charlita y multita. Adiós a las quirúrgicas y ni que decir tiene de las de tela caseras. Pecio máximo tasado por ley y ¡arreando!. Las quirúrgicas para épocas de gripe cuando la pandemia haya desaparecido.
Hacer test por hacer, aleatoriamente, como muchas veces se hace aquí, no tiene ningún sentido más allá de conseguir una «foto» de la situación en ese instante. Si no hay un seguimiento posterior es malgastar recursos. La clave es integrar toda esa información (que las autoridades sanitarias ya manejan) en un programa informático y hacerlo accesible a todo el público manteniendo cierto grado de privacidad y anonimato (mediante códigos QR). Casi nada, lo de la privacidad y anonimato, si tenemos en cuenta que hoy mismo la señora Merkel (Alemania) está pidiendo, por ley, colocar una puerta trasera en todas las aplicaciones para espiar descaradamente a sus ciudadanos. ¿Quién controla a los controladores?.
En China, el «Radar Covid» chino tiene a toda la población fichada, incluidos extranjeros que previamente han pasado una cuarentena al acceder al país, con los datos personales y sanitarios en su base de datos. La aplicación te habilita una especie de pasaporte sanitario para poder moverte por el país a través del móvil, en función a haber superado la prueba médica y por tanto demostrado no estar contagiado. Verde: pasas. Rojo: no pasas y directo a un hospital. Si no usas móvil, cuando te hacen el test, te dan un documento con su sello y firma que es igual de válido.
Una vez creada la aplicación y un sistema de rastreo activo que use esa base de datos, los test de diagnóstico baratos, rápidos y precisos de los que habla EDans, adquieren un potencial enorme para el control de la pandemia mediante cribados masivos de forma recurrente. Hasta que llegue una vacuna efectiva, la única salida es tratar de controlar los brotes iniciales de contagios para no llegar a la situación en la que estamos, donde no va a haber otra que confinar a la gente para reducir la curva ascendente de la pandemia y el caos hospitalario.
Imaginad un colegio que haga un test rápido, cada dos o tres días (según el nivel de contagios de la zona), a todos los alumnos después de comer. A última hora de la tarde ya tendrían los resultados y podrían comunicárselo a los que dieran positivo para realizar una segunda prueba más precisa o ir al centro médico a tratarse. El resto, al día siguiente, en la entrada del colegio enseñarían un código QR que les identificase, y mediante una consulta a la base de datos de la aplicación, entrarían al centro con todas las garantías de seguridad. Según vaya pasando la ola de la pandemia en donde esté ubicado el colegio, los cribados irían espaciándose en el tiempo hasta desaparecer, en caso de no ser más necesarios.
En vez de un colegio, que sea una fábrica, una residencia, un hospital, un teatro, un cine, un bar, el metro, una simple reunión familiar. Vas a un local habilitado por sanidad dentro de tu ciudad (que no sean los centros de atención primaria), una carpa en medio de la plaza del pueblo, te hacen un test por dos-cinco euros (gratis si reúnes ciertas condiciones) y en 15 minutos el resultado está en la base de datos de la aplicación (nada de GPS, Bluetooth, etc). ¿Quieres acceder a un bar?. Te escanean tu código QR. Verifican en su móvil o el tuyo que has dado negativo en una reciente prueba médica (Verde) y para dentro. Que no has hecho la prueba en «x» días (Rojo), media vuelta y para casa a hacerte un test. En el metro, lo mismo, mascarilla y pasaporte Covid en verde cuando te escaneen el código QR al entrar, si no, no entras. Se acaba de un plumazo la angustia de poder contagiar a los que te rodean, si crees ser un paciente asintomático, o viajar con gente que no sabes si está infectada. Se reactivaría la movilidad de la gente y por tanto la economía creando zonas seguras. La labor de los rastreadores, cruzando datos de la aplicación, sería más fácil y precisa (como lo es en China). Si además le aplicas IA al rastreo sería un puntazo.
Otra opción es esperar a que dentro de un par de meses aparezca una vacuna y acabe con el virus. En esa están nuestros gobernantes, esperando un conjuro mágico.
Al final va a ser que la idiosincrasia china tiene muchas ventajas en ciertos asuntos como este.
El gobierno toma medidas acertadas ( por venir del conocimiento científico), sin oposición política de otro partido (por no existir), y con la colaboración masiva de la gente (sea por imposición del gobierno o por el propio carácter chino mayoritario de sumisión y colaboración voluntaria).
Pero claro no nos dan envidia por que están » sometidos a una terrible dictadura».
Ahora le preguntamos a un chino si le parece bien o prefiere que cuide de su salud el paraíso libertario de USA.
Habria que preguntar a la multitud de chinos que han emigrado a occidente si les gusta el «Paraiso chino», aunque me supongo que los chinos con su tadicional «cultura milenaria! , declinarian tresponder.
«Según cifras del padrón contínuo. (datos provisionales a 1 de enero de 2016), publicada por el Instituto Nacional de Estadística, en España hay un total de 199.661 chinos.»
De ahí que he dicho «en ciertos asuntos».
Ya quisiera yo que lo hubiésemos hecho aquí igual de bien que en china en este asunto, y seguro que los chinos de españa también.
Pero si fuera hongkonés iría a muerte con los estudiantes.
¿Será que podemos aprender de lo bueno cuando sabemos que lo es?
La verdad es que no me extrañaría nada que a en alguna region de china se estuvieran muriendo como chinches y no nos hayamos enterado,
Los éxitos del gobierno chino se publicitan, los fracasos se ocultan.
Esto de los test como uso normal y frecuente no lo veo utilizados por amplios porcentajes de la población. Yo creo que ocurrirá lo mismo que con el SIDA. Yo hace tiempo que soy monógamo y tengo pareja estable, pero en mis tiempos de «mariposeo» usaba condón y si la relación fructificaba y se veía que iba a durar más, al final pasábamos a un método que permitiera «carne con carne», tras hablar del asunto con mi pareja y de mi pasado.
Me da que los jóvenes de hoy en día hacen cosas parecidas a lo que yo hacía en la cuestión sexual, por que que con en COVID, quizás vayamos a lo mismo.
Hay cosas que da miedo hasta proponerlas, por el mal uso histórico, que de han hecho de ellas. Me refiero a los «San Benitos», y a las «Estrellas de David» en la ropa.
Pero pudiera tener sentido y daría tranquilidad, que los que ya han pasado la gripe, tuvieran un distintivo que lo marcara, de forma que si el camarero que me sirve un cafe la llevará,. supiera que ni hay riesgo de que me contagie, ni la hay que lo contagie yo.
«La primera clave de la pandemia de COVID-19 es aprender a vivir con ella» (Edans).
Desde el primer ser vivo que apareció sobre el planeta (o por dentro), non hay mejor test de inteligencia (real), que la capacidad de adaptación al ecosistema. Y ello conlleva las enfermedades que van apareciendo en su seno.
El ser humano tiene ciertas capacidades que no tienen otros animales, como prever, no repetir errores… y siempre usando esa inteligencias racional y emocional, que no tienen, o tienen reducida a simple instinto los demás.
El CA y no el CI es lo que vale, y más para un siglo XXI. Las vacunas debiera ser armamento menor en la batalla contra las enfermedades que hay y seguirá habiendo, incluida la creciente imbecilidad del ser humano normativizado.
Capacidad innata de adaptación, y su correspondiente mejora por la experiencia diaria. Ese es el armamento más heavy. Lo demás, es seguir empeñándose en la versión mediocre del homo sapiens.
Las vacunas debiera ser armamento menor en la batalla contra las enfermedades que hay y seguirá habiendo,
Y lo dice un hombre que se cree intelectual e inteligente,…. XXXD
No se para que se hacen tantos test con apenas síntomas, ya este año he tenido la garganta media picadita y moquillo, hasta ahora no me he hecho ningun test. Si creo que hay covid pero también creo que hemos dejado mucho en el camino…
Alguien, sea español, chino o cubano, acabará por sacar al mercado una mascarilla con detector de virus Covid-19 incorporado, ¿Donde hay mayor concentración de virus que en la mascarilla de un infectado?.
En una semana, todo los infectados habrán sido apartados de la circulación y volveremos a nuestras preocupaciones habituales de como va la liga de fútbol o que político se ha corrompido esta vez.
El problema de fondo seguirá ahí, el exceso de población, la concentración, la destrucción del entorno, los malos hábitos… provocará la aparición de nuevas pandemias.
El ciclo se repite