La interacción entre la tecnología y los medios de pago se mueve de nuevo con el anuncio del lanzamiento de la X1 Card, una tarjeta de acero inoxidable – no termino de entender la obsesión por las tarjetas metálicas cuando, desde hace tiempo, lo que más intento es virtualizarlas y no llevarlas encima – ideada por ex-directivos de Twitter y por el fundador de PayPal Max Levchin, y que lleva unos días dando vueltas por las redes sociales, fundamentalmente debido a sus prestaciones y a su forma de lanzamiento.
Las prestaciones que X1 aporta tienen fundamentalmente que ver con el control por parte del usuario: se acabaron todas esas ocasiones en las que dar tu número de tarjeta de crédito para probar gratuitamente un servicio terminaba generándote un pago que no deseabas porque se te olvidaba cancelar la suscripción: ahora, podrás crear tarjetas virtuales para cada servicio que quieras probar, y poner en ellas la fecha de expiración que estimes oportuna, lógicamente, previa a la entrada del primer recibo (si quieres conservar la suscripción, ya podrás cambiarla a la tarjeta principal cuando recibas el aviso). El mecanismo aporta al usuario un punto más de control en la toma de la decisión al impedir a la compañía que emita una factura a una tarjeta que ha expirado, una forma de corregir un abuso muy habitual basado en explotar la falta de memoria o la dejadez.
Además, el límite de crédito no se calcula en función del historial crediticio, sino que se deriva de los ingresos del usuario, posibilitando un cálculo más adaptado a las necesidades puntuales. Recuerdo con horror mis primeros meses en los Estados Unidos hace ya bastantes años, utilizando tarjetas de crédito con límites absurdamente bajos debido a mi condición de recién llegado al país, y teniendo que montar un piso, adquirir un coche, etc. a pesar de tener un salario razonable. La tiranía de los credit bureaus, finalmente, podría tocar a su fin.
Otras funciones de control aportan, por ejemplo, la cancelación inmediata de suscripciones en un solo clic, la notificación de devoluciones de productos, la posibilidad de generar recibos a partir de transacciones individuales mediante la app, un esquema de puntos de fidelización muy razonable, y por supuesto, ningún tipo de comisiones, pagos anuales, recargos por retraso o recargos por uso de moneda extranjera.
El lanzamiento se anuncia para el invierno de 2020, pero la compañía ha puesto en marcha un sistema de lista de espera que permite avanzar puestos en función de cuestiones como proporcionar información sobre la universidad a la que has ido, la empresa en la que trabajas, o las invitaciones que generes a partir de un enlace, siguiendo el típico esquema social que busca la viralidad.
Desde la irrupción de Apple con su Apple Card en marzo del año pasado, que podría estar maniobrando para preparar su lanzamiento en más mercados, el panorama de los medios de pago se ha movido bastante de la mano de compañías tecnológicas: Google filtró información el pasado abril sobre el lanzamiento de una tarjeta de débito, y Samsung también movió ficha en mayo con Samsung Money. Con un panorama de este tipo y con medios como Apple Pay creciendo consistentemente en su uso, me pregunto cuántos de los medios de pago que utilicemos habitualmente provendrán de un banco o lo harán de una compañía tecnológica. Nada que no hubiéramos comentado ya en su momento…
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Mucho me temo, que todos terminaremos teniendo un banco online, por que los bancos tradicionales están cerrando de forma, a mi modo ver suicida, las sucursales,
Entiendo que las sucursales son muy caras y comprenderia perfectamente, que los bancos llegaran a acuerdos para que una misma sucursal, valiera para muchos bancos físicos a la vez, como forma de abaratar costes, igual que se han puesto de acuerdo para que un cajero automático, valga para muchas tarjetas de crédito diferentes.
Pero la sucursal del barrio es la diferencia competiva con el banco Online, si las cierran, perderán a los clientes, porque los bancos online, son mucho mas ágiles que los bancos tradicionales moviendose por la red.
Admito que el mantenimiento de mi cuenta cueste unos cuantos euros al mes, (no muchos), para que determinados servicios, pueda hacerlos frente a un cajero humano que me resuelva problemas puntuales, porque la mayoria de las transacciones las hago por Internet. Pero no tiene sentido pagar por el mantenimiento de la cuenta y que encima te cierren las sucursal de tu barrio.
Admito que Mercadona sea mas caro que Amazon Fresh, porque puedo elegir el producto fresco que quiera, y no los que4 ellos quieran mandarme. Pero si para ahorrar. Mercadona me dice que cierra las tiendas de barrio y vaya a Mercamadrid a su tienda, que ahí tengo la oportunidad de escoger los productos frescos que quiera, pueden estar seguros que me pierden como cliente.
La pregunta que tendriamos que hacernos es:
¿Cuantas visitas al banco fisico en los ultimos cinco años podrían haber sido online? o dicho al revés..
¿cuales de esas visitas tendrían que ser irremediablemente presenciales, por no poder digitalizarse el servicio?
En mi caso cero visitas.
Los bancos como las agencias de viaje, dejarán sucursales para analfabetos digitales, y supongo que les cargarán los costos correspondientes de personal e inmuebles.
El dinero ,en tanto puede virtualizarse para trabajar con el en casi todas las operaciones que puedan hacerse con el , va a caer irremediablemente dentro de la llamada «economia de coste marginal cero».
Es decir , en el caso de un banco virtual, una vez montada la infraestructura informática, y automatizados todos sus procesos con AI y otros métodos, cualquier operación que se haga tendrá cero costo, con lo que la comisión que cobre el banco va a a ser solo para amortizar la infraestructura montada, y para el coste de mantenimiento de dicha estructura, que será infinitamente menor que la de un banco convencional.
Idem en el caso de las tarjetas inteligentes.
Acabo de pagar un IBI con recargo que solo se puede hacer en ventanilla.
Dime una razón por la que no pudiera hacerse online.
Porque la Comunidad de Madrid exige que lo haga por la ventanilla de unos determinados bancos.
Y si a la Comunidad de Madrid le haces el reembolso online a una cuenta de su titularidad ,¿no le llega el abono igual?.
He ahi la razón por la que triunfan los que triunfan, hacen que algo funcione igual o mejor , sin que te tengas que molestar, te facilitan la vida.
Y si mi abuela tuviera cojones seria mi abuelo.
La Comunidad de Madrid exige que presentes un papel que te envian por correo en ventanilla, pagues, y que te pongan en el papel el sello de pagado y que se queden ellos con una copia.
Yo no he inventado el trámite lo han inventado ellos. Yo solo lo cumplo.,
Yo ya hace años que uso un banco online, que en realidad no es sino una marca comercial de un conocido banco tradicional español. En estos años no he necesitado visitar una sucursal ni una sola vez, para sacar algo de dinero en metálico de vez en cuando me basta con el cajero automático. Ni siquiera la visité para abrir la cuenta, la abrí online.
Me di de baja de mi banco de siempre porque me empezó a cobrar por tener la cuenta (más exactamente, por tener la tarjeta, pero viene a ser lo mismo porque no podía darla de baja). En los últimos años tan solo visité su sucursal 2 veces: para reclamar que me empezasen a cobrar por la cuenta (o tarjeta), que no me sirvió de nada, y para cerrar la cuenta una vez tuve pasado todo al banco online. Conclusión: una sucursal solo sirve para cerrar la cuenta.
En el momento en que los bares admitan pago con tarjeta, adiós también a los cajeros automáticos. En Suecia y Dinamarca ya está pasando, hay locales que ni te admiten el dinero en metálico.
La verdad, si tenemos en cuenta que un smartphone siempre podrá ser más «inteligente» que una tarjeta física, no sé si el lanzamiento de la X1 no es un paso atrás. Todo eso que se podrá hacer con la X1 también se puede hacer con una tarjeta virtual en un móvil.
Usualmente los créditos no son gratuitos, por lo que el deudor, al momento de devolverle el dinero al acreedor o antes, debe agregar un pago adicional o premio al cual se le denomina “interés” y se expresa o se da a conocer a través de la llamada tasa de interés».