Una propuesta de Omidyar Network, la organización de inversión filantrópica creada por el fundador de eBay, Pierre Omidyar, titulada «Our call to reimagine capitalism in America« (pdf).
El documento propone a los líderes del país un marco conceptual de cinco pilares para redefinir el capitalismo, que incluyen cimentar la economía en nuevas ideas, valores compartidos y derechos inalienables, y construir una economía explícitamente antirracista e inclusiva que tenga en cuenta el contexto creado en el siglo XXI, con un papel central de la tecnología, pero sujeto a pandemias globales, a una crisis medioambiental, a la globalización, la degradación de la confianza y la promoción del miedo. Ninguno de estos elementos tenían la influencia que tienen ahora cuando la versión actual del capitalismo fue acuñada en las décadas de los ’40 y los ’50, y alguna de sus revisiones posteriores, concretamente el neoliberalismo de la escuela de Chicago, contribuyó de hecho a acelerar muchos de sus problemas. No, los mercados no corrigen los problemas, y de hecho, no se corrigen ni a sí mismos. Los mercados no son una entidad sacrosanta inalterable: pueden ser redefinidos o limitados. Y por supuesto, regulados por las mismas sociedades que los crearon.
Que el marco económico actual no es capaz de dar respuesta a los problemas de este siglo es una evidencia palmaria. El fallido experimento del capitalismo neoliberal termina en Chile, el país que más a rajatabla aplicó sus doctrinas, y que más rápido ha encontrado su sinsentido y sus limitaciones.Que las propuestas de revisionismo no vengan de los tradicionalmente considerados como «enemigos del capitalismo», como el comunismo o el socialismo, sino de organizaciones como la mayor asociación de CEOs de grandes compañías norteamericanas, la Business Roundtable, de fondos de inversión como BlackRock o de la propia Omidyar Network, y que se publiquen en revistas como Harvard Business Review, Fortune, el World Economic Forum, el New York Times o Forbes resulta ya un poco más sorprendente, y confirma la impresión de todo el mundo menos de algunos trasnochados recalcitrantes: la interpretación neoliberal del capitalismo no responde al contexto actual, y redefinirlo es fundamental no solo si queremos que el capitalismo sobreviva, sino si queremos dar respuesta a los desafíos existenciales de nuestro siglo.
El problema, claro, es cómo pasar de los artículos teóricos a los hechos. ¿Puede el capitalismo, un sistema fundamentalmente orientado a su preservación, con métricas propias y con décadas de experiencia, ser redefinido? ¿Cómo pasar de la fase de reconocimiento del problema a la imperiosamente necesaria fase de las soluciones?
El primer obstáculo importante, de hecho, proviene del planteamiento de una dualidad: en el imaginario colectivo, el capitalismo es lo que se contrapone a doctrinas colectivistas como el comunismo o el socialismo. En la práctica, esa dualidad fue en gran medida condenada al olvido tras la caída del muro de Berlín, y tiende a ser utilizada ya mucho más como imaginario monstruo para asustar a los niños. Ninguna de las citadas organizaciones revisionistas del capitalismo tienen absolutamente ningún atisbo de mirar en esa dirección, y sí de pretender que el capitalismo, con las adecuadas correcciones, pueda funcionar como una fuerza equilibradora que corrija los problemas que él mismo ha creado. En el fondo, una parte muy importante de la sociedad reconoce al capitalismo el mérito de haber traído al género humano hasta su momento de máxima riqueza y civilización, mucho más allá de lo que alternativas como el comunismo o socialismo nunca llegaron. El problema es que ni fue capaz de ofrecer una solución a una desigualdad cada vez más sangrante y creciente, ni mucho menos plantear con un mínimo de sensibilidad el problema de la sostenibilidad. Si no fuera por el escasísimo control ejercido por algunos, Volkswagen seguiría tranquilamente haciendo lo que hacía, y seguiría siendo considerada una empresa modélica.
El segundo problema surge de las fortísimas estructuras de lobbying creadas por el propio capitalismo. Todo en nuestra sociedad, desde la actividad empresarial a la política, está entrelazado en vastas redes clientelares que se sirven unas a otras, y que se definen claramente en esa nociva idea de «los beneficios para los accionistas», en ese shareholder capitalism que resulta fundamental evolucionar a stakeholder capitalism. Redefinir el capitalismo implicaría no solo alterar ese balance, sino hacer desaparecer muchas de las razones de su propia existencia, particularmente en sectores de la actividad económica tan importantes como la energía, los combustibles fósiles, la construcción, la automoción, la ganadería o la agricultura. Para el ciudadano actual, tratar de imaginarse una sociedad no obligada a un crecimiento constante sino a uno fundamentalmente responsable y sostenible es una tarea compleja que requiere educación.
El tercer gran problema es tecnológico, y está representado por el desarrollo, a lo largo de las dos últimas décadas, de un capitalismo de vigilancia, que alcanza su máximo exponente cuando se vincula a la vigilancia del ciudadano por parte del estado como en el caso de China – ¿de verdad queda alguien dispuesto a calificar a China como país comunista?- pero que en Occidente también ha logrado introducirse en los mecanismos de lobbying y ha sabido maniobrar para consolidar su ventaja, aún con evidentes diferencias entre los escenarios que vive en la Unión Europea y los Estados Unidos.
El último, pero posiblemente más importante obstáculo no es otro que las fronteras. La división del mundo en entidades soberanas cuya supuesta misión es proporcionar mayor nivel de bienestar a sus ciudadanos en competencia directa por los recursos con el resto de países ha convertido nuestro planeta en un infierno en el que si algo falta, precisamente, son mecanismos supranacionales de control. En ese ámbito es en el que se expresan las mayores carencias de cara a una redefinición del capitalismo: países que reclaman su supuesto derecho histórico a producir más dióxido de carbono para desarrollarse, otros que se niegan a reconvertir su tejido energético o a modificar sus esquemas tributarios, paraísos fiscales que ofrecen refugio a capitales que deberían ser objeto de tributación en sus países de origen, políticas medioambientales más o menos proactivas o inactivas… una amplia variedad de estrategias completamente imposibles de consensuar, que llevan a muchos escépticos a afirmar, simplemente, que los problemas del planeta, incluso aquellos que nos abocan a nuestra propia destrucción como especie, carecen de solución.
¿Puede el capitalismo ser redefinido? Sin, duda, como creación humana que es, puede serlo, y de hecho, llevamos ya tiempo presenciando intentos de hacerlo «desde dentro», en forma de redefinición del capitalismo hecha por capitalistas. ¿Se va a dejar redefinir? En absoluto, o al menos, no sin una enconada resistencia. En el caso de la Omidyar Network, han tenido de hecho la precaución de encuadrar el problema como exclusivamente estadounidense, conscientes de que esa redefinición es prácticamente imposible o excesivamente idealista plantearla a nivel global, y esperando que si la empresa triunfa en la cuna del capitalismo moderno, pueda ser más tarde exportada al resto del mundo. Pero redefinir el capitalismo implica enfrentarlo consigo mismo, ya no con los trasnochados ultraliberales – algo de lo que se encargará la siguiente generación – sino con los obstáculos que el propio capitalismo ha sido capaz de construir. Mientras no tengamos claro dónde está el enemigo, mal vamos a poder negociar su capitulación.
This article was also published on Forbes, «Can capitalism really be reimagined?«
Pues que Dios reparta suerte porque lo que es el capitalismo no va a repartir nada.
Y por estos articulos los trolls y los fanaticos que solo leen el título te llaman rojo y luego afiliado al PP. Los despistas demasiado :P
Muchas, muchas gracias por nuestro artículo diario
Muy buena reflexión, solamente decir que no comparto eso de que las teorías que podemos llamar socialistas o comunistas consiguieran construir nada. Todos los sistemas sociales, basados en teorías socialistas, que llevaron a falansterios y demás, no dejaron de ser aplicaciones iluminadas de «gente socialista». Y las aplicaciones que se llaman comunistas, en el mundo capitalista o restos de falso comunismo, no dejan de ser sistema operativo tipo SM2 en una sociedad tecnológica donde operan los últimos SO de Microsost o Apple.
Llamar comunista al sistema soviético (y ya no digamos al sistema chino popular) de producción económica, que algunos llamamos capitalismo de estado, resulta un poco infantil (intelectualmente). Muy de británicos made in paraOxford, por que escuelas como la de Chicago son meras aportaciones esotéricas a la teoría económica mundial.
Que si, que se puede redefinir lo que se quiera, siempre que lo dejen hacer, pero igual que el sistema soviético era una adjuración del marxismo, también el sistema favorecido por un Trump es una adjuración de la esencia de sistema económico burgués, ese que salió a partir de la Revolución Francesa. Un capitalismo antifeudalista, por lo tanto progresista en sus objetivos de mejora humana. Luego vino la abuela y parió monstruos.
Pero alá cada un!
Si combinas los 4 problemas verás aparecer el quinto y definitivo: para ese control supranacional sería necesario redefinir primero la justicia, hacerla global, líquida, flexible, adaptada y adaptable a la tecnología y a la velocidad con la que se suceden los cambios. ¿Podríamos confiar la justicia a un algoritmo?. «Any useful statement about the future should at first seem ridiculous.» – Jim Dator, futurist.
La pregunta no está mal, porque todo es perfectible, pero se soslaya lo más importante:
¿Hay registros históricos de que haya habido un cambio de sistema económico cómo el que se propone?
No me refiero al comunismo chino pasando al capitalismo occidental. Al fin y al cabo fueron muchos de los chicago boys los que fueron a China, en la conferencia de Bashan a aconsejar a Deng Xiaoping sobre la transición a la «economía socialista de mercado»
Me refiero al capitalismo cambiando desde adentro, rehaciéndose. No diciéndoles a otros países lo que deben hacer.
Soy escéptico, porque el nivel de fanatismo religioso que sucita en algunas personas el solo mencionar en la misma frase las palabras «capitalismo» y «cambio» es para un estudio psicológico.
Es eso o vivo en una burbuja de desinformación… qué puede que también… Quizás mis propios sesgos me estén traicionando.
Quizás todos los artículos publicados y reuniones de los mega ricos de la Business Roundtable o BlackRock y la mar en coche, y todo eso, no deja de ser al fin y al cabo solamente maquillaje social corporativo a lo Vokswagen. Que solo cambió cuando la descubrieron, no porque desde adentro se generó el cambio.
En este caso, para quedar bien en la reunión de Davos del año que viene: «…palmadita en la espalda, y otro brandy por favor que afuera del hotel hace un frío de perros…»
Lo sé, estoy un poco cínico. Pero este capitalismo solo cambia cuando tiene la soga al cuello. Y la pandemia los fortaleció enormemente.
¿Porque van a cambiar si el sistema funciona? Es un hecho.
Efectivamente les funciona a los que están a los mandos.
Históricamente sólo se cambia cuando no queda más remedio.
https://www.evernote.com/l/AnbMctS0dZpGc4RY8ufTO6dhv-d4t6ag3qI/
es una entrevsta en» Publico » de Rohan Grey. Se trata de la TMM / teoría monetaria moderna.
Resulta sugerente por provocadora. No es la economía, es el dinero lo que hay que pensar.
» mas que con las matemáticas tiene que ver con el derecho, el lenguaje, »
Esto ha dado de si todo .Todo es lo que hay que revisar, concepto a concepto sin miedo. precisamente lo único que nos sobra,
Sera fácil acusarles de simplistas a los de la TMM; pero los nudos gordianos solo se cortan de un tajo.
Acabar con la economía como ciencia lúgubre. Luz, mas luz.
En efecto, el sistema monetario es el problema de fondo que se pasa por alto. Y la consecuente deuda impagable.
La TMM es una huida hacia delante, es destruir una de las cualidades más importantes del dinero (reserva de valor).
La solución viene por abrazar la deflación natural que trae el avance tecnológico con un sistema monetario global, no inflacionario y neutro: el Bitcoin.
Bajo el patrón Bitcoin la desigualdad disminuye con el tiempo (quien ahorra aumenta su poder adquisitivo). Esto acaba entre otras cosas con las inversiones improductivas y el consumismo desbocado que a su vez son causa del cambio climático. Matamos unos cuantos pájaros de un tiro.
http://menea.me/20epb
POR SI NO ESTABA EL ENLACE ANTERIOR
“ con un papel central de la tecnología, pero sujeto a pandemias globales, a una crisis medioambiental, a la globalización, la degradación de la confianza y la promoción del miedo”.
Pues estamos en las mismas.
Cuando no se base la economía en las personas, como lo primero, como en lo más absolutamente fundamental, nada haremos. Me parece que todos esos nuevos puntos son zanahorias con las que hacer caminar al burro.
No hace falta salir del país, para escuchar a gente con Joan Melé o Alex Rovira y darse cuenta un poco, por qué narices está fallando parte de la ecuación.
Desolador.
Pues claro que se puede reformar! Y se debe de reformar! Parece que la aplastante victoria del capitalismo sobre el socialismo-comunismo de principios de los 90 ha convencido a muchos que el capitalismo es perfecto, y no es así. Esa aplastante victoria simplemente nos indica que el capitalismo es mucho mejor que la colectivización ultra-centralizada soviética, nada más.
Es a través de la regulación de los mercados donde podremos reformar al capitalismo, empezando por desacreditar a los zelotes de la «libertad» que braman terroríficas tempestades a los que proponen simple regulación. De la misma manera que hoy no aceptamos que los niños y mujeres trabajen 12 horas al día, 6 días por semana en las minas, o cualquier otro lugar como así era el capitalismo del siglo XIX, hoy debemos de regular con firmeza sobre las industrias que contaminan (automóvil-transporte) o con procesos irracionales como el textil de producir productos de escasísimo valor añadido a miles de km del punto de consumo.
Seguro que no tardan los zelotes de la libertad de este blog en contarnos un cuento de la libertad que según ellos «tanto a costado» tenerla….
Yo sería muy ambicioso con el transporte. Me resulta inconcebible e irracional el coche aparcado un 95% del tiempo, los coches de alta cilindrada y potencia cuando la limitación es 120km/h (ah, tengo nostalgia de la medida de limitar a 110 Km/h del nefasto ZP). O que uber sea medio clandestino en un océano dominado por la mafia del taxi.
Empezando por eso, y muchas más cosas por hacer….
Todo lo insostenible se reforma solo, precisamente por ser insostenible.
El único dilema es en qué dirección se reforma.
Pero si tomamos como ejemplo la reacción de los votantes de USA a la crisis del 2008, es para echarse a temblar.
O sea, que el capitalismo salvaje hunde el país, y van los más perjudicados y votan a su máximo exponente.
A ver qué teorías económicas se pueden aplicar en ese océano de estupidez.
No sé porque lo de redefinir en política me suena a un sinónimo que ha tenido poco o mucho éxito en España que es el verbo reformar. Allá por 1976 se forjó lo que se llamó la «Ley de la Reforma Política» aprobada por las cortes de la dictadura, y que nuestro emérito no se cansó en proclamar la frase de Fernández-Miranda aquello «de la ley a la ley a través de la ley»
Cuando hay un sistema político con su corpus judicial a cuestas, parece fácil redefinir. Cuando lo que hay es una no ideología política sino mercantilista, es más dificil. Porque el capitalismo no tiene entidad jurídica es como un faquir que descansa en su tabla de pinchos, es decir se apoya en distintos pilares de innumerables países. Que en un país se ponen tiquis miquis con ciertas restricciones por ejemplo en productos cancerígenos, contaminantes o peligrosos me voy a otro para producir. Que en unos países bloquean el uso de mano infantil, me voy a otro con legislación más laxa. Que me exigen impuestos me voy a un paraíso fiscal permitido «por las democracias». Eso es el capitalismo el todo vale para llenar la hucha del que no va a sufrir emanaciones tóxicas, que no va a poner a sus niños de nueve años a trabajar, etc etc
Así que parafreseando la cita anterior: «de la trampa a la trampa a través de la ley». No sé que tiene ver el TRAVESTISMO capitalista para parecer PAQUITA LA TACONES con la innovación empresarial, el reformismo es un eufemismo, de virgencita, virgencita que me quede como estoy que lo lleva ejerciendo desde que existe y se permite. En la España anterior de los RRCC la usura estaba muy mal vista y los cristianos no podían practicarla, pero había judios que si lo hacían, y eran los que prestaban dinero a los reyes. Siempre ha habido doble rasero.
Bueno, yo desde hace un tiempo sigo las enseñanzas de Ignacio Bernabé que me parecen muy interesantes y, lo más importante, viables, sobre cómo reinventar el capitalismo.
https://thegrowthmanagementscience.com/
Te admiro mucho cuando escribís de lo que entendes, pero con el mayor de los respetos, esta nota tiene muchas distorsiones cognitivas, muchos sesgos, casi, como mis comentarios.
Mientras haya un capitalismo, habrá patronal, sindicatos, obreros, capataces, capitalistas…Todo es un bucle que mezclan diversas ideas y políticas.
A medida que pasa el tiempo se redefinirá porque lo que interesa es en el mundo es un ying y un yang. Lo que no cambiará es la necesidad de una moneda, y con ello las ansias de ganar dinero.
Por cierto, gran artículo, felicidades.
cuando cayo el muro de Berlin hacia que lados se fue la gente. hacia el aldo comuniusta o hacia el lado capitalista