Las startups y compañías consolidadas dedicadas a la medicina digital están viviendo un momento de especial interés entre los inversores, convencidos de que la pandemia puede ser el desencadenante de un verdadero cambio dimensional en la forma en que entendemos y gestionamos nuestra salud.
Este cambio en torno a la gestión de la salud se articula en tres ejes diferenciados: la telemedicina, la atención extrahospitalaria y la monitorización continua. Entre todos ellos, nos acercan a un escenario de medicina genuinamente preventiva, en el que el tratamiento de muchas enfermedades se adelanta al momento en que estas se manifiestan de manera significativa en forma de síntomas que afectan a la vida del paciente, dando lugar así tanto a un menor sufrimiento como, en muchos casos, a un impacto menor en los costes asociados con su tratamiento.
En China, una gran cantidad de inversión se está dirigiendo a cuestiones que van desde la monitorización remota de diversos parámetros de salud, hasta la telemedicina, en un momento en que muchos usuarios trataban de evitar acudir a los hospitales. El gigante asiático, que supuestamente ha declarado ya la victoria en la lucha contra la pandemia, está experimentando un cambio de hábitos entre la población, que ahora manifiesta una preferencia cada vez mayor por las consultas remotas, atendidas por una amplia variedad de oferta.
Otro capítulo muy importante, que algunos cifran en torno al billón de dólares, es el referido al desplazamiento de los cuidados hospitalarios a la casa del paciente: la variedad de afecciones que generalmente requieren de hospitalización pero que pueden ser atendidas en casa con una monitorización relativamente sencilla es muy elevada, y la posibilidad es vista con muy buenos ojos tanto por unos hospitales con tendencia a la saturación durante la pandemia, como por unos pacientes que tienden a opinar que como en casa, no se está en ningún sitio.
Los wearables son otro de los elementos importantes en esta agenda: en la imagen, mi setup actual, compuesto por el Apple Watch, la báscula FitTrack, el anillo Oura y el sensor cardíaco Kardia, todos ellos enlazados con el iPhone que recoge todas sus lecturas en Apple Health, pero obviamente, la cantidad de opciones y combinaciones es enorme, depende de muchos factores, y a partir de un nivel de calidad determinado, está únicamente condicionada por la compatibilidad entre dispositivos y el error estándar que genere cada uno de ellos. A partir de ahí, y con la incorporación de otros dispositivos para, por ejemplo, el control de la presión arterial, analíticas de orina, de glucemia, etc., otras analíticas más específicas o incluso de la información genética obtenida a través de pruebas sencillas se podrá obtener una imagen muy completa no solo de los antecedentes o el historial médico del paciente, sino también del panorama dinámico de la evolución de su salud.
Ese panorama dinámico tenderá cada vez más a ser analizado de forma algorítmica, a asistir a los médicos y, además de a poder alimentar estudios clínicos con tamaños muestrales enormemente significativos, a archivarse de manera ordenada y siempre disponible. Las lecturas de los distintos sensores generarán sistemas redundantes que den lugar a posibles alarmas individuales que serán examinadas por los médicos cuando su evolución recomiende otro tipo de pruebas o acciones. El resultado es claro: si a finales del 2019 en China hubieran tenido ese tipo de sistemas, la aparición de una serie de casos con cuadros relativamente uniformes de tos, fiebre y descenso de la saturación de oxígeno habría disparado las alarmas mucho antes, y habría podido seguramente evitar que la enfermedad escalase hasta convertirse en pandemia.
La combinación de sensores mejores y más baratos, machine learning y telemedicina mediante servicios de comunicaciones avanzados llevarán al cuidado de la salud a una etapa completamente diferente, en la que pronto, muchas de las circunstancias que estábamos acostumbrados a experimentar o a presenciar en etapas anteriores y que venían generalmente en forma de sorpresas muy desagradables nos parecerán algo completamente de otra época.
This article was also published on Forbes, «How coronavirus is helping drive the digitalization of healthcare»
Donde veo la utilidad de la telemedicina es en la consulta en aldeas remotas.
Las personas que viven en esas aldeas, son generalmente muy ancianos y por ello, muy necesitados de muchos servicios médicos, hoy para acudir a los ambulatorios, se ven forzados a desplazarse a otros pueblos algo mas grandes, con las molestias y costos que supone a personas que normalmente ya no tiene carnet de conducir.
Pero además. en los ambulatorios donde acceden solo hay un médico de medicina general que no tiene mas herramientas. que su ojo clínico y el fonendoscopio como única herramienta a su alcance.
Si en esos ambulatorios se pudiera instalar algún tipo de servicio que permitiera una telemedicina, que permitiera desviar digitalmente el enfermo hacia el especialista. situado en la cabeza de la comarca, al menos para un en un buen numero de casos habituales, se ahorraría muchos desplazamientos. gastos y molestias tanto a los pacientes de esos pueblos como a la Seguridad Social.
Entiendo que con la sensorización continua de los parámetros fisicos mas importantes nos encaminamos a una Sanidad preventiva, y a las nuevas generaciones muy acostumbradas a teletrabajo, teleenseñanza, etc, lo de la telemedicina no les va a pillar de susto.
Supongo que todo eso redundará en el abaratamiento sanitario, que no vendrá mal para hacerse cargo de la montaña de deuda que nos va a quedar.
Ya solo queda subvencionar la comida, y actividades saludables, abaratar la lechuga, encarecer la grasa, y cursos gratis de tai chi.