Llevo utilizando este modelo de los cinco niveles de autonomía del trabajo distribuido desde que lo vi hace casi dos meses en la página de Matt Mullenweg, fundador de Automattic, la compañía creadora del software que está detrás de un tercio de la web (y con la que hago esta página todos los días desde el año 2007), WordPress. Mis razones son completamente obvias: además de seguir a Matt desde el año 2006 y de considerarlo un absoluto crack, tiendo a dar mucho crédito a un modelo de trabajo distribuido creado precisamente por alguien que practica radicalmente en su compañía ese trabajo distribuido, y que, de hecho, le atribuye en gran medida su capacidad de atracción de talento y la competitividad que es capaz de generar. La compañía tuvo una preciosa sede física en San Francisco hasta junio de 2017, año en que decidió cerrarla por falta de uso. Para aquellos a quienes de verdad les interese profundizar en la cultura del trabajo distribuido, el libro «El año sin pantalones«, de Scott Berkun, escrito precisamente sobre el caso de Automattic, es francamente recomendable.
Pongamos las cosas claras: la gran mayoría de las personas que comenzaron a trabajar desde su casa en esta primera mitad del año 2020 lo hicieron por un solo motivo: los confinamientos decretados en muchos países para evitar el avance de la pandemia de COVID-19. Esa circunstancia se define claramente como un imperativo, como una situación de emergencia de obligado cumplimiento, algo que, por su misma naturaleza, no suele posibilitar una toma de decisiones demasiado sofisticada. De la noche a la mañana, todos los que podíamos – es decir, los que no estábamos en el nivel cero del modelo de Matt) nos encontramos trabajando desde casa, en circunstancias no necesariamente optimizadas para ello, simplemente haciendo lo que buenamente nos era posible. Ni seleccionar adecuadamente el lugar de la casa donde hacerlo, ni adaptarlo mínimamente dado que considerábamos estar en una situación de provisionalidad, ni adquirir equipo adicional, ni nada de nada: simplemente, «hagamos lo que podamos».
Hasta ese momento, casi todos, salvo algunos privilegiados como es mi caso, habían vivido en el nivel 1 del modelo: su compañía no hacía ni el más mínimo esfuerzo por promover el trabajo distribuido. En la mayoría de los casos, de hecho, lo impedía, o lo convertía en un escenario poco agradable, en el que como mínimo se miraba mal a aquel que osaba intentarlo.
Y de repente, por decisión de las autoridades, pasamos todos a nivel 2: sin más, hay que confinarse en casa, sin posibilidad de elección, y tratar de mantener la actividad productiva de la compañía dentro de nuestras posibilidades. En esas circunstancias, el procedimiento de adopción es bien conocido, y comienza con la repetición de los procedimientos y los patrones conocidos, simplemente adaptándolos a la nueva circunstancia. Así, la mayoría pasaron a mantener videoconferencias constantes, con un ritmo frenético que pretendía sustituir todas y cada una de las interacciones que hasta ese momento habían sido presenciales, hasta acabar completamente quemados. En ese nivel 2, todo nuestro trabajo se desarrolla en modo síncrono, y por tanto, nuestro día a día está lleno de interrupciones, que aceptamos porque, por un lado, no conocemos otra cosa mejor, y por otro, no tenemos otra cosa que hacer ni otro sitio a donde ir. Recuerda: estábamos encerrados en casa.
Es el fin de las culturas presencialistas o de micromanagement. Algunas compañías podrán tener la tentación de vigilar a sus empleados con software especializado, pero rápidamente se darán cuenta de que es profundamente retrógrado y no tiene ningún sentido. La única alternativa es un cambio de cultura, con un foco intenso en la confianza y en el empoderamiento que permite al empleado tomar sus propias decisiones: salvo las horas en las que se pone una reunión, el resto del tiempo debe estar auto-administrado. Si prefiero trabajar por la mañana, por la tarde o por la noche, es mi problema, siempre y cuando cumpla mis objetivos. Si esperas que te conteste inmediatamente un mensaje a las diez de la noche y te enfadas si no lo hago, es que eres un imbécil – aunque eso no quita que en ocasiones y si lo creo oportuno, pueda hacerlo. Una cultura centrada en las personas, con todo lo que ello conlleva.
A partir de aquí, comenzamos terreno mayoritariamente inexplorado: el nivel 3, definido como «convertirse en remote-first, o distribuido», es el que empezamos a ver en empresas tecnológicas como Google, Facebook, Amazon, Twitter o Square, entre muchas otras: «no te preocupes, seguiremos en remoto hasta nuevo aviso, o si quieres, hasta podrás seguir trabajando en remoto cuando se pase todo esto, y venir a la oficina solo si lo consideras necesario».
¿De qué hablamos? Ni más ni menos que de esa tan traída y llevada «nueva normalidad». En palabras de Matt,
«Cualquier empresa susceptible de posibilitar que sus trabajadores sean completamente efectivos de manera distribuida, puede y debe hacerlo, incluso después de que haya pasado esta crisis. Es un imperativo moral. Pero eso no significa que vaya a ser fácil, o que las caóticas y estresantes primeras experiencias que algunos están teniendo inspiren a seguir intentándolo.»
Hablamos de empezar, de manera consciente, a evolucionar nuestras metodologías de trabajo para adaptarlas a la nueva situación. Entre otras cosas, de evitar los errores que se cometieron en la primera década del siglo, que terminaron con muchas vueltas atrás de ese tipo de políticas. No, el trabajo distribuido no es nada nuevo, tiene ya una larga experiencia de la que aprender. Hazlo obligatorio o exclusivo, y lograrás la pérdida del sentimiento de pertenencia, el abandono de la cultura corporativa y la desvinculación. No es «quitar las oficinas», sino remodelarlas para convertirlas en lugares de interacción, en sitios donde se puedan acomodar algunas actividades, o reunirse con cierta periodicidad. No me gustaría estar en el negocio inmobiliario en el centro de las ciudades en estos tiempos: va a sobrar mucho, mucho espacio de oficinas y de parkings.
¿A dónde vamos? Hacia los niveles 4 y 5, caracterizados por la optimización de las metodologías de trabajo. Eso, sobre todo, significa modificar el balance síncrono – asíncrono: menos videoconferencias inacabables, y más vídeos cortos grabados para ser visualizados posteriormente, mucho más Slack y herramientas similares de comunicación, y una reducción del tiempo que tenemos que permanecer delante de la pantalla escuchando a otras personas. Un documento compartido en el que las personas trabajan de manera síncrona – coordinándose en la ventana de chat – o asíncrona puede ser infinitamente más efectiva que una maratoniana videoconferencia. Una hoja de cálculo, un documento de texto o una presentación que precisen del input de varias personas son circunstancias para las que Google Docs, Office 365 o muchos de sus competidores pueden suponer una solución ideal.
Cuando las cosas derivan más hacia lo asíncrono, nos encontramos con que las posibilidades son ilimitadas. No es ya que ahorremos en el consabido tiempo de traslado de casa al trabajo, sino que, además, podemos organizarnos para tener un lugar de trabajo optimizado en casa – con la correcta y razonable asignación de gastos con nuestra compañía, con lógica, pero sin abusos – y podemos permitirnos ser mucho más creativos. De hecho, comprobaremos que las posibilidades de una compañía distribuida incluyen no solo ser capaces de atraer mejor talento al eliminar las restricciones geográficas, sino además, ser consistentemente más eficientes que ninguna organización con cultura presencial.
Las compañías que entiendan cómo funciona esto, que sean capaces de aprender de lo vivido durante el mayor experimento de trabajo distribuido que ha vivido la humanidad, podrán evolucionar para convertirse en estructuras mucho más eficientes y, sobre todo, con más sentido para todos los que las integran. Las que no… ya saben: el futuro no es ni del más grande ni del más rápido, sino del que es capaz de adaptarse mejor a un nuevo entorno.
This article was also published in English on Forbes, «What if working from home could be different to how it’s been until now?«
Teletrabajo no es situar tu Ordenador con la aplicación Office abierta y en sincronía series de Netflix. (Sincronia espacial y temporal no aplican) Deben ser facetas asíncronas. La clave es aplicar adecuadamente la sincronicidad temporal para transformar la experiencia laboral sin pérdida de información y retrasos por asincronía temporal. La respuesta nos la daba ya hace un siglo Jung, su «principio de sincronicidad», basándose en el libro de las mutaciones.
https://www.youtube.com/watch?v=2doq_0MBOzg
«ching» Ves las señales que comienzan a aparecer. Todo empieza a ser sincrónico. y el teletrabajo debe ser y es también síncrono !!
¿Tiene sentido el teletrabajo y su asincronicidad en tu compañía en un equipo? Evidentemente NO. En un team no debes seguir poniendo ladrillos en el muro de tu tarea diaria a tu bola. En principio la espacial, si, pero no la temporal. Ojo con ese concepto que es erróneo si se considera como temporal. El teletrabajo de un equipo debe basarse que el equipo en una intersección de horario mínimo para poder gestionar las cuestiones comunes al team.
La próxima que te encuentres con una causalidad acuérdate de Jung.
Errata: Office 360 -> Office 365 (¿Microsoft 365?)
Gracias, Carlos! ¡Corregido!
Lo que se van a ahorrar algunos en las oficinas se lo van a dejar en una consultoría de teletrabajo.
Ahí hay negocio, solo con este post tenemos para facturar un par de millones, por si alguien se anima.
Un tema apasionante por la mejora de la calidad de vida que ofrecería a muchos, incluso a los que no pueden teletrabajar (menos tráfico, menos hora punta, menos cola en los restaurantes a la hora de la comida o en la cafetería de la oficina, más silencio en las mismas al haber menos gente, etc…).
Para mí lo primero es distinguir que no es lo mismo «trabajar desde casa» (que literalmente es trabajar en casa) que «teletrabajar» (que es trabajar desde cualquier ubicación física, incluido el transporte público de camino o de vuelta a la oficina, desde un Starbucks, pasando obviamente por un centro de coworking). Para trabajar desde casa basta un ordenador de sobremesa, pero para los otros escenarios hace falta un portátil (a ser posible ligero) y con conectividad (no creo que ni siguiera valga una tablet tipo iPad Pro, al menos en mi caso).
Lo segundo es la voluntariedad y la flexibilidad. Hay gente encantada de volver a la oficina porque en su casa no se dan las circunstancias (niños, espacio, etc.) y otros preferirán no volver a pisar la oficina salvo un día al mes de visita…creo que en esto está la clave: permitir a cada uno la forma que más le apetezca, que puede cambiar de un día para otro sin previo aviso…
Yo he pasado en un solo año de «teletrabajar» en cualquier parte, a estar en una oficina de 8 a 5 (literal), a trabajar en casa todos los días por el confinamiento. Y tengo muy claro que lo que quiero es combinar las tres modalidades según me apetezca cuando me levanto de la cama por la mañana.
Un «ecosistema» empresarial tiene similitudes con uno escolar, por la estrecha relación entre los elementos directores y los «seguidores». Conseguir eficacia, y sobre todo eficiencia, por parte de un grupo de escolares o de trabajadores, no es tan diferente, en relación al esfuerzo «director» del equipo que dirige el proceso. Docente con directivos del centro y staff de la empresa con mandos intermedios…
En fin que el material humano ( y su «soft») resulta más esencial que el material «hard». Conseguir la evaluación por objectivos resulta un esfuerzo ímprobo, donde la disposición de los evaluadores y la de los evaluados es esencial.
Con al agravante en el mundo empresarial, de que los trabajadores «de a pie», suelen estar mucho menos motivados por ser efcientes que los escolares (que ya es decir!). Dado además el agravante de que los escolares son menores y los trabajadores adultos (supuestamente responsables).
Ni que decir tiene que lo del predominio de la eficacia/eficiencia también atañe y mucho a los equipos «dirigentes».
Y no se si me lié un poco, pero solo quería matizar que la bondad de los gráficos , y este la tiene en grande, siempre se ve obstaculizada en la práctica, por el mal uso que de ellos (de lo que expresan) hace el ser humano, y más si está a cierta distancia de «los que mandan».
El cambio de mentalidad llegará, sin duda, pero a día de hoy todavía estamos en el nivel 2. Esto es por el virus y es temporal. Si no damos marcha atrás es porque el virus puede volver.
El tema está en que, mientras no descubran una vacuna (y los ensayos demuestren que funciona), la ventaja la van a a tener, en efecto, aquellas empresas que antes superen el nivel 2.
Ahora bien, mi ejemplo favorito de «nivel 2 al cuadrado» es el sistema judicial. Meses que llevamos con esto del virus, y ni el más mínimo signo de avance. Más aún, en los meses de confinamiento la mayor parte de los jueces se han dedicado a tocarse olímpicamente las pelotas, sin ni siquiera molestarse en andar sacando las sentencias de los casos ya vistos antes del estado de alarma. Entretanto, los bufetes de abogados estaban con ertes porque no podían hacer nada.
Al gobierno se le ocurre decretar que haya juicios en agosto, para aliviar un poco el más que previsible atasco en los juzgados, ¿y qué hacen los jueces? Decir que de eso nada, que no les mola currar en agosto.
Volveremos (me temo) a tener confinamiento… y seguro que los juzgados volverán a pararse. Eso en un sector que es esencial y en el que todo podría hacerse telemáticamente. Con 2 cojones.
Llevo cuatro años trabajando en remoto para empresas americanas (empecé en Stack Overflow, pasé por Toptal, y desde hace cuatro meses estoy precisamente en Automattic) y la diferencia con las empresas españolas es abismal.
Empezando por el proceso de contratación. Una empresa española te hará una entrevista y si les caes lo suficientemente bien y no ven indicios de que hayas podido mentir en el curriculum, ya está, contratado. En Stack Overflow hice seis entrevistas, incluyendo pruebas de programación en directo (http://konamiman.blogspot.com/2016/07/un-mallorquin-en-la-corte-del-rey.html). En Automattic hice una entrevista vía Slack, después una prueba de programación corta (unas seis horas), y finalmente un proyecto más largo (unas cuantas semanas) pagado (y sí, lo cobras aunque no te contraten) – https://automattic.com/work-with-us/how-we-hire-developers
Y por supuesto, una vez dentro el trabajo es 100% remoto, o como en efecto decimos en Automattic, «distribuido». Mientras que en la última empresa española en la que estuve pedí poder trabajar remotamente durante dos meses mientras estaba de viaje, y me concedieron sólo dos semanas diciéndome que no podían darme más «porque entonces todo el mundo lo pediría» (¡¡pues claro, precisamente de eso se trata!!), ahora estoy en una empresa en la que me valoran y evalúan según lo que aporto, me organizo el trabajo y el tiempo como me da la gana, y salvo por un par de reuniones por Zoom a la semana no hay horarios.
Yo lo tengo clarísimo, no volvería a un trabajo presencial a no ser que realmente no tuviera otro remedio… y mucho tendrían que cambiar las cosas para que quisiera volver a trabajar en una empresa española (en esto último también influye que la diferencia en los sueldos es igualmente abismal).
Claro está que trabajar desde casa no es para todo el mundo. Lo interesante es que los empleados puedan decir según les convenga pero que no sea una norma.
Yo creo que el teletrabajo va a ser imparable, en la linea de la robotización: una vez que se vean claras sus ventajas y que se ponga de moda, y esto último ya ha sucedido, todo va a contribuir a su crecimiento, por que no le veo oposición por ningun lado.
Será apoyado por las instituciones por sus ventajas ecologicas y sociales (y recordemos que lo verde viene pisando fuerte, sin ir mas lejos en Francia acaban de ganar los verdes , desmintiendo el mantra de que las crisis las aprovechan solo los popilistas de derechas o izquierdas,e inmediatamente Macron ha reaccionado con un programa verde que prácticamente calca el programa de los partidos ecologistas), es decir, habrá en las instituciones gobernantes con programas que apoyarán todo lo que contribuya a la mejora medioambiental, y el teletrabajo es uno de los que mas contribuirán.
Para las empresas, una vez comprobada la viabilidad del teletrabajo , iniciarán la migración en masa, no solo por cuestiones de no quedar rezagados con respecto a la competencia, si no que, debido a la coyuntura, se ven obligados a reducir costes en toda la cadena productiva, y están claros los ahorros en costes, para empresa y trabajador.
Y , por último , y casi lo más importante, desde el punto de vista del trabajador, trabajar en casa sin horarios, es muy apetecido por la inmensa mayoria de los que trabajan en puestos susceptibles de adherirse al teletrabajo, según encuestas «ad hoc», y por tanto buscarán prioritariamente empresas que les faciliten esa posibilidad, con lo que a su vez, presionarán a dichas empresas por el riesgo de perder talento.
En fin, el coctel está claro, esto no solo es circunstancial por el coronavirús, pero por si alguien cree que sí , la siguiente pandemia lo terminará de dejar claro, aunque deseo que no sea demasiado pronto:
https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-nuevo-virus-cerdo-potencial-amenaza-humanos-20180518081433.html
OFF-TOPIC: ¿Donde está el post de sobre el batacazo de FB en bolsa?
La acción ya ha rebotado de 210 a 220 USD…
Esto no es un problema de FB ni de Zuckerberg, sino de Trump y las empresas que le han perdido el miedo.
¿Están vendiendo la piel del oso antes de cazarlo?
Pues fijate que tienes razón, la verdadera causa de que haya de repente tantas empresas y tan importantes que se atreven al boicot de Facebook es ni mas ni menos en que confían en una derrota de Trump, y te aseguro que tendrán buena información al respecto.
Jamás se atreverían si hubiera una posibilidad de repetir mandato, conociendo al vengativo personaje.
La acción de FB ya ha rebotado a 227 USD.
Acuérdese de los pobre tibetanos, o los Indios que murieron apaleados hace unos días, o revise la historia de Vietnam, que los yankis no pudieron con ellos por que llevan 2000 años plantando cara a los chinos.
El trabajo remoto, al menos en una versión flexible, con reuniones presenciales periódicas, es perfectamente posible para la gran mayoría de trabajos de oficina.
Los gremios más anticuados (me viene a la cabeza uno que conozco muy bien, el de la Arquitectura) no lo creen una opción válida. En su mayoría trabajan en papel (mucho papel) y el contacto personal directo lo ven como absolutamente necesario.
En caso de trabajos de tipo creativo, donde requieren una potencia de hardware considerable (arquitectura, ingeniería, diseño 3D…) puede que, aparte de la mentalidad, la limitación esté en la posibilidad de proveer a los empleados de caros ordenadores de empresa que puedan hacer mucho más que trabajar con Office o Outlook.
Me parece que se avecinan tiempos interesantes en los que veremos cómo estas empresas gestionan la necesidad de trabajar en remoto.
Todavía necesito correr a la oficina periódicamente. En casa: niños y vida que te rodea por todos lados. Y también necesita cocinar el almuerzo todos los días)) La oficina es tranquila y tiene aire acondicionado))
Acostumbrada a trabajar desde cualquier rincón del mundo porque viajo constantemente, la verdad es que he agradecido mucho pasar estos meses en casa para crear una rutina más estable y aumentar la productividad. Supongo que el no tener peques también ayuda jeje En mi caso, no sabría volver a un trabajo 100% presencial.
Creo que la grandísima mayoría de trabajos de oficina acabarán siendo remotos. Veremos si toda esta situación acelera el proceso o volverán a abrir todas las oficinas…