Un artículo publicado por la Universidad de Yale, «As investors and insurers back away, the economics of coal turn toxic«, describe cómo el combustible fósil más sucio del mundo, el carbón, podría finalmente estar desapareciendo debido fundamentalmente a una falta de interés económico en su extracción y explotación: a medida que muchos bancos, fondos de inversión, fondos soberanos, inversores institucionales o aseguradoras expresan sus dudas o directamente abandonan las compañías relacionadas con el carbón, las cuentas de la industria evidencian ya no su brutal contribución a la insostenibilidad medioambiental, sino directamente su insostenibilidad económica.
Toda la economía basada en los combustibles fósiles que conocimos durante décadas ha resultado tener unos efectos muchísimo más nocivos de lo que creíamos y, además, estar sostenida a base de subsidios. Y ahora, choca además frontalmente con una evidencia brutal: las energías renovables son ya desde hace tiempo la opción más barata, incluso teniendo en cuenta las infraestructuras necesarias para almacenarlas. Países como Suecia han adelantado los objetivos que se habían fijado para el año 2030 debido precisamente a la evidencia de las ventajas económicas que representan.
Un informe de investigación del gobierno finlandés advierte que el balance cada vez más económicamente insostenible de la industria del petróleo podría seguir el mismo camino, y alterar completamente la geopolítica y el mapa mundial de la energía en los próximos años. Las empresas productoras de electricidad van abandonando progresivamente el carbón y desplazando su inversión hacia las renovables, en parte debido a la presión social, pero también, cada vez más, porque sencillamente son más baratas.
La pandemia del coronavirus y la inevitable parálisis económica que provocan las medidas destinadas a contenerla está logrando disminuir drásticamente las emisiones, pero este efecto no durará mucho tiempo. La emergencia climática es un problema muchísimo más grave que el coronavirus se mire como se mire, incluso en términos de número de víctimas. Sin embargo, para evitar la expansión de la enfermedad, estamos dispuestos a parar completamente nuestras economías y a poner países enteros en estado de emergencia. ¿Nos hemos planteado qué ocurriría si el mundo reaccionase a la emergencia climática de la misma manera que está reaccionando ante la pandemia de coronavirus? Sería muy interesante y muy recomendable que lo hiciéramos.
This article was also published in English on Forbes, «Imagine if we responded to the climate emergency in the same way we’re dealing with the coronavirus pandemic«
Muy buena pregunta, sobre todo teniendo en cuenta que ni el virus ni los efectos más perniciosos de la contaminación ambiental, son perceptibes en unos primeros momentos.
Pero ahí está la diferencia entre mirar la realidad con ojos de ciencia o con ojos de creencia. Lo que mira la ciencia puede ser casi invisible, pero sus efectos no.
Y curiosamente, en ambos casos, funciona el miedo y las ganas de fastidiar que tiene el ser humano. Ante una pandemia se nos pone la cara de terror y empezamos a elucubrar las posibles causas. Incluso que un país le «meta» un virus a otro. ¿Por qué vamos a pensar, en que todo tiene «vuelta atrás»( y reforzado)?
Pero para más inri, en el caso de la emergencia climática. le damos muchas vueltas al coco, para evitar una simple cuestión : somos los únicos responsables de los desastres que no son naturales.
Y curiosamente, si analizamos los típicos terremotos, volcanes, huracanes e incluso glaciaciones naturales… en ningún caso tienen el efecto tan contaminante posterior que tiene la acción humana. Tanto sea liberando sustancias químicas al ecosistema terrestre, como si lo que se sueltan son seres vivos fabricados por humanos.
¿Realmente mejorará algo, que en un futuro seamos más «algorítmicos»?
En mi blog he coincidido en la misma apreciación que el autor de este blog. Que deberíamos afrontar la crisis climática con la misma decisión que la que está aflorando frente al Covid-19. La movilización de conciencias debería ser equivalente. El problema es que el cambio que requiere luchar contra la catástrofe climática no es de tres semanas que esperamos de excepción. Son años de precariedad y limitación de nuestra pulsión consumista, estimulada por el sistema económico. Dejo aquí mi artículo en mi blog para si alguien quiere cotejarlo EL CAMBIO CLIMÁTICO Y EL COVID-19
las energías renovables son ya desde hace tiempo la opción más barata
Y mi mujer empeñada que es mucho más barato calentar el agua, con gas natural, que con electricidad.
En este video se puede llegar a visualizar el escenario planteado en el artículo: https://www.youtube.com/watch?v=cHSftdHskxs