Ayer viernes hice, en mi curso de Innovación, el primer examen a mis alumnos completamente a través de la red. Un modelo de examen del que he hablado a menudo, en el que utilizo un caso corto, generalmente de actualidad, habitualmente lleno de enlaces – como suelo escribir yo – y que pueden contestar con cualquier recurso que encuentren en la red, en un tiempo limitado.
Hasta ahora, este modelo de examen lo había llevado a cabo siempre en el aula, y de hecho, en muchas ocasiones utilizaba el formato para tratar de dar al examen un componente de aprendizaje adicional al de la necesaria evaluación invitando a algún protagonista del caso para que los alumnos pudiesen someterlo a una sesión de preguntas y respuestas. Pero en este caso, dada la situación y las restricciones derivadas de la pandemia de COVID-19, la posibilidad de hacer el examen en el aula era obviamente inviable, así que, con relativo poco tiempo de reacción, me encontré ante la tesitura de rediseñar mi modelo de examen.
Para IE University, que no es simplemente una universidad más, sino que lleva bastantes años siendo sistemáticamente la primera o la segunda del mundo en educación online, y que, además, es una comunidad extremadamente internacional con un nivel potencial de exposición a la pandemia elevado, las prioridades estuvieron en todo momento muy claras: en primer lugar, y más importante, proteger la salud de nuestra comunidad de alumnos, profesores y staff. En segundo, comunicar con transparencia, enviando comunicados rápidos cada vez que la situación evolucionaba, y activando páginas externas e internas con información. Finalmente, mantener la actividad académica con un nivel de calidad lo más elevado y satisfactorio posible.
Así, mientras fue posible mantener las clases en formato presencial, lo hicimos, simplemente dando a aquellos alumnos que lo deseasen o que hubiesen estado expuestos a un posible contagio la posibilidad de seguir esas sesiones desde su casa. Ese formato mixto, que permitía al alumno que decidía quedarse en casa ver el aula y a sus compañeros e intervenir mediante chat, duró hasta que la Comunidad de Madrid decretó el cierre de los centros educativos, momento en el que toda la actividad pasó a desarrollarse en la red. Para mí, poco cambio: utilizar un programa con el que la gran mayoría del claustro ya tenía experiencia, y adosar un segundo monitor a mi ordenador para poder mantener mi presentación en uno, y la interacción con los alumnos en otro.
El desafío, claro está, surge con el examen. En un modelo como el mío, que se desarrolla a ordenador abierto, el problema no es, obviamente, el de que un alumno acceda a un material determinado, sino la posibilidad de que cuente con ayuda externa, algo que, en caso de tener lugar, generaría una clara injusticia y, seguramente, protestas en los propios alumnos. Aquí entra en juego el uso de herramientas de e-proctoring, un ámbito en el que carecía de experiencia, pero que me ha resultado bastante interesante.
La herramienta utilizada, Smowl, permite su integración en el campus online, y tras su instalación, solicita a los alumnos que se registren mediante un proceso sencillo, en el que tienen que verificar que la cámara de su ordenador funciona adecuadamente, y tomarse tres fotografías con ella. A partir de ahí, el profesor prepara su examen en el propio campus – lo que determinó para mí algún cambio de formato, pero relativamente sencillo – y lo administra a través de la herramienta.
Una de mis preocupaciones era que el uso de una herramienta de este tipo condicionase de alguna manera el tipo de examen: para un curso como el mío, innovación, no me gustan los exámenes de tipo test, y prefiero dejar a los alumnos un espacio de redacción libre para que desarrollen sus pensamientos con libertad, con texto, enlaces, etc. y poder evaluar si se corresponden con el cambio de mentalidad que pretendo generar en ellos. En este caso, lo único que tuve que hacer fue copiar y pegar el texto con enlaces de mi examen en una caja, las instrucciones en otra, y las preguntas en una tercera.
A partir de ahí, y tras activar el examen para que los alumnos pudieran verlo, la herramienta de e-proctoring activa la cámara, y genera un informe en el que tiene en cuenta desde el uso del propio ordenador, otras ventanas o programas, el que el alumno no se levante ni abandone el plano, que no hable ni interactúe con otras personas, que otras personas no aparezcan en el plano o se escuchen sus voces, o incluso que utilicen el smartphone o se pongan unos auriculares. Con todos esos datos, el programa genera un informe para el profesor, que puede, en cada caso, decidir si el evento registrado supone o no una violación de las normas. En un caso, por ejemplo, la herramienta registró voces, pero resultó ser la hija de un año de mi alumno, que obviamente no le estaba dando las respuestas de nada :-) En otro, registró el uso del smartphone y una conversación, pero porque el alumno me estaba llamando a mí con una duda, algo obviamente permitido. Al terminar el tiempo establecido, la herramienta cierra el examen y lo almacena en el campus.
Para mí, que generalmente en clase trato a mis alumnos como lo que son, personas adultas, e impongo muy pocas restricciones a lo que hacen en clase – jamás se me ocurriría impedir que saliesen al baño o que se pongan los auriculares para aislarse y escuchar música mientras se examinan, por ejemplo – un entorno como el generado por Smowl resulta un tanto distópico y desagradable, muy alejado de lo que sería mi práctica habitual y mi relación de confianza con mis alumnos, pero entiendo que es un requisito necesario para poder garantizar un entorno razonablemente libre de sospechas. En este caso, la verdad es que la experiencia de uso ha sido sumamente sencilla, rápida, y según varios alumnos me han comentado, razonablemente «indolora».
Se nos vienen encima, previsiblemente, unas cuantas semanas de enseñanza online. La primera prioridad, por supuesto, seguirá siendo tratar de impartir una formación de calidad, lo más interactiva y participativa posible, y que proporcione una experiencia adecuada a nuestros alumnos. Pero otros aspectos, como el poder evaluar su aprovechamiento mediante exámenes, presentaciones, etc. pueden, lógicamente, jugar también un papel fundamental. De hecho, deberíamos ser capaces incluso de proporcionar a nuestros alumnos una enseñanza positiva: un entrenamiento y una capacidad mejorada para llevar a cabo todo tipo de tareas en un entorno puramente online.
Una posibilidad que muchas compañías, seguramente, también deberán considerar: tras la experiencia de teletrabajar de manera forzada durante un tiempo, evaluar la posibilidad de dar a muchos de sus empleados libertad para que decidan poder seguir haciéndolo de manera parcial, para evitar horarios que obliguen a perder tiempo en un atasco, para determinado tipo de tareas o para compaginar mejor algunas situaciones. ¿Provocará la crisis generada por la pandemia del COVID-19 un cambio permanente en los hábitos de trabajo en las compañías? Sería, sin duda, muy positivo que así fuese.
This article was also published in English on Forbes, «Education, online exams and the working environments of the future«
El desafío, claro está, surge con el examen.
Tenemos un grave problema, yo creí que eramos los españoles, pero según parece es algo más general; que es la «titulitis». El afán de conseguir un título a cualquier precio. .
Parece que el objetivo de realizar culaquier estudio es alcanzar un título y no unos concimientos. Uno se pregunta, ¿Para qué quieren un master en inovacción, si no adquieren los conocimientos necesarios para innovar en el sitio en que entren a trabajar?.
Un hijo mio daba clase de diseño por ordenado en una escuela de diseño, cosas como CAD Photoshop, After Effects, y cosas por el estilo. Las asignaturas que daban no eran troncales. sino optativas,
Parece en princio que el que se apunta a esas clases lo hace porque tiene interés en conocer esas herramientas. Pues no, muchos solo querian el aprobado por cualquier medio y recurrian a todo tipo de trucos para conseguirlo. Mi hijo se desesperaba.
Yo le dije lo que decía el Doctor Marañón, «Apruebo a todos, la vida se encarga de suspender a los que no saben».
Mis alumnos son exactamente así: quieren aprender, y lo del examen es simplemente «un mal necesario». Pero como además, tenemos un título homologado, es importante poder asegurar que ese título se ha obtenido en unas condiciones razonables que reflejan lo que el alumno ha aprendido, y no que lo regalamos. Es así de sencillo. Extraer de lo que yo he escrito que hay algún tipo de «obsesión por el título» en los alumnos, en el profesor o en la institución es algo que, simplemente, no se ajusta en absoluto a la verdad.
El ladrón cree que…., ¿cómo era eso?
No se a cuento de que viene eso, pero puedo asegurarte que a mi me aprobó la vida.
Una experiencia fabulosa. Y para alguien que estuvo 35 años «dando clase» ya se acerca a una fábula totalmente científica.
Lo que no entiendo mucho es el apelativo de «experiencia distópica». No solo fue indolora, si no que además parece que fue dirigida por diversos algoritmos, muy lejanos del profe vigilante coñazo, que está vigilando un «examen» más para cazar ratones que para ayudarlos a escapar de los gatos.
Y escribo examen con comillas, para indicar que no me refiero en absoluto a ningún modelo, más o menos memorístico, en plan tocho carcelario (mental). Porque precisamente en el concepto de valoración, evaluación… del hecho educativo (también de lo hecho por el docente), está el meollo de la cuestión educativa, nada que ver con la cuestión domesticadora, tan habitual y frustrante ella.
Parafraseando a un afamado personaje de teatro : ¡el acto de recibir, después del bien emitir, esa es la cuestión (de la buena educación)!
No tenía ni idea del e-proctoring, ahora veo que además del Smowl, están ProctorU o ProctorExam y seguro que hay muchos recursos similares.
Este es el tipo de buenas prácticas que va dejando esta pandemia, deberíamos apreciar las ventajas de este modelo y aplicar el tele trabajo o tele estudio con mayor asiduidad. No sólo lo agradecerá la gente sino también el planeta.
Soy Benito Castellanos, CTO de Media Interactiva. Nos conocimos en persona Enrique en el pasado Expocampus. Enhorabuena por el artículo. Quisiera compartir que una de nuestras empresas, MeasureUp, tiene un producto muy conocido en la comunidad IT, que se llama Practice Test. Desarrollamos el practice test oficial para marcas como Microsoft, Cisco, VMWare… y mediante ejercicios prácticos, sirven para que los alumnos practiquen con fuego real antes del examen. Es otra manera de incluir el Formative Assessment para reducir la curva de prendizaje y el nivel de stress antes del día de certificar tus conocimientos. Cada día entendemos que validar conocimientos, y poner tecnología disruptiva, hace que los alumnos tengan más posibilidades de estudiar y crecer como profesionales. Encantado de poder ayudar con estos servicios en esta situación especial que estamos viviendo. Saludos!