Ser bueno… o solo parecerlo

IMAGE: Hippopx.com (CC0)

La reciente constatación por parte de la Business Roundtable norteamericana de que las compañías tienen necesariamente que hacer algo más que maximizar los beneficios a sus accionistas es, sin duda, un monumental golpe contra el burdo simplismo del capitalismo neoliberal y a favor de las tesis del llamado stakeholder capitalism. Pero como en toda transición, una cosa es que los 181 CEOs de las compañías más importantes de un país se pongan de acuerdo para decir algo, y otra muy diferente es que vayan todos ellos a pasar de las palabras a los hechos.

El año 2020 podría marcar el momento en que las grandes corporaciones comienzan a mostrar intenciones reales de cambiar su forma de hacer las cosas, de pretender absurdamente que «el mercado lo arregla todo», y de abrazar los intereses no solo de quienes financian su actividad, sino también de sus proveedores, de sus trabajadores, de la sociedad o del medio ambiente.

Hasta el momento, tan solo unas pocas compañías han tratado de hacer bandera de este tipo de conceptos de manera más o menos pública y activa. En el ámbito de las grandes compañías tecnológicas, las cosas parecen, como mínimo, complicadas. Veteranos de Google, por ejemplo, afirman que la cultura corporativa de la compañía ha cambiado hasta el punto de convertirse en irreconocible: la supuesta libertad de expresión que protege a todo ciudadano se ha recortado hasta el punto de que el propio gobierno tiene que intentar asegurarla, mientras algunos trabajadores afirman haber sido objeto de represalias por reclamar acción a la compañía en algunos temas o por apoyar determinadas posturas. La misma compañía que afirma renunciar definitivamente a determinadas prácticas de ingeniería fiscal, parece haberse convertido en un monstruo capaz de poner en la calle a aquellos trabajadores que expresan su opinión en determinados temas. ¿Preocupación por la posibilidad de ver descender sus posibilidades de atraer talento? Aparentemente, ninguna: a pesar de su reciente mala imagen, la compañía atrajo 3.3 millones de aplicaciones para puestos de trabajo durante 2019.

Lo mismo parece ocurrir con otro gigante tecnológico: Amazon. La compañía ha recibido denuncias por amenazar con el despido a trabajadores que se habían expresado con respecto a la emergencia climática, lo que ha llevado a Bernie Sanders, que entre otras cosas ha afirmado que en caso de ser elegido presidente de los Estados Unidos, haría pagar al fundador de la compañía, Jeff Bezos, más de 9,000 millones de dólares en impuestos, a tratar de dar visibilidad a estos casos y a sus reivindicaciones.

Según algunos analistas, este tipo de respuestas de las grandes compañías tecnológicas al activismo de sus trabajadores podría traducirse, durante el año 2020, en un fuerte incremento de la actividad sindical, que tradicionalmente se había mantenido bajo mínimos en ese entorno, y contra la que tanto Google como Amazon están intentando luchar. Sin duda, si luchas contra derechos básicos de los trabajadores o te dedicas a represaliar a los que muestran determinadas actitudes, no estás mostrando ninguna intención real de cambiar tu forma de hacer las cosas.

¿Cómo determinar si las compañías abrazan de verdad la reconversión del capitalismo, los fines medioambientales o los beneficios para alguien más que sus accionistas, o si simplemente maquillan sus intenciones? Los viejos principios que guiaban a los responsables de la responsabilidad social corporativa, dedicados en muchos casos a buscar formulaciones pomposas que hiciesen bonito en la memoria anual, no van a seguir funcionando con la misma facilidad. Como consumidores, deberemos buscar algo más que declaraciones genéricas, asegurar que contienen indicadores cuantitativos y métricas concretas que permitan comprobar su cumplimiento o determinar si existen planes para seguir avanzando en esos compromisos va a ser más importante que nunca, en lugar de simplemente dejarse convencer por palabras bonitas y declaraciones grandilocuentes. Sean compañías tecnológicas o no, lo mejor que podemos hacer como usuarios es votar con nuestro bolsillo, y consumir productos y servicios únicamente de aquellas compañías cuyos principios nos convenzan de manera inequívoca.

Si quieres cambiar el mundo, ten en cuenta que el activismo comienza en tu bolsillo.


This article was also published in English on Forbes, «This year, let’s keep an eye on Big Business and punish those companies that play dirty«


16 comentarios

  • #001
    Pedro Torres Asdrubal - 13 enero 2020 - 14:53

    Los comportamientos que cambian la realidad no necesitan ser intencionados, si no inconscientes.

    Han pasado 11 años desde #nolesvotes para que el cambio llegue al ejecutivo. Lento pero inexorable, como la gravedad.

    ¡Feliz 2020!

    • Javier Cuchí - 13 enero 2020 - 17:02

      ¡Caramba, el cambio ha llegado al Ejecutivo y yo con estos pelos, puestos, como mis barbas, a remojar desde aquello de #nolesvotes!

      Bueno, pues nada, me guardo este comentario en el cuaderno de bitácora (que no en la propia bitácora, que murió por el camino) y dentro de un año vemos qué hay de eso

      • Pedro Torres Asdrubal - 13 enero 2020 - 17:54

        No pretendía hablar de política, ni hoy, ni dentro de un año.

        Internet esta plagado de foros donde insultar a sus enemigos debatir.

  • #004
    Gorki - 13 enero 2020 - 16:25

    Imaginemos que el presidente de tu Comunidad de Vecinos, en la proxima reunion plantea la siguiente propuesta:

    – «Vamos a descarbonizar, en vista de ello, vamos a cambiar las calderas de gas natural por eléctricas. Eso supone una derrama para el cambio de calderas y un aumento de cuota mensual de un 20% para el incremento del coste de la energía»

    ¿Cuantos vecinos votarían a favor?

    Pues igual si lo dice un CEO a sus accioniostas en el Consejo de Administración.

    No confundamos lo que es marketing con lo que toma de decisiones. Como bien dice Dans «una cosa es que los 181 CEOs de las compañías más importantes de un país se pongan de acuerdo para decir algo, y otra muy diferente es que vayan todos ellos a pasar de las palabras a los hechos».

    Pensar que medidas dolorosas se van a tomar porque sí, es puro infantilismo. Las medidas dolorosas se toman, porque las leyes te obligan a hacerlo y además, tanto a tu empresa como a las de la competencia.

    • Pedro Torres Asdrubal - 13 enero 2020 - 18:17

      El objetivo de la empresa es crear valor para sus accionistas y su éxito o fracaso lo juzga el mercado.

      Nadie está venciendo a Elon Musk y Tesla cuando se trata de crear valor.

      No te olvides de que es «el mercado» el que juzga y suele obligar a tomar medidas dolorosas. Nada como las pérdidas para cuestionar desde el CEO a toda la estrategia de negocio.

      Si ahora hablan de «ser buenos», es porque a quienes han apostado por vender ese relato les está yendo mejor que a quienes no lo han hecho.

      • Gorki - 13 enero 2020 - 19:02

        Me gustaria saber cuantos coches diesel se han dejado de vender, por voluntad de los CEOs, o deseos del publico y cuantos porque simplemente les han puesto la proa las Ordenanzas Municipales.

        Esperar que «el público» vele por el bien común, es ser tener una visión muy optimista de la naturaleza humana.

        • Pedro Torres Asdrubal - 15 enero 2020 - 13:10

          Hoy el estado tiende ir a rebufo de la sociedad, en vez de liderarla.

          Quizás la pregunta debería ser al revés: ¿cuantos diésel se han vendido por voluntad de CEOs/política?

          En todo caso, se supone que el objetivo de los CEO es el lucro, el valor, la capitalización de su empresa, el valor de su acción, y Tesla está demostrando que son unos fracasados, unos perdedores, LOSERS.

  • #008
    Xaquín - 13 enero 2020 - 18:53

    Bien con toda la entrada, pero «nefasta» la frase final. Lo que no quita que me parezca acceder a la esencia de su significado. Pero es el cerebro de cada individuo el que puede teclear la palabra mágica activismo. Mágica hasta que lo políticamente correcto la metió entre las palabras «terroristas».

    Lo del bolsillo iba bien, pero referido a los accionistas empresariales, demasiado antihumanistas casi por definición. Y ya no digamos cuando el antimago Corcuera, lo introdujo en el imaginario de cualquiere militante socialista, que se «preciara» en ese momento.

    Como mucho se podía volver al sindicalismo primitivo (por originario, no por falto de ideas) y decir que el activismo nace en la boca del estómago. Cuando notas, desde hace un tiempo poco lógico, que no entra ningún tipo de bolo alimenticio por ella. Con la agravante de notar, por efectos externos, que por la de tus hijos tampoco.

    Entre el cerebro y el estómago se cuece el activismo humanista. En el bolsillo (y en esa cuenta de culquier banco oscurecedor) solo se cuece la insolidaridad y el aprecio por el dinero (y su poder adjunto).

    ¿Y , en este contexto, para que hablar del «caso sindical andaluz» o de cualquiera empresa «ejemplar»?

  • #009
    LEON - 13 enero 2020 - 20:03

    No se puede pretender que las empresas sean hermanitas de la caridad en el sentido social, el climático o cualquier otro, ese no es su papel en el mundo capitalista en el que estamos inmersos. Las empresas no son hermanitas de la caridad.

    Si se pretende que el bienestar (beneficio) alcance a todos, entre todos se monta otra empresa cuyo objetivo sea precisamente ese y se contrata a unos directivos (políticos) para que logren ese objetivo.

    El problema aparece cuando esos directivos (políticos) en lugar de ejercer el oficio para el que se les designa, se dejan influenciar por el económico, que tiene medios y herramientas suficientes para desviar el timón hacia sus intereses en lugar de los intereses de los ciudadanos.

    • Enrique Dans - 14 enero 2020 - 17:34

      Nadie pretende que sean hermanitas de la caridad. Se pretende que sean sostenibles, es decir, que no se carguen el puñetero planeta en el que habitamos todos. Que tengan un mínimo de visión a largo plazo, no que sean imbéciles que sacrifican todo lo sacrificable por unos euros más de beneficio hoy.

  • #011
    javier - 13 enero 2020 - 20:25

    Lo mejor es volver a la planificación central. Gente como el Sr. Dans, pueden decidir quien puede producir, lo que los trabajadores deben de cobrar, qué coche podemos conducir y por dónde, lo que debemos comprar y lo que no…..etc..etc…etc. el «neoliberalismo» del gasto público del 50% no debe seguir más. Con la planificación central todo irá mejor: mejores sueldos, abundancia, medio ambiente limpio….

    • Gorki - 13 enero 2020 - 20:55

      No te proecupes, por ahí van los tiros. Para Consumo han nombradoa un ministro que lo unico que sabe del tema, es como se implanta la Cartilla de Racionamiento.

      • Enrique - 13 enero 2020 - 22:02

        Casoplones y renta básica para todos. Impresora de euros a tope, con o sin IoT.

  • #014
    Michel Henric-Coll - 14 enero 2020 - 17:22

    (1) ;Los daños que Milton Friedman y la Escuela de Chicago hicieron al mundo son inconmensurables.

    Dieron sus cartas de nobleza al egoismo y a la codicia egocéntrica establecidad como institución.

    (2) Al menos que los EE:UU. hayan cambiado sus leyes sin avisarme, los accionistas pueden llevar a un C.E.O. a los tribunales si este les reduce los dividendos con cualquier tipo de decisión que no se justifica con más dividendos después.

    • Enrique Dans - 14 enero 2020 - 17:31

      Lo mismo que dices de Friedman lo podrías decir de Adam Smith y su mano invisible del mercado. Y sin embargo, leyendo a ambos con cierto detalle, resulta que nunca realmente dijeron que «solo el mercado» fuese a ser la solución a todo, que eran personas mucho más inteligentes que todo eso, y que, en realidad, hablamos de una gran bancada de egoístas hijos de la gran putísima que se dedicaron a reinterpretar, tergiversar y pellizcar en forma de citas las partes que ellos consideraban importantes de lo que Friedman o Smith habían escrito. El capitalismo neoliberal tal y como lo entendemos hoy no lo definieron ni Smith ni Friedman, es simplemente una caricatura de lo que ellos dijeron hecha con trazos brutalmente gruesos y tomando solo las partes que algunos querían tomar. Y esa basura, esa caricatura insostenible y absurda es lo que hay que reformar como sea. Y además, lo antes posible.

  • #016
    Juan Carlos - 14 enero 2020 - 18:57

    Buenas tardes.-
    Ética, buen hacer, comprar responsablemente sin dejarnos guiar consumismo atroz invadido cada instante.- No estoy contra empresas, sectores diversa índole, personas viven trabajar en servicios, centros comerciales y venta online.
    Pesar somos un digito cta., resultados debemos hacer posible generar sostenibilidad en cada transacción.
    Un saludo a todos
    Juan Carlos Patiño.-
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