La presentación de productos de Amazon evidencia que sus ambiciones en hardware inteligente exceden ya con mucho las que plantea casi cualquiera de sus competidores, pero sobre todo, que su asistente digital, Alexa, se ha convertido en la estrella de la compañía, en la obsesión absoluta, en el protagonismo radical.
Oficialmente, Amazon es ya una compañía obsesionada con rodearnos de Alexa por todas partes, estemos donde estemos: asistentes en todas partes de la casa, para llevar encima, Alexa omnipresente, siempre disponible, siempre con nosotros. La obsesión llega a lo aparentemente extravagante, como poner un asistente digital en unas gafas o en un anillo, y refleja la importancia que la compañía otorga a la colonización de nuestro entorno, a la necesidad de estar siempre ahí, disponible, para cualquier cosa que sus usuarios puedan querer. Es la colonización de nuestro espacio inmediato, la cuota de presencia, la lucha por ser aquello a lo que el usuario recurre en cada momento.
Para muchos, esto es lisa y llanamente ridículo, la idea de llevarse a Alexa puesta en un anillo, en unas gafas o en unos auriculares es algo completamente extravagante y carente de sentido. Para otros, los que ya han probado a meter un asistente digital en su salón, a pedirle a tu smartphone o tus auriculares con la voz que llamen a tu madre o a tu pareja, o a los que tercian en una discusión pidiéndole un dato a un asistente digital, puede parecer algo más aceptable, pero aún así, lejos de lo que aparentemente justificaría llevarse al asistente puesto.
¿Tiene sentido todo esto? Amazon no solo está lanzando más dispositivos y de más tipos, desde anillos, gafas y auriculares, hasta hornos: está además haciéndolos más inteligentes, más confiables al darles la capacidad de explicar por qué hacen las cosas o de revisar lo que han grabado, con mejor sonido y con capacidad de identificar y reconocer voces. Algunos incluso afirman que Amazon podría adquirir Sonos, la compañía que se ha hecho famosa vendiendo esos sistemas de sonido inalámbricos que ponemos en todas las partes de nuestras casa. Cuando hace algunos meses tuve la oportunidad de probar los Echo Buds, los auriculares de la compañía, me encontré con un producto que no solo sonaba muy bien, sino que además era más inteligente y con mejores prestaciones que los Apple Airpods que yo llevaba encima, y eran capaces incluso de hacer prácticamente desaparecer el ruido del vehículo en el que iba. Probablemente será difícil que eso les sirva para dar lugar a un desplazamiento significativo en un mercado en el que Apple lleva una considerable ventaja, pero en términos objetivos, el producto es indudablemente superior, y lo es fundamentalmente gracias a la algoritmia.
Ahora bien: ¿en qué se compite en este segmento? En la práctica, los asistentes digitales, se sitúen en el salón, en unos auriculares, en un anillo o en unas gafas, son lo que son: algo para pedirle que te ponga música, que te responda a algunas preguntas, que active algunos automatismos, que te ponga un recordatorio o te haga una lista… las diferencias entre ellos son prácticamente de matices: para preguntar cosas, Google Assistant responde sensiblemente mejor que Alexa y algo mejor que Siri. Para integrarlos con dispositivos, depende, porque no todos son compatibles con todos. Para poner música, da casi lo mismo, porque dependerá de los servicios que conectes. En un mercado en el que los asistentes van aproximándose poco a poco en muchas de sus prestaciones, la batalla va a estar en la ubicuidad, en ser capaces de estar siempre ahí, a tu lado, disponibles para que recurras a ellos en cualquier momento.
En ese sentido, la batalla de Amazon por estar en todas partes puede ser interesante, aunque se produzca en un momento en el que para muchos usuarios, todo este lío y la idea de sembrar su entorno con objetos conectados tenga entre poco y ningún sentido. Pero Amazon sabe perfectamente que esta batalla no se juega a corto plazo, entiende la importancia de la ventaja del pionero – no en vano la aprovechó poniendo su Echo en el mercado cuando muchos lo consideraban una extravagancia sin sentido (o peor, un espía), y eso le permite ahora dominar ese mercado de manera clara. Cuando comenzamos a hablar de asistentes digitales en mis clases y a proyectar los primeros vídeos de Echo, la mayoría de mis alumnos lo consideraban una tontería. Ahora, muchos de ellos tienen un asistente digital, lo usan con regularidad, y probablemente, hasta lo echan de menos cuando salen de su casa y van a un hotel, a una segunda residencia o a casa de un amigo.
En la batalla de los asistentes digitales, Amazon no está ganando por unas prestaciones terriblemente superiores, por un acceso mejor a los datos o por un diseño radical: está ganando por ubicuidad, por intentar estar siempre ahí. No es una batalla sencilla, y menos si la juegas cuando muchos de los usuarios potenciales aún no le ven sentido, pero sin duda, se avanza: muchos usuarios ya van entendiendo, por ejemplo, que cuando la compañía graba lo que has dicho y pone a sus empleados a escucharlo y etiquetarlo, no está espiando ni cotilleando, sino educando a sus algoritmos, y que eso es, además, la única forma de hacerlo. Con el tiempo, los asistentes digitales se convertirán en la forma habitual y natural de interactuar con muchas cosas, y el mercado crecerá considerablemente. Y Amazon, cuando eso ocurra, tratará de seguir jugando la baza de la ubicuidad: estar ahí. Sin duda, es un mercado muy disputado, con jugadores indudablemente potentes como Apple o Google, cuyas cuotas dependen mucho de cómo las quieras medir, y con algunos mercados, como China, jugando con sus propias reglas y con competidores diferentes. No es lo mismo tener el asistente más utilizado que haber vendido más dispositivos, y todo ello, además, depende de la casuística de cada mercado. Pero por el momento, adelantarse y estar ahí le ha servido para plantearse liderarlo. ¿Por cuánto tiempo?
This post is also available in English on my Medium page, «How Amazon is trying to make Alexa ubiquitous before we know it«
Tengo solo 76 años. Me parece que eso del asistente digital, es un gran invento para quien sea un enfermo impedido que no puedas levantarte a bajar la persiana o a apagar la luz.
Por tanto, no dudo que lo utilizare, cuando sea viejo.
Seguro que en el pasado hubo gente que dijo lo mismo o algo parecido del coche, del mando a distancia o del teléfono móbil.
Del teléfono móvil, yo mismo. La primera vez que vi a alguien hablar en el autobús, pensé, salvo casos de gente que se pasa el tiempo en la calle como un fontanero, que necesidad tiene nadie de llevar un teléfono en el autobús, si tiene uno en la oficina y otro en casa.
Pasado unos meses llevaba DOS teléfonos , uno privado y otro de empresa.
Yo creo que va mas de la mano de que uno se haya acostumbrado a las cosas.
Creces con algo, lo consumes. No creces con algo, eres algo mas reacio a consumirlo. Y para eso no hay edad.
Amazon esta buscando crear habitos haciendo que su asistente este disponible casi hasta en la sopa.
Pues la verdad es que yo era muy escéptico con eso de cacharrear con la voz y desde que me acostumbré a hacerlo en el coche con Android Auto y R-Link de Renault, he ido poco a poco utilizando crecientemente el Google Assistant del móvil y le estoy cogiendo gusto a la cosa. Vaya, acabo antes accionando un interruptor que pidiéndoselo a Google (aunque, como dice el joven Gorki, si estuviera enfermo sería otro cantar), pero para efectuar búsquedas de cualquier cosa (el teléfono de un restaurante, por ejemplo, aunque no esté en la propia agenda: basta que sea localizable en Google Maps y lo son prácticamente todos) resulta sumamente cómodo.
A mediados de octubre haré un corto viaje de placer y probaré su comportamiento pidiéndole datos de los monumentos que visito o ante los cuales paso. Y a ver qué pasa ;-)
Lo de utilizarlo en los viajes como un e-Cicerone, si me parece una buena idea. Me la apunto para mi viaje a Cáceres
Los comandos por son como volver a la época en que los ordenadores arrancaban en consola.
Démosles 20 años y no querremos usar otra cosa.
Sigo añorando el DOS. Entonces sabia lo que hacia el ordenador, hoy solo obtengo los resultados de su actividad, pero no como los ha obtenido.
Con la IA va a ser aun peor,. nos dirá lo que tenemos que hacer, como si fuera el Oráculo de Delfos, pero no, el por qué de lo que hacemos.
A ver si me explico claro, Cuando yo trabajaba con un ordenador, si le pedía el cliente mas moroso y me devolvía un nombre sabia que ese cliente era el más moroso.
Si pregunto a Google Maps, por una gasolinera cerca y me da una, no sabres, si es la que más me interesa a mi, o a Google porque le dan comisión.
Es muy cómodo que te den todo hecho, pero pierdes el control sobre la máquina y la máquina comienza a controlarte a ti.
Para eso el Google Lens va de lujo.
Off-topic al hilo del cumpleaños de Google .. ¿no vas a hablar esta semana de esa noticia de la supremacía cuántica? Me parece un tema interesante, ya que hablamos de un salto de muchos órdenes de magnitud en el cálculo. Gracias!
Y de paso podemos hablar de entropía cruzada para los algoritmos cuánticos. Para ver cuanto hay de «trampa» en la elección del algoritmo usado en el pre-printing del paper «Quantum Supremacy Using a Programmable Superconducting Processor» en el ordenador cuántico de 53qbits. Y de paso cuantas décadas tardaremos en poder desncriptar una clave de 1024bits. Y en ese momento (2050?) cuantos bits se utilizarán con los actuales algoritmos o si se podrán desencriptar los algoritmos postcuánticos que ya se han publicado y han probado los propios ingenieros de google.
PS: ¿Estarán subiendo las acciones de Google por la filtración?
La importancia de este aparato para la vida del común de los mortales dependerá mucho del precio que tengan y de su facilidad de uso.
Hoy existen los superordenadores, pero en toda España solo hay 12 que funcionan en red, controlados por el Mare Nostrum de Barcelona, porque las empresas y grandes organismos, (como Hacienda, Policia, Bacos, Segiros,…) pese a la impresionante potencia de cálculo que tienen, no los precisan lo suficiente, para instalarlos de forma propietaria y sobre todo y mantener el equipo de técnicos necesarios para su funcionamiento.
Se conforman con tener sólo potentes mainframes de manejo (relativamente) sencillo y sobre todo económico
Puede que,, aun llegando a comercializar los ordenadores cuánticos, sean muy poco organismos los que precisen esa inmensa potencia de cálculo, y como pasa con los superordenadores, sean mas una curiosidad/necesidad para investigadores, que un aparato de uso habitual generalizado.
Salvo que lleguen a ser relativamente «muy baratos» y sobrte todo no exijan un equipo de expertos para hacerlos funcionar, lo mas probable, es que se instalen en la «nube» y quienes precisen de su capacidad de cálculo, lo contraten puntualmente, algo parecido a lo que pasa con otros equipos de gran coste como los supertelescopios y los aceleradores de partículas.
Quien se los pueda permitir los utilizará, sin duda. El caso es que el salto será espectacular, adios Ley de Moore y esas cosas.
Hay que pensar en que todo lo que se puede hacer ahora se hará en un fracción de tiempo, más todas aquellas tareas que ni se imaginan todavía.
Con los superordenadores existentes y probados todo lo que se puede hacer ahora se hace en un fracción de tiempo, y no parece que nadie, salvo en investigación, tenga especial interés en ello.
La supremacia cuántica es un concepto acuñado por el investigador Preskilt, la palabra elegida para lo que en realidad es el benchmarking no es muy afortunada. Cuando haces en Informática un benchmarking te sueles fijar en cuanto tarda en hacer una determinada tarea o algoritmo en un determinado HW. Pudiendo pasar que para el mismo ordenador pues algún SW es mejor que otro, p.ej. cuanto tarda en calcular los diez mil primeros primos.
En este caso se ha filtrado a FT un preprint firmado por la NASA y dirigido por John M. Martinis que fue fichado a golpe de talonario por Google para tal fin… y lo retiraron de inmediato pero se puede encontrar en internet. El citado paper es lógico pensar que le ha llegado a IBM y Microsoft (la competencia) y que no han dicho hasta ahora que el paper es una chapu., luego tiene visos de ser correcto
La supremacia como tal no creo que se pueda dar como demostrada, pero parece lógico que llegará, lo que el estudio demuestra que con:
a) Un ordenador de 53qbits
b) Un algoritmo aleatorio especialmente pensado para que los ordenadores clásicos sean más lentos.
hay una diferencia de 200 seg en el cuántico pequeño de google a 10.000 años (teóricos) en el ordenador clásico de la NASA. No han podido utilizar el cuántico de 72qbits de google al no estar aún calibrado (se espera para el 2020). En definitiva es un golpe de efecto
Para demostrar una supremacía en un benchmarking «serio» se probarían algoritmos que se vayan a usar en problemas científicos de la vida real. Y claro comparar el coste entre un Supeordenador Clásico y uno Cuántico.
Hay un mito pululando para las personas que no saben de números, que estiman que las claves de internet usadas en encriptación no serán seguros, ignorando que se necesitaría un ordenador de más de 10000qbits. Y cuando se alcancen se podrá subir el número de bits usados en encriptación o cambiar los algoritmos de encriptación.
En resumen, google busca apuntarse el hito de conseguir ser los primeros en lo que ellos llaman «supremacia cuántica» pero en la vida real poca repercusión tendrá, salvo ponerse una medalla cocinada de la forma que he citado.
Pensando en viajar a la Luna, por ejemplo, resulta imprescindible la megaubicuidad del instrumental informativo en variados aspectos.
En mis paseos por el camino del río, me resulta horripilante un instrumento que interrumpa mis charlas con la naturaleza y con mi perra, incluidas claro las charlas conunomismo.
Supongo que dejaré en poco tiempo de ver partidos de la selección española de baloncesto, por invasión publicitaria de mi territorio visual. La contaminación tecnológica no se mide solo en basura basada en restos de comida, ropa, envases… también puede haber megacontaminación sonora y visual, de consejos para ser feliz, de recuerdos para citas… en fin, de todo eso que hace la vida diferente a una simple actividad de adaptarse libremente a un ecosistema muy evolucionado (en positivo, porque la regresión no es evolución), donde nos toca vivir.
Nota colateral: Leí que los Airpods eran una tragedia para el medio ambiente.
https://www.vice.com/en_us/article/neaz3d/airpods-are-a-tragedy
Los mismos argumentos se pueden utilzar para cualquier aparato eléctrico/electrónico.
«Son de plástico, hechos de una combinación de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, cloro y azufre. Son tungsteno, estaño, tantalio, litio y cobalto»
«Los materiales se envían desde lugares como Vietnam, Sudáfrica, Kazajstán, Perú, México, Indonesia e India, a fábricas en China. »
«Los trabajadores reciben salarios imposibles de vivir en más de una docena de países para hacer posible este producto. » .
Gorki, Sería estupendo que personas inteligentes como tú no cayeran en la tendencia tan de moda de tratar de invalidar posiciones y argumentos con el recurso a una falsa dicotomía, bueno/malo, blanco/negro, conmigo/contra mí. El mundo está hecho de matices, y a menudo esos matices son importantes.
Tienes razón en lo que dices en tu respuesta, pero siempre hay extremos, y esos dispositivos en concreto parecen estar en uno de esos extremos -por duración, dificultad de reciclaje, coste, etc. -.
Un saludo.
Algún día seremos controlados por Alexa y Ok Google verás!!!