Un prototipo de rediseño obtenido de Instagram muestra una propuesta con una característica especialmente llamativa y que no es en absoluto habitual en la filosofía de su empresa matriz, Facebook: la desaparición del contador de Likes.
La idea que subyace tras dicha eliminación sería la reducción del componente competitivo de la red social, que tiende a generar actitudes tóxicas o poco sanas en sus usuarios y a incentivar todo tipo de comportamientos no genuinos que rayan en lo obsesivo, y que si bien es sabido que provienen de la propia naturaleza humana, pueden ser posiblemente desincentivados con los cambios de diseño adecuados. En el esquema propuesto, únicamente la persona que sube una publicación podría ver el número de Likes que obtiene, con el fin de evitar una competencia en base a ese parámetro.
La transición desde una red social sana en la que las personas comparten sus contenidos hacia una especie de agotador concurso de popularidad permanente es algo que hemos visto en muchas ocasiones, un comportamiento tóxico que muchos identifican con la obsesión por las métricas, con el fomento de una competitividad en función de las variables de uso que la propia red social genera. Que un usuario de Instagram identifique su mejor fotografía como aquella que obtuvo un número de Likes más elevado o que se sienta frustrado cuando alguna no alcanza un número de Likes determinado es, en realidad, una manifestación de comportamiento gregario que puede o bien adoptar una manifestación razonablemente inofensiva que cualifica el éxito en atención como una simple variable más, o convertirse en una especie de obsesión que lleva a algunos incluso a gastar dinero en Likes y seguidores falsos, o a utilizar esquemas peregrinos para destacar.
Algunas redes sociales como Snapchat han adoptado desde sus inicios una filosofía similar a la que Instagram parece ahora proponer: ocultar las métricas que podrían convertirse en objeto de una competitividad malsana, y centrar la operativa de la red en otros elementos, lo que podría fomentar modelos de comportamiento más genuinos. En el caso de Instagram, una de las críticas más generalizadas a su evolución es precisamente la que afecta a su industrialización, a la obsesión con obtener más Likes a toda costa y con llegar a ser un influencer. Quitar de la vista el número de Likes sería una manera de intentar que los seguidores de un usuario se fijasen más en lo que comparte en lugar de en el número de Likes que obtiene en sus publicaciones. Indudablemente, si llegase a generar un cambio en este sentido, podría reducir notablemente la presión sobre los usuarios y llegar a resultar sumamente refrescante.
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Pues no me parece mal, Pero pensar que disminuya el número de gilipollas por quitar el contador de likes, me parece de un optimismo desbordante.
Totalmente de acuerdo con Gorki. Entiendo y comparto el deseo de un mundo mejor -que incluya también unas mejores RRSS-, pero si hay un número x de personas que dejan influir su voto por lo que leen en Facebook, o que se estresan por el número de likes de su Instagram, el problema no es de las RRSS, sino del conjunto de nuestra sociedad, y principalmente de la educación. Entiendo que Enrique se dedica a la tecnología y no a la sociología, y por eso pone el foco donde lo pone, pero me temo que la estupidez humana no se cura por los síntomas, sino por sus múltiples, profundas y complejas raíces.
Bueno, tengo más o menos la misma opinión que Gorki, vamos que hay que ser muy optimista, pero no me parecería mal. Sin dudas ciertas redes sociales (en especial twitter a mi parecer) se han vuelto de una toxicidad importante. En fin, que el tema de las redes sociales da para varios estudios y tesis doctorales.
saludos,
Claro cada uno cuenta la feria según le va pero yo puedo asegurar que mi Twitter en el que solo sigo a 40 personas muy seleccionadas ( https://twitter.com/fmaocho/following ) Ni padece de Fake News,, ni hay toxicidad alguna, ni en general pace los males que otros detectáis en vuestro Twiter y si muy buena información sobre temas que si no, no encuentro en otros sitios,
No ocurre lo mismo en Facebook, donde la selección de lo que llega esta mucho mas mediatizada (a mi juicio para mal) por los algoritmos de esa empresa.
Twitter es de esos servicios que si desapareciera, haría lo posible por volver a crear.
Quitar el contador de likes me parece excesivamente extraño. ¿Para qué le voy a dar al like si no se entera casi nadie? Cuando le doy megusta a una publicación que los cuenta por miles, dudo que su autor lo sepa, o le interese.
Me gustan algunos aspectos del megusta como son los de «content curator»: me pueden interesar los contenidos que alguno de mis seguidos «likea». Y me disgustan otros aspectos que tienen más que ver con la naturaleza humana: esas ganas de ser influencer de mi tío mientras plancha, o eses abanderados, políticos en estos días, que propagan semillas de cualquier especie.
Por otro lado, observando el comportamiento de mis hijos en las redes sociales (más del tipo Snapchat y semi-anónimo) y sus comentarios acerca de aquellos/as que son populares en su instituto (en el mundo real, sin likes de por medio) se me hace difícil pensar en ese mundo perfecto en el que no importa lo que tienes, lo guapo que eres ni lo inteligente para ser valorado y juzgado como igual.
Cuento mi experiencia en Facebook. No digo que sea general, porque muchos creen, en contra de mi personal opinión, que no soy una persona del montón, y que por tanto lo que me pase a mi no es significativo para mi grupo de edad y condición.
Las contadas veces que alguien da un Like a algo que he subido a Facebook, (mi record deben ser siete «me gusta» a algo subido). Pienso que es por dos motivos, porque lo que digo resulta «original», algo que no es particularmente difícil en el huerto de la vulgaridad, que es Facebook, o simplemente porque es un «amigo digital» que tiene el deseo de dejar constancia de que me lee, lo cual agradezco, pero que tampoco es cosa que me llene de orgullo, pues para eso ese mi sufrido amigo y solo corresponde a lo que yo hago, aunque yo mas que Likessuelo comentar sus entradas.
Como nunca me ha ocurrido que haya recibido 18000 likes (quizá porque no pago a quienes los ponen), no puedo saber lo que se siente cuando «solo» has recibido 137 likes.
Dicho lo cual. Si Facebook quiere que solo yo vea los que han dado Like en mis entradas, por mi perfecto, pues comprenderéis que mostrar mis tres Likes al publico, sin que me avergüence, tampoco me llena de orgullo. Lo que no llego a entender, es cómo a un señor normal y no un adolescente, que aun está buscando su sitio en este planeta, le puede afectar si recibe , tres likes o veintisiete.
Así que por mi, que Facebook haga lo que quiera, pero sigo pensando, que no por ello va a disminuir el número de gilipollas y adolescentes, (que viene a ser poco mas o menos lo mismo, adolescente, quien tiene menos de 18 y es recuperable, y gilipollas quien tiene mas de 20 y se quedará así el resto de su vida)
En realidad no solo me refería a Facebook, que tampoco es mi RRSS preferida (más bien la más olvidada, y en ella las recomendaciones son espantosas).
No quiero olvidar que el número de likes de una publicación también muestra cuan aceptado es un artículo o contenido. Algo que puede tener un mínimo interés social.
En general no suelo estar de acuerdo con las correcciones normativas que piensan en unos cuantos nada más. Que algunos, puede que jóvenes, se llenen de ansiedad porque no tienen cientos o miles de likes, y por ello quiten el contador para no «herir» susceptibilidades me parece excesivamente pueril.
Coincido en que una persona con criterio no puede sentirse afectada por el número de likes, pero si puede ser una métrica con cierto interés para determinados trabajos. Siempre se suele pensar en aquellas grandes estrellas con millones de seguidores, no obstante yo genero contenido pensando en mis propios clientes (muy pocos) y me resulta muy interesante a mi, y a ellos mismos, saber qué interés a suscitado esta u otra noticia.
Discrepo totalmente con ese carácter natural de la competencia humana. Debo ser muy tonto (y no tener título en Oxford), para pensar que el ADN humano no trae ningún gen, que favorezca la competividda humana a los niveles que suele alcanzar en esta maldita sociedad.
La competencia del animal es algo preciso para buscar comida (y defenderse del depredador). Así como competir por las hembras, de forma que la selección natural sea lo más positiva para el proceso evolucionista. No pueden sufrir procesos racionales y emotivos característicos del ser humano. Y nada le dice al animal que compita fuera de unos límites muy precisos: evitar el desequilibrio ecológico del ecosistema.
El ser humano tiene el mismo gen, pero compite con otro gen, que le induce (si lo desarrolla) a mostrar empatía y solidaridad con su especie. La solidaridad de especie también la tienen los demás animales. Pero nada comparable con el desarrollo que puede alcanzar en el ser humano si su cerebro se desarrolla libremenete (puede alcanzar incluso a solidarizarse con oras especies). Y aquí aparece el proceso educativo (yo le llamo domesticador). Ese proceso de domesticación humana que lo hace antipático e insolidario (artificialmente, repito). No somos salvajes buenorros por naturaleza (un Rousseau bienintencionado no tiene por que ser totalmente sabio). Las crías necesitan un proceso educativo que la lleve a saber defenderse en su ecosistema. a desarrollar sus capacidades genéticas.
Pero adaptarse a un ecosistema no es adaptarse a un determinado tipo de organización social. Para eso inventó la naturaleza (y va en el ADN) una etapa adolescente, que debe intentar mejorar la capacidad adaptativa que ya tienen los adultos anteriores.
En fin, si los adultos (padres, docentes, policias, gobernnates…) no están por la labor de favorecer el proceso natural, que no se le eche la culpa a la naturaleza. La escual foemal domesticadora se las apaña para minusvalorar al adolescente, dándole por un lado un barniz «liberador», para poner por otro lado las cadenas necesarias para ser un personaje (y repito lo de personaje) apto para hacer su papel en la sociedad/ecosistema que le tocó vivir. Cumplir con «su papel» se dice.
Así que la culpa no se reparte entre las redes sociales y la naturaleza. La responsabilidad total es de los adultos que no desean favorecer el proceso evolutivo de la naturaleza.
Buenos días.
Mayoria Likes se dan por quedar bien. Influencer. Hay personas muy profesionales este tema, pero del montón creo todavía más.
No tengo muchos seguidores/sigo Como muchas personas prefiero calidad a cantidad; Transmitan sea para reírse… No típico..Acabo de levantar, tomo café…. bla, bla, bla.
Buen fin de semana.-
Recibido. Stop.
No te dejes seducir por las novedades sin ton ni son.
Si no rigen los «like» para la popularidad, entonces será un criterio-algoritmo hecho por las empresas a su gusto y manera con el único objetivo de mercantilizar/monetizar todo, no seamos ingenuos. Ese cambio de criterio me parece más obsceno, un movimiento más para convertir las redes sociales en un mercado en vez un foro de expresión y opinión democrático del que extraer conclusiones sociológicas.