Marcos Sierra, de VozPópuli, me llamó para hablar sobre la psicosis que genera el hecho de que haya servicios, como Google o Facebook, cuyo modelo de negocio se base en la explotación de los datos del usuario, y sobre las consecuencias que se derivan del hecho de que ese tipo de compañías sepan todo sobre tus hábitos, tus intereses o tu vida en general. Hoy, publica un artículo titulado «Google y Facebook tienen tus datos, y qué» (pdf), en el que cita algunas de mis opiniones.
Por supuesto que no hay nada intrínsecamente malo en establecer modelos de negocio basados en la explotación de los datos, y por supuesto que está bien evitar el tremendismo en ello. Pero para establecer modelos de negocio basados en datos hay que basarlos en unos sólidos principios éticos y de buenas prácticas, no en una cultura del «vale todo». De ahí que mis comentarios a las preguntas de Marcos fuesen en esa línea: cuando hablamos de compañías como Google o Facebook, es fundamental hacer distinciones entre la primera, que nos ha proporcionado servicios muy superiores a los que utilizábamos antes de que apareciese (en temas como la búsqueda, el correo electrónico o el trabajo en la nube es especialmente llamativo), que los plantea de manera gratuita y que busca obtener información sobre nuestros intereses para llevar a cabo una publicidad más eficiente, y una Facebook que nos ha proporcionado una red social que no es especialmente mejor en su propuesta que las que ya había – de hecho, su interfaz es un desastre de confusión y arbitrariedad – y que, además, ha vulnerado hasta tal punto los principios de la ética y de la confianza, que solo cabe pensar, a día de hoy, que todo lo que podía o pueda hacer mal, lo ha hecho o lo va a hacer mal.
Es el problema de una organización nacida sin principios ni reflexión ética de ningún tipo: que toda oportunidad que tenga de extraer un beneficio es utilizada, al margen de lo que pueda ocurrir con los datos del usuario o de cuáles puedan llegar a ser las consecuencias. No, lo de Cambridge Analytica no es «un problema al margen de Facebook» creado por un actor malintencionado, sino una consecuencia lógica de un sistema que, con un nivel de supervisión nulo, permite prácticamente a cualquiera hacer lo que le dé la gana, sea un académico, un servicio secreto, una compañía irresponsable o un ladrón de identidades. Facebook se mantiene económicamente gracias al hecho de que nadie ofrece una mira telescópica mejor para quienes quieran meter un anuncio entre los ojos de un usuario, al margen de que sea infinitamente probable que ese usuario no se sienta especialmente cómodo en el punto de mira de miles de francotiradores. Google no vende mis datos ni se los da a ningún tercero, simplemente permite que ese tercero exhiba un anuncio ante un segmento de su base de datos que me incluye en función de unas variables determinadas. Facebook no solo entrega mis datos a cualquiera que sepa hacer una aplicación o con el que llegue a un acuerdo sin decirme nada, sino que además, tiene unas prácticas de seguridad completamente por debajo de cualquier estándar mínimamente aceptable, y una ausencia tal de principios éticos que se convierte en la más absoluta, constante y repetitiva falta de respeto.
¿Nos pasa algo porque Google tenga nuestros datos? Puedo coincidir relativamente con la tesis de Marcos en su artículo: que como consecuencia, recibimos anuncios mejor ajustados a nuestros intereses, con un razonable nivel de control por nuestra parte y con muchos aspectos indudablemente mejorables y que la compañía, de hecho, parece intentar mejorar con el tiempo. ¿Cometen errores? Sí, por supuesto. Pero Google no entrega a nadie mis datos, esos datos no salen de Google, y un anunciante, sea quien sea, no puede utilizarlos para nada más allá de exhibir sus anuncios, porque de hecho, no llega a tenerlos en su poder.
¿Pasa algo porque esos datos los tenga Facebook? Sí, que se los da abiertamente a compañías de todo tipo, incluyendo nuestra identidad completa y nuestros datos de cualquier tipo, compañías que los utilizan para lo que les da la gana, ya no solo para ponernos anuncios, sino para cualquier tipo de conclusión, sin ningún límite, y que en muchos casos no son compañías interesadas simplemente en venderme algo, sino herramientas al servicio de gobiernos interesados en manipularnos para que votemos algo o para que modifiquemos nuestra opinión sobre algo. Facebook lo permite todo, y cuando no lo permite, custodia nuestros datos con tal nivel de irresponsabilidad, que se los roban. A Facebook le da todo exactamente igual: desde mentir y engañar abiertamente en sus estadísticas, en sus prácticas o en sus dimensiones, hasta manipular a jóvenes, cobrar por clics indebidos, o sobrepasar los límites de cualquier cosa razonable. Lo hace, y si le pillan, pide perdón y ya está.
Lo primero, sin ser perfecto y habiéndolo criticado en numerosas ocasiones, me puede parecer razonable. Mejorable y criticable en muchos aspectos, pero aceptable, y con una contribución netamente positiva. Lo segundo me parece completamente inaceptable, y estoy convencido no solo de que es un esquema insostenible e irresponsable, sino que además, cuanto menos tiempo se sostenga, mejor para todos.
This article was also published in English on Forbes, “Google and Facebook: similar business models, but with some very big differences«
Ponte como quieras, pero a mí no me gusta que nadie tenga mis datos si no se los he dado yo, expresamente y a sabiendas.
Existe fácil solución para ambos problemas: a Google le metes un bonito bloqueador de publicidad en el ordenador y en el móvil y asunto solucionado, los troleas y les das donde más le duele y no pueden hacer absolutamente nada al respecto. Con Facebook todavía es más fácil, cierras la cuenta y dedicas tu tiempo a cosas mejores. Si no lo haces, a lo mejor es que ya te va bien la situación actual… la gente también tiene derecho a ser vaga, indolente, ignorante o estúpida y que los más listos se aprovechen de ello. Después que no protesten, claro.
Me alegro mucho de que nos permitan ser «vagos, indolentes, ignorantes y estúpidos». Solo le faltó «votante de Trump o Putin» y cerraba el epitafio.
Me recuerda a un antiguo comentarista que se las «sabía todas».
Frente a algunos internautas prefiero el algoritmo de Facebook.
Comparto la visión de Enrique en parte
Soy capaz de ver como un intercambio o trueque de mis datos por servicios con Google y que ademas cualquiera con conocimientos puede usar google a su favor sin dinero.
Pero lo de Facebook es un descaro, usa tus datos, bloquea tu influencia y no te permite llegar lejos sin pagar.
Parece una forma de ganar dinero a tus costillas y para tontos.
Coincido en que Facebook tiene los dias contados.
Cuando la balanza se mueve demasiado hacia un lado, el valor puede caerse y perderse irremediablemente
Intercambio de Datos si, abuso con ellos no
Es cierto que Facebook no hace nada bien con nuestros datos. Pero planteo dos preguntas:
1. ¿Lo que aplica a FB aplica también a Instagram? O la base de su modelo de negocio era digamos ya más ética y su compra por parte de FB no ha contaminado tanto sus prácticas?
2. Consideras que a FB le afecta lo mismo que cerremos la cuenta que que la tengamos abierta pero sin participación activa? Yo voy a hacer esto segundo de momento. Sería como una especie de huelba