Felipe Araujo, periodista freelance, me contactó para hablar acerca de la evolución de la sociedad de la vigilancia a partir de algunos artículos anteriores que escribí sobre el tema. Mantuvimos una conversación larga por teléfono, y acaba de publicar una pieza de lectura muy recomendable en Medium, contextualizada en Londres, bajo el título «Inside the city that spies on you«.
Específicamente, Felipe estaba interesado en hablar sobre mi visión acerca de la evolución de la sociedad china, en la que este concepto de monitorización a escala total se ha implantado de una manera más representativa. Los que acusaban a los cronistas occidentales de tener una visión sesgada o tremendista hace tiempo que están muy callados: todo lo que se decía sobre la evolución de la sociedad china era cierto, o tendía incluso a minimizar su magnitud: las cámaras son ya prácticamente ubicuas y se sitúan no solo en zonas públicas, sino también en manos de la policía y en todo tipo de infraestructuras, están todas vinculadas con algoritmos de reconocimiento facial, y utilizan la información que capturan para mantener sistemas de calificación social que inciden en cuestiones como las posibilidades de un ciudadano para viajar o llevar a cabo determinadas acciones, como gastar de una forma considerada «irresponsable».
Mis comentarios, sin embargo, fueron en otra dirección: en la de señalar que lo que podemos esperar de una sociedad no democrática como China no debería tener nada que ver con lo que esperamos de sociedades supuestamente democráticas en las que, sin embargo, las reglas tienden a estar mucho menos claras. En el caso del Reino Unido, otra sociedad con tintes cada ves más distópicos y orwellianos en ese sentido como el propio artículo describe, al menos hay una serie de organismos y normas establecidas a la hora de utilizar la información generada por los sistemas de vigilancia. En otras democracias occidentales, esas normas no existen o no están publicitadas, los sistemas de control brillan completamente por su ausencia, y la desprotección de los derechos de los ciudadanos es total y absoluta.
Si somos demócratas, somos demócratas, y deberíamos serlo con todas sus consecuencias. Si la tecnología permite monitorizar la actividad de los ciudadanos y decidimos hacerlo, deberemos dotar a los ciudadanos de un marco legal adecuado que permita centrar la vigilancia en aquellos que llevan a cabo actividades antisociales, delitos o terrorismo, posibilitando al mismo tiempo que no sean conculcados los derechos de los ciudadanos normales que llevan una vida perfectamente acorde con las reglas. El «no tengo nada que temer porque no tengo nada que ocultar«, decididamente, no funciona, y no puede ser una regla válida en democracia.
Si la disponibilidad y la ubicuidad de la tecnología nos lleva inevitablemente a la sociedad del espionaje permanente, eso es algo que, como sociedades democráticas, vamos a tener necesariamente que discutir y legislar. China no tiene que hacerlo, porque no necesita someter nada a discusión. Pero la última vez que miré, al menos, no vivía en China.
This post is also available in English in my Medium page, «Isn’t it about time we had a debate about what living under permanent surveillance really means?«
Somos compañeros en el IE y te sigo desde el inicio de tu blog, no ya tanto por lo que me enseñas, que tambíén, sino por la cantidad de veces que me has hecho cambiar de opinión.
Yo fui director de operaciones de Honeywell Security una de las mayores empresas del mundo que fabrican sistemas de seguridad y estuve en el sector 9 años.
En un principio opinaba como muchos «que mas da que me sigan si no tengo nada que ocultar» o «cuanto más control exista menor delincuencia habrá». Si bien las dos premisas pueden ser ciertas, no ocultan el verdadero problema que está sucediendo de la sociedad controladas por los gobiernos que usan esa información con otros objetivos.
Si me permitís el símil es como si alguien accede a toda la información de mi movil. La cuestión no es que acceda, sino que uso hará de la misma. Cualquiera le daría incluso la clave de tu cuenta de banco si supiéramos que nunca fuese a hacer nada con ella.
El 11-S fue la gran excusa que necesitaron las democracias occidentales para arroyar todos nuestros derechos civiles, nuestra privacidad, nuestra intimidad, sin ningún complejo ni vergüenza. El Gran Hermano sabe donde hemos estado, con quién, cuándo. En una gran ciudad es fácil que haya cámaras donde aparezcamos. Surge la eterna pregunta: quién vigila al vigilante??
El 11S sabían que pasaría algo. Y lo dejaron pasar para poder justificar todo esto…
Mis aplausos a usted :)
Creo que Felipe Araujo pierde de vista el punto importante del asunto y es, que el reconocimiento facial, y todo lo demás, no funciona si no estás previamente en una base de datos, ni siquiera en China o Alemania (en este último país, con fuertes restricciones) donde solo las utilizan con ordenes policiales de búsqueda y restringidas a delincuentes fichados.
Y que en el resto del mundo, se están generalizando las normativas similares al GDPR, que vetan y excluyen el uso de ese tipo de identificaciones con datos de carácter personal, biométricos incluidos, como todo el que conoce la legislación de protección de datos y su reglamento sabe.
Sobre lo demás, incluido el el asunto del crédito social, que se ha desmontado ya unas veinte veces (ala!, yo también sé exagerar!)
Felipe debería verse el video de Javier Telletxea – Jabiertzo – donde lo explica con sencillez y bastante claridad, ya que es un usuario del mismo, y que solo es fruto de las Medio Fake News, ‘hechos a medio camino’, Cherry Picking, etc., que es lo que se estila ahora en vez del National Enquirer para alarmar y asustar a quienes están poco familiarizados con este tema, e impulsarles a leer artículos estrambóticos y bastante p’alla.
¿Qué, me puedo ir ya a desenvolver los regalos de Reyes?
Es por si esta noche la videovigilancia, o Mark Zuckerberg, hace estragos.
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Disclaimer;
Me hice socio de ARP-SAPC al cumplir 16 (por la edad legal)
Una vez más Menestro contándonos la teoría chachipiruli del mundo de la piruleta mientras los demás hablamos del mundo real.
Legendarias son las cámaras de vigilancia (y los carteles que las anuncian) de la Plaça George Orwell de Barcelona.
Pensar que exista un instrumento de control social y que el Estado no lo utilice par controlar a sus miembros es utópico. ¿Para qué se conservan las coordenadas de los teléfonos si no es para averiguar donde estaba su propietario en un determinado momento?.
Diréis que solo se puede saber si un juez lo autoriza, pero en eso se basan las cárceles panópticas, no que los carceleros lo observen todo, sino que el recluso piense que le están observando siempre.
Por ahora no hay demasiado problema (con China). Siguen demasiado centrados en «recuperar» Taiwan.
Pero, por otro lado, sigo pensando que los bolsonaros y los abascales no suben si un montón de gente no los aúpa. Así que el problema no está en los dirigentes, el problema principal está en los dirigidos. La ignorancia, voluntaria o involuntaria, viene siendo el pan nuestro de cada día.
Y mientras miramos al gigante, podemos perder de vista al barro que lo mantiene.
Quienes debe dar las directrices, son los servicios de inteligencia. Interesas o no. Dependiendo de la necesidad del momento, se cribará su uso, para una u otra cuestión.
Por lo cual, se me hace complicado discernir solamente entre interés policial o privacidad. Si bien, podría minimizar los casos en los que el abuso de la privacidad puedan ser rastreados, difícilmente voy a saber en tiempo real, cuál es el interés y uso real. Si hay elecciones, es evidente…pero cuáles serán los otros casos? Por lo menos, hacia donde tu miras Enrique y que constatas que no es China, existen profesionales competentes en delitos informáticos que por lo menos, hacen una estadística. Sé que esto no responde al tema que planteas, pero por lo menos hay un foco de interés:-)
Estoy convencido que el ojo orweliano nos espera a la vuelta de la esquina. Creo que no se habla suficientemente de este asunto y sobre todo creo que al final ese big brother no será ni un gobierno, ni un policia. Será un proceso de IA NO supervisado que extraerá las imágenes de los delitos para enviarla directamente a la autoridad judicial.
Eso si, urge un marco legal de sanciones para quienes obtengan legítimamente esa información o abusen de ella.
En las democracias occidentales el control es más sutil, pero no por ello menos peligroso. Al respecto recomiendo la charla de Jaron Lanier sobre «Cómo necesitamos rehacer Internet», https://www.ted.com/talks/jaron_lanier_how_we_need_to_remake_the_internet?language=es
Quizá habría que matizar: para nosotros, no se trata de vivir en China, sino en una especie de colonia china con la aquiescencia de determinados poderes.